ADESTE, FIDELES, LAETI, TRIUMPHANTES


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EL NACIMIENTO DE DIOS EN NOSOTROS


"Celebramos aquí en esta vida temporal el nacimiento eterno que Dios Padre ha realizado y realiza aun sin interrupción en la "eternidad" y que este mismo nacimiento se ha producido también en el tiempo, en la naturaleza humana. Este nacimiento se produce siempre, dice Agustín. Pero cuando no se produce "en mí"... ¿qué me importa? -¡Que, por el contrario se produzca en mí, en eso consiste toda la cuestión! Por tanto queremos hablar de este nacimiento, de la manera en que se efectúa en nosotros o más bien en las almas buenas: ¿en qué lugar del alma perfecta pronuncia el Padre su palabra eterna? Todo lo que he dicho aquí, sólo es válido para un hombre perfecto que ha caminado y aún camina por los senderos de Dios, pero no para un hombre natural e inexperto, pues para él este nacimiento es algo completamente alejado y desconocido."





(Maestro Eckhart, Del nacimiento eterno)
ADESTE, FIDELES... VENID, FIELES
Apartando lo superficial de estas fechas navideñas, soslayando todo lo que se monta alrededor de estas fiestas, lo más fácil es ver en la Navidad la celebración de un suceso histórico -tan fundamental para el cristianismo- como es el Nacimiento en Belén de Jesús Cristo Rey. Empero más difícil es ver lo que Dios nos está mostrando en cada una de las Navidades que en el pasado se han celebrado, y se celebrarán en el futuro... Hasta el fin de los tiempos. Dios se ha encarnado y ha nacido de las entrañas purísimas de una Virgen Sin Pecado Concebida. María, con su docilidad a los designios de Dios, ha corregido la desobediencia de Eva, la madre de los vivientes naturales, y ahora es María la que se convierte -por su obediencia- en madre de los vivientes sobrenaturales... Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum.





Y el Niño Dios, recién nacido, viene a pasar hambre, frío, sed, dolor, incluso tentaciones (recordemos las del desierto), vejaciones, tortura y muerte en Cruz... Y luego resucita y asciende a los Cielos. Dios viene esta Noche Buena al mundo, como aquel año en que las águilas de Roma enseñoreaban el mundo conocido.





Pero hay algo que no advertimos en la Navidad: Y es que Dios nos está ofreciendo, a cada uno de nosotros, convertirnos en un pesebre humano, para que, albergándolo en nuestra alma, nos deifiquemos.

LAETI... ALEGRES



La Navidad continua e interior... ¿Te la puedes imaginar? Sería un estado de felicidad continuo, sin fin... Dando y recibiendo amor en todos los momentos de esta vida. Amor, amor... Sólo un enamorado puede atisbar esa felicidad, y hasta Platón -un pagano- nos llamó "divinos" a los que amamos. Un Amor que es Vida, como una fuente inagotable de la que fluye bendición y bienes... Un invulnerable Amor sin fecha de caducidad. Eso es Amor y me quedo corto. Pero nunca lo será -amor- ese ridículo espantajo de las relaciones humanas que algunos osan llamarlo "amor", jamás podrá esa caricatura funesta aspirar a llamarse ni por asomo "amor", esa monstruosidad egoísta que confunde el amor con el poseer, el atar y el obligar, el no dejar ser y no saber esperar, ni confiar ni creer... Y en este día no puedo dejar de pensar, y por ellos te ruego, Señor, en todas esas mujeres y también hombres, lacerados por esa perversión diabólica que luego los ignorantes llaman "maltratos", confundiendo el efecto con la causa.




TRIUMPHANTES... TRIUNFANTES

No hay otra Escuela de Amor que no sea tu Palabra, Señor. Que sepamos interiorizarla, que sepamos ponerla por obra -exteriorizándola- y que nos bendigas.





Por esta bondad, Señor, y tantas que a diario prodigas a los que te amamos y servirte queremos, ganas me dan de estallar de felicidad y decirles a todos los que no te conocen, que empezar a conocerte es empezar a amarte; y amarte es ser verdaderamente dichosos en esta vida, y felices en aquella que nos tienes prometida para los que queremos que en nosotros nazcas. ¿Quién no se alistaría bajo tus Banderas de Amor, Señor?





Gracias te doy, mi Señor Jesucristo, por nacer Vos hoy también. No dejes de nacer todos los días en mí y en las almas de todos aquellos a los que quiero. Y mientras naces en mí, que todo mi ser te diga siempre:

"Serviam!".

Y combatiendo en este mundo con tus armas, gocemos triunfantes de la corona de los victoriosos y de las alegrías imperecederas de tu Reino.

Maestro Gelimer

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