Excelente artículo de Juan Manuel de Prada en el ABC de hoy. Y nada menos que recomienda leer al padre Castellani, de quien casi nadie ha oído hablar en España, y hasta da una dirección a la que se pueden solicitar a buen precio libros de Castellani. Me alegra mucho que haya descubierto al buen sacerdote argentino, porque le puede aclarar muchas cosas. Prada escribe a veces buenos artículos. Es un católico que recuperó la fe hace unos años, aunque estaba un poco entre tantos católicos despistados que creen que le pueden encender una vela a Dios y otra al PP. Me alegra ver que fustigue a los pobres y recomiende leer a Castellani. Y no es la primera vez tampoco que menciona a Chesterton.
¡Felices fiestas! pero... ¿qué fiestas?
JUAN MANUEL DE PRADA
LEO en estos días al argentino Leonardo Castellani (1899-1981), una suerte de Chesterton porteño, corajudo y exaltado, con ese grado de exaltación y coraje que distingue a los escritores dispuestos a enfrentarse a esas viejas herejías que los progres llaman ideas nuevas. Castellani fue un jesuita díscolo a quien la Compañía de Jesús, en su decadencia modernista, quiso someter al silencio; pero dejó más de cincuenta libros en los que se burla de los dogmas laicos con una vena humorística de la mejor estirpe: cáustica, perspicaz, deliciosamente reaccionaria. Tocó todos los géneros: el cuento y la novela, la poesía y la biografía, el ensayo y la exégesis bíblica, la sátira y la crítica literaria; por supuesto, sus obras apenas han sido reeditadas, pero llegará el día -cuando la tiranía progre decaiga- en que se le reconozca como lo que sin duda es: uno de los grandes escritores en español del siglo XX.
En «Las canciones de Militis», una colectánea de artículos publicados en los años cuarenta, Castellani esgrime como su maestro Chesteton el arte de la paradoja para desenmascarar la necedad contemporánea y la artificial trama de las mentiras oficiales, hasta desvelar la genuina urdimbre de las verdades profundas. Escribe en uno de estos artículos: «A medida que se va perdiendo en nuestro país el sentimiento de lo sacro, se han ido multiplicando las fiestas seudosacras sin contenido sacro; a causa de la ley biológica que dice: «A medida que disminuye lo vivo, aumenta lo automático» (...) No se puede hacer reír a la gente por decreto; tampoco se la puede hacer sentir. Un hombre puede llevar al río un caballo; pero ni diez hombres pueden hacerlo beber si no quiere. Crear una verdadera fiesta es más difícil que eso. La más antigua fiesta cristiana es la Cena del Señor. Se reunía la comunidad cristiana a comer, a recibir el Sacramento y a comulgar entre sí, es decir, a poner en común sus ideas, sentimientos e intereses bajo el fundente de una misma fe. Se encontraban entre ellos para encontrarse a sí mismos a la luz de una creencia común y trascendente. Ése es el tipo de toda fiesta verdadera, que se basa en una necesidad y se cumple en la recepción de un don espiritual, el cual por el hecho de recibirse aúna y unifica todas las voluntades».
Los progres están empeñados en convertir la Navidad es una fiesta laica, esto es, en despojarla de su contenido real. Pero una fiesta que no sea comunión entre quienes la celebran y recepción de un don espiritual no podrá ser nunca una verdadera fiesta. Y es que la jovialidad que no nace de un fondo de comunión no es sino el aspaviento desesperado de quienes ya han dejado de beber en el manantial del que brota la única felicidad perdurable. Conviene recordar la célebre frase de Chesterton: «Quitad lo sobrenatural, y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural». Castellani también se refiere a este alejamiento de lo sobrenatural que mata lo que en nosotros hay de criaturas vivas: «Cuando alguien se aleja de Dios, se hace a sí mismo un gran mal. Filosóficamente hablando, no habría que decir se hace un gran mal, sino se hace el Gran mal. Y el castigo que Dios le da es éste: Dios se queda donde está. Esto es lo que dice esa parábola del Hijo Pródigo que muchos imaginan es solamente una imagen de la sensiblería de Dios, una imagen de la lenidad del padrazo pachorriento o a lo más una imagen de la misericordia divina, siendo así que es ante todo una imagen de la trascendencia divina. El Hijo se va y el Padre no lo ataja; el Hijo pide «lo que es suyo» y el Padre se lo da sabiendo muy bien que no es suyo. Castiga a la criatura insensata con el terrible castigo del que habló el poeta: «A un hombre que se quiere engañar, / ¿qué castigo le hemos de dar? / Dejarlo que se engañe, amigo. / ¡No hay peor castigo!».
El hombre contemporáneo ha echado a Dios de su seno; y lo que le pasa ahora es muy sencillo: no tiene a Dios. Y sin Dios el hombre no puede hacer cosas divinas; ni siquiera puede divertirse, pues sin Dios no hay comunión verdadera entre los hombres, y sin comunión verdadera no puede haber fiesta. Deseo a las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan una feliz Navidad: ojalá en estos días de fiesta se encuentren entre sí a la luz de una creencia común y trascendente. Y les exhorto a leer al gran Leonardo Castellani, cuyos libros encontrarán tirados de precio -como conviene a cualquier autor que se rebele contra la tiranía progre- en iberlibro.com.
http://sevilla.abc.es/20071224/opini...712240257.html
Me alegra mucho q se empiece a leer a Castellani, la verdad q es un gran santo que Dios concedió a la Argentina, aqui pongo una breve biografía para q le conozcan un poco mas, no obstante colgue un articulo suyo para la fiesta de Cristo Rey y veré si encuentro alguno interesante para motivar la lectura del P. Leonardo Castellani. Saludos en Cristo Y Maria.
Pequeña biografía
1. Formación (1899-1935)
Leonardo Luis Castellani Contepomi nace en Reconquista, (Santa Fe, Argentina) el 16 de noviembre de 1899. Pierde a su padre -periodista y maestro librepensador- en la niñez, muerto en una reyerta política; también pierde en su niñez el ojo izquierdo, que será reemplazado por uno de vidrio. Termina el bachillerato en Santa Fe, y en 1918 ingresa al noviciado jesuita de Córdoba. Estudia letras, filosofía y teología en Santa Fe, luego en Buenos Aires y comienza a escribir (Camperas). Vistas sus grandes dotes intelectuales, es enviado en 1929 a Europa a proseguir sus estudios.
Es ordenado sacerdote (1931), y estudia Filosofía y Teología en la Gregoriana de Roma, Después estudia Psicología en la Sorbona de París. Tras unos meses en Alemania, en 1935 vuelve a Argentina.
2. Primera época (1935-1946)
Desde su regreso a Europa y hasta 1946 trabaja en docencia y periodismo ; escribe más de 12 libros y traduce la primera parte de la Suma Teológica de Santo Tomás. De esta época son los cuentos reunidos en 'Historias del Norte Bravo', 'Martita ofelia y otros cuentos de fantasmas', 'Las muertes del Padre Metri'; ensayos y artículos reunidos en 'Las canciones de Militis', 'Crítica literaria', 'El nuevo gobierno de Sancho'. Participa activamente en revistas y diarios (Criterio, La Nacion, Cabildo, Tribuna) e incursiona en política, llegando a ser incluido en la lista de diputados del partido nacionalista en 1946. Estas actividades y sus actitudes críticas hacia la educación y las estructuras sociales, políticas y religiosas comienzan a ocasionarle enemigos y dificultades.
3. La crisis: Manresa (1946-1949)
Sus superiores religiosos lo presionan para que abandone la Compañía de Jesús (la orden jesuita); se niega, y las sanciones y presiones van en aumento. Viaja a Europa para intentar aclarar su situación, sin éxito. Es recluido en Manresa (España) durante dos años, mientras su salud física y psíquica se derrumba. Al borde de una neurosis y en medio de una aguda crisis espiritual, consigue huir y vuelve en 1949 a Buenos Aires. Es entonces expulsado de la Compañía y suspendido como sacerdote.
Tiene entonces 50 años, su salud decaída, el alma lastimada en lo más profundo, difamado, con su carrera intelectual tronchada y sin medios de vida.
4. Segunda etapa (1950-1969)
Es acogido por el obispo de Salta, donde vive entre 1950 y 1951, enseñando y escribiendo. Vuelve en 1952 a Bs As, y dicta cursos de filosofía y conferencias varias. El período más difícil de su vida ha pasado, y aunque las heridas no cerrarán nunca, comienza a ordenar sus papeles e inicia una nueva etapa en su producción intelectual, que se revelará aún más productiva y profunda que la primera.
En este tiempo escribe 'El apocalipsis de San Juan', 'Cristo vuelve o no vuelve?', 'El ruiseñor fusilado/El místico' , 'Los papeles de Benjamín Benavídez', 'El evangelio de Jesucristo', 'Las parábolas de Cristo', 'Su majestad Dulcinea'...
En 1966 se le restituye el ministerio sacerdotal. En 1967 funda la revista Jauja, que dirige hasta su cierre, en 1969.
5. El ocaso (1969-1981)
El fin de la revista Jauja coincide con el fin de una década en que mueren otras esperanza;: han pasado el mayo francés, la primavera de Praga, el Concilio Vaticano II y la llegada del hombre a la luna... Castellani, sin dejar de ser un referente entre los sectores más tradicionales del catolicismo, y una figura destacada del nacionalismo argentino, se aparta cada vez más de la actividad política y, en general, de la sociedad. Volcado a su interioridad religiosa, su actividad se limita a escribir libros y dar conferencias. Profesa una gran devoción por el filósofo luterano Soren Kierkegaard, a quien dedica 'De Kierkegord a Tomas de Aquino', uno de los principales libros de la última etapa de su vida.
Muere el 15 de marzo de 1981 en Buenos Aires.
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