¡Esto es el colmo! Se sabía desde hace tiempo que había mensajes subliminales en el rock y en las películas, pero lo que faltaba era que también los hubiera en la música supuestamente religiosa. Qué manera de infiltrarse. Prueba del origen masónico-satánico de tanta locura litúrgica como nos invade desde el Concilio Vaticano II.
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