Después de lo que Ordóñez ha colgado: ¿hay todavía alguien que pueda dudar lo imperioso y urgente que es deshacerse de Blas Infante? ¿De borrar su nombre del Libro de la Vida?
Blas Infante: ¡¡¡RENEGADO!!!
Gracias Ordóñez.
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Después de lo que Ordóñez ha colgado: ¿hay todavía alguien que pueda dudar lo imperioso y urgente que es deshacerse de Blas Infante? ¿De borrar su nombre del Libro de la Vida?
Blas Infante: ¡¡¡RENEGADO!!!
Gracias Ordóñez.
Así es Tautalo. Escudriñando en la mentalidad de la umma, siempre me dio que pensar. Si Blas Infante hubiera sido sólo un tonto útil, los islamistas no tendrían tanto interés en reivindicarlo. Pero Blas Infante no sólo fue eso, ellos lo reivindican como hermano en la fe. Cada vez es más evidente.
POR SAN FERNANDO, EL PADRE DE LA PATRIA.
POR BEN HAFSUN, QUIEN SE LE ADELANTÓ.
A vueltas con Blas Infante
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http://andaluciacarlista.com/wp-cont...ui-222x300.jpgEl pasado día 5 del presente mes, la parafernalia oficial andalucista representada por los principales partidos políticos se reunieron en el Parlamento autonómico para volver a glosar la figura del notario separatista. Como “celebrar” la efemérides de su muerte el día 10 de agosto viene muy mal porque los políticos están de vacaciones, ellos mismos, (los políticos), decidieron que este año sería más conveniente hacerlo en el mes de julio para que no se les acorten sus días de asueto.
Al parecer acudieron representantes del PSOE, del PP y de IU que, más que recordar la figura del difunto, arrimaron el ascua a sus respectivas sardinas en cada alocución. Así, el PSOE hizo una defensa del Plan de Empleo Rural, el PP hizo una auténtica melopea sobre el servilismo autonómico frente al centralismo e IU aprovechó para reivindicar el federalismo y la lucha de clases. Incluso algún extremista de IU cantó el himno del difunto con el puño en alto. ¿Es raro este tipo de celebración?. Evidentemente no, por muchas razones:
Primera: El tributo que los partidos políticos liberales tienen que pagar a la memoria del difunto es tal, que si no hubiese existido su figura difícilmente vivirían de la actual “mamela” autonómica. Lo que se llama “vivir del cuento” podríamos denominarlo en este caso “vivir de la memoria del difunto”.
Segunda: Es mucho más correcto políticamente “pintar la mona” en una celebración absurda, (y después tomarse una copita en amor y compaña), que glosar la figura de un individuo cuyos mayores méritos fueron presentarse a unas elecciones por el partido “República Revolucionaria Federal Andaluza” y perderlas por amplia mayoría, publicar la obra “El Estado libre de Andalucía”, volverse a presentar a otras elecciones por una coalición llamada “Izquierda Republicana Andaluza” que aglutinaba a otros dos partidos: “Partido Republicano Radical Socialista” e “Izquierda Radical Socialista” y volverlas a perder, vincularse a movimientos anarquistas y ser gran defensor de la C.N.T. y, por último, apostatar de su religión católica y convertirse al Islam el 15 de Septiembre de 1.924, mediante la “shahada” en la localidad de Agmat (Marruecos), adoptando el nombre de “Ahmad”.
Evidentemente, no es conveniente desde el poder establecido airear estas “perlas” de la biografía del difunto porque, de ser ampliamente conocidas, gran parte del pueblo andaluz renegaría del “padrinazgo” del separatista notario. ¿Y a este sujeto, cuyo único deseo fue vivir al más puro estilo magrebí renegando de la tierra española que lo vio nacer, le llaman oficialmente “Padre de la Patria Andaluza”?. Me hubiera gustado haberlo visto viviendo con una chilaba rodeado de cabras en un peñasco desértico sin poder acceder a las oposiciones a Notaría que le ofrecía el Estado Español. Otro gallo hubiese cantado, pero entonces quizás le hubiesen dado el título de “Padre de la miseria mora y de las cabras de Perejil” y los actuales “caciques políticos andalucistas” no tendrían un mártir al que alabar.
Carlista Andaluz
De casualidad encuentro esto:
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El Catoblepas • número 60 • febrero 2007 • página 2
http://www.nodulo.org/ec/img/secc51.png
Un musulmán va a ser reconocido en referéndum como «Padre de la Patria andaluza»
Gustavo Bueno
Se reseñan algunos comentarios polémicos de prensa y radio, de la última semana de enero de 2007, en torno a la figura de Blas Infante y se introducen determinadas coordenadas para enjuiciar el debate
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http://www.nodulo.org/ec/2007/img/n060p02a.png
Es un hecho, o, si se prefiere, un hecho complejo constituido por la conjunción de dos hechos simples, que Blas Infante (este es el primer hecho) ha sido reconocido «Padre de la Patria andaluza», reconocimiento que va a ser ratificado en referéndum, sin perjuicio (y este es el segundo hecho) de su conversión pública al islamismo en el año 1924.
Comenzamos por analizar los dos «hechos simples» cuya conjunción determina el «hecho complejo» que constituye, a nuestro juicio, el hecho verdaderamente significativo.
(a) Es un hecho que el Estatuto de Andalucía, aprobado por el Congreso de los Diputados en sesión plenaria celebrada el día 2 de noviembre de 2006, reconoce, como un «acto de justicia histórica», la decisión que el Parlamento de Andalucía, en abril de 1983, tomó al reconocer a Blas Infante como «Padre de la Patria andaluza». Se trata, por tanto, del «reconocimiento de un reconocimiento», pero no a título de mera reiteración tautológica, sino como constatación de que:
«En los veinticinco años que median desde que Andalucía comenzó a organizarse como comunidad autónoma hasta el presente, Andalucía ha vivido el proceso de cambio más intenso de nuestra historia, y se ha acercado al ideal de la Andalucía libre y solidaria por la que luchase incansablemente Blas Infante.» (Del Preámbulo de Estatuto de 2006.)
[Permítaseme expresar mi extrañeza por la calificación de «cambio más intenso de nuestra historia» referido a los últimos veinticinco años; si se aceptan las premisas que en el Estatuto parecen admitirse implícitamente, relativas a una identidad milenaria de Andalucía, no se ve la razón por la cual no pudiera tomarse como acontecimiento «más intenso de nuestra historia» la Batalla de las Navas de Tolosa, la toma de Granada o la Batalla de Bailén.]
(b) Es un hecho que Blas Infante se hizo musulmán, de modo público, el 15 de septiembre de 1924. Blas Infante, desde su condición de joven notario de Casares, fue introduciéndose cada vez más profundamente en lo que él vendría a llamar «Cultura de Al-Andalus». Pero no sólo aprendió la lengua árabe, a la vez que lee la obra de Ribera y Tarragó, Asín Palacios, Dozy, &c., y estudia en 1921 la historia de Al-Mutamid, el rey poeta de Sevilla y de Córdoba, escribiendo el drama Motamid, último rey de Sevilla; sobre todo, según el informe de la Yama'a Islámica de Al-Andalus, el «joven» notario experimentó una «metamorfosis espiritual», por la que «resultaría abducido por el universo andaluz», y no conformándose con una mera actitud especulativa, comienza a preparar un viaje, en el cual, «convirtiéndose en protagonista de su drama teatral», Blas Infante se acercaría a la tumba de Al-Mutamid, en Agmhat (lugar cercano a Marrakech).
Y es allí cuando Blas Infante hace la Shahada, en una pequeña mezquita de Agmhat, adoptando el nombre de Ahmad («el que pone en acto lo que estaba en potencia», según el parecer de Ibn Arabí). Los testigos del acto por el que Ahmad Infante se reconocía musulmán fueron dos andalusíes nacidos en Marruecos, y descendientes de moriscos: Omar Dukali y otro de la kabila de Beni-Al-Ahmar.
http://www.nodulo.org/ec/2007/img/n060p02b.jpghttp://www.nodulo.org/ec/2007/img/n060p02c.jpgBlas Infante en Agmhat, peregrino a la tumba de Motamid, conoció a Omar Dukali, descendiente del último Rey de Sevilla y testigo de su Shahada, ceremonia pública de su reconocimiento como musulmán, el 15 de septiembre de 1924, ante dos testigos que le regalaron una chilaba y una daga bereber, que conservó durante toda su vida.
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Estos son los dos hechos cuya conjunción sometemos a la pública consideración, en cuanto asunto de importancia decisiva en las vísperas del Referéndum del Estatuto de Andalucía, convocado para el 18 de febrero de 2007.
Y decimos que «sometemos a pública consideración» la conjunción de estos dos hechos por cuanto, por lo que conozco, y en los días de la precampaña o campaña preparatoria del referéndum, esta conjunción no se tiene presente, al menos de modo explícito, por quienes, sin duda alguna, son conocedores de ambos hechos, y acaso también de su conjunción.
Lo cierto es también que una gran parte de la población andaluza ignora el hecho de la Shahada de Blas Infante, la ceremonia de su conversión pública al Islam, y considera que hablar de ella constituye un grave desliz. Sólo puede hablar de ese asunto quien está acostumbrado a hacer declaraciones provocativas destinadas a llamar la atención del público de modo irresponsable, sin haber tomado la precaución de enterarse antes de lo que va a decir. Así, el diario El Mundo, en su edición sevillana del viernes 26 de enero pasado, incluye a Gustavo Bueno, pero con flecha hacia abajo, en su galería diaria, por sus declaraciones en una rueda de prensa, celebrada en Oviedo a partir de las 12 horas del día 25 de enero (con ocasión de la presentación en Asturias de la Fundación para la Defensa de la Nación española), en la que se le atribuían, entre otras, las siguientes palabras: «Blas Infante es el emblema de Andalucía y todos sabemos que Blas Infante se hizo musulmán, y que la bandera se la hizo su mujer con unos trapos traídos de Marruecos.»
Estas declaraciones, a través de la agencia Europa Press, presente en la rueda de prensa, tuvieron inmediata difusión en la prensa impresa y en la de internet: a las cuatro de la tarde podían ya leerse varias reacciones a estas declaraciones. Muchos las apoyaban, pero otros las atacaban con dureza, y llegaban incluso a negar el hecho de que Blas Infante se hubiera convertido al islamismo (incluso algunos subrayaban «el hecho» de que no estaba casado, como si la expresión «su mujer» sólo pudiera referirse a su esposa; por lo demás sabemos que Blas Infante contrajo matrimonio con Angustias García, «rica heredera de Peñaflor», el día 19 de febrero de 1919, y convivió con ella hasta el día de julio de 1936 en el que Infante fue sacado de su casa de Coria del Río, «Villa Alegría», cerca de Sevilla, para ser fusilado por quienes se alzaron contra el gobierno de la República el 18 de julio de 1936). «Villa Alegría» ha sido transformada en los últimos años en Casa Museo de Blas Infante. «El inmueble conserva los símbolos originales que Blas Infante diseñara y que hoy en día identifican a la Comunidad Andaluza: el escudo, la bandera y el piano, donde por primera vez se interpretó el himno andaluz.»
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Ahora bien: es cierto que la «conjunción» de estos dos hechos puede interpretarse de diversas maneras. En nuestro análisis tendremos en cuenta las tres siguientes:
(A) Ante todo la interpretación de la conjunción de los dos hechos simples (el reconocimiento de Blas Infante como «Padre de la Patria andaluza» y la Shahada de Agmhat, es decir, su conversión ceremonial al Islam) como mera yuxtaposición de dos sucesos cronológicos ocurridos respectivamente en 1924 y en 1983-1006. Yuxtaposición que, aún constituyendo la conjunción de dos hechos objetivos, no tendría por qué tener el alcance de un hecho complejo nuevo. Y ello debido a que sería un «desatino» tratar de integrar ambos acontecimientos en un «proceso global» en el cual estos hechos se reforzaran y se iluminaran mutuamente. Si Blas Infante fue reconocido como «Padre de la Patria andaluza» –se dirá– no fue debido a su conversión al Islam. Esta metamorfosis, supuesto que hubiera tenido lugar, sería asunto de la vida privada, íntima del prócer que no había por qué sacar a la luz, como tampoco él la «aireó» en sus conferencias o declaraciones políticas (aún cuando esta discreción –por no decir ocultación– pudo haber estado motivada por la prudencia política: hubiera sido suicida en muchas circunstancias, para su proyecto político, poner por delante su condición mahometana, como sigue siendo hoy un hecho incómodo recordar esta historia, sobre todo en las vísperas del Referéndum).
Sencillamente, según esta interpretación, la trayectoria pública de Blas Infante sería suficiente para justificar su reconocimiento como «Padre de la Patria andaluza». Bastaría tener en cuenta, además de sus múltiples conferencias y organización de actos, sus publicaciones tan influyentes como El ideal andaluz (Biblioteca Avante, Sevilla 1915), el Manifiesto andaluz de Córdoba (1919), Motamid, último rey de Sevilla (Biblioteca Avante, Sevilla 1920), La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía (Sevilla 1931) o el Manifiesto a todos los andaluces (1936) [nos permitimos subrayar que en este Manifiesto todavía no estaba incorporada la costumbre estilística, propia del Estatuto que ahora se somete a referéndum, y según la cual Blas Infante debiera haber escrito: Manifiesto a todos los andaluces y a todas las andaluzas; por cierto, una expresión que establece de hecho una división inmediata, a modo de abismo, de la sociedad andaluza en varones y mujeres, como si esta oposición fuese pertinente en la mayor parte de los contextos políticos, económicos o religiosos.]
(B) Pero también cabe interpretar el hecho primero (el reconocimiento de Blas Infante como «Padre de la Patria andaluza») desde el segundo (es decir, desde la metamorfosis espiritual que determinó en 1924 su conversión pública al Islam).
Sin duda, difícilmente esta interpretación del primer hecho desde el segundo, podría ser suscrita por la gran mayoría de los parlamentarios (as) andaluces (zas), entre otras cosas porque o ignoran el segundo hecho (la Shahada); o acaso tienen una noticia muy borrosa de tal conversión, que, a lo sumo, sólo será tenida en cuenta a título de acontecimiento privado, como hecho íntimo de conciencia, que bastaría con respetar. Pero sin darle mayor significado político que el que hubiera tenido el eventual ingreso de Blas Infante en una iglesia cuáquera o budista, o el que se hubiera hecho socio de la Christian Science o de la National Geographic.
Pero «poner entre paréntesis» (si no ya negar) el segundo hecho es una operación a la que estarán obligados, o poco menos, aquellos andaluces y andaluzas que, tanto si votan el Estatuto a través del PSOE, como si lo votan a través del PP, o lo dejan de votar a través del PA, son, ante todo, cristianos bautizados y católicos practicantes que viven en la «tierra de María Santísima», y que asisten fervorosos a las procesiones de Semana Santa o a la romería del Rocío. Es el mejor modo de eludir a la contradicción: votemos Sí al referéndum del Estatuto, reconociendo a Blas Infante como «Padre de la Patria andaluza», pero dejemos de hurgar en sus experiencias místicas musulmanas, que fueron asuntos suyos privados a los que no hay que dar mayor trascendencia política.
Pero lo que no es tan fácil es que esta interpretación pueda ser asumida por aquellos andaluces, sean hombres o mujeres, rubios o morenos, altos o bajos, jóvenes o viejos, que han abrazado la religión musulmana, o por aquellos inmigrantes que, siendo mahometanos, se han integrado en la sociedad andaluza como ciudadanos de pleno derecho («Artículo 22. Los poderes públicos de la Comunidad tendrán en cuenta las creencias religiosas de la confesión católica y de las restantes confesiones existentes en la sociedad andaluza.») Para éstos –y cualquiera que sea su tasa de presencia en el PA, que ha rechazado apoyar el Estatuto, por insuficiente– el hecho primero sólo alcanzará su sentido cuando se le contemple desde el segundo. Sencillamente, el proyecto de una Andalucía libre iría vinculada al proyecto de su islamización, y no sólo en el sentido de la recuperación de las mezquitas, sino de la fe musulmana de los andaluces y de la reconquista de Al-Andalus, es decir, de España íntegra, restaurando la «cultura» –que es mucho más que una Comunidad autónoma o incluso que una Nación– del glorioso Califato de Córdoba.
Sólo los musulmanes andaluces, o los andaluces convertidos al Islam, pueden asumir esta segunda interpretación, y aún exponerla, sin duda, en estos momentos, con notable dosis de imprudencia. Porque si se propagase este hecho en los días del referéndum, muchísimos votantes potencialmente favorables cambiarían su voto o se abstendrían. Así, leemos en el informe de la Yama'a Islámica de Al-Andalus:
«Evidentemente, Infante no podía hacer público su Din islámico por las consecuencias profesionales, políticas y familiares que ello le acarrearía, viviendo su Islam en 'Taquilla', practicándolo y viviéndolo en su intimidad, sin hacerlo público, –tal como lo hicieron cientos de miles de moriscos desde la conquista castellana–, excusando, no sin convencimiento, la construcción de la Mezquita de Sevilla por motivos de 'libertad y pluralidad religiosa'.»
Por ello se comprende que los mismos autores de este informe adviertan que:
«Incluso, en 1931, las Juntas Liberalistas [de las que Infante fue un líder] inician una campaña a favor de la construcción de una mezquita en Sevilla 'no con ánimo de hacer profesión o confesión de una religión determinada, sino con el objeto de afirmar la libertad y pluralidad religiosas, elementos de síntesis de la Historia de Andalucía'.»
Lo que no es nada fácil es determinar hasta qué punto esta segunda interpretación estuvo presente en algunos de quienes redactaron el Estatuto, y en particular su Preámbulo. Una presencia que, en todo caso, debiera haber estado oculta, por razones prudenciales obvias, pero no por ello acaso menos firmes y activas. Lo cierto es que la visión de Andalucía que ofrece el Preámbulo del Estatuto, incluyendo su españolismo (y el españolismo de Blas Infante), se explica mejor desde las coordenadas del islamismo reconquistador, aún por vía pacífica y a largo plazo, que desde las coordenadas oficiales de los partidos políticos constitucionales.
(C) Por último, desde una tercera interpretación, también cabe entender el segundo hecho (la conversión al Islam de Blas Infante) desde el primero (su elevación al puesto de «Padre de la Patria andaluza»).
Sencillamente: la conversión de Blas Infante al Islam no habría tenido tanto, o únicamente, el sentido de un hecho religioso (menos aún, íntimo, privado), cuanto el sentido de un hecho político (religioso-público), como cristalización y redefinición de las mismas ideas políticas que habían ido elaborándose a lo largo de los años en un ámbito doméstico-regional.
La conversión al Islam habría orientado a Blas Infante a redefinir Andalucía más allá de las retículas propias de los derechos constitucionales occidentales vigentes, no ya tanto como una «Nación política más» (dentro del principio de las nacionalidades, principio, según Infante, cristiano occidental, desde Metternich hasta el presidente Wilson) sino como una «Cultura propia», como una plataforma cultural capaz de asumir un destino universal, mucho más amplio del que pueda corresponder a Andalucía en España, o a España en Europa.
Es el proyecto de una Andalucía universal, con España, sin duda, pero en la medida en la cual España pudiera ser considerada también como parte esencial de Al-Andalus, plataforma para la islamización de Europa y del Mundo.
Que Blas Infante no hiciera explícitas estas redefiniciones de Andalucía como Al-Andalus no quiere decir que tal redefinición no fuese su idea maestra definitiva. No estamos ante un caso inaudito, el de la redefinición de una sociedad política desde coordenadas teocráticas. Sabino Arana proyecto a Euzkadi como una República, bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús. Blas Infante también habría concebido un Estado libre andaluz, Al-Andalus, bajo la advocación de Mahoma.
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La primera interpretación –«el reconocimiento de Blas Infante como Padre de la Patria andaluza no tiene nada que ver con las experiencias religiosas privadas que lo convirtieron al Islam»– es, sin duda, la interpretación común y «oficial». La mayoría de los andaluces, a través de lo que conocen por la prensa, los libros de texto y su propia memoria histórica, verán a Blas Infante como un campeón histórico que formuló los principios de la «autonomía» de Andalucía, y que además fue «fusilado por Franco» (tal es la brocha gorda con la cual el común de los mortales pinta en sus cerebros las informaciones que se le ofrecen).
Y es muy probable que no vean nada más, ni quieran verlo. Para entender las líneas maestras del Preámbulo del Estatuto, les bastarán las coordenadas convencionales al uso, la confusa apelación a la «cultura andaluza», y a su nacionalidad histórica, como entidad milenaria. Que no podrá estar definida, por tanto, en función del Islam, pero que sí remueve connotaciones, comunes en las gentes más semicultas, que tienen que ver con Cartago, con Roma o con Tartessos.
Algunos nacionalistas, para entender ese «milenario pasado» de una región delimitada en el conjunto de España (cuyo pasado no es en modo alguno milenario) han retrocedido explícitamente a Tartessos, es decir, al Tartessos de Adolfo Schulten, que lo presentaba como un Imperio, como una cultura a través de la cual todos los pueblos y territorios de Andalucía habrían sido ya incorporados a una unidad firme, dotada de una identidad característica. (Sin embargo, ¿acaso Tartessos fue algo más que una serie de colonias fenicias distribuidas por el ángulo suroccidental de la Península Ibérica?) Sobre esta mítica unidad o identidad milenaria se edificará todo lo demás, pues ella es sin duda una excelente plataforma ideológica para un Estatuto que necesita, para no ser menos que Cataluña, Galicia o el País Vasco, reivindicar una realidad nacional histórica «anterior a Jesucristo». Este supuesto «milenario pueblo andaluz», aunque todavía no podía llamarse andaluz, ya constituido desde milenios atrás, habrá visto pasar sobre él a cartagineses y a romanos, recogiendo de ellos lo mejor que éstos podían ofrecerle: Séneca, según esto, sería visto ante todo como un andaluz. Siglos después ese pueblo andaluz eterno habría visto pasar a los visigodos: San Isidoro es también andaluz. Y, más tarde, a los musulmanes: Averroes es andaluz.
Andalucía, por tanto, ha recogido y conservado lo mejor de Al-Andalus, pero desde Andalucía. Algunos puntualizarán: sin por ello hacerse musulmana, como también habrá conservado lo mejor de Roma, pero sin mantenerse sujeta al Imperio de los césares. Después de los cartagineses, de los romanos, de los visigodos y de los musulmanes, Andalucía habrá recibido a los españoles, y se habrá hecho española, pero sin dejar de ser andaluza. También podría decirse que es España la que se hizo andaluza, y esto desde Fernando III a los Reyes Católicos. ¿Acaso el Imperio español no comenzó a forjarse desde Andalucía, desde Huelva y Sevilla? Y no necesitamos quedarnos en cosas del Antiguo Régimen. El Nuevo Régimen de España también se forjó en Andalucía, en las Cortes de Cádiz.
Desde esta perspectiva Andalucía, la «cultura andaluza», como cultura milenaria, puede reconocer a la época islámica como parte de su glorioso pasado, como puede reconocer a España, a las demás culturas españolas, como un prometedor futuro a través del cual la cultura andaluza específica podrá expandirse hacia Europa y hacia el Mundo, pero conservando siempre su identidad propia:
«Andalucía ha compilado un rico acervo cultural por la confluencia de una multiplicidad de pueblos y de civilizaciones, dando sobrado ejemplo de mestizaje humano a través de los siglos. La interculturalidad de prácticas, hábitos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre una unidad de fondo que acrisola una pluralidad histórica, y se manifiesta en un patrimonio cultural tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y culto, único entre las culturas del mundo.»
Sigamos leyendo:
«Esta síntesis perfila una personalidad andaluza construida sobre valores universales, nunca excluyentes. Y es que Andalucía, asentada en el sur de la península ibérica, es un territorio de gran diversidad paisajística, con importantes cadenas montañosas y con gran parte de su territorio articulado en torno y a lo largo del río Guadalquivir, que abierta al Mediterráneo y al Atlántico por una dilatada fachada marítima, constituye un nexo de unión entre Europa y el continente africano. Un espacio de frontera que ha facilitado contactos y diálogos entre norte y sur, entre los arcos mediterráneo y atlántico, y donde se ha configurado como hecho diferencial un sistema urbano medido en clave humana.»
Y terminamos la lectura con este párrafo, en el cual los redactores del Estatuto ofrecieron, urbi et orbe, la expresión más clara de su ecumenismo (por cierto, de un ecumenismo completamente extemporáneo en un documento jurídico como pueda serlo el Estatuto de una Comunidad autónoma insertada en la Constitución Española de 1978):
«Estos rasgos, entre otros, no son sólo sedimentos de la tradición, sino que constituyen una vía de expansión de la cultura andaluza en España y el mundo y una aportación contemporánea a las culturas globales. El pueblo andaluz es heredero, por tanto, de un vasto cimiento de civilización que Andalucía puede y debe aportar a la sociedad contemporánea, sobre la base de los principios irrenunciables de igualdad, democracia y convivencia pacífica y justa.»
Sólo desde estas coordenadas se explica que hombres cultivados puedan decir, sin el menor escrúpulo, que Séneca era andaluz, o que San Isidoro era andaluz, aunque Andalucía sólo comenzó a sonar como concepto en la época medieval, con las vándalos y luego con los mahometanos.
Nada habría que objetar –dirá el coro– a quien afirme que Averroes era andaluz, puesto que Averroes y el Islam tienen mucho que ver con Al-Andalus. Sin embargo, esa afirmación sigue arrastrando una ambigüedad fatal: una cosa es llamar «andaluz» a Averroes en cuanto fue un individuo que vivió hace siglos en una demarcación geográfica de la península ibérica, y otra cosa es llamarle «andaluz» en el sentido de «paisano de los andaluces actuales». Una cosa es llamar burgalés a un hombre de Atapuerca (porque su esqueleto está enterrado en la demarcación de Burgos) y otra cosa es considerar al hombre de Atapuerca como burgalés de hoy, o del tiempo de aquellos burgaleses que se ocultaron ante el Cid cuando iba camino del destierro, años antes de Averroes.
En cualquier caso el Califato de Córdoba de desintegró poco a poco y rápidamente, y a partir del siglo XII, en el que Averroes fue desterrado de Córdoba, su potencia fue desfalleciendo, así como su cultura. Desde entonces ya no era necesario que los cristianos siguieran viendo a Averroes como un enemigo peligroso. Incluso podían verlo como San Juan Damasceno veía al Islam, como un hijo desviado del cristianismo en algunos puntos, pero que sin embargo compartía con los cristianos muchos aspectos que podrían reivindicarse en un reencuentro que a todos interesaba, sobre todo si el hijo descarriado volvía de nuevo al seno del Padre.
Desde la perspectiva de la Iglesia católica triunfante –aquella a la que pertenecía don Miguel Asín Palacios, por ejemplo– ¿no constituía un gozo constatar las influencias de Averroes en Santo Tomás o en la Divina Comedia? A fin de cuentas esta constatación no significaba mucho más que descubrir las influencias que el cristianismo ejercía sobre sí mismo, sobre los hijos fieles, como Santo Tomás. Ningún peligro había en reconocerlo. Por el contrario, desde la Iglesia triunfante, en la tierra al menos, era un modo de enriquecer el plan divino de la historia de la humanidad, y de la misión en ella de un islamismo vencido políticamente, pero recuperable, en muchos aspectos. Sobre todo en aquellos aspectos que podrían hacerlo solidario con los cristianos frente a terceros enemigos (como el ateísmo o el materialismo).
Esta perspectiva de reconciliación irenista, que implicaba en realidad la sumisión o reabsorción del Islam en el cristianismo, ha ido cambiando por completo a lo largo del siglo XX, a raíz sobre todo de los descubrimientos de los pozos petrolíferos localizados en los «países árabes». El petróleo ha determinado la posibilidad de que muchos pueblos musulmanes hayan podido abandonar la condición sumisa secular propia de los pueblos pobres, medievales y subdesarrollados, y hayan comenzado a asumir la condición de pueblos «emergentes», que han recuperado sus ideales prístinos, entre ellos la Yihad y, en sus caso más extremos, la Yihad violenta, belicosa y terrorista, desde los Hermanos Musulmanes después de la Primera Guerra Mundial hasta Al Qaeda después de la Segunda Guerra, y sobre todo a partir del 11-S, del 11-M, del 6-J, &c.
Dicho de otro modo: hablar hoy de Al-Andalus, en la época de entradas masivas de emigrantes marroquíes a España y de innumerables actos de terrorismo islámico, puede suscitar recelos muy profundos, sobre todo en contextos políticos. En particular, recordar hoy, o «denunciar», en el contexto de la proclamación del Estatuto de Andalucía, que el «Padre de la Patria andaluza», Blas Infante, se convirtió al Islam (y esto sin contar con las implicaciones políticas que este «Padre de la Patria» podría haber asignado a su nueva creencia), constituiría, por lo menos, una intolerable falta de tacto, cuando no una notoria expresión de mal gusto o de imprudencia, por las connotaciones que hoy arrastra el simbolismo de un «Padre de la Patria» musulmán. Y, sobre todo, una vez que el propio Partido Popular, con Javier Arenas a la cabeza, suscribió una reforma del Estatuto, que inicialmente había sido promovida por el PSOE. (En el PSOE militan, sin duda, algunos andalusíes conversos, que habrán de tener buen cuidado de mantener su islamismo dentro de los límites de la experiencia privada, si no quieren poner en peligro el resultado del Referéndum; a lo sumo sólo podrán expresar su pública admiración por el Islam en lo que este tiene de cultura antes que de religión.)
Sin duda es desde esta perspectiva andalucista universal –tartésica-cartaginesa-romana-visigótica-andalusí-hispánica-europea-mundial– desde donde fueron escuchadas mis declaraciones en la rueda de prensa del 25 de enero. La violencia de la reacción creo que puede tomarse como un síntoma inequívoco de que el recuerdo (o la información) del islamismo de Blas Infante tocaba en el punto más sensible, en el núcleo confuso y oscuro de la ideología en torno a la Andalucía eterna, cuyas relaciones con España, por ello mismo, habrán de mantenerse siempre en una zona de penumbra, disimulada por la idea federalista y por la admiración por la «Cultura». Idea que tenía que ver sobre todo con el tablero político convencional, pero no con el tablero «cultural» de una idea de Andalucía que quería desbordar ampliamente ese tablero político.
Precisamente fue Blas Infante quien se resistió a aceptar el «principio cristiano» de las nacionalidades y prefirió definir a Andalucía como una «Cultura» antes que como una «Nación», susceptible, por ejemplo, de mantener relaciones diplomáticas con otras naciones, o incluso de federarse con ellas.
Sólo así se comprende la reacción del Secretario de Organización del PSOE-A, Luis Pizarro, tal como la transmite Europa Press: «El PSOE-A urge al filósofo Gustavo Bueno a rectificar sus insultos a Andalucía, y dice que desconoce el Estatuto.» Luis Pizarro toma sin duda, como ataque a Andalucía (a la Andalucía real) la crítica al mito de la Andalucía milenaria, y llega a creer que la crítica a una idea imaginaria tiene que ver con «mi incapacidad de soportar que Andalucía [la Andalucía real] haya salido del subdesarrollo al que le sometió la derecha centralista». Difícilmente podría justificarse un diagnóstico tan desorientado, inspirado por asociaciones ideológicas vulgares e incontroladas («la derecha centralista»). Siempre me he distinguido por mi afecto a Andalucía, y siempre he experimentado alegría al comprobar sus progresos, los cuales, por cierto, ya se advertían en la época de esa derecha centralista que Pizarro ataca, sin duda, porque ese ataque está incluido en su sueldo. ¿De donde saca que yo desconozco el Estatuto de Andalucía? ¿Qué sabe este señor lo que yo se de él? Nada tengo que rectificar, aunque por cierto, ni siquiera pide que rectifique mis afirmaciones sobre el islamismo de Blas Infante. Probablemente, dadas las entendederas de este secretario socialista de organización, ni siquiera ha «procesado» la información sobre el «Padre de la Patria andaluza» que yo daba.
En El Mundo de Sevilla de 27 de enero, José Antonio Gómez Marín, viejo amigo mío, dedica su columna habitual al asunto. La titula «El cierre categorial», y hace una afectuosa defensa de mis posiciones: «Y a ver quien le discute eso al autor de El cierre categorial. Al-Andalus, una denominación medieval que tiene que ver con los vándalos y con el Islam.» Sin embargo, Gómez Marín prefiere, acaso para no nombrar la soga en casa del ahorcado, no entrar en la cuestión del islamismo del «Padre de la Patria andaluza». Razones tendrá para que no le haya parecido oportuno entrar al trapo sobre el asunto en esta ocasión.
Lo cierto es que el artículo de Gómez Marín suscitó una abundante serie de comentarios que, entre otras cosas, demuestran que no a todos los lectores de El Mundo de Sevilla puede medírseles por el rasero con el que hay que medir al Secretario de Organización del PSOE-A, señor Pizarro.
En el mismo día en que Gómez Marín publica en El Mundo de Sevilla su artículo «El cierre categorial», Álvaro Ruiz de la Peña (profesor de literatura en la Universidad de Oviedo) publica en La Voz de Asturias su artículo «Semejante pájaro», con este subtítulo: «Produce verdadero escalofrío oír cómo despacha el emérito Gustavo Bueno a Blas Infante.» Pero Ruiz de la Peña tampoco se detiene en la cuestión del islamismo de Infante. O bien desconoce el proceso de su conversión al Islam, o considera que este proceso es asunto íntimo, sin relevancia política, cuando al parecer lo importante sería, según él, no ya subrayar las semejanzas «místicas» entre Sabino Arana y Blas Infante, sino las diferencias entre el secesionismo de Sabino y el federalismo de Blas. Diferencias que alcanzan, como veremos después, un sentido completamente opuesto al que el articulista, que permanece enteramente en la inopia, les atribuye.
En conclusión, Álvaro Ruiz de la Peña es uno de esos opinantes que no se ha enterado de lo que estaba en el terreno de juego, y sólo se ha fijado en la expresión «semejante pájaro» que yo utilicé coloquialmente para referirme a Blas Infante. A Ruiz de la Peña de parece inadecuado, acaso poco respetuoso, que con esta expresión se designe a un hombre que, abandonando la vida confortable propia de un notario, se dedicó a estudiar la historia andaluza. Sobre todo, un hombre que fue fusilado «sin juicio y sin sentencia», y que habría expresado frases tan profundas como la siguiente: «Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano.» Una frase que, leída literalmente, es un sinsentido. Si el nacionalismo de Blas Infante no era andaluz, sino «humano», es porque también sería nacionalismo catalán, o castellano, o aragonés, puesto que todos éstos nacionalismos también son humanos. Lo que sí es evidente es que este profesor no ha encontrado nada extraño o ridículo en que Blas Infante calificase de «humano» a su nacionalismo. ¿Acaso hay algún nacionalismo entre perros, gatos o extraterrestres?
Sin embargo, la frase atribuida a Blas Infante podría tener otro sentido, si la leemos desde el punto de vista del Islam: lo que Blas Infante podría haber querido decir, con sentido aunque crípticamente, sería esto: «Mi nacionalismo no se queda en el Al-Andalus prosaico, casi zoológico, sino en el Al-Andalus divino, que es el que permite esperar que Al-Andalus real se convierta en la cabeza de un Islam espiritual, universal, ecuménico y verdaderamente humano.»
Precisamente teniendo a la vista tales connotaciones me vi llevado a utilizar la expresión «semejante pájaro», como un modo de decir, en román paladino, eso de rara avis. ¿Y no es una rara avis ese notario llamado Blas Infante que en 1924 toma nombre de Ahmad, «el que pasa de la potencia al acto», al convertirse al Islam? Y mucho más rara avis parecerá a los millones de andaluces que lo veneran (sin saber cual era el fondo de sus trabajos) cuando lo ven como un simple notario que renuncia a la vida cómoda y se dedica a trabajar por Andalucía hasta acabar siendo fusilado por «los golpistas del 36».
Es mejor no levantar la liebre. Blas Infante no es una rara avis, no es un pájaro, es un hombre excepcional, perfectamente ajustado a la categoría de los próceres políticos honrados y de buena voluntad. Si los millones de andaluces que pueden ir al referéndum se enterasen del sentido que puede encerrar eso de «semejante pájaro», podrían pensarse dos veces el sentido de su voto.
El artículo «Andalucía e Islam» del señor Antonio Galeote, director ahora del catalán Diario Ibérico, está escrito también en tonalidad agresiva: «Gustavo Bueno ha realizado unas declaraciones impresentables en las que empieza atacando legítimamente el proyecto de Estatuto de Andalucía, y acaba intentando ofender a Andalucía.» La cabeza del señor Galeote debe ser muy confusa, puesto que en mis declaraciones no hay nada que pueda interpretarse en el sentido de una ofensa a Andalucía. Sospecho que en el artículo «Andalucía e Islam» hay gato encerrado (no me atrevo a decir «musulmán encerrado»). En efecto, el autor del artículo dice que «para criticar a Andalucía, se le reprocha [es decir, yo le reprocho] las influencias musulmanas que ha recibido.» Y, según Galeote, mis reproches se contienen en esta frase: «Olvidamos que Al-Andalus es una denominación medieval que tiene que ver con los vándalos y con el Islam.» O sea (comenta) que lo que tiene que ver con el Islam es connaturalmente negativo y perverso. Y de los «vándalos» mejor es no hablar.
El escozor que a Galeote parece haberle producido que yo recuerde que Al-Andalus tiene que ver con el Islam medieval y con los vándalos, denuncia una sensibilidad muy afinada para percibir al Islam como algo actual –no medieval– y como un cúmulo de valores positivos, y no negativos. Pero si yo hablé de la connotación medieval de Al Andalus era para evitar el anacronismo de considerar a Séneca, un romano, como andaluz; o a San Isidoro, un cristiano visigodo, como un andaluz, aunque lo fuese «en potencia». Ni siquiera, como ya he dicho, Averroes podría llamarse hoy andaluz, cuando este adjetivo lo utilizamos en el sentido que tiene en el lenguaje español actual. Y no era necesario entrar en la cuestión de las comparaciones entre el islam y el catolicismo, ni en valoraciones negativas o positivas.
Lo que sí era necesario era tener en cuenta no ya la diversidad, sino la incompatibilidad de instituciones fundamentales en cada una de estas dos religiones o culturas. Incompatibilidades dogmáticas insuperables. Para los musulmanes, el dogma de la trinidad, que se opone a su monoteísmo de estirpe aristotélica, equivale a un politeísmo, a un triteísmo; y el dogma central del cristianismo, el dogma de la Encarnación, según el cual Cristo, el hijo de María, es Dios, es una simple blasfemia, como lo son sus consecuencias, y muy particularmente, el sacramento de la Eucaristía, el Corpus Christi.
Pero estos dogmas –que a muchos ciudadanos de hoy parecen abstracciones propias de teólogos escolásticos y ajenas por completo «al pueblo»– están implicados, y muy particularmente en Andalucía, con instituciones populares concretas y cotidianas. El templo puede contener el Corpus Christi –el Santísimo– y no ya al Dios ubicuo que está presente en todos los lugares. Pero la presencia del Corpus Christi en el templo cristiano excluye la posibilidad de que un templo católico en el que se celebra la eucaristía (incluso cuando este templo haya sido una mezquita, como la de Córdoba, que a su vez fue edificada sobre las ruinas de una iglesia católica, la de San Vicente, que había sido demolida por los sarracenos) sea compartido por miembros de una religión que sólo «por cortesía» pueden simular respeto al sacramento (recordamos que en este argumento se apoyó la denegación, por parte del Arzobispo de Córdoba, a la petición del imán para utilizar la mezquita para sus culto).
También la iconoclastia (de consecuencias inmediatas y populares bien visibles) está implicada con el dogma de la Encarnación. En el veto a representar lo divino con rasgos antropomórficos se justifica el estilo de decoración musulmana llamado «geométrico» (no se sabe muy bien por qué: ¿acaso las curvas de una estatua barroca no tienen también su ecuación geométrica?). Y precisamente como afirmación de ese antropomorfismo, real y verdadero (puesto que Cristo, en contra de lo que pensaban los docetas, era realmente hombre), se desplegó, sobre todo en Andalucía, y en gran medida, como procedimiento pedagógico inexcusable para compensar la abstracción geométrica musulmana, la presencia de imágenes de hombres y mujeres sagrados, las ceremonias de la Semana Santa, las procesiones públicas con las tallas antropomórficas de Cristo y de su madre, la Virgen María.
Las implicaciones políticas, prácticas, de estas diferencias dogmáticas no son menores, aunque no es ocasión de analizarlas ahora. El monoteísmo radical de los musulmanes tiene su reflejo en su monoteísmo teocrático, en virtud del cual la indistinción de fronteras entre la política y la religión llega a ser absoluta.
Desde este punto de vista, recordar en las vísperas del referéndum, que Al-Andalus es una denominación medieval, equivale a señalar que el momento en el cual Al-Andalus se toma como un valor del presente, y no del pasado arqueológico, entraña una contradicción insalvable. Porque si las procesiones de Semana Santa de Sevilla, de Córdoba, de Málaga, de Granada, pueden celebrarse hace siglos es precisamente porque Al-Andalus musulmán había dejado de existir. En Al-Andalus jamás habrían existido catedrales o templos cristianos, ni hubieran sido llevadas en procesión las imágenes de la Virgen Santísima o la de Cristo yacente en Viernes santo. No digo, por tanto, como quiere que diga Galeote, «que lo que tiene que ver con el Islam es connaturalmente negativo y perverso», en sí mismo considerado. Pero sí podría decir que es connaturalmente negativo y perverso considerado en su contraposición con los dogmas y ceremonias cristianas, y muy particularmente con las ceremonias propias de la «tierra de María Santísima».
5
Dos palabras en torno a la segunda interpretación, es decir, en torno a la interpretación del hecho del reconocimiento de Blas Infante como «Padre de la Patria andaluza», desde el hecho de su conversión al Islam, y en el sentido de que este hecho, la conversión, lejos de circunscribirse a la condición de una experiencia privada, tiene significados políticos de gran trascendencia, hasta tal punto que ellos podrían obligar a alterar completamente el alcance que muchos, o la mayoría, otorgan a Blas Infante como «Padre de la Patria andaluza».
En efecto, quienes sin ser musulmanes ni frívolos, lleguen a constatar que el «Padre de la Patria andaluza» se hizo musulmán, tendrán que advertir que se enfrentan a una situación difícil de analizar. Pues esto plantea la cuestión de las conexiones que han de mediar entre las experiencias religiosas del prócer y su figura política. Sólo diciendo frívolamente que no tiene nada que ver podrán mantener intacto el reconocimiento del prócer como Padre de la Patria, declarando la inoportunidad de traer al escenario político las informaciones acerca de la vida privada que el protagonista pudo haber realizado fuera del escenario.
Pero, ¿quién puede afirmar que la conversión religiosa al Islam de Blas Infante fue un acto privado, llevado a cabo fuera del escenario político? Por de pronto, la conversión, o su manifestación ceremonial, no fue un acto privado sino público, y tuvo también su componente teatral: la conversión tuvo lugar en una mezquita y ante testigos musulmanes que acreditaron la metamorfosis espiritual del converso, que además tuvo la precaución constante de vincularse a la estirpe de los «antiguos moriscos» que expulsados de Andalucía por los Reyes de España, se refugiaron en Marruecos. Sólo cuando los andaluces no musulmanes, parlamentarios o votantes, lograsen mantenerse en estado de ignorancia sobre la circunstancia de la religión del Padre de su Patria, el problema estaría solucionado. Se habría logrado en la práctica la desconexión total de los dos hechos simples que constituyen el hecho complejo que analizamos.
Esta ignorancia estaría ayudada, en todo caso, por la discreción de quienes, «estando en el secreto», saben que no ha llegado el momento de la proclamación formal, porque a veces conviene mantener la fe en «Taquilla» –diríamos nosotros, «en el armario»– por motivos estrictamente prudenciales. Pero este mismo silencio o discreción está demostrando que efectivamente la conversión del prócer sí tendrá mucho que ver si se manifiesta ante el Parlamento andaluz y ante los andaluces en general. Todos verían que esa conversión sí tendría mucho que ver, y verían también que neutralizar el asunto por el procedimiento de desinteresarse simplemente de él, tendría mucho de ignorancia culpable.
Y la razón está en que precisamente la mayoría de los parlamentarios y de los ciudadanos en general son cristianos, y no musulmanes. Constituirá siempre para ellos un enigma, una paradoja, que el Padre de la Patria andaluza, católica en su inmensa mayoría, sea un musulmán. ¿No se seguiría de ello ninguna consecuencia práctica en la convivencia cotidiana? Todo el mundo sabe que la fe musulmana no puede ser encerrada en el interior de la piel que envuelve a un «estuche corpóreo». El musulmán educará a sus hijos en una fe distinta de la cristiana; habrá que resolver situaciones derivadas de los matrimonios mixtos. ¿Y por qué no hablar de los asuntos cotidianos relativos al convivium? ¿No resultaría paradójico que pudiera verse al Padre de la Patria andaluza torciendo el gesto, o volviendo la cabeza, cuando y constantemente los andaluces se dedican a preparar y a consumir uno de sus productos más preciados, el jamón de Jabugo, o los derivados del cerdo en general? ¿Quién, de esta inmensa mayoría, podría invitar a comer a su casa al Padre de la Patria, o a sus correligionarios, sin cuidarse de cambiar sus platos y manteles? Y todos aquellos que actúan en las cofradías de Semana Santa, o en la romería del Rocío, ¿cómo podrían no advertir que sus ceremonias estarán siendo severamente juzgadas por el Padre de su Patria, que, según la creencia de una gran mayoría, les mirará, en el mejor caso, desde un Cielo cristiano?
Es decir, todo el mundo comprenderá que la conversión al Islam del «Padre de su Patria» no puede entenderse como asunto de puertas adentro, puesto que es desde «sus adentros» desde donde el musulmán Padre de la Patria seguirá mirando con disgusto a sus hijos politeístas, por mucho que sobrelleve su disgusto esperando a los tiempos de rectificación de sus hijos descarriados por las circunstancias históricas. Es decir, por la conquista (no la reconquista) de Andalucía por parte de unos bárbaros del Norte que se habían convertido, desde los tiempos del rey Recaredo, al cristianismo. Si, por lo menos, hubieran permanecido arrianos, se habría mantenido una mayor proximidad con Mahoma (a quien muchos historiadores de las herejías cristianas consideran arriano, al no reconocer la divinidad de Cristo, sin perjuicio de reconocer sus virtudes humanas). La proximidad que mantuvo Elipando, por ejemplo, el obispo adopcionista de Toledo, que por ello se enfrentó al «fétido antifrasio Beato» que vivía en la corte del rey Alfonso II de Oviedo.
En resumen, Andalucía, al erigir a un musulmán como Padre de la Patria, tendría que saber que ella, en la medida que es contemplada por él o por sus correligionarios, ya no puede ser la Andalucía española histórica cotidiana, la que convive con millones de españoles de otras regiones, con los cuales intercambian bienes y servicios. Desde la visión de un Padre de la Patria convertido al Islam, los toros bravos, el jamón de pata negra, el vino, los pasos de Semana Santa, la romería del Rocío, la familia monógama y el régimen de herencia, la fiesta del domingo o de otros muchos días del año, así como la propia idea de persona, tendrían que comenzar a ser contemplados de otro modo. Porque el Islam, decía Blas Infante en uno de sus manuscritos inéditos, «no es sólo espiritual, es también movimiento, vivir no es solamente una idea, sino un conocimiento, y este conocimiento es nuestra experiencia de Al-Andalus en su época de esplendor». Pero en los mercados de aquella época de esplendor no había jamones de pata negra, ni sus templos tenían campanas, ni los domingos eran días de fiesta, ni por sus calles podían pasear imágenes de la Virgen María y su hijo.
¿Cómo podría reconocerse la Andalucía que busca hoy organizarse a través de un Estatuto en esa Andalucía medieval (aunque se la llame Al-Andalus, aludiendo a una época de esplendor más o menos mítica) propuesta por el Padre de la Patria andaluza? La Andalucía de hoy es cristiana, religiosa y culturalmente. Pero el Padre de la Patria le pide, desde su experiencia íntima, que deje de serlo, y no en nombre de un racionalismo europeísta, o de un laicismo similar al que la Segunda República predicó, y a la que Infante se adhirió desde el primer momento, sino en nombre del islamismo. Blas Infante dejó dicho: «El Profeta de nuestros antepasados, de Al-Andalus... como todos los profetas, será nuestro Profeta.»
Quienes utilizan el rótulo «Al-Andalus» para designar instituciones muy diversas (revistas, restaurantes, hoteles, centros culturales, trenes, &c.) o no saben lo que hacen, o lo hacen frívolamente, o lo saben demasiado.
6
La tercera interpretación del hecho complejo constituido por la conjunción del hecho político del reconocimiento de Blas Infante como Padre de la Patria andaluza, y del hecho religioso de su conversión al Islam en 1924, se deriva de una visión peculiar del hecho político, desde la perspectiva del hecho religioso. Esta tercera interpretación presupone que el hecho religioso de la conversión al Islam de Blas Infante no fue una mera experiencia íntima, sino que tuvo ya entonces presupuestos y repercusiones sociales y políticas. Pero no sólo en el terreno religioso –en el sentido, por ejemplo, de constituir un estímulo para la edificación de mezquitas o para la recuperación de «baños árabes» (cuyas connotaciones religiosas siempre pueden diluirse bajo el nombre de «actividades culturales»)– sino también en el terreno político, a saber: en la misma reformulación del alcance de las categorías e instituciones políticas contempladas en los proyectos políticos de Infante (concepto de Andalucía y de sus relaciones con España y con el Mundo, concepto de Estado federal, de Nación, de Cultura), y también en el propio Estatuto de Autonomía, siempre que alguien se decidiera a reformular muchos de sus contenidos desde la perspectiva del islamismo del Padre de la Patria.
La orientación general de esta reformulación de los contenidos políticos y de sus relaciones tendría el sentido de un desbordamiento de estos contenidos respecto de los marcos jurídicos ordinarios en los cuales están formulados, en tanto estos marcos se mantienen en el ámbito de la Constitución española de 1978. Por ejemplo, el concepto mismo de «comunidad autónoma», y aún el concepto de «nacionalidad andaluza», así como sus relaciones con España (como Estado, incluso como Nación), recibirían un profundo cambio, y ello sin necesidad de alterar aparentemente la terminología, al menos a corto plazo. La «comunidad autónoma andaluza» es un concepto definido en el tablero jurídico político constitucional español, en el cual las comunidades tienen asignados cauces de relaciones con otras comunidades del Estado: las comunidades autónomas no tendrán por qué asumir responsabilidades que competen al marco del Estado. Las relaciones internacionales o las «misiones universales» que una comunidad autónoma pueda reivindicar tendrían que ser dejadas de lado, porque lo contrario equivaldría a invadir las funciones del Estado, al intento de constituirse como un Estado independiente (acaso confederado con los otros eventuales Estados peninsulares). En suma, las relaciones internacionales o las misiones universales, si afectaran eventualmente a una comunidad autónoma, habrían en todo caso de llevarse a cabo a través de los cauces del Estado. La «misión universal» de Andalucía, o sus relaciones internacionales, si existen, habrían en todo caso de ser asumidas por España. Si una región de España proclama su misión universal, incluso si esta misión es de índole cultural, independientemente de España y por cuenta propia, es porque considera a España como una realidad subordinada a su misión (y esto sin necesidad de romper su unidad con ella).
Ahora bien, si desde la perspectiva musulmana del Padre de la Patria andaluza, Andalucía es mucho más que una comunidad autónoma (como también la Iglesia católica es mucho más que el Estado Vaticano, al que tuvo que ajustarse esta Iglesia en la época de Mussolini); y esto porque, aún siéndolo, ha de entenderse como una comunidad espiritual, difícilmente podrá ajustarse a los conceptos cristianos modernos, tales como Nación o Estado. ¿Cómo designarla entonces? Blas Infante recurrió a la idea de «Cultura», entendida por cierto al modo de la tradición germánica que, desde Juan Teófilo Fichte hasta Otto Bauer, vieron en ella una «unidad de destino en lo universal». Sin embargo, sin entrar en colisión con las retículas constitucionales, el Estatuto andaluz podrá afirmar: «Y es que Andalucía, asentada en el sur de la península ibérica [conviene subrayar, por si muchos lectores de el Estatuto no lo advierten, que en esta determinación geográfica o geológica de Andalucía, España deja de tomarse como referencia] ...constituye un nexo de unión entre Europa y el continente africano» [otra vez España deja de ser tenida en cuenta como cauce de esta unión]. Y en el párrafo siguiente del Preámbulo se añade:
«Estos rasgos [se refiere a los geopolíticos], entre otros, no son sólo sedimentos de la tradición, sino que constituyen una vía de expansión de la cultura andaluza en España y el mundo y una aportación contemporánea a las culturas globales.»
Y sin embargo, de estas proposiciones no podría seguirse ninguna intención separatista, porque Andalucía podrá seguir siendo considerada como parte esencial de España (y esto es lo que tranquilizó al PP cuando se decidió por el Estatuto, tras pequeños ajustes en la redacción). Pero lo decisivo es el supuesto implícito, que también España es parte esencial de Andalucía. ¿Y por qué? Porque Andalucía, como cultura que intenta resucitar el esplendor de Al-Andalus, no es separatista; ella no desea que el resto de España le de la espalda, ni da la espalda al resto de España, porque quiere incorporarla a su cultura, es decir, al Islam.
Ninguna de estas expresiones aparece en el Estatuto de 2006. Pero sólo quienes al leer «cultura andaluza» sobrentienden, para sus adentros, «Al-Andalus-Islam», no apreciarán ninguna anomalía en las expresiones que asignan a Andalucía «misiones universales» independientes de España. Las anomalías reaparecerán cuando traduzcamos los términos efectivos, por ejemplo «cultura andaluza», a términos del tablero constitucional del Estado de las autonomías. Blas Infante no tendría ningún inconveniente en suscribir el artículo 1.1 del Estatuto («Andalucía... se constituye en Comunidad Autónoma en el marco de la unidad de la nación española»). En efecto, Blas Infante jamás apoyó el separatismo, sino la unión con las restantes partes de España. «Este llamamiento (dirá en su Manifiesto a todos los andaluces, el 15 de junio de 1936, en vísperas de la Guerra Civil) es españolista porque Andalucía es la esencia de España [advertimos que no dijo: España es la esencia de Andalucía] y tanto necesita España como Andalucía el que esta última llegue a la autarquía.» Una unión de Andalucía con España orientada a integrar España, reinterpretada como Al-Andalus, en Andalucía. (El unionismo de Andalucía con el resto de los pueblos españoles, que Blas Infante propugnaba, podría ponerse en paralelo con el unionismo, de cuño imperialista, que Prat de la Riba predicaba coetáneamente para Cataluña –un unionismo antitético al separatismo de Sabino Arana, precisamente por su componente imperialista–.)
Así pues, la visión a largo plazo que Blas Infante pudo tener del proceso andaluz le permitiría incorporar estratégicamente a su proyecto las categorías políticas ordinarias, dadas a escala «doméstica», desde su punto de vista (autonomía, federalismo, unionismo, &c.), aunque interpretadas desde su perspectiva que, sin embargo, no quedaba traicionada. A lo sumo, quienes se adhiriesen a este lenguaje de doble sentido permanente podrían pecar de ingenuos, desde el punto de vista del Padre de la Patria; pero también los ingenuos. moviéndose en su terreno doméstico, podrían considerar como ingenuo al Sabio que les hablaba desde un lenguaje sublime, pero que sólo podría lograr operatividad traduciéndolo al lenguaje de las prácticas cotidianas, y por tanto, desvirtuando su estrategia a largísimo plazo.
La conversión o revelación de 1924 hubo de permitir a Blas Infante reinterpretar también todos los proyectos políticos en los que había estado implicado a lo largo de los años, y que, por lo demás, se mantenían siempre en una misma onda populista, fisiocrático-georgiana (de Henry George), simpatizante con el anarquismo bakuninista, republicano, universalista... pero siempre historicista. Era la perspectiva histórica aquella que ofrecía a Blas Infante –como también se la ofreció a Comte, a Bakunin, o a Marx– el criterio más firme para huir de las abstracciones metafísicas y tomar contacto, aún dentro de su plan estratégico de largo alcance, con los modelos realmente prácticos de la acción política.
Solo que Blas Infante parece no haber encontrado modelos accesibles en la comunidad primitiva, pero tampoco en el siglo XVI, o en la sociedad industrial. Su modelo lo encontró en la Edad Media, en Al-Andalus. Y en función de esa Al-Andalus mítica trató de reconstruir los problemas del presente, y las líneas pragmáticas de su acción política.
En Marruecos vio reproducida la miseria de los jornaleros que en su infancia ya había visto en su tierra; la causa de la miseria la pondría en los reyes del norte de España, que movidos por una codicia insaciable fueron conquistando (no reconquistando) palmo a palmo las tierras islamizadas de Al-Andalus, arrojando de ellas a los andaluces a países extraños, o simplemente apartándolos de los nuevos latifundios que los conquistadores se habían repartido, a los «jornaleros moriscos que habitan el antiguo solar». Y es preciso unir a unos y a otros. Los tiempos cada día serán más propicios, y en este sentido dice acaso Infante que «hay un andalucismo como hay un sionismo, nosotros tenemos también que reconstruir una Sión».
Fue siguiendo el rastro de aquellos moriscos andaluces expulsados de España, por lo que emprendió su famoso viaje a Marrakech, y allí encontró la iluminación, la revelación, la conversión plena al Islam.
7
Para que el Al-Andalus medieval, el Al-Andalus del Califato de Córdoba, pudiera ser tomado como modelo genuino de la reconstrucción política y espiritual de la Andalucía deprimida y explotada del presente en el que a Blas Infante le tocó vivir, era preciso demostrar que tal modelo no era postizo, sobreañadido desde fuera a los andaluces que vivieron en aquellos siglos.
Y era necesario demostrarlo frente a quienes creían saber que la cultura islámica fue importada por unos invasores árabes que lograron derrocar el reino de los bárbaros visigodos; por unos invasores que habrían obligado a los pueblos sometidos por los visigodos a adaptarse al Islam. ¿Y cómo llevar adelante la demostración?
Blas Infante no se paró en barras: las invasiones árabes no impusieron la cultura islámica a los andaluces, por la sencilla razón de que no hubo tales invasiones. Habrían sido los propios pueblos sometidos a los godos –viene a decir Infante– quienes admirados de la amabilidad, elegancia y espiritualidad de las escasas avanzadillas que habían desembarcado en la costa, acudieron a ellos como aliados capaces de ayudarles para liberarse de la barbarie goda (que, a su vez, era cristiana). No hubo pues conquista, ni imposición violenta del Islam, sino difusión de una cultura oriental superior. Ninguna dependencia tuvo el califato de Córdoba respecto del califato de Bagdad. Al-Andalus es una creación propia y genuina de los andaluces, y el Islam es su propia religión.
Si es cierto que los reyes bárbaros –los reyes godos y sus sucesores del norte– fueron conquistando (no reconquistando), poco a poco, Al-Andalus, expoliando a sus propietarios para formar los enormes latifundios que todavía hoy existen, el mejor plan concebible no sería otro sino el de volver al Islam, a reconstruir Al-Andalus, pero con la prudencia necesaria para no crear obstáculos invencibles. Hablemos pues de recuperación de tierras, de autarquía, de impuesto único, de autonomía, de federalismo. Es el lenguaje exotérico de quien sabe, desde su doctrina críptica, esotérica, que sus planes son a largo plazo, pero que no se puede perder, en el corto plazo, ningún eslabón del camino que conduce al final. En el fondo la ideología andalucista de Blas Infante coincide con la ideología más radical de la izquierda vasca abertzale: para ambas ideologías la presencia de los españoles en sus territorios representa la presencia de unos intrusos, y sus ejércitos respectivos no son sino tropas de ocupación.
Un círculo perfecto, por tanto, pero vicioso, vacuo y utópico.
Lo que no habrá impedido que roto ese círculo en sus dos arcos, algunos sigan explorando las posibilidades de utilización de tales arcos para muy diversos fines. El arco inicial (la islamización de Al-Andalus como proceso casi espiritual y no resultado de una invasión violenta), aun sin pretensión de continuarse hacia el anillo terminal, tiende siempre hacia él (hacia la construcción de un «segundo arco» que permita pasar de la Andalucía actual a su verdadera fuente, Al-Andalus).
La utilización del primer arco, o fragmentos suyos, ha sido muy frecuente. Menéndez Pidal llegó a afirmar que en el siglo XI la idea de Reconquista no estaba asentada en los reyes montañeses (tales como Sancho el Mayor), aunque no decía lo mismo de los reyes de Oviedo o de León. También Ortega había sometido a crítica el concepto de Reconquista: un proceso que duró ocho siglos no puede llamarse Reconquista (pero no dice las razones de tal imposibilidad).
Ignacio Olagüe, en diversos libros, ofreció algunos desarrollos del primer arco. Por ejemplo, en su obra La decadencia española (Mayfe, Madrid 1950, tomo II, pág. 204):
«Por consiguiente, si se enfoca la revolución española con los acontecimientos que se desarrollaron en los márgenes meridionales del Mediterráneo, podemos afirmar que lo importante no era que el Conde Julián, Tarik y unos cuantos aventureros intervinieran en los actos tácticos de las revueltas, ni tampoco, aunque hecho de mayor alcance, que desembarcaran en nuestras playas predicadores del islam. Lo decisivo fue que los españoles de entonces aceptasen estas predicaciones por buenas y creyeran en ellas como futuro remedio de sus males. Y esta desviación de los hispanos pudo ocurrir gracias al lazo de unión que a través de muchas centurias había emparentado el pensamiento de predicadores y oyentes. En otras palabras: los españoles no podían sustraerse a la magia y a la fuerza de la idea. En la última expansión de la oleada mágica, España, zona fronteriza, se inclinó hacia lo semita porque en la lucha entablada la fuerza y el porvenir estaban con los musulmanes y no con las huestes de Don Rodrigo. No se engañe el lector con resabios de una falsa patriotería. Las páginas de la historia universal están al alcance de todos para convencimiento de cualquier incrédulo.
La llamada invasión árabe se reducía, pues, al arribo a nuestras costas, al calor de la guerra civil, de unos cuantos aventureros y de los primeros propagandistas de la reforma mahometana. De aquí el carácter internacional de esta tropa, convencida, de encontrar en la contienda española una ocasión propicia, los unos para la predicación, los otros para la rapiña. Considerar a esta ínfima minoría como una invasión, era tan absurda como calificar de tal a los monjes de Cluny, trovadores, peregrinos, hombres de armas y demás extranjeros que más tarde influirían en el desarrollo del gótico español.»
Lo más curioso es que Olagüe atribuye a los «visitantes» la misma prudencia, cuanto a la metodología de la revelación de sus dogmas a los andaluces cristianos, que atribuimos a Blas Infante en sus programas de recuperación de Al-Andalus: se trata en todo caso de no asustar a los cristianos, y conseguir transformaciones «domésticas» que sin embargo puedan servir de plataforma para realizaciones de más vuelo. Así, hablando de las monedas globulares con inscripciones latinas puestas en circulación por los árabes de África, dice: «se inscribió en latín, y suprimiendo muchas letras, según estilo del tiempo, una leyenda de índole religiosa, pero en la cual quedaba muy disimulado su espíritu mahomético: In nomine Domini non Deus nisi deus solus sapiens non Deo similis alius. Decir que Dios es único, sabio y sin semejante, no ofendía en apariencia los sentimientos de los súbditos cristianos, pero, en realidad, tales expresiones ocultaban la tesis antitrinitaria de la teoría alcoránica» (Olagüe, tomo 2, pág. 206).
Otro experimento de reconstrucción de lo que venimos llamando primer arco del anillo es el que está llevando a cabo Emilio González Ferrín (Ciudad Real 1965, profesor de pensamiento árabe en la Universidad de Sevilla). Al-Andalus –viene a decir este autor– fue un renacimiento europeo. Pero ni hubo invasión sistemática en 711, ni los que entonces entran en la península ibérica podrían llamarse árabes. Pero los argumentos de Ferrín no son convincentes. ¿Cómo explicar la batalla de Poitiers, o la de Covadonga, o la de Clavijo-Laturce, o la de Simancas? ¿Y cómo puede considerarse como ya muy tardía la Crónica de Alfonso III?
En cuanto al segundo arco del anillo, el que une la Andalucía de hoy con Al-Andalus, Blas Infante sigue siendo explorado tenazmente por parte del Islam militante, tanto en formas más próximas a las de la Yihad, como en formas más suaves, «culturales», estéticas, literarias, folklóricas o nostálgicas.
¿Qué podemos concluir? Por mi parte me limitaré a expresar una sospecha: que si a partir del primer arco nos parece imposible alcanzar el segundo, en cambio pudiera ser que únicamente fuera posible llegar al primero desde el segundo arco (la islamización de España no fue el resultado de una invasión), cuando partimos desde el segundo.
Por lo que se refiere a la inmensa mayoría de los que van a votar en el referéndum del Estatuto, me atrevería a decir que éstos no intentan siquiera explicar el primer arco, ni menos aún el segundo. De otro modo, para esta inmensa mayoría, la mención de Blas Infante, como Padre de la Patria andaluza, no significará mucho más de lo que puede significar la mención a un «intelectual», a un notario escritor, que se interesó por los pobres jornaleros andaluces, que amó a Andalucía (suponiendo que Al-Andalus de Infante es nuestra Andalucía), y que fue fusilado por las tropas que se alzaron en 1936.
¿Qué más se puede pedir para justificar su reconocimiento como «Padre de la Patria andaluza»?
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Los ciudadanos se abstuvieron mayoritariamente
pero el Proyecto de Estatuto resultó aprobado
6.045.560 ciudadanos españoles residentes en las ocho provincias andaluzas formaron el censo convocado en referéndum para responder el 18 de febrero de 2007 a la pregunta: «¿Aprueba el Proyecto de Estatuto de Autonomía para Andalucía?» Una inmensa mayoría de esos ciudadanos –3.852.063, el 63,72%– se abstuvieron de ir a votar, y sólo 2.193.497 acudieron a las urnas –36,28%–, para depositar 2.172.531 votos válidos (pues 20.966 fueron anulados por diferentes razones). De manera que sólo menos de uno de cada tres ciudadanos convocados a esta consulta respondieron afirmativamente a la pregunta –1.899.860 votos, 87,45% de los votos emitidos–, manifestando su negativa 206.001 votantes –9,48%– y votando en blanco 66.670 ciudadanos (el 3,07% de los votos emitidos).
Como soy nuevo en estos lares y hasta ahora no había tenido conocimiento de este tema, me adhiero al manifiesto en todos sus puntos.
Además os diré que ahora entiendo el porque nunca me sentí representado por la bandera verde y blanca que usa los mismos colores que la de Arabia Saudita, ni por sus alabanzas al pasado musulmán, que si los andaluces tenemos antepasados islámicos, que si lo bonita que es la mezquita, que si Guadalquivir es un nombre árabe y su larga retahíla de mentiras.
Yo me apellido Garcia creo que no es muy árabe, mi grupo sanguíneo es o-, si el tan cacareado por los nacionalistas vascos, mis abuelos eran de Jaén y de Sevilla por parte de padre y de Sevilla por parte de madre y que yo sepa cuando el Rey Santo devolvió Sevilla a la Cristiandad quedaron muy pocos moros en esta.
Así que me siento Castellanoleonés y no descendiente de los moros.
Y la primera fecha que mi hijo pequeño memorizo fue el año del Señor de 1.248 por algo seria.
Siempre con la misma historia de los nacionalismos, que si pasado milenario, que si España tiene la culpa, que si liberar.
El caso de Andalucia es el más peculiar (aunque el caso del nacionlismo gallego le gana en inventiva) solo relacionan al andalus con andalucía por tener el mismo nombre. Pero pocas formas culturales de andalucia son de origen arabe y las que son de origen árabe son comunes a otras zonas de España, llegando hasta zaragoza y segovia. El habla andaluza es castellano con influencia de romance mozarabe, no influencia arabe. Institucionalmente,territorialmente,etnicamente y linguisitcamente andalucia fue creada por castilla. Luego las formas culturales andaluzas como el flamenco son mas tardias y sin casi influjo arabe. El resto de formas culturales son expresion españolas que precisamente se han conservado alli mejor que en el resto de España. Para mi Andalucia representa eso la conservacion de la cultura y las creencias tradicionales, como asi lo ve un antropologo muy famoso Caro Baroja.
Ah Pelay Correa, por cierto, tu apellido García es también de origen euskero. Viene del euskera oriental gartzia, que significa "El Joven". El poblado vascon anterior a la fundacion de Vitoria por el Reino de Navarra, se llamaba Gasteiz (segun los escritos de san millan) y significaria mas o menos "la ciudad de Garcia". En el euskera occidental Gaste= joven.
Muchas gracias Ennego Ximenis, nunca fue tan verdad el dicho de "nunca te acostaras sin saber algo mas".
El PP andaluz honra al renegado Blas Infante como “padre de la patria”
By AMDG on Lunes, 13 diciembre, 2010
http://layijadeneurabia.com/wp-conte...te-478x270.jpgNos lo advierte Máximo en un comentario:
El Grupo Parlamentario del PP-A ha colocado una ofrenda floral en el busto de Blas Infante, cuando se cumplen 74 años de su fusilamiento. Durante el acto, el presidente del PP-A, Javier Arenas, ha apelado hoy al “espíritu” del “Padre de la Patria andaluza”, Blas Infante, para que Andalucía “despierte” y “no se conforme” con la situación actual, sino que crea que es posible una “Andalucía capaz”, en la que los andaluces “no tengan menos derechos y menos calidad en el ejercicio de esos derechos. Arenas dijo que el PP-A apuesta por el “andalucismo constitucional”.Da grima ver al señoritingo Arenas con la cerviz doblada ante el busto del renegado. El discurso de este papanatas no tiene nada que envidiar al de cualquier sociata de oficio.
Este comentario de Fátima es también muy oportuno:
Para él la bandera verde-blanca-verde era una representación de “Andalucia”.-Estrecho de “Gibal-Tarik”-”Marruecos”. Y que conste que toda esta información procede de webs islamistas ubicadas en España, qye hay muchas…para vergüenza de España.Los delirios de los renegados españoles no son preocupantes, los del partido de la llamada “derecha” sí lo son.
El PP andaluz honra al renegado Blas Infante como “padre de la patria”
By AMDG on Lunes, 13 diciembre, 2010
http://layijadeneurabia.com/wp-conte...te-478x270.jpgNos lo advierte Máximo en un comentario:
El Grupo Parlamentario del PP-A ha colocado una ofrenda floral en el busto de Blas Infante, cuando se cumplen 74 años de su fusilamiento. Durante el acto, el presidente del PP-A, Javier Arenas, ha apelado hoy al “espíritu” del “Padre de la Patria andaluza”, Blas Infante, para que Andalucía “despierte” y “no se conforme” con la situación actual, sino que crea que es posible una “Andalucía capaz”, en la que los andaluces “no tengan menos derechos y menos calidad en el ejercicio de esos derechos. Arenas dijo que el PP-A apuesta por el “andalucismo constitucional”.Da grima ver al señoritingo Arenas con la cerviz doblada ante el busto del renegado. El discurso de este papanatas no tiene nada que envidiar al de cualquier sociata de oficio.
Este comentario de Fátima es también muy oportuno:
Para él la bandera verde-blanca-verde era una representación de “Andalucia”.-Estrecho de “Gibal-Tarik”-”Marruecos”. Y que conste que toda esta información procede de webs islamistas ubicadas en España, qye hay muchas…para vergüenza de España.Los delirios de los renegados españoles no son preocupantes, los del partido de la llamada “derecha” sí lo son.
Me aúno a este justo manifiesto por este digno reconocimiento a Don Fernando III padre de Andalucia que siempre me llamo la atención desde este lado del charco y no al renegado de Blas , que tubo la osadia de poner hasta los colores de la bandera Andaluza . ¿ Cual entonces es la verdadera bandera de Andalucia ?
Un Saludo cordial de la Nueva Castilla a la Madre Patria.
Abrazos en Cristo.
Suscribo lo dicho, ese individuo además de traidor a España era un ferviente admirador de los mahometanos... tanto que renegó de la Fe para alistarse en las filas de los Enemigos de todo lo que es la Patria.
El trapo que hoy se exhibe en todos los edificios oficiales de la junta, porta colores blanco y verde en respectiva mención tanto de Omeyas como Almohades invasores que tanto tiempo nos costó expulsar de la nuestra tierra.
Tal y como proponen otras iniciativas presentadas con anterioridad en el foro , San Fernando es el único patrón y padre de los tres Reynos de Andalucia.
Ordóñez, con tu permiso voy a responder a nuestro hermano de allende el mar con este artículo tuyo. Iba a poner un enlace al mismo hilo en Hispanismo pero los enlaces a las fotos ya no funcionan.
PENDÓN DE SAN FERNANDO
http://bp2.blogger.com/_Ff-mj3vAsfg/...Fernando-3.jpg
Los tradicionalistas hispalenses hemos rescatado nuestra real bandera regional: Sí señores, el Pendón de San Fernando; con su ajedrez de León y Castilla; alma mater de nuestra Reconquista. ¿ No andan hablando algunos de " Memoria Histórica ", pues ?
El gnosticismo andalucista idealiza un conjunto---supuestamente idílico---de paganismo grecorromano e islamismo por tierras del Sur de España. Que, realmente, era una administración romana a priori y después un califato; entonces no existía ni la palabra " Andalucía "; que es un concepto geográfico con ciertos caracteres culturales comunes, que no idénticos. " Al Andalus " era todo territorio musulmán de Hispania; no sólo la Bética ( Que no coincidiría del todo geográficamente con Andalucía. Si bien hay mapas hasta el siglo XIX donde el Reino de Granada no entra en los Reynos del Andaluzía ) La ideología andalucista, fabricada---al modo de laboratorio---por los burgueses del Ateneo de Sevilla ( Blas Infante era del Reino de Granada, por ejemplo ) y falsos folcloristas pseudorrománticos, considera a la Reconquista como la época más negra de nuestra Historia; culpándola encima del latifundismo. ¿ Por qué no hablaron del gran robo sacrílego, malamente llamado " Desamortización ", que aún sigue con secuelas para los sufridos jornaleros ? Fue el campesinado de los Reinos Andaluces y de otras tantas regiones españolas el mayormente perjudicado cuando el Estado Liberal robóle a la Iglesia. Pero no, ellos prefirieron andar en veleidades ideológicas absurdas antes que plantar cara a la realidad.
Los carlistas no queremos volver al pasado. Pero somos conscientes de que nuestros Reyes Cristianos no se inventaban cosas así porque sí; sino que respetaban las formas territoriales que fueron desarrollándose con peculiaridades, siempre por una Patria al Servicio de Dios. No secundamos las ruedas de molino que impusieron los liberales decimonónicos-isabelistas, causantes de una profunda desestructuración social y territorial de las Españas con sus inventos y caciquismos; ni de los nacionalismos, que son sus parientes más cercanos. Creemos, como Vázquez de Mella, en el Concepto Dinámico de Tradición. Por eso, y por su hondo sentido regionalista ( Pero de verdad, no de laboratorio y elitismo pseudofolclórico )reivindicamos esa esencia de Cristiandad que el Santo Rey Leonés dejara por los Reinos de Sevilla, Córdoba o Jaén. Reivindicamos nuestra herencia sociojurídica del Fuero Juzgo: El Libro de los Jueces de los Reyes de León. Reivindicamos nuestra tradición social participativa: Dinamismo familiar, Municipal ( Hijos del municipio romano; como dijera Menéndez y Pelayo ), gremial, cofrade, etc. Reivindicamos el campesinado y la marinería; la artesanía, el comercio sano, las profesiones y estudios que tantos prohombres ha aportado a nuestra hispana historia. Reivindicamos a los mozárabes que tanto sufrieron con el yugo mahometano y a los repobladores de otros Reinos de las Españas y de la Cristiandad. Reivindicamos nuestras hablas y costumbres de verdad, y no los inventos que pretenden uniformizar algo que nunca existió.
Por eso, no podemos identificarnos con una verdiblanca enseña recreada de tiempos musulmanes ( Más antigua que nuestra real bandera ), como fue la feroz invasión de los kabileños almohades ( Perjudicial hasta para otros muslimes ), ni con un parlamento centralista que continúa el caciquismo más puro, donde no se reconoce la diversidad de estos pueblos y se nos sigue ahogando social, política y económicamente. Nuestra raíz se vio reafirmada como símbolo en esta bandera que aún perdura en la memoria del pueblo sevillano, y que es el patriarcado de nuestra civilización hispano-católica. Y no algunos, encerrados en logias masónicas, recreando la Historia, ignorantes y manipuladores soeces, con veleidades insufribles, cristalizadas en Infante y su " raza morisco-andaluza "....
Por eso reivindicamos nuestra bandera, lal Rey Santo. Los carlistas del Reino de Sevilla, por nuestro Reino, los Reinos de Andalucía y las Españas.
Ante el Estatuto del Califato Chavista, con los votos del PP, se nos presenta centralismo de Palacio de San Telmo, corrupción administrativa, enseñanza laicista, eutanasia y espantajos " nacional-islamistas "....Por supuesto, nuestra postura radica en el NO. Ni totalitarismos ni liberalismos ( Realmente, de los mismos gabinetes ) nos representan. Nosotros luchamos por unos Sindicatos Libres en un régimen representativo y participativo de verdad, por una sociedad orgánico-corporativa; y no de políticos individualistas que no representan más que al capital-partido. Nosotros luchamos por pueblos forales, con libertades concretas. Por nuestra Historia, esencia, civilización; la bandera de San Fernando, la del Reino de Sevilla, de nuevo levantada por los tradicionalistas.
El sistema es el problema. La tradición es la esperanza.
LA SANTA ALIANZA: PENDÓN DE SAN FERNANDO
He encontrado otro hilo en que se ve mejor:
http://hispanismo.org/simbologia-y-h...-fernando.html
Pues ya ha pasado un año desde que se inició este hilo, y creo que es justo que le volvamos a dar un poco de protagonismo al mismo y los subamos a la actualidad de Hispanismo.org (con el permiso de los moderadores y de los foreros, por supuesto) para volver a recordar que está próxima la fecha en la que los políticos -sobre todo los andaluces- voverán a manifestar el aquelarre anual sobre la imagen de Blas Infante.
sigo subscribiendo, punto por punto lo dicho en el manifiesto del año pasado.
Algunas asociciones que ya participaron en este manifiesto el año pasado, -como es el caso de la jaenera "Iberia Cruor"-, preparan la lectura de manifiestos y otras actividades para el fin de semana con motivo del 28-F; y máxime ahora, cuando las noticias hablan del gastazo que ha relizado la Junta de Andalucía para restarurar la casa del señor ese al que los políticos de toda laya llaman en sus proclamas "padre de la Patria andaluza".
Este "padrecito", mientras sus hermanos (catalanes y andaluces entre otros) morían en África luchando contra el moro, él, se hacía musulmán y vestía con los ropajes propios de uno de ellos. Mientras unos daban la vida por España, Blas, pedía que el Islám y el mundo y cultura musulmanas, ocupasen otra vez Andalucía (sabiendo que el Al-Andalus para este gente no es la acutal provincia así llamada, sino que el espacio a ocupar llegaría hasta las Vascongadas, calro está) Como para llamarlo "padre". En todo caso habría que llamarlo "hijo..."
Mi muy estimado tocayo, ya sabes que la Anti-España (obviamente también la Anti-Andalucía), tiene tantos padres, como hijos d......Se los echó una vez, y aunque se vuelva a tardar otros 8 siglos, se los volverá a echar, a ellos y a su falsa religión.
¡VIVA SAN FERNANDO REY! AUTÉNTICO PADRE DE LOS REYNOS DE ANDALUCÍA.
Estimado Reke.
El problema de Blas Infante y Andalucía es que se hace más grave con el paso de los años.
Cada hornada de políticos que pasa por esta fecha, se vuelve más tonto, y al olor de los votos, repite como un papagayo las consignas que su antecesor -que se le supone de ideología contraria- había dicho sobre este sujeto y sus "bondades".
Tan cercanas están las eleciones autonómicas y municipales que, en este año, los festejos y los gastos son más notorios que en años anterirores, y el bombardeo mediático es sistemático y repetitivo.
Y un servidor, cada vez que ve el tratamiento propagandístico que se hace de este individuo..., pues que se me revuelve el estómago para una semana por lo menos.
Además. Es que este sujeto no inventó "Andalucía" ni le dio forma jurídica o administrativa, ni la unió en su conjunto, ni luchó por ella en guerra alguna, no la representó jamás ni oficial ni oficiosamente, es que es una vergúenza. Nunca nadie hizo tanto en contra de una idea, y nunca tantos y tan tontos le sirvan de altavoces.
Así es querido Aquilífero. Es un hecho público y notorio que el pueblo andaluz jamás le prestó adhesión alguna ni escuchó sus cantos de sirena cuando estaba vivo. Y de hecho, cuando a muchos paisanos le explicas la "doctrina andalucista" ponen cara de asco. Es el problema, se han aprovechado de la ignorancia borreguil.
Hubo otro líder al que sí siguieron mucho los andaluces, y fue D. Manuel Fal-Conde, al que hace poco el "Frente Popular" le ha quitado la calle que tenía en el Polígono Sur de Sevilla. Así respetan la voluntad popular, la misma que no hizo ni caso al señorito de Casares.
Lo que está pasando en este país, ya raya lo absurdo. Se eleva a los altares a la chusma, y se sepulta a los héroes y honrados.
Reke y Ordoñez.
Si hemos tendido que ver en los medios informativos como se hacía hijo ilustre a Carrillo, pues lo más seguro es que veamos como hacen, padre, hijo y madre ilustre a este individuo de "Blasito".
En la festividad de San Fernando, aprovecho para rescatar este hilo y felicitar a todos los Fernandos que participen en el foro o nos lean.
Hoy celebramos al «Atleta de Cristo» Fernando III el Santo, el Padre de Andalucía - ReL
Hoy celebramos a Fernando III el Santo, cuyo cuerpo incorrupto se muestra a los fieles cada 30 de mayo.
El Papa Gregorio Nono lo llamó «Atleta de Cristo», y el Pontífice Inocencio IV le dio el título de «Campeón invicto de Jesucristo».
El Papa Clemente X lo canonizó en 1671, siendo el segundo rey español, considerando a San Hermenegildo como rey español, que es elevado a la santidad.
Fué el liberador de Andalucía, nueva Castilla, que la devolvió a su historia como una de las regiones más florecientes de civilización occidental, desde los tiempos de Tarsis.
http://admin.religionenlibertad.com/...Sevilla%29.jpgFrente al Partido Popular y al Partido Socialista, que consideran al muladí Blas Infante padre de Andalucía, que ellos equiparan con AlAndalus, Fernando III es el fundador de la Andalucía actual, continuadora de la Andalucía clásica.
Capilla Real de la Catedral de Sevilla, en la que se encuentra el cuerpo incorrupto de Fernando III el Santo
Yo hoy pediré al Santo Fernando su intercesión por España ante el Altísimo, en cuya Casa se encuentra.
No sé si ya estaba en el foro, pero como no lo encuentro, lo pongo por si acaso.
MANIFIESTO 28-F CON F DE FERNANDO
http://1.bp.blogspot.com/-h7DvWPiJ34...2Bfernando.jpgSan Fernando III, Padre de la Patria Andaluza.28-F, CON “EFE” DE FERNANDO
Como manda nuestra tradición, para el 28-F, ahí la llevan.
Nosotros, andaluces de las actuales provincias de Andalucía, orgullosos de nuestra tierra, de nuestra identidad y de nuestras raíces amamos a nuestra Patria y queremos celebrar nuestro Día de Andalucía ofreciendo este manifiesto a todas las asociaciones, de la naturaleza que sean (juveniles, culturales, deportivas, sociales, y cualquier otro tipo de colectivos establecidos en nuestra comunidad autónoma, etcétera…), con la sola condición de que sean asociaciones que arraiguen en Andalucía, para que las mismas puedan adherirse a este Manifiesto desde el momento en que lo hacemos público y sin que se clausure bajo ningún plazo establecido.
Redactamos este Manifiesto para expresar pública, libre y voluntariamente que:
1º. Reconocemos como Padre de Andalucía a Fernando III “el Santo”, Rey de Castilla, Toledo, León, Galicia, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén.
Siéndolo, en primer lugar, por las cualidades humanas que concurrieron en su personalidad histórica, reconocidas por sus vasallos y enemigos; pues, tal y como reza su epitafio, Fernando III el Santo fue “el más leal, el más verdadero, el más franco, el más esforzado, el más apuesto, el más granado, el más sufrido, el más humilde”. En segundo lugar, es Padre de Andalucía por la proyección histórica de su labor reconquistadora, incuestionable causa de nuestra actual Andalucía (progenitor inmediato de los Reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla cuando los reconquistó por su propio brazo; ancestro mediato del resto de provincias hermanas que si no lo tienen como Padre, bien lo podrían tener como Abuelo). La paternidad histórica de Fernando III el Santo no puede rechazarse por ningún andaluz bien nacido; sólo un ignorante podría abjurar de su verdadero origen.
2º. Bajo la égida de la regia figura de Fernando III el Santo fueron felizmente reintegrados a España los territorios españoles que sufrieron siglos de infeliz y terrible esclavitud, sometidos a una cultura extraña y fanática, brutal e invasora que reconocemos como hostil a nuestras libertades y ajena a nuestro propio ser andaluces.
3º. Por las felices victorias del Rey Fernando III se establecieron en nuestro amado suelo patrio nuestros antepasados; solar que les fue arrebatado mediante una invasión: por la fuerza bruta, cruel y sanguinaria, y por la traición de algunos. Siglos y siglos de tinieblas fueron los que sufrió Andalucía, bajo un poder extraño que la sumergió en la noche más lóbrega y sórdida de la barbarie. Fernando III trajo la luz.
4º. Nos vemos forzados a reclamar la paternidad histórica de Fernando III el Santo, tras haber sido puesta en cuestión por nuestro Parlamento de Andalucía cuando, en 1983, impuso -en el Preámbulo del Estatuto de Autonomía para Andalucía- como “Padre” de la misma a un personaje partidista, que ni representa ni puede representar legítimamente a la totalidad del pueblo andaluz, por mucho que sus partidarios le presupongan una paternidad que dicho personaje –cuyo nombre silenciamos a propósito- no puede tener.
5º. Reclamamos que las autoridades políticas de la Comunidad Autónoma Andaluza reconozcan a Fernando III el Santo como indiscutible y exclusivo Padre de Andalucía. Será así como podrán suturar el abismo que la clase política abrió entre ella y el auténtico pueblo andaluz que dice representar. Para que la distancia que cada vez separa más a la clase política del pensar, el querer y el sentir del pueblo no se agrande más.
Y, para que ello surta efecto, suscribimos este manifiesto, el cual se hará público todos los 28 de Febrero, Día de Andalucía, para que todos los 28 de Febrero, éste como los que estén por venir, se escriban con “F” de Fernando, y no con “F” de Falso.
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
28-F. Día de Andalucía
Confieso quhttp://andaluciacarlista.com/wp-cont...ds/mapaand.gife no tenía intención de escribir sobre este tema. Es un asunto sobre el cual siempre he sido bastante aséptico, pero esta mañana ha pasado por la esquina de mi casa la manifestación reivindicativo-izquierdosa conmemorativa del dichoso día 28 de Febrero y, al final del día y tras meditarlo mucho, no he podido reprimirme. Ruego me perdonen, pero la imagen de una muchedumbre enaltecida enarbolando banderas republicanas, banderas del Ché Guevara, banderas comunistas con la hoz y el martillo, la participación de cinco camiones con las bateas llenas de gente vociferante lanzando consignas contra la Patria y contra la Iglesia al más puro estilo de los años 30 y el uso de de emblemas separatistas con la participación de alguna que otra ikurriña, me ha empujado sin remedio a sentarme delante del ordenador para desahogarme.
Soy sevillano y, como tal, soy andaluz. Y me pregunto, ¿Qué tiene que ver todo lo que he visto esta mañana desde el balcón de mi casa con la Andalucía que amo y venero como mi tierra?. ¿Qué tiene que ver esa patulea gritona e ignorante, (evidentemente, voz de algún amo en la sombra), con la Andalucía que antaño se promocionaba como una tierra vieja y sabia?. ¿Qué tienen que ver los promotores de este carnaval grotesco y malintencionado con los hombres del sur de España que a lo largo de la Historia demostraron el amor a su Patria y a la tierra que los vio nacer?.
Soy andaluz, digo, y como tal y porque soy andaluz, soy de la misma manera español. Y porque soy español, me repugna a más no poder lo que se ha dado en llamar “el andalucismo”. La leyenda negra de la Andalucía pobre, explotada, sumida en la miseria por los “señoritos” que chupaban la sangre del pobrecito jornalero, las penurias del campesino vejado y esclavizado que regaba con su sudor los surcos de su arado de sol a sol a cambio de las migajas de la mesa del rico terrateniente no son más que milongas y cuentos de Calleja. No digo que no hubiese parte de verdad en todo ello, pero niego absolutamente que esa fuese la verdad de Andalucía. ¿Acaso no pasaba también algo de eso en el campo extremeño, en las llanuras de la Mancha, en los campos de Castilla ó en la industria textil catalana?
Una tierra que dio emperadores a Roma, califas al Islam, reyes sabios a Castilla, descubridores al Nuevo Mundo, luminarias a la Cristiandad y premios Nobel a las letras españolas, que manaba leche y miel de sus entrañas tartésicas cuando en el resto de España todavía andaban en la prehistoria y que fue centro y vida del orbe católico como puerto y puerta de Indias siendo la capital del Mundo, no puede ser prostituida de esta manera por la herencia paranoica de un notario resentido y apóstata cuya máxima en la vida fue la de renegar de todo lo español.
No, señores políticos. No, señores sindicalistas. No, liberales de nuevo cuño. No, juventud andaluza. Andalucía no es eso porque Andalucía está muy por encima de toda la tergiversación histórica que viene sufriendo desde el siglo pasado. Andalucía no es la bandera del Betis, ni las gafitas de Blas Infante, ni el mal uso que se le está dando al Palacio de San Telmo, ni el trapo palestino en el pescuezo de Sánchez Gordillo, ni el atraco a supermercados por parte de desarrapados ignorantes, ni un alcalde traidor y vacío de ideas cantando un himno cuya música fue antaño un canto eucarístico, ni un profesor de colegio parroquial aleccionando en voz en grito a los alumnos enalteciendo la “libertad” de Andalucía, ni un desayuno andaluz de pan con aceite y azúcar, ni un parlamento donde los parlamentarios se ponen “verdes” desde sus escaños y después se ponen “morados” en el restaurante de turno a costa de los contribuyentes. Andalucía no son esos ¿poetas? homosexuales que vivieron en Nueva York ó los que se exiliaron para volver en loor de multitud para ocupar un escaño comunista en el Congreso de los Diputados y nunca se quedaron como marineros en la tierra que los vio nacer, ó aquellos otros que decían añorar su infancia en los patios de Sevilla y fueron a morir en Colliure después de pasar por los campos de Castilla.
Andalucía es mucho más que eso y ustedes no pueden entenderlo ni quieren admitirlo. Vuestro andalucismo es producto del resentimiento, del odio, del complejo de inferioridad, de la ignorancia. Vuestro andalucismo es un engendro sin Historia que trata de adoctrinar a nuestra juventud machacándola, como un martillo pilón, cada día, cada mes, cada año, con una serie de celebraciones sin sentido tergiversando la realidad histórica de una región cuya imagen ha sido siempre el santo y seña de España en el Mundo. Vuestro andalucismo me provoca nauseas porque es una historia imaginaria, soez y ramplona donde tiene cabida lo más repugnante de las ideologías políticas liberales y donde se omite lo más genuino del sentir andaluz. Es un andalucismo que ha renunciado al denostado individualismo de pandereta para incrustarse en el colectivismo de una charanga sin sentido donde sólo caben reivindicaciones políticas de nuevo cuño, ataques a lo más sagrado de nuestra Tradición y milongas nacionalistas que nunca tuvieron arraigo en nuestra región.
Vuestro andalucismo es mentira. Como mentira es también toda la parafernalia creada en torno a vuestro movimiento reivindicativo. Como mentira son los políticos que lo animan y lo difunden. Como mentira son los seguidores que, como borregos, os siguen con la bandera del Che Guevara buscando un protagonismo que no les pertenece. Andalucía no es eso. Al menos, la Andalucía que yo amo y en la que vivo.
Manuel Nieto de Nevares28-F. Día de Andalucía – Blog de la Comunión Tradicionalista Carlista de Andalucia
Perlas de Blas Infante:
“A medida que las cruces y las campanas iban afeando las airosas torres de las mezquitas, la tierra de jardín se tornaba en yermo, y la cruz presidía la esterilidad de los campos, cerrados a los andaluces”.
“Legiones raudas y generosas corren el litoral africano predicando la unidad de Dios. El ‘arroyo grande’, que dijo Abu-Bekr, las separa de Andalucía. Ésta les llama. Ellos recelan. Vienen: reconocen la tierra y encuentran un pueblo culto atropellado, ansioso de liberación. Acude entonces Tarik (¡14.000 hombre solamente!). Pero Andalucía se levanta en su favor. Antes de un año, con el solo refuerzo de Muza (20.000 hombres), puede llegar a operarse por esta causa la conquista de España. Concluye el régimen feudalista germano. Hay libertad cultural. Andalucía entera aprende el árabe, y dice que se convierte. Poco después, Andalucía, ¡Andalucía libre y hegemónica del resto peninsular! ¡Lámpara única encendida en la noche del Medievo, al decir de la lejana poetisa sajona Howsrita! Europa germánica es un anfictionado, bárbaro, inspirado por el Pontífice de Roma. ‘Nadie, ni aun los nobles, exceptuando al clero, sabía leer ni escribir. En Andalucía todo el mundo sabía’. No hay manifestación alguna cultural, que en Andalucía libre o musulmana, no llegase a alcanzar una expresión suprema”.
“Sí. Nosotros aspirábamos y aspiramos y seguiremos aspirando a la elaboración de un Estado libre en Andalucía. Y qué, ¿no proclamó su República Cataluña? Pues, ¿cómo va a ser delito en el Sur una aspiración que vino a constituir en el Norte, un hecho lícito, acatado por el Poder Público en España? ¿Que en Cataluña se llegó a atenuar el radicalismo nominativo de República Catalana, con el nombre actualmente eufémico de Generalidad? Pues nosotros no tenemos, por ahora, otras denominaciones que las de ‘República Andaluza o Estado libre o autónomo de Andalucía’, para llegar a expresar aquella ‘Andalucía Soberana, constituida en Democracia Republicana’, que dice el artículo primero de la Constitución elaborada para Andalucía, por la Asamblea de Antequera, hace medio siglo, en 1833″.
En Andalucía tenemos un problema serio. Estos símbolos y este pseudo-discurso ha calado ya en varias generaciones, así como esa asquerosa bandera de reminiscencias islamistas, así como el odio a Castilla (Que siempre fue nuestra Corona) al estilo de la Leyenda Negra hispanoamericana “los españoles se llevaron el oro”. O empezamos a reconocer esto de una vez y lo afrontamos como se debe o luego o la cosa no irá sino a peor.
28-F. Día de Andalucía – Blog de la Comunión Tradicionalista Carlista de Andalucia
No tan sólo eso amigo, una tierra que aporto la mayoría de un léxico de un continente tan grande como este. Son hermosas las Andalucias. Me pareció interesante eso que comentaste de los señoríos, si es cierto que se ha regado cierta leyenda negra sobre eso. Hace tiempo leí un artículo sobre la manera como el duque de Arcos gobernaba a Marchena, para serte honesto me pareció mucho más honesto y responsable con sus vasallos que muchos políticos de hoy en día. Que pases un buen día, sabio amigo.
que os parece como bandera para tal andalucia el pendon de san fernando no la bandera ajedreada si no la de los tres castillos y el leon del reves me parece una buena bandera para representar a los reynos de andalucia
tambien estaria bien el escudo de enrique II de trastamara primer rey de tal dinastia nacido en el reino de sevilla ¿que te parece esa bandera para andalucia? en facebook tengo una pagina llamada no a la falsa identidad islamizada de andalucia pasate y si te gusta difundela
defendemos la potenciacion de la cultura castellana en andalucia y defender los simbolos que te he dicho como bandera y escudo de andalucia
elegimos el pendon de sanfernando como estandarte andaluz por ser el rey que reconquista andalucia enteraa ¿que os parece? difunde los verdaderos simbolos andaluces si te gustan para andalucia
¡Viva Andalucía católica y española y abajo la mafia de la Junta, con su enseña almohade verdiblanca y su estatuto centralista!
Me parece honorable su proposición pero Andalucía no es un territorio histórico homogéneo; ni siquiera Granada se conquistó con Fernando III. Creo firmemente en nuestra identidad territorial original, la de la reconquista, ya que es la que reúne homogéneamente a cada pueblo de España en un determinado momento de la Historia. Solo de Sevilla a Granada hay casi 250 años de separación con sus consecuentes diferencias sociales. Por lo tanto, como sevillano que soy, no puedo estar a favor de una identidad regional andaluza. De todas formas, gracias por alabar a Fernando III.
Yo como castellano únicamente voy a dar mi opinión respetuosa, ya que se trata de un tema interno a la región andaluza que llegado el momento deben resolver sus intelectuales y heraldistas (me refiero a la enseña).
En mi corta experiencia con la heráldica (siempre desde una perspectiva externa) sería partidario de respetar la simbología tradicional, elaborando un escudo que integrara los símbolos de los tres reinos (Sevilla, Córdoba y Jaén). Al ser tres (y no cuatro), posiblemente lo más correcto fuera un escudo mantelado, reservando el cuartel de honor para Sevilla por ser el reino principal. El tema de la bordura de Castilla y León es un asunto a discutir. Hoy día la mayor parte de los heraldistas consideran que los símbolos de un territorio no deben contener expresamente los símbolos de otros, pero teniendo en cuenta que dicha bordura forma parte de la tradición histórica su empleo está justificado.
Otra posibilidad sería directamente tomar como escudo el de Sevilla, pero creo que eso no le hace justicia ni a Córdoba ni a Jaén y su importancia histórica se debe tener en cuenta.
En cuanto a la vexilología, desde luego el color del paño debe ser cualquiera excepto el verde, que representa al Islam. Yo me inclinaría por el gules (de Castilla) o el plata (de León), en todo caso uno de ambos, no los dos, ya que la composición no quedaría bien.
Es, como digo, una opinión externa, y por supuesto la formulo con todo el respeto a los andaluces. El tema de Granada yo lo dejaría aparte, ya que efectivamente su conquista es muy posterior a la del valle del Guadalquivir.
Sobre el pendón de San Fernando, heráldicamente es impracticable que pueda ser la bandera andaluza pues es una enseña Real, por tanto perteneciente y distintiva de la dignidad de una persona (el Rey) que no puede ser apropiada por un territorio.
El problema radica en que Andalucía como tal fue un término meramente geográfico que no llegó a definir ninguna identidad política. Los Cuatro Reinos sí tenían lazos en común, simplemente que no había una estructura política llamada Andalucía. El término correcto era Reynos de Granada, Jaén, Sevilla y Córdoba, todos ellos soberanos y todos ellos separados. ¿Que sucede? Pues qué con las artificiosas reformas borbónicas se comienza a crear dos entidades políticas, Andalucía Occidental y Andalucía Oriental, de ahí se prosigue hasta la época de Blas Infante y bueno lo demás es historia.
Entiendo que no soy nacido en Andalucía y que mi opinión no establece ninguna verdad absoluta, entiendo también que precisa de matizaciones.
Abrazos Camaradas.
NUESTRA MADRE PATRIA ROMANA CONTRA EL 28-F
Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Gracias a Dios, fuimos los andaluces los que hicimos del español una lengua universal. Fue nuestra fonética y nuestro vocabulario la que impregnó a nuestros hermanos canarios e hispanoamericanos. Fueron nuestros marinos, junto a los vecinos portugueses, los que abrieron el Atlántico como Mare Nostrum. Tal vez no es casualidad que cuando más se ensancharon los lindes del Imperio Romano fuera con los emperadores Trajano y Adriano, ambos nacidos en la Bética.
Con Roma fuimos una provincia política durante seis siglos, con constante contacto etnocultural. Es por ello que hablamos una lengua latina y nos regimos por el Derecho Romano. Y no en vano los romanos dijeron que los turdetanos eran los más cultos entre los iberos. También hubo presencia céltica entre nosotros. Y colonos fenicios y griegos. Antes de Roma, la Roma Eterna a la que luego volvimos por los fueros de Fernando III el Santo, rubricando a posteriori los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón; recordando, a su vez, que fuimos parte del Reino Visigodo de Toledo, y que vimos muy de cerca la presencia bizantina en el solar ibérico. Así, el legado romano se transformó y retroalimentó.
Alándalus, se nos dirá. Pero no es lo mismo Roma que Alándalus para nosotros. Alándalus fue todo el territorio musulmán de la Península Ibérica, las islas Baleares, y parte del norte de África. La invasión bereber, comandada por caudillos árabes, le cambió el nombre al país, cosa que no hicieron ni visigodos ni bizantinos, que siempre hablaron de Spania. Y es que en verdad en árabe también se dice así, pero los musulmanes tuvieron muy claro que ellos querían forjar otra cosa. Sin embargo, hubo resistencia, y a pesar de que no pocos se convirtieron al islam y pasaron de ser hispanos a andalusíes, tanto la victoria de Covadonga como la resistencia de los cristianos mozárabes, que mantuvieron el legado hispano-visigótico, nos permitió recuperar España y volver a nuestro lógico curso histórico-cultural, forjando nuestra comunidad geográfica con ciertos caracteres culturales comunes y políticamente insertados en la Corona de Castilla. Sin problemas y a mucha honra. Hasta que el liberalismo nos desgajó, y hasta ahora...
Somos tierra de frontera y no rechazamos ninguna influencia, como tampoco hay que rechazar que elementos tan característicos de Alándalus como el arco polilobulado sea de origen bizantino y el de herradura visigótico. La originalidad de nuestro solar impregnó a los llegados de fuera y se formó algo único y diferente del resto del mundo mahometano por eso mismo; toda vez que Alándalus se desgajó del califato y pasó a ser un emirato independiente, cuya fuerza en verdad llegó al valle del Ebro, pues allí los dirigentes, muchos descendientes de muladíes hispanos, poca obediencia le prestaban a Qurtuba. La unidad política de Alándalus siempre fue débil, y se rompió en numerosas taifas al cabo de cuatro siglos; no sin antes haber avisado nuestro paisano Ben Hafsun con su indómita rebeldía anticalifal de lo que se podía venir encima.
Definitivamente: Alándalus no es comparable a Roma.
Por eso, ¿qué tenemos que celebrar el 28 de febrero? Absolutamente nada. Ni tan siquiera Blas Infante celebró nada ese día. Porque el 28 de febrero es el aniversario de la autonosuya de 1980; "autonosuya" que más del 60% de los andaluces se negó a votar, recordamos; al igual que el pueblo andaluz nunca votó en su día por Blas Infante, cuyas teorías nunca tuvieron predicamento en nuestros pagos. Blas Infante quería celebrar el 4 de diciembre, evocando una revuelta campesina que hubo en Cádiz en el siglo XIX, dizque apoyada por los federalistas. Pero ni los mismos "andalucistas" lo respetan, porque en verdad, no les interesa más que el clásico "divide y vencerás" y de paso, saquear a placer.
En realidad, Blas Infante no salió nunca de indigestas elucubraciones, empezando misma bandera, de reminiscencias islámicas, incomprensible y antipática aún hoy en día para muchos andaluces. Y parte del pueblo andaluz, que ha tomado este símbolo "folclóricamente", es porque no sabe su significado, porque cuando se entera, provoca lógico e inmediato rechazo.
Estamos muy orgullosos de nuestro inmenso e intenso legado y es por ello que rechazamos las mixtificaciones románticas extranjeras del siglo XIX y el politiqueo del siglo XX; politiqueo que busca enfrentarnos y dividirnos entre españoles, con diferencialismos exagerados, deformados y absurdos. Y si bien España es una nación diversa y ese tesoro hay que amarlo, respetarlo y venerarlo, ¿cuál no lo es? ¡Qué poco se ha viajado por el mundo cuando se insiste en la "excesiva diversidad" de España!
Y bueno, ¿no hacen apología de la libertad de elección? Pues nosotros elegimos no celebrar a Blas Infante, ni a su bandera (que no es la de Andalucía), ni a una "autonosuya" de caciques corruptos que van desde la derecha liberal a la extrema izquierda con los mismos y cochambrosos intereses contra nuestra tierra y nuestra gente. Es evidente que nuestra madre patria es Roma, y no Arabia. Y que un andaluz es más parecido a un napolitano que un moro, que de hecho, nos adaptamos antes a Italia o a Grecia que al Magreb; y no digamos ya nuestra íntima relación con portugueses, manchegos o canarios.
No, definitivamente no tenemos nada que celebrar el 28 de febrero, al contrario. Y hablamos claro:
ESTE ES EL PADRE DE NUESTRA PATRIA:
ESTAS SON NUESTRAS BANDERAS:
ESTOS SON NUESTROS MANIFIESTOS:
EL BLOG DE CASSIA: MANIFIESTO EN FAVOR DE SAN ...
RAIGAMBRE: 28 DE FEBRERO: NADA QUE CELEBRAR
¡VIVA ANDALUCÍA, QUINTAESENCIA DE LAS ESPAÑAS!
RAIGAMBRE
¿Quién se hubiese imaginado que un hombre como Blas Infante sería llamado "padre" de Andalucía? Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen. Esa es la única respuesta que puedo dar.
Mirando de lejos la desgraciada situación de nuestra Madre Patria lo único que puedo hacer es rezar. ¡San Fernando Rey, ruega por nosotros! La gran nación, la civilizadora y evangelizadora de medio mundo, es hoy entre las más seculares y languidece la fe. Que dolor. Esta cuaresma, rezad por la patria.
Andalucía, tierra de María, por ti rezaré a la Inmaculada. Ese salero, esa gracia, ese arte, es que Andalucía es única. Tan española y tan ella. ¡America te debe tanto!
En este día, en que te celebran sin conocerte, te vitorean falsamente, y te achacan un 'padre' apóstata y traidor, yo en cambio adoraré al Santo Cristo de la Salud, Veneraré a la Virgen de los Reyes y en ti pensaré.
No a la bandera mora ni al centralismo de la Junta
Hoy, 28 de febrero, día en que la casta del sistema partitocrático celebra en nuestra tierra el nefasto Estatuto de 1981 que nos legó –entre otras desgracias– la bandera de origen yihadista verde y blanca y un centralismo devastador, los tradicionalistas granadinos, aunque no somos en puridad ni por historia andaluces, nos adherimos al manifiesto «28-F, con F de Fernando», que reproducimos, haciendo constar que somos hijos de San Fernando y de los Reyes Católicos y no del renegado Blas Infante.
http://2.bp.blogspot.com/-xVfmxq3t_d...el%2BSanto.jpg San Fernando, verdadero padre de los reinos de Jaén,
Córdoba y Sevilla, a los que liberó del yugo sarraceno
28-F, CON “EFE” DE FERNANDO
Nosotros, andaluces de las actuales provincias de Andalucía, orgullosos de nuestra tierra, de nuestra identidad y de nuestras raíces amamos a nuestra Patria y queremos celebrar nuestro Día de Andalucía ofreciendo este manifiesto a todas las asociaciones, de la naturaleza que sean (juveniles, culturales, deportivas, sociales, y cualquier otro tipo de colectivos establecidos en nuestra comunidad autónoma, etcétera…), con la sola condición de que sean asociaciones que arraiguen en Andalucía, para que las mismas puedan adherirse a este Manifiesto desde el momento en que lo hacemos público y sin que se clausure bajo ningún plazo establecido.
Redactamos este Manifiesto para expresar pública, libre y voluntariamente que:
1º. Reconocemos como Padre de Andalucía a Fernando III “el Santo”, Rey de Castilla, Toledo, León, Galicia, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén.
Siéndolo, en primer lugar, por las cualidades humanas que concurrieron en su personalidad histórica, reconocidas por sus vasallos y enemigos; pues, tal y como reza su epitafio, Fernando III el Santo fue «el más leal, el más verdadero, el más franco, el más esforzado, el más apuesto, el más granado, el más sufrido, el más humilde». En segundo lugar, es Padre de Andalucía por la proyección histórica de su labor reconquistadora, incuestionable causa de nuestra actual Andalucía (progenitor inmediato de los Reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla cuando los reconquistó por su propio brazo; ancestro mediato del resto de provincias hermanas que si no lo tienen como Padre, bien lo podrían tener como Abuelo). La paternidad histórica de Fernando III el Santo no puede rechazarse por ningún andaluz bien nacido; sólo un ignorante podría abjurar de su verdadero origen.
2º. Bajo la égida de la regia figura de Fernando III el Santo fueron felizmente reintegrados a España los territorios españoles que sufrieron siglos de infeliz y terrible esclavitud, sometidos a una cultura extraña y fanática, brutal e invasora que reconocemos como hostil a nuestras libertades y ajena a nuestro propio ser andaluces.
3º. Por las felices victorias del Rey Fernando III se establecieron en nuestro amado suelo patrio nuestros antepasados; solar que les fue arrebatado mediante una invasión: por la fuerza bruta, cruel y sanguinaria, y por la traición de algunos. Siglos y siglos de tinieblas fueron los que sufrió Andalucía, bajo un poder extraño que la sumergió en la noche más lóbrega y sórdida de la barbarie. Fernando III trajo la luz.
4º. Nos vemos forzados a reclamar la paternidad histórica de Fernando III el Santo, tras haber sido puesta en cuestión por nuestro Parlamento de Andalucía cuando, en 1983, impuso -en el Preámbulo del Estatuto de Autonomía para Andalucía- como “Padre” de la misma a un personaje partidista, que ni representa ni puede representar legítimamente a la totalidad del pueblo andaluz, por mucho que sus partidarios le presupongan una paternidad que dicho personaje –cuyo nombre silenciamos a propósito- no puede tener.
5º. Reclamamos que las autoridades políticas de la Comunidad Autónoma Andaluza reconozcan a Fernando III el Santo como indiscutible y exclusivo Padre de Andalucía. Será así como podrán suturar el abismo que la clase política abrió entre ella y el auténtico pueblo andaluz que dice representar. Para que la distancia que cada vez separa más a la clase política del pensar, el querer y el sentir del pueblo no se agrande más.
Y, para que ello surta efecto, suscribimos este manifiesto, el cual se hará público todos los 28 de Febrero, Día de Andalucía, para que todos los 28 de Febrero, éste como los que estén por venir, se escriban con “F” de Fernando, y no con “F” de Falso.
http://1.bp.blogspot.com/-8O7QJ_ljsN...C3%B3licos.png Rechazamos: la bandera sarracena, el centralismo de la Junta y la ideología del renegado Blas Infante.
Reivindicamos: la catolicidad, la españolidad y la diversidad de la región andaluza.
Reino de Granada
Castilla la Novísima o la tercera vía para el sur
Por Javier Martínez
Escribía recientemente el escritor, filósofo y catedrático de Lengua y Literatura andaluz, José Mª Vaz de Soto (Paymogo, Huelva, 1938), en El Mundo 02/03/2015, un artículo titulado “Castilla la Novísima” que con agradable sorpresa para mí decía:
“No diré que para la gente en general ni para la gente culta, pero para la semiculta del norte de España, Andalucía es pueblo llano autóctono y aristocracia venida de fuera, o dicho con una imagen de no lejana actualidad, Cayetana de Alba y gitanos. Vaya por delante que yo soy, o me considero, un andaluz de la tercera vía. No me hace gracia la identificación de Andalucía con los gitanos, ni tampoco (por más que así nos vea cierta gente de Bilbao o Valladolid) con una masa agitanada y unos pocos aristócratas llegados de otra parte, o sea, de la suya. Y es que de esa otra parte, esto es, de la España medieval cristiana, procedemos históricamente, nos guste o no y les guste o no a ellos, no sólo la aristocracia, sino la inmensa mayoría de los actuales andaluces. En cuanto a los gitanos que aquí viven, por supuesto que son tan andaluces como los payos, pero no son, como algunos creen, Andalucía; sólo parte de ella, y no la mayor”.O sea, como en todas partes, añado yo, por lo que no se explica que sea solo con esa tierra con la que se identifica el gitanerío, el flamenquito y la heroína que se chutaba el amigo Camarón. Nada que no veamos en las barriadas de Madrid, Barcelona o Valencia… o París, Burdeos y Marsella. ¿Por qué solo se asocia la marginalidad con Andalucía? , ¿no será que allí se idolatra a "los perdedores"? Y hasta al enemigo-invasor.
Continua el artículo:
http://2.bp.blogspot.com/-HMzxAALp5z...n%2Bespada.jpg Cada 23 de noviembre, día de la Toma de Sevilla, se procesionan conjuntamente la espada Lobera de Fernando III (cogida por la punta por el alcalde pues la empuñadura se reserva al Rey) y el Pendón de Castilla (portado por el concejal más joven) por el interior de la catedral (Foto ABC Sevilla 24/11/2011). El burgalés Ramón Bonifaz fue el primer marino condecorado como Almirante de Castilla tras capitanear con éxito la toma de Sevilla por el río, encargo que recibió directamente de Fernando III (que asedió por tierra), y cuyas naves fueron construidas en las denominadas cuatro villas marinas de la costa cántabra de Castilla: Laredo, Castro Urdiales, Santander y San Vicente de la Barquera, sede de la Marina de Castilla creada por su abuelo Alfonso VIII. Este es el origen de la Armada de Castilla, la primera peninsular, formada toda ella por marinos montañeses, los primeros en llevar el pendón castellano a Sevilla. Menos conocido es que también fueron los montañeses quienes llevaron la ganadería a esas tierras. Felipe González, ex-presidente del gobierno español a finales del siglo XX, e hijo de ganadero, es descendiente de esa estirpe castellana cántabro-montañesa de ganaderos. Trascurridos los siglos, resulta sonrojante que Fernando III, el creador de Castilla la Novísima, haya sido "sustituido" por el grotesco Blas Infante.
“Tampoco me parece nada acertada, por muy poética que pueda sonar, la identificación de Andalucía con ‘las gentes que a mi tierra vinieron’, como rimaba Manuel Machado, o sea, con los árabes o los moros. Es más, resulta paradójico y disparatado que algunos andaluces hayan terminado identificándose con nuestros enemigos seculares de antaño, sabiendo como sabemos que Andalucía fue, desde mediados del siglo trece, vanguardia de la España cristiana contra el Islam hispánico y norteafricano, empezando por la llamada Frontera, que ha dejado su nombre en tantos topónimos andaluces, como Jerez de la Frontera, Arcos de la Frontera, Morón de la Frontera o Aguilar de la Frontera, así como en los romances denominados fronterizos por Menéndez Pidal”.En efecto, hay hoy una Andalucía oficial y política que por alguna extraña razón, quizás para auto-justificar su existencia administrativa, olvida intencionadamente a los tres verdaderos creadores de Andalucía. A saber, Alfonso VIII de Castilla, el que abrió la lata en Las Navas (La Carolina, Jaén), Fernando III de Castilla, el que se comió todo el pescao habido y por haber del valle del Guadalquivir (Jaén, Córdoba, Sevilla y parte de Extremadura) y atrajo, unió y fusionó, para la causa castellana, la sangre leonesa, e Isabel I de Castilla, quién cerraría el candado castellano tras la Toma de Granada y cuya conmemoración-celebración-homenaje tanto jode hoy a la izquierda pro-moruna local, que no dudan en manifestarse con banderas verdiblancas con lemas en árabe. Y lo peor, han sustituido y arrinconado a tres gigantes de la política y la historia patria, por un botarate padrecito imaginario de una presunta “patria” andaluza: el filoislamista Blas Infante.
“Por tanto, señores andalucistas blasinfantiles de cualquier partido, perdonen que les lleve la contraria, pero nada de ‘volver a ser lo que fuimos’, porque nunca lo fuimos; es decir, nada de musulmanes, casi nada de árabes ni de moros, poco de gitanos y rebajen ustedes las supuestas tres culturas de las que siguen presumiendo a falta de mitos prehistóricos o altomedievales. Yo aceptaría para nuestra región, al margen de estatutos de autonomía y proclamados padres de supuestas patrias, el sobrenombre de Castilla la Novísima, de no ser porque no quiero que se me confunda con fundamentalistas de signo opuesto y porque pienso que hay también una Andalucía más o menos leonesa (Huelva y media Sevilla), otra algo aragonesa y levantina (Almería y parte de Granada) y otra, dispersa, de todavía más al norte, incluso de allende el Pirineo. Pero frente a los adictos al mito, tanto de por aquí (Blas Infante, sin ir más lejos) como de por allá (Ortega y Gasset a la cabeza), prefiero adscribirme, antes que a la ficticia Andalucía ‘oriental’ de los románticos o a la manuelmachadiana ‘de la raza mora, vieja amiga del sol’, a la Andalucía europea y cristiana -creyente o incrédula a estas alturas de la modernidad- comoquiera que queramos llamarla.”
No tema don José Mª, en aceptar lo de Castilla la Novísima. Ignoro el motivo, pero observo con preocupación que en cuanto nace el más mínimo atisbo de castellanismo en los hijos de la tierra de los castillos, nosotros mismos, más aún cuanto más cultos, nos encargamos de abortarlo. Creo honestamente que tememos ser equiparados a la carcunda periférica, tan desleal, tan atrabiliaria y tan antiespañola. Afortunadamente, el castellanismo político no ha tenido ensoñaciones ni tentaciones independentistas ni filototalitarias; ni siquiera necesitamos inventarnos una historia para sentir el pecho hinchado, nos mueve alzar nuestra débil voz contra los que vilipendian nuestra lengua y legado desde tres o cuatro esquinas peninsulares. Es algo defensivo. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién? ¿Vamos a pedir perdón por ser Castilla, por qué habéis de renunciar a llamaros Castilla la Novísima? Las primeras batallas que se pierden son las que no se disputan. Y esta es una batalla ideológica, intelectual. Si Blas Infante de alguna manera ha triunfado en el imaginario andaluz ha sido por incomparecencia del resto.
¿Quién era Blas Infante?
Blas Infante Pérez de Vargas (Casares, Málaga, 1885-Sevilla, 1936), de apellidos inequívocamente suecos, notario de profesión y político de vocación, fue el principal ideólogo del andalucismo, unas veces de matiz regionalista, otras federalista y no pocas nacionalista de tipo islamófilo. Anarcoide e izquierdista radical siempre pese a su origen aburguesado, es el gran enterrador y desprestigiador de la raíz castellana y católica de Andalucía, estando además considerado oficialmente, cágate el lorito, tanto por el Congreso de los Diputados como por el Parlamento de Andalucía como el “Padre de la Patria Andaluza”, como el creador de Andalucía cuando no pasó de ser un pintoresco intelectual más, bastante malo a poco que se analice su obra. Como todo izquierdista con sueños revolucionarios que se precie, primero ha de nacer y vivir en una casa acomodada. Hijo de licenciado en Derecho (¡en el siglo XIX!) secretario de juzgado, ergo funcionario del Estado, y madre labradora de clase media con tierras en propiedad, fue a la Universidad de Granada, como los señoritos entonces, donde se licenció en Derecho sin más. No fue hasta la década de 1920, siendo ya notario, profesión típicamente obrera, cuando descubrió el mundo jornalero andaluz y sus penurias, algo que le era ajeno, aunque no indiferente: “Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo” escribió.
Creador-inventor-soñador de una identidad e historia andaluzas, nunca mejor dicho, muy personal, no se arrendó y se consideró elegido para reinventar a su gusto para Andalucía (el gran sur del reino de Castilla), toda suerte de cuentos más o menos filoislamistas que se le ocurrió entre vino y vino. Entre sus inventos al más puro estilo Sabino Arana, un día vio la luz y encontró una bandera, un escudo y un himno para Andalucía como si la cuartelada castellana nunca hubiese existido. Así diseñó la infame bandera verdiblanca: inspirándose en el verde, color del islam (y de los Omeyas), y el blanco (color de los Almohades), esto es, adulando al enemigo secular de los castellanos que allí llamamos andaluces. Jamás entendió que si "andalusí" y "andaluz" se parecen, no es más que una coincidencia fonética (hablamos de pueblos étnica, cultural, religiosa y políticamente distintos y enfrentados), que Al-Ándalus no es Andalucía, sino la España musulmana, cualquiera que fuese su extensión, que como todo el mundo leído sabe, fue variando su territorio según la reconquista avanzaba y que en su máximo apogeo cruzó los Pirineos. Reconquista, no conquista, nótese el matiz.
El propio Blas Infante dejó escrito que la primera idea de la bandera andaluza se la sugirió una manifestación de mujeres en Casares, su pueblo, que portaban una “bandera” de solo dos franjas horizontales, una verde y la otra blanca. Quiso ver en esos trapos para protegerse del sol un origen histórico. De hecho, él mismo dejó claro que la elección de los colores tenía su origen en su admirado mundo musulmán. Observó que en 1195, tras la victoria mora sobre las tropas cristianas de Alfonso VIII de Castilla, en la Batalla de Alarcos, sobre el alminar de la mezquita mayor de Sevilla, entonces Isbiliya (árabe أشبيليّة), ondeó una enseña verde (color del islam, no lo olvidemos) junto a otra blanca (de los Omeyas). Otra fuente de inspiración del tarambanas de Blas Infante, parece ser una vieja leyenda mora según la cual a un iluminado que predicaba en los pueblos del Atlas marroquí se le apareció una especie de ángel que le revelaba un fabuloso Imperio que unía las dos orillas del estrecho de Gibraltar, con el verde paraíso de Al-Ándalus (los moros siempre consideraron a Hispania su paraíso terrenal) y el blanco Magreb de los almohades. Así pues, el verde-blanco-verde sería algo así como Al-Ándalus-Magreb-África subsahariana, también musulmana, claro. Por si eso no fuese suficiente inspiración, existe un poema de Abu Asbag Ibn Argam, natural de Guadix y visir del emir Almotacín de la entonces taifa de Almería, que cita una enseña verdiblanca (normal si son moros) que ondeaba en la Alcazaba de Almería en 1051 antes de que los castellanos les dieran matarile y se limpiaran los zapatos con ella. Normal si son moros que usen el verdiblanco, pero anormal y subnormal si son cristianos, huelga decir.
http://mm.queaprendemoshoy.com/wp-co...anolas0012.jpg Durante algún tiempo, el llamado Pendón de Castilla con el que se conquistó Sevilla en 1248 y que se conserva en su catedral, se pensó, al no encontrar explicación a los tres cuarteles a uno, que era un paso previo al diseño definitivo del reino unificado de Castilla y León, que llevaba unido apenas 18 años. Hoy se sabe, gracias al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico que lo restauró, que hubo dos restauraciones en siglos anteriores de las que no se tenían noticia donde se recosió con retales de otros pendones. Eso explica que el león esté girado hacia la derecha y que hay un castillo de más y un león de menos.
No acaban ahí las banderas moras verdiblancas conocidas en las que este tuercebotas se pudo inspirar. Aunque el estandarte nazarí del emirato de Granada era rojo, de los veintidós estandartes tomados por el conde de Cabra (¡maldito castellano!) a Boabdil en 1483, dieciocho ostentaban los colores verde y blanco. Es cierto que verde fue también el estandarte que los Reyes Católicos dieron en Granada a las Guardias Viejas de Castilla (el ejército castellano para entendernos) para su defensa, pero no parece que sea este el origen de la inspiración de don Blas, vista la alergia y la urticaria que lo castellano y lo católico le producían a partes iguales.
http://2.bp.blogspot.com/-mmwiXdSJZ-...dic%2B2011.png No solo la desnortada izquierda andaluza anda sin brújula. La derecha garbancera no le anda a la zaga, le hace seguidismo. Especialmente llamativo es que el alcalde de Sevilla, el juez Juan Ignacio Zoido, del PP, homenajee y reivindique al cretino separatista y converso de Blas Farsante, un tipo fascinado por el Islam y la España musulmana (Ál-Ándalus) no desde una óptica cultural o meramente histórica, sino política. Para Zoido "el 4 de diciembre es el día que los partidos y organizaciones del ámbito del nacionalismo andaluz reivindicamos como el Día Nacional de Andalucía. Es por tanto una fecha que deben recordar todos los andaluces, junto al nacimiento de Blas Infante, el 5 de julio de 1885 [...] hay que mantener vivo el legado del padre de la patria andaluza, que incluso llegó a dar su vida por ella. Formar parte de Andalucía es también saber transmitir este legado" (EFE/Diario de Sevilla, 05/12/2011). Blas Infante propuso, en "El ideal andaluz", un Estado andaluz separado del resto de Castilla y España y hermanado con Marruecos, llegando a asegurar que "el idioma andaluz (sic) debía escribirse con caracteres árabes y no latinos". Blas Infante, padre de la patria andaluza, también para el PP como vemos, solicitó su entrada en la masonería (sociedades secretas anticatólicas que buscan el poder absoluto mediante subterfugios) en 1923, en una logia reunificada llamada Isis y Osiris (perteneciente a la Gran Logia de Oriente de España). Sr. Zoido, ¿cómo pretenden gobernar alguna vez en Andalucía? La gente siempre prefiere el original a la copia, aún cuando el original sea estiércol.
El 8 de mayo de 1521, año comunero en toda Castilla, el pueblo hace tiempo castellano de Sevilla (desde 1248), vio como en uno de sus barrios, el de Feria, auténtico gueto donde se amontonaban los descendientes de moriscos y andalusíes aún no expulsados, se alzan y recorren la ciudad dirigiéndose hacia el Ayuntamiento, al que lanzan piedras y todo tipo de objetos, diciendo dame pan. El asistente (alcalde) de la ciudad calmó a la muchedumbre ofreciéndole vino, o sea, alcohol, detalle no menor. Pero el 9 de mayo seguían teniendo hambre en la morería (nunca hubo buena convivencia entre las tres culturas, eso son mitos, la realidad es que vivían en barrios separados), se apoderan de armas y piezas de artillería y liberan a los presos. Sevilla, que siempre estuvo del lado realista durante las revueltas comuneras, quizás para asegurarse la protección del Rey contra el latente problema étnico-religioso interior, temió una revuelta similar a ésta por lo que llamó rauda al ejército castellano que aplastó la rebelión y ajustició, según costumbre de la época, a los cabecillas cortándoles la cabeza y colgándolas en la ventana principal de palacio de los marqueses de la Algaba. En la mayoría de ciudades andaluzas, el problema gordo no eran tanto los altivos flamencos europeos que manoseaban el reino, como los moritos. Eso explicaría que la mayoría de ciudades andaluzas apoyasen la causa realista frente a la comunera (que sí prendió en la meseta). De hecho, la causa comunera si tuvo apoyo en las zonas altas primeramente reconquistadas del gran valle del Guadalquivir, donde la limpieza étnica ya estaba avanzada o terminada (Baeza, Úbeda, Jaén), donde los moros había sido empujados hacia Granada. Aquel amotinamiento de la moruna sevillana contra la carestía de los alimentos que se decía antes, o de la vida que decimos ahora, se hizo recorriendo las calles precedido por un estandarte verde tomado a los moros por Alfonso X y que se custodiaba en la iglesia del Ómnium Sanctorum. El episodio es conocido como el Motín del Pendón Verde (Ramos, 1987).
http://www.nodulo.org/ec/2007/img/n060p02a.png Foto de Blas Infante vestido con chilaba marroquí que nos ocultan. Si este señor hubiese hablado una sola vez con cualquier gitano andaluz (éstos si de otra raza aunque tan andaluces como el que más, conste), se habría percatado que todos ellos llaman castellanos a los andaluces blancos. Esa costumbre de llamar castellanos a quienes en otras partes llamarían simplemente payos no es casual. Los gitanos no se han visto influenciados por el botarate de Blas Farsante, viven pegados a la tradición. Tampoco es difícil oír a andaluces que dicen "los castellanos y los guiris somos diferentes", en relación a los turistas. Yo lo he oído en la Costa del Sol, probablemente la zona más cosmopolita de Andalucía.
Durante la Conspiración del duque de Medina Sidonia en 1641 (un episodio oscuro cuya veracidad genera controversia y que se sitúa en el contexto de la crisis de 1640, simultáneo a la revuelta de los catalanes y la independencia de Portugal, donde el IX duque de Medina Sidonia y el VI marqués de Ayamonte planearon una simple conjura nobiliaria de carácter estamental o particularista según unos, o un intento secesionista o independentista, al modo catalán y portugués según otros, por el que se pretendía sublevar Andalucía contra el rey de Castilla para instaurar en ella una Monarquía en la persona del citado duque), una bandera partida verticalmente de verde y blanco fue la enseña de la alianza sediciosa entre el duque de Medina-Sidonia con los moriscos de Tahir Al-Horr, que se alzarían en Andalucía oriental (Ramos, 1987). El IX duque de Medina Sidonia, recordémoslo, era el jefe de la casa de Medina-Sidonia, depositaria del ducado más antiguo de la nobleza castellana, poseedora de vastos señoríos en el antiguo emirato de Sevilla y otros más pequeños en el de Granada, la mayor fortuna de la región castellana de Andalucía y una de las mayores de España. Repárese cómo verde, islam, enemigo, traición y sedición van muy unidos siempre.
http://laotraandalucia.org/sites/def...en-Malaga1.jpg Perroflautismo Er Llano (sic) o cómo no saber quién era tu padre ni tu madre. Gustará más o menos, pero la preocupación por la pureza y la limpieza de sangre fue una constante de la historia de España durante siglos, lo que acababa en expulsiones y deportaciones masivas y constantes de los moros por toda la península, hasta no dejar ni uno. También para evitar continuas revueltas sociales y políticas. Estudios recientes genéticos confirman que el rastro étnico musulmán es inapreciable y que incluso es menor en Andalucía que en Galicia, Léon o Zamora, por ejemplo. Otro mito, como el de la presunta idílica convivencia de las tres culturas, que cae. Aquí hubo una cruenta guerra que duró 800 años, un choque de civilizaciones.
Otra idea-ocurrencia de don Blas el farsante fue la de crear un himno andaluz. Bueno, crear, lo que se dice crear, es mucho decir. En realidad lo falsificó. Cogió una cancioncilla popular andaluza y le quitó la letra sustituyéndola por otra de su invención. Eso hoy sería un fraude imposible de comercializar. Pero ahí está viva la ocurrencia.
Tras presentarse varias veces a las elecciones, y nunca obtener representación, decidió viajar a Marruecos en 1924. Antes, en 1919, redactó el Manifiesto de Córdoba, donde se acuña por primera vez lo de “nacionalidad histórica” para Andalucía, así, con un par, ninguneando implícitamente su pertenencia histórica al reino de Castilla, y que entre otras lindezas decía:
http://batiburrillo.redliberal.com/N...0la%20toma.jpg ¿Acabamos con Granada o con los moros invasores?, ¿lo hicieron mis antepasados o los tuyos que vives en Andalucía? O acabábamos con ellos, o ellos lo hacían con nosotros. Tan fácil de entender como eso. Pero no es que no lo entiendan, es que ocultan sus verdaderas intenciones: el andalucismo no es tal cosa, es una máscara del islamismo. El andalucismo, para ser auténtico y creíble, debería ser una parte del castellanismo. Contraponer lo andaluz a lo castellano, simplemente es del género estúpido porque son lo mismo.
“Sentimos llegar la hora suprema en que habrá de consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España […] Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad; de este Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los pueblos extranjeros […]. Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional”En Marruecos, donde visitó la tumba de Motamid en Agmhat y conoció a los supuestos descendientes de éste, se convirtió al Islam mediante la Shahada (ceremonia pública de su reconocimiento como musulmán), en una pequeña mezquita de Agmhat, adoptando el nombre de Ahmad. Los testigos del acto por el que Blas Infante se convertía/reconocía musulmán fueron dos presuntos "andalusíes" nacidos en Marruecos (ergo no son ya andalusíes pues estos eran los musulmanes nacidos en Hispania o Al-Ándalus) y descendientes de moriscos: Omar Dukali y otro de la Kabila de Beni-Al-Ahmar.
Como se ve, primero renunció a sus apellidos y orígenes castellanos (como los de todos los andaluces por otra parte) y luego a su cultura católica. También aprendió árabe, dicen. Sin embargo, su familia no aceptó jamás esa conversión al Islam. En una entrevista publicada por los diarios del Grupo Joly, su hija, María de los Ángeles Infante (nombre de pila cuanto menos significativo), desmiente su filiación islámica y afirma que era un gran admirador de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, además de benefactor del convento de Madres Dominicas ubicado en la calle San Vicente de Sevilla. Lo que da idea de la empanada mental y de identidad de este hombre abducido por la huella árabe en su tierra, no así de la romana, la visigoda o la castellana, la más evidente de todas. Y es que una cosa es la admiración por las cosas buenas que el islam nos dejó y otra muy distinta confundir el culo con las témporas, los cojones con comer trigo.
http://www.nodulo.org/ec/2007/img/n060p02c.jpg Blas Infante en Agmhat, peregrinó a la tumba de Motamid, conoció a Omar Dukali, descendiente teórico del último Emir (equivalente a Rey) de Sevilla y testigo de su Shahada (ceremonia pública de su conversión), el 15 de septiembre de 1924, ante dos testigos que le regalaron una chilaba y una daga bereber. Buscando al descendiente del enemigo para arrodillarse ante él, así podría calificarse su viaje y su vida.
http://www.nodulo.org/ec/2007/img/n060p02b.jpg Blas Farsante no hizo otra cosa en toda su vida que falsear la historia de Andalucía, deformarla hasta la náusea, algo muy frecuente en la historiografía romántica de finales del siglo XIX y principios del XX. Y la farsa continúa, esta vez con la colaboración de las instituciones. Todo ello en aras de favorecer un localismo alicorto, de vuelo gallináceo. En 1928 viajó a Galicia para reunirse con los ideólogos del galleguismo, que también se apuntaban al deporte de vilipendiar a Castilla y lo castellano (muy extendido desde 1898), llegando a participar en la revista galleguista Nós (Nosotros). En esa época también conoció Portugal. Viajar no estaba al alcance de cualquiera, solo de los señoritos con posibles. En 1931 participó en la candidatura del Partido Republicano Revolucionario a las elecciones generales. Resultado desastroso, queda fuera. Tras pasar por el Partido Republicano Federal, también fracasa en su intento de conseguir representación; en 1931 publica “La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía”, donde critica con dureza la manera de actuar de la República y relata el boicot al que fue sometida su candidatura andalucista en las elecciones. En esta obra, su postura se radicaliza al definir como Estado Libre a Andalucía. A pesar del boicot anterior se presentó de nuevo en las elecciones de 1933 por Málaga, dentro de una coalición llamada Izquierda Republicana Andaluza formada por el Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) y por la Izquierda Radical Socialista. Todo “moderación”, como se ve. Nuevo fracaso electoral del neo-morito. Fue ese año, en 1933, cuando propuso que la melodía del canto religioso Santo Dios, un himno que cantaban los segadores de algunos pueblos andaluces a la salida o a la puesta del sol, fuera el Himno de Andalucía, cambiándole la letra por un texto suyo, no sea que sonase demasiado castellano o católico, es decir, andaluz auténtico.
http://upload.wikimedia.org/wikipedi...C3%ADa.svg.png Pocos saben que cuando se diseñó la bandera andaluza, los nacionalistas islamófilos andaluces, tan castellanófobos ellos, incluyeron como territorio andaluz a Badajoz y Murcia. Ese ramalazo expansionista es, junto a su carácter islamófilo, motivo suficiente para ser rechazada. Actualmente, el nacionalismo andaluz, ahondando más en su ignorancia y delirios, promueve cambiar el lema del escudo que reza "Andalucía por sí, para España y la Humanidad", una de las pocas cosas dignas de esa ideología, por "Andalucía por sí, por los pueblos y la Humanidad". De momento, no se les ha ocurrido eliminar los leones hispánicos del mismo, debido sin duda, a que no conocen el significado de los mismos, cosa que ya le pasaba a Blas Farsante.
Un falsificador nato este hombre, que sin embargo sí tuvo cierto grado de compromiso social con la causa de los "descamisados" del campo. Esto último, unido tal vez al hermoso lema grabado en el escudo andaluz ("Andalucía por sí, para España y la Humanidad"), de inequívoca universalidad, pero otra falsificación heráldica más pues procede del escudo de Cádiz, han servido para blanquear su ideario, para adoptarlo y acomodarlo sin rascar demasiado en el mismo. Y lo ha hecho tanto la indocumentada izquierda pijoprogre como la ramplona y acomplejada derecha seguidista andaluza. Cosas de las élites políticas andaluzas posTransición, que no de Andalucía, que necesitaban un progenitor de la patria para justificar sus cargos de nueva creación y chupar del bote (erario).
http://farm9.staticflickr.com/8196/8...2b4cb8b4_b.jpg Bandera de Ál-Andalus, es decir, de la España musulmana, cualquiera que fuese su cambiante extensión, y no de Andalucía. Su parecido a la inventada por Blas Farsante no es casualidad. El andalucismo creó, y coló, la bandera del enemigo siglos después de haber desaparecido. Esa bandera,
Este himno, junto con la bandera y el escudo elegidos en la Asamblea de Ronda de 1918, son actualmente los símbolos oficiales de Andalucía, según el artículo 6.2 del Estatuto de autonomía de Andalucía de 1981, reformado en 2007, y con el visto bueno de los cantamañanas del PSOE y PP, que dieron así rango de oficialidad a tanto disparate. Tras las elecciones de 1936, con la victoria del Frente Popular, el movimiento andalucista recobró fuerzas (la izquierda española y el andalucismo filoislamista tenían en el anticlericalismo católico un punto en común). Durante la Asamblea de Sevilla celebrada el 5 de julio de 1936 se aclamó a Blas Infante como presidente de honor de la futura Junta Regional de Andalucía. Como lo oyen, presidente de honor a quién jamás consiguió un triste escaño y además “de la futura Junta”. Para qué esperar. El 18 de julio se inicia la Guerra Civil según unos (según otros la verdadera Guerra Civil se inició en 1934), desatándose la barbarie que todos conocemos. Detenido en su casa de Coria del Río, fue fusilado, sin juicio ni sentencia (éstos tampoco esperaban), junto a otros dos detenidos en la carretera de Sevilla a Carmona. Cuatro años más tarde el Tribunal de Responsabilidades Políticas, creado después de la guerra, le condenó a muerte y a sus herederos a una multa económica, según un documento de 4 de mayo de 1940 fechado en Sevilla, no por traición, no por troyano de la causa mora, sino “porque formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931 y en los años sucesivos hasta 1936 se significó como propagandista de un partido andalucista o regionalista andaluz”.
http://granadadespierta.granadaimedi...verte-toma.jpg En La Junta de Andalucía no cabe un tonto más.
Que nadie lo dude. Si este majadero viviese hoy, es altamente probable que sería uno de esos yihadistas occidentales del Estado Islámico que quema vivos en jaulas expuestas al público a los católicos, rebana con sus cimitarras el cuello de los occidentales que secuestran o despeña desde la azotea de los edificios a los gays que osan ser libres. Todo grabado y retransmitido por internet. Un auténtico tontolhaba con chilaba este caballo de Troya. ¿Creen que exagero? Lean lo que decía el personaje en una entrevista el 11/06/1931 concedida al periodista sevillano Fco. Lucientes en el diario El Sol:
http://s.libertaddigital.com/fotos/n...terenueva1.jpg De alguna manera, toda la izquierda andaluza bebe del ideario blasinfantista que hace posible que hoy, partidos como Podemos, IU o el PSOE (y sus brazos sindicales) reivindiquen sin despeinarse expropiar la Catedral de Córdoba o la Giralda de Sevilla, antes mezquitas, y más antiguamente aún iglesias visigodas. Monumentos que si han sobrevivido arquitectónicamente ha sido precisamente porque los cristianos católicos castellanos no eran tan salvajes e insensibles como los pintaba el islamófilo Blas Infante. No podemos decir lo mismo de las iglesias visigodas, arrasadas por los moros. No verán jamás a ningún partido andaluz (tampoco de la acomplejada derecha, todos ellos unos cagarrias), reivindicar la bandera castellana. Incluso es difícil verles ondear una rojigualda española, no así una de la II República. La subliminal alianza izquierdista-andalucista (en sentido islamista) domina el panorama andaluz.
"Los liberalistas [próximos a la anarquista CNT], suprimido ese valladar de esclavitud, vamos más lejos: a unir un latido común por Andalucía a 300 millones de seres a quienes destruyó su cultura la tiranía eclesiástica. Pregunta: ¿Ve ese instante inmediato? Un 'crack' en Europa, por ejemplo una nueva guerra, lo produciría automáticamente. Entonces, el 1.200.000 andaluces que viven sus nostalgias de Tánger a Damasco y los 300 millones de hombres de Afro-Asia que sueñan por nuestra cultura, intervendrán para destruir de una vez la influencia del Norte"Sí, del Norte, de Castilla, de la Cristiandad, de España entera, de Occidente. Lo dice bien claro. Que semejante botarate converso defensor del enemigo secular y gran falsificador de la historia andaluza tenga docenas de estatuas, placas y reconocimiento oficial en Andalucía (cada 28 de febrero es homenajeado en el Día de Andalucía), y aún en España, es un oprobio para la auténtica, católica y castellana Andalucía, la que un día se supo Castilla la Novísima, a la que se mancilla. Más ignominia aún si se tiene en cuenta que el pueblo andaluz, siempre le dio la espalda elección tras elección. Ni un acta de concejal de pueblo, oigan. ¿Se necesita o no la tercera vía, a Castilla la Novísima? Hoy Andalucía vota en elecciones al Parlamento regional. Más que votar, lo que deberían hacer es botar y vomitar al blasinfantismo, al trapo verdiblanco, a cuanto recuerde a esa Andalucía folclórica de charanga y pandereta, flamenco y trajes de gitana incluidos. Eso o acabarán nuestras mujeres vistiendo como cucarachas. Eso o tasas de paro crónicas del 35% (59% entre los jóvenes, cuya tasa de abandono escolar del 33% simplemente sonroja).
Extremadura leonesa, Extremadura castellana
https://encrypted-tbn1.gstatic.com/i...QbYbicFM0JZESg ¿No a la celebración-conmemoración-homenaje de la Toma de Granada? Naturalmente que sí.
No quiero terminar sin antes hacer referencia a la bandera de esa otra región española, Extremadura, mitad leonesa, mitad castellana, que también ha caído, aunque en menor medida, en la mitificación de lo árabe o moro como identificativo de lo andaluz-extremeño, pese a que es un hecho probado la desaparición física por expulsión de la totalidad de la población árabe-musulmana y de la disolución de la poca cultura que quedó de éstos en la católico-castellana, cultura que básicamente se reduce a la arquitectura, no así al idioma árabe ni a la religión musulmana. En Extremadura, también se cayó en el pozo ciego de diseñar con aires morunos su bandera autonómica al usar los colores del enemigo, caso menos conocido que el andaluz. ¿Casualidad? En esta España botijera que tenemos, lo dudo.
http://www.ahoragranada.com/web/wp-c...exCamara-2.jpg Toda la basurilla al completo oponiéndose a la celebración de la Toma de Granada por parte de sus ancestros. Vivir para ver. El cubo marxista que todo lo recoge. Según cuenta la Wikanda, "el negro, el verde, el blanco y el rojo, son los denominados colores "panárabes" (que tanto nos recuerdan a las banderas palestina y saharaui) por ser los usados por el Emir de Hiyaz (actualmente parte de Arabia Saudita) en su revuelta contra el dominio turco en 1917. Cada uno de los colores se identifica con una de las familias descendientes de Mahoma que ocuparon el poder a lo largo de la historia d ela conquista islámica (Lux-Wurm, 2001)".
http://upload.wikimedia.org/wikipedi..._arms).svg.png Creada en 1977, la bandera-trapo extremeña tampoco escapa a la fascinación islamista posTransición vivida en toda España: en este caso la banda negra, única diferencia respecto de la andaluza, hace referencia a la dinastía aftásida de los emires de Badajoz. Claro que otras versiones aseguran con orgullo que hace referencia al paro, la marginación y el atraso además de a los almohades. ¿Pero cómo se puede sentir orgullo de eso? Tampoco falta quien hace un potaje histórico, sin duda tras fumarse diez porros, mezclando la Orden de Alcántara cristiana con el reino de Léon, el romano Estrabón y la taifa aftasí. Demencial es poco.
"El blanco sería el color del estandarte de Qusay, antepasado de Mahoma, y se considera el color de los Omeyas de Damasco, bajo los cuales se llevó a cabo la conquista de Al-Ándalus [o sea, de Hispania]. Blas Infante, en realidad identificó a los Omeyas con el verde, color también usado por los almohades.
El rojo fue usado por el segundo sucesor y suegro de Mahoma, Omar (634-644), y posteriormente se identificó con la rama religiosa de los 'puros' o jariyitas, separados de la ortodoxia y predominantes en los estados del golfo Pérsico. también ha sido siempre el color de los guardianes de La Meca, los hachemitas, actualmente la dinastía reinante en Jordania. Desde el siglo XII fue adoptado por los turcos otomanos.
El negro es el color que cubre la Kaaba, la Piedra Negra objeto de veneración y peregrinación en La Meca. Fue la insignia de la dinastía Califato Abasida y de los almorávides que dominaron Al-Ándalus [Hispania] entre los siglos XI y XII.
El verde está considerado el color propio de Mahoma, por ser el de su turbante, que agitaba en el combate para animar a los suyos, y es el que comúnmente se identifica con el Islam en su conjunto. Más propiamente, es el color con que se identifica a la dinastía Califato Fatimida, que llegó a gobernar sobre todo el Norte de África".
Todo esto pone de manifiesto el desastre monumental que supuso crear un Estado autonómico basado en regiones, y no en los antiguos reinos hispánicos peninsulares. El desastre está servido, no sabemos ni dónde pisamos ni adónde vamos. Tenemos más CC.AA. que reinos autónomos en el siglo XV.
http://2.bp.blogspot.com/-NnTulyXLOj...0/DSC_1281.JPG No todo es carcunda en Andalucía. Hay esperanza. En la foto, I Antorchada Memorial Fernando III Sevilla 1248, de la Asociación Cultural Fernando III, el 22 de noviembre de 2014.
http://1.bp.blogspot.com/-114mk_9E97...0/DSC_1133.JPG Pendón histórico de la Ciudad de Sevilla, también llamado Pendón de San Fernando, en vigor hasta 1995, cuando Juan Carlos I cambia y entrega a la ciudad la nueva enseña, la del NO-DO, con una excusa tan burda como que "la dificultad de su reproducción impide su popularización". En la actualidad solo se usa, y no es poco, para tomas de posesión de la alcaldía, entregas de medallas de la ciudad, recepción de jefes de Estado y asistencia con la corporación municipal a la procesión del Santo Entierro. Como bandera histórica de España cuenta con los máximos honores militares. Se procesiona en dos ocasiones al año: en la procesión del Corpus Christi (60 días después del Domingo de resurrección, hacia junio) y en la Procesión de la Espada, cada 23 de noviembre, día de la Toma de Sevilla, por las naves de la catedral. Durante la II República, fue el único período histórico en siglos en que los munícipes se negaron a procesionarla.
http://3.bp.blogspot.com/-fas6jmO276...0/DSC_1175.JPG El pendón de Fernando III, o de Sevilla, ondeando ante la Catedral de Sevilla.
Reunificación de Castilla: Castilla la Novísima o la tercera vía para el sur
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estoy de acuerdo en que Blas Infante era un noverlo y que Andalucia es tan católica como la que mas. peor de ahi a decir que los andaluces descienden de los repobladores Castellanos y Leoneses va un mundo, quizas sea cierto en la herencia materna, pero en absoluto en la linea materna, mas que norteafricana que Europea, por ejemplo, el haplogrupo CRS, que lo portan casi un 46% de europeos, un 40% de Españoles, un 30% de Andaluces, un 25% de sefardies, un 22% de Andaluces occidentales, un 20 % de andalusies (de una muestra de 64), 15 % de marroquies, un 6% de arabes, un 0 % de negros.
Lso sentimientos son uan cosa y las pruebas cientificas otra.
North African admixture in Western Andalusia and chrstian conquest