Cierto, la milonga del retorno a la "iglesia primitiva" no pasaba de ser una coartada para eliminar el desarrollo homogéneo de la liturgia católica de los últimos casi veinte siglos y, de paso, la aplicación los dogmas definidos que esa misma liturgia fue reflejando siglo a siglo, sobre todo la romana.“Se nos ha dicho que el desastre litúrgico de los últimos cincuenta años representa un retorno a la iglesia primitiva. Pero como muestra este artículo, las evidencias arqueológicas e históricas son muy diferentes. La liturgia antigua no era una reunión social informal, como algunos de nuestros casuales e irreverentes cultos actuales; era ordenada, jerárquica y reverente
Debe señalarse que la misa tradicional que se derogó con el Vaticano II tenía más vínculos incluso con la de los ortodoxos de oriente que con las novedades que se impusieron, señal de que la evolución fue uniforme en toda al Cristiandad. Precisamente Pío XII ya había condenado, en los años 50, el sospechoso interés e insistencia de algunos (heterodoxos) teólogos católicos de Centroeuropa por el "arqueologismo litúrgico" con el que pretendían la unión con protestantes y cismáticos a costa de difuminar la milenaria liturgia católica.
En un plano meramente natural, tras veinte siglos de desarrollo en una dirección, querer retornar a una infancia ideal es tan ridículo como volver dar biberones y chupetes a un adulto y vestirle de niño: estupidez total.
Y aun dándolo por bueno hay otro problema: la liturgia primitiva aun no había pasado la prueba de las (terribles) herejías que asolaron la Iglesia poco después (arrianismo, nestorianismo, apolinarismo, etc.); entre otras cosas, si la liturgia evolucionó fue para conjurarlas y marcar distancias con ellas recalcándolas en los ritos. Pero esa precisamente era la cuestión de fondo no reconocida pero implícita: demoler las defensas dogmáticas de la liturgia para acercarse a los herejes del siglo XX, con la coartada de retornar a una idílica época primitiva en que todos estábamos unidos. Solo eso ya demuestra el carácter anticatólico de los fautores del engendro litúrgico que debemos soportar desde hace 50 años.
Y en definitiva, el retorno a la iglesia primitiva es una falacia; sobre todo porque es contraria a la permanente asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia; parece, cuando menos, algo rarito que el Espíritu Santo pegue un bandazo en contrario al cabo de veinte siglos para contradecirse y dejar en ridículo toda la evolución litúrgica que El afirmaba. Si la liturgia primitiva hubiese sido el ideal a seguir, el no hubiera tolerado dicha evolución siglo a siglo.
Pegar bandazos no es conforme a la suavidad del influjo divino.
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