Como vemos en este artículo, a la mayoría de los católicos parece importarles un pimiento lo que diga el catecismo sobre los sacramentos de la confesión y de la eucaristía. Siendo rigurosamente cierto lo que dice este artículo, es fácil derivar que si del próximo Sínodo, la Iglesia autoriza a comulgar a los divorciados la medida será muy bien recibida, aunque en la práctica quedará sin efecto, porque ya se está cumpliendo de facto desde hace algunos años. Por esta razón, tanto si la autorizan como si no la autorizan, va a continuar dando lo mismo para un gran número de creyentes... porque hoy en día ya más del 80% están comulgando en situación de pecado, y es de prever en muchos casos mortal. Y lo están haciendo como si tal cosa, sin conciencia de culpa (porque así a ello les han inducido).«La confesión está desapareciendo», avisa
La mayoría de los que comulgan no se confiesan ni una vez al año, denuncia el sociólogo Introvigne
Hay una multitud de católicos que van a misa con asiduidad y comulgan con frecuencia, pero que no se confiesan... y eso no es bueno
El sociólogo católico especializado en comportamiento religioso Massimo Introvigne ha escrito un artículo en La Nuova Bussola Quotidiana señalando que el debate sobre la comunión de los divorciados que conviven maritalmente con alguien que ante Dios y la Iglesia no es su cónyuge es un debate que tapa la cuestión de fondo: que millones y millones de católicos que van a comulgar con regularidad llevan más de un año sin confesarse, y que es estadísticamente razonable pensar que comulgan estando en pecado mortal.
Como sociólogo, Introvigne se remite a los datos de estudios sobre el tema en Estados Unidos, Italia y en algunos países de Europa del Norte (no usa datos de España ni Hispanoamérica).
Lo que hacen los divorciados... y otros pecadores
"Según una encuesta que realicé para La nuova Bussola quotidiana, constatamos que en el 75% de las parroquias italiana los divorciados vueltos a casar comulgan de manera regular, sin esperar que el Sínodo, eventualmente, cambie la doctrina. A raíz de esta encuesta muchos lectores se han puesto en contacto conmigo, y también varios obispos, y me han confirmado que el estudio es un retrato exacto de lo que sucede en sus diócesis. Algunos me han llevado a reflexionar sobre un problema más generalizado. Los divorciados son sólo la punta del iceberg; el verdadero problema es que la mayoría de las personas que comulgan no frecuentan el sacramento de la Confesión", escribe Introvigne.
Lo que la Iglesia enseña
El Catecismo es claro: en su párrafo 1457 recuerda que "todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe fielmente confesar sus pecados graves al menos una vez al año".
"Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental", insiste, aunque matiza "a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes".
Es difícil que un católico no se haya confesado nunca, porque por lo general al menos lo ha hecho una vez antes de la Primera Comunión, como pide el Catecismo: "Los niños deben acceder al sacramento de la Penitencia antes de recibir por primera vez la Sagrada Comunión". Pero es estadísticamente común que muchos en su vida adulta nunca hayan vuelto al confesionario.
El catecismo incluso propone la confesión frecuente y de pecados menos graves, aunque tradicionalmente la Iglesia, remitiéndose a enseñanzas de Santo Tomás de Aquino (y éste a las de San Agustín) considera que estos pecados veniales pueden remitirse también con otras prácticas que se realicen "con devoción". El clásico catecismo del padre Ripalda enumeraba así esas prácticas:
1. Oír misa con devoción.
2. Comulgar dignamente.
3. Oír la palabra de Dios.
4. Bendición episcopal.
5. Decir el Padre Nuestro.
6. Confesión general ("Yo confieso ante Dios y ante vosotros hermanos...")
7. Agua bendita.
8. Pan bendito (el que se bendice en Jueves Santo)
9. Golpes de pecho (como los que se realizan ritualmente al rezar el ´Yo confieso...´)
El Catecismo actual señala en su punto 1458 que "sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales se recomienda vivamente por la Iglesia. La confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso".
Pero esta recomendación de "confesión habitual" y "recepción con frecuencia", e incluso el mandamiento eclesial de "confesarse al menos una vez al año" chocan con la estadística real.
EEUU: casi la mitad comulga sin confesarse nunca
El sociólogo italiano acude primero a los datos de Estados Unidos, del centro CARA de la Universidad de Georgetown (cara.georgetown.edu) para señalar que "entre los católicos estadounidenses que comulgan, los que se confiesan por lo menos una vez al año, lo que no es mucho, pero ya es algo, era el 15% en 2009 y descendió al 12% en 2013".
"El 45% de las personas que comulgan en EEUU no se han confesado nunca después de la mayoría de edad", añade Introvigne.
"En Europa no hay estadísticas tan concretas como las de Georgetown, pero hay estudios regionales en Alemania, Francia y Holanda que sugieren porcentajes aún más bajos que los estadounidenses. Por algunas encuestas se sabe que en áreas del Norte de Europa se confiesa una vez al año sólo el 5% de las personas que comulgan. Como sucede en otros ámbitos, se podría esperar que se salven los países en vías de desarrollo, pero según los datos que vienen de Pakistán, donde hay una Iglesia de mártires viva y entusiasta, también aquí las confesiones descienden rápidamente".
Italia: confesiones en santuarios
"Italia, según una encuesta de 2009, entre las personas que comulgaban un 40% acudía a la Confesión al menos una vez al año. Puede parecer una cifra baja, pero es altísima, de record mundial. Pero si hacemos caso a algunos datos regionales, parece que está descendiendo rápidamente y hoy en día estaría alrededor del 20%", prosigue el sociólogo.
"Ciertamente, hay muchas confesiones en los santuarios, pero por otros datos resulta que en Italia comulgan, cada domingo, aproximadamente cinco millones de personas, y los centenares o millares que se confiesan en los santuarios no son suficientes para cambiar las estadísticas".
"La gran mayoría de los católicos que comulgan no se confiesan. El problema es mundial, aunque con diferencias regionales importantes. Las series históricas muestran que el declive es constante y que no ha podido pararlo ni la popularidad planetaria del beato Juan Pablo II (1920-2005), ni la concreción teológica de Benedicto XVI. En lo que se refiere al Papa Francisco, es demasiado pronto para tener datos más precisos, pero siempre es difícil detener estas altas olas", pronostica Introvigne.
Los que comulgan sin confesarse
"Casi el 90% de los que se ponen en fila para comulgar en los Estados Unidos cada domingo, el 95% en ciertas zonas del Norte de Europa y del 60 al 80% en Italia no se confiesa ni siquiera una vez al año. Comparando las estadísticas sobre la confesión con otras, es cierto que entre estos no sólo hay divorciados vueltos a casar, sino también personas que conviven antes y fuera del matrimonio, homosexuales practicantes, médicos abortistas, políticos que votan leyes inmorales, masones (excluidos de la comunión según la «Declaración sobre la masonería» de 1983, aún vigente) y todo el que quiera. A no ser que se crea que el 88% de los estadounidenses que comulgan no cometen nunca pecados graves, lo que significaría un florecer de santidad que no se ha visto nunca en la historia de la Iglesia".
¿Por vergüenza humana? ¿O por dudar de Dios?
Aunque muchos digan que es duro confesarse admitiendo con concreción los propios pecados ante un sacerdote, Introvigne considera que "no es verdad que no nos confesamos debido a nuestro sentido de la privacidad, para no contar nuestros asuntos personales a un sacerdote". El sociólogo señala la gran cantidad de usuarios que tienen las psicoterapias, e incluso grupos más o menos sectarios como Cienciología, que ofrecen limpiar o depurar traumas del pasado, "que deben ser expuestos y definidos". Y eso, pese a ser de pago.
La razón de que muchos católicos no se confiesen no es la vergüenza que da admitir el pecado, sino que "ya no se cree en la misericordia de Dios" y, de hecho, muchos tampoco tienen "conciencia del pecado".
"Los psicoterapeutas o los de Cienciología no hablan de pecado, sino de trastornos generales o de negatividad, cosa que se acepta aunque para oírlo toque meter mano al billetero, mientras confrontarse con el pecado molesta porque implica que la mentalidad relativista actual, según la cual no existe ninguna noción objetiva del bien y del mal, está equivocada", señala Introvigne.
(Citas de Introvigne y La Bussola traducidas por Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
http://www.religionenlibertad.com/ar...articulo=34682
Antes de ser publicadas estas estadísticas, no cabía en cabeza humana que todo el mundo en una iglesia se dirigiera a recibir la comunión en tropel, mientras que los confesionarios permanecieran vacíos día tras día. Y es que llevamos muchos años en los que no solamente los fieles están tomándose a chirigota algunos sacramentos. Todo comenzó cuando los obispos se empeñaron en que se comenzara a dar la comunión en la mano en las parroquias.
Ahora ya la cosa no tiene fácil remedio... Solo les queda a nuestros obispos seguir hacia adelante en sus errores reconociendo lo que de facto ya está ocurriendo. El otro camino pasaría por reconocer de una vez por todas el daño que sus modernidades han hecho (pero eso jamás vamos a verlo...).
¡Cuántas veces vemos cómo se profana y se toma a chufla el sacramento de la eucaristía!
http://www.youtube.com/watch?v=09BPz9T_q-8
(este no es ningún vídeo habitual de abusos litúrgicos;
este es un vídeo que muestra la realidad de todos los domingos...)
Última edición por jasarhez; 24/04/2014 a las 23:18
- EL MUNDO | Suplemento crónica 717 - EN ESPAÑA NO SE CONFIESA NI DIOS
CATOLICISMO | ¿DESAPARECERÁ LA PENITENCIA?
JOSÉ MANUEL VIDALEste sacramento está de capa caída. Sólo el 15% de los católicos practicantes se confiesa asiduamente. Un párroco, en tono jocoso, achaca la falta de penitentes «a la competencia de los psicólogos». Los pecados de hombres y mujeres son distintos
Sin fieles. "Es mejor no decir que estamos
en crisis", se lamenta el Padre Carrión
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Alerta roja en la Iglesia católica ante la situación del sacramento de la penitencia. La confesión está de capa caída. Clínicamente muerta. El 80% de los católicos españoles ha dejado de confesarse. Y eso que el segundo mandamiento de la Iglesia obliga a los creyentes a «confesar los pecados mortales al menos una vez al año». Pero ya muy pocos lo cumplen. Los confesionarios se quedan desiertos mientras se pueblan las consultas de psicólogos, psiquiatras y todo tipo de consejeros espirituales. Hasta el Papa Ratzinger acaba de advertir a los curas desde Roma: «No os resignéis jamás a ver vacíos los confesionarios».
-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida.
El saludo ritual del penitente y la respuesta del confesor que lo acoge se oyen cada vez menos en las iglesias españolas. Se ha convertido en el mero murmullo ocasional de un sacramento destinado a desaparecer. ¿En poco tiempo?
A las 19.30 horas del pasado martes, en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Usera (Madrid), unas 20 personas rezan el rosario. En el confesionario, el padre Carrión, de 81 años, espera, como cada día, la llegada de penitentes. Nadie se acerca, pero no se desanima, agarrado al evangelio de ZP. «Es mejor no decir que estamos en crisis y pensar que vemos brotes verdes», comenta desde el confesionario. Don Ángel, superior del padre Carrión en esta iglesia del extrarradio madrileño, achaca la falta de penitentes a otro motivo. «Los psicólogos nos hacen la competencia», dice en tono jocoso. Ya más en serio añade: «Lo que ocurre es que la gente ya no nos ve como intermediarios ante Dios, sino como personas normales. Y da corte acudir a contar determinados problemas o sentimientos a alguien que es como tú».
La Conferencia Episcopal proporciona cada dos años estadísticas detalladas de la práctica sacramental en España. Con cifras de todos los sacramentos, menos del de la penitencia. Dicen que por la dificultad de medir un sacramento tan individual. Pero hay quien cree que a la propia Iglesia le avergüenza constatar numéricamente la cuasi desaparición de la confesión. El caso es que las escasas encuestas que hay al respecto son obra de algunos medios de comunicación de instituciones religiosas que prefieren no esconder la cabeza debajo del ala.
Hace ya más de una década, la revista de los religiosos claretianos, Misión Abierta, realizó un sondeo entre los católicos. Con resultados demoledores: sólo se confesaba una vez al mes el 23% de los cristianos practicantes adultos y el 15% de los jóvenes. Era el año 1989 y los obispos españoles, en una Instrucción pastoral acerca del sacramento de la penitencia, ya advertían: «Hemos de ser realistas y no ocultar una crisis real por grave que ésta sea». Y reconocían que «en muchas parroquias sólo una minoría de fieles celebra la penitencia con cierta frecuencia y bastantes jóvenes no la han celebrado casi nunca y prácticamente la ignoran o no la echan en falta».
Desde entonces, la situación ha cambiado, pero a peor. Sólo el 15% de los católicos adultos se confiesa al menos una vez al mes. Entre los jóvenes, el porcentaje no llega ni al 5%. Y eso, entre los católicos convencidos. Entre los no practicantes, el 80% no se confiesa nunca. Hasta el Penitenciario Apostólico de la Santa Sede, Gianfranco Girotti, una especie de confesor mayor de la Iglesia, reconocía que el 50% de los católicos no considera necesario confesarse. Y se quedó corto. «La gente acude a comulgar sin confesarse», se quejan los curas. «Y los que se confiesan parece que no tienen de qué acusarse. No hay conciencia de pecado», advierten los obispos.
Los 10 mandamientos siguen en pie, pero la mayoría de los católicos se saltan unos cuantos sin conciencia de culpa. Para muchos, incluso los otrora famosos siete pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza) ya no son vicios, sino, en ocasiones, «virtudes». O, si acaso, pecadillos veniales de poca monta. Se van los pecados clásicos y llegan otros nuevos: el genocidio, el terrorismo, el tráfico de armas o de drogas, la corrupción, la especulación, la evasión fiscal o los atentados contra el medio ambiente.
SÓLO PERDONA EL PAPA
Lo que poca gente sabe es que también hay pecados que, aunque se confiesen, no los puede perdonar un simple cura. Ni siquiera un obispo. Están reservados al mismísimo Papa. Son cinco: robar hostias consagradas para ritos satánicos; violar el secreto de la confesión; la pederastia; abortar o colaborar en el aborto, y agredir u ofender al Papa. Pecados excepcionales que los católicos cometen a menudo, porque la Penitenciaría Apostólica, el organismo vaticano encargado de examinarlos, dice que no da abasto.
Y es que, como decía hace unos años el cardenal Rouco, «en Madrid se peca masivamente». Pero tanto en Madrid como en el resto de España se confiesa poco. «Es normal», dice el párroco José Pérez, mirando la iglesia de Santiago A Nova (Lugo) vacía. «Durante la semana no suelen pedir confesión más de seis o siete personas». Las causas de esta alergia al confesionario son de lo más variado. Algunos católicos creen que el pecado es algo superado, una expresión de culturas premodernas y poco avanzadas. Otros lo consideran un tabú inventado por las iglesias para seguir dominando las conciencias de la gente.
Incluso los católicos más comprometidos tienden a confesarse de los pecados sociales -«los que hacen daño a los demás»-, pero no de los personales. «Surge una tipología de creyente, cada vez más abundante y difícil de cambiar, que no ve pecado en casi nada, salvo en lo estructural y, en consecuencia, no siente necesidad alguna de confesarse», admiten los obispos.
En la Basílica de Jesús de Medinaceli, uno de los templos más importantes de Madrid, siempre hay al menos un confesor disponible. Y cada vez tiene menos trabajo. Los fieles van llegando pero el confesionario sigue desierto. El perfil del penitente es el de mujer mayor de 60 años, pero hoy martes se acerca un hombre de mediana edad. Asegura que no tiene costumbre: lo hace sólo cuando necesita buscar a Dios.
Pedro, venezolano residente en EEUU, visita la iglesia con su familia y apunta que quizá la huelga de confesionarios no quiere decir que la gente no pida perdón a Dios. Él prefiere confesarse a solas o con su familia, en cualquier momento y lugar.
Última edición por jasarhez; 25/04/2014 a las 00:19
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