Revista FUERZA NUEVA, nº 512, 30-Oct-1976
Con documentación en la mano
EL CUENTO DE LA “IKURRIÑA”
Mucho se habla de si es o no es bandera vasca, si se puede o no autorizar; si se debe o si conviene. Pero nada hemos leído que se refiera al entorno de camelos que presidió al nacimiento de dicha enseña. Por eso nos decidimos a tomar la pluma y decir lo que sigue. Escribimos deprisa y de memoria y quizá cometamos algún error de detalle, por el que pedimos disculpas a los lectores.
La “ikurriña” no hubiera existido sin la imaginación de Sabino y Luis de Arana y Goyri. Claro que sin imaginación no se inventa nada. Pero es que concretamente Sabino inventó demasiado.
Etimología
Inventó, en primer lugar, la palabra “ikurriña”. En vascuence, bandera se dice como en castellano. No es lo malo que la inventase, sino cómo lo hizo. Se sacó del caletre que en vascuence “significar” se dice “ikurri”, lo cual es un cuento como un piano. Le añadió la partícula “iña”, lo cual es legítimo lingüísticamente. Y le quedó una palabra que quería decir “lo que sirve para significar”, o sea, bandera. Por otra parte, opinamos que la palabra debe seguir usándose. Pues esta cuestión no es objeto del presente trabajo.
¿Qué les impulsó a los hermanos De Arana y Goyri a dotarla de dos cruces?: ¿la hipnosis que Inglaterra ha ejercido sobre los separatistas vascos?
No podemos menos de calificar de hipnosis el cariño que sienten por todo lo inglés. ¿Qué debemos los vascos a Inglaterra? Una prueba más de nuestro españolismo la constituyen los agravios que hemos recibido de la Rubia Albión. A la vez que usurparon el Peñón, nos privaron de los derechos de pesca en Terranova, que los pescadores vascos venían ejerciendo desde tiempo inmemorial. Por no alargarnos, no enumeramos los motivos que, si fuésemos separatistas, tendríamos para mirar con ojos torcidos a Inglaterra, no siendo el menor de ellos el que durante la Cruzada fue este país el que impidió a Francia que prestase una ayuda realmente efectiva al bando rojo.
¿Cómo justifica Sabino Arana la presencia de las dos cruces en su bandera?: con dos camelos más. Mejor dicho, un camelo y un error heráldico.
Cuenta la leyenda que hace unos mil años se dio una batalla entre los vizcaínos, mandados por Jaun Zuria, y unas bandas leonesas, mandadas por el infante don Ordoño el Malo. Vencieron los nuestros y la mortandad fue tal que el lugar del combate pasó a llamarse Arrigorriaga (las piedras rojas), por la mucha sangre vertida. Ningún documento histórico se ha podido encontrar que pruebe la existencia de tal batalla. Sin embargo, Fray Justo Pérez de Úrbel opina que la leyenda tiene un fondo de verdad, ya que tal combate encaja en la serie de luchas que en dicha época mantuvieron los castellanos contra el centralismo leonés. No olvidemos la estrecha vinculación del naciente condado de Castilla con las gentes vascas.
La cruz de San Andrés
Sabino añadió de su caletre nuevos detalles al suceso. Entre ellos que la batalla se dio el día de San Andrés, y que por eso aparecen las cruces de dicho apóstol en la bandera del escudo de Vizcaya y en los cuarteles de muchos linajes vascongados.
Hubo un día de San Andrés en que se ganó una batalla, y en el bando vencedor lucharon muchos hijos de estas tierras, y por ello aparecen en sus blasones…, pero fue la toma de Baza (Granada) por los cristianos. Fue una gesta hispánica, no separatista. Y sobre toda esta serie de camelos fundamenta Sabino de Arana la razón de colocar en su bandera una cruz de San Andrés verde.
La cruz blanca
Afirma el historiador don Jaime E. Labayru que en el escudo de Vizcaya sobra la cruz que se coloca sobre el Árbol de Guernica. Que tal cruz no existió en los primitivos escudos y que se incluyó por capricho de algún dibujante hace unos tres siglos, quizá por influencia del escudo de Sobrarbe. Sabino tomó de las armas de Vizcaya la cruz intrusa y la colocó también en su bandera.
Bandera vizcaína
Ya tiene Sabino una bandera separatista, pero no para el País Vasco, sino para Vizcaya. No olvidemos que tituló su manifiesto separatista “Bizkaia por su independencia”. Hacia 1931 escribía su hermano Luis quejándose de que se pretendiera imponer a todos los vascos la bandera que ellos habían inventado exclusivamente para Vizcaya.
De cualquier forma, su identidad y simbolismo quedan reducidos a los del Partido Nacionalista Vasco |
La bandera fue adoptada por el Partido Nacionalista Vasco. En el “batgoki” de Begoña estaba izada cuando en 1909 pasó ante ella don Alfonso XIII y la saludó militarmente.
Otras razones
Los partidarios de dicha bandera alegan en su favor que fue “la que presidió la lucha del pueblo vasco contra la invasión totalitaria de 1936-37”. Vamos a contestarles:
El problema que se ventiló en 1936-37 no era exclusivamente vasco, sino español en general. Mal que les pese a los separatistas, nos atrevemos a afirmar que ellos fueron con el bando rojo por pura casualidad. Si en Bilbao no hubiera fracasado el levantamiento, ellos se habrían incorporado al nacional. Cuentos no.
A los “gudaris” les hicieron creer que luchaban por Euzkadi, cuando en realidad lo hacían por la República española. Ello motivó el que el anciano Luis de Arana y Goyri se diera de baja del partido que él mismo había fundado.
Así como en el siglo XIX se pudo hablar de una “casi unanimidad” de los vascos en la defensa de la España tradicional, en el siglo XX el País se dividió. No se luchó por la “ikurriña”, sino por la bandera “roja, amarilla y morada”, o por la “roja y gualda”.
Los vascos
Se formó un Gobierno ¿vasco? Un poco menos; “de facto” ejerció su poder en Vizcaya, en uno o dos municipios de Guipúzcoa y en una docena de Álava. “De jure”, sobre tres provincias de las siete que forman su Euzkadi. Su mandato fue mera delegación del Gobierno republicano de Madrid. Constituido por once miembros, de los cuales sólo eran nacionalistas cinco y el resto republicanos, socialistas y comunistas. De ellos no hablaban vascuence más de cuatro: Aguirre, Leizaola, Monzón (?) y otro que dejamos para cubrirnos. Considerados los veintidós apellidos de los once componentes, eran vascos las mitades aproximadamente.
Luego, vendrá el inglés Steer a hablar en sus crónicas de “la lucha de los vascos” y extenderá por el mundo tal frase que hará fortuna. Pero se oculta:
1º Que de los batallones republicanos originarios de Vizcaya eran nacionalistas, por tanto, luchaban por la “ikurriña” menos de la mitad. Los otros eran socialistas, republicanos, comunistas y anarquistas. Y eso que a los batallones de “gudaris” fueron a parar bastantes movilizados de derechas, ya que la vida en ellos era más soportable que en los de color rojo.
2º Que durante la ofensiva de Vizcaya fueron reforzados por unidades asturianas y santanderinas.
En una palabra, “rojo y gualda” contra “rojo, amarillo, morado” y/o “rojo”. La “ikurriña” pintaba muy poco.
Los otros vascos
¡Los vascos, los vascos! ¿No eran vascos los que combatían al otro lado? Dos provincias vascas se levantaron. Otra fue liberada en dos meses y constituyó un puntal de la victoria nacional. Vizcaya, la que más tiempo quedó en el campo rojo, fue luego la que aportó mayor número de alféreces provisionales. Los primeros obispos que en documento episcopal oficial se pusieron de parte del Alzamiento fueron los de Pamplona y Vitoria (*), y eran vascos. Vasco fue el obispo santo y mártir Irurita y Almandoz [de Barcelona].
¿Qué hubo vascos que murieron por la “ikurriña”? Sí; pobres “gudaris” engañados que creían luchar por una cosa y peleaban por otra. Los vascos más ilustres que dieron su vida en el periodo historiado: Eguillor, Balparda, Beunza, Oreja, Maeztu, Ruiz de Alda, etc., lo hicieron por la “roja y gualda”. Invitamos a los nacionalistas a que nos den una relación de prohombres suyos o familiares de ellos que vertieron su sangre en la contienda. ¡Maravillas del saber nadar y guardar la ropa!
Conclusiones
La “ikurriña” no es la bandera del País Vasco. No ha llegado a serlo. No puede llegar a ello.
Una bandera tiene que basarse en algo más que en cuentos de batallas legendarias.
Una bandera tiene que tener historia pasada o reciente.
Una bandera tiene que ser algo que una y que no divida. Los navarros ante las cadenas y los vizcaínos ante el Árbol de Guernica, nos descubrimos todos sin excepción. Ante la “ikurriña” no ocurre lo mismo.
Y terminamos pidiendo a quienes gobiernan en Madrid que cualquiera que sea la decisión que adopten sobre la legalización o no de tal emblema, no terminen imponiéndonoslo como bandera (…)
GASTELUBERRI
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