EL RETO DEL ISLAM EN LA ESPAÑA ACTUAL
por Víctor Javier Ibáñez Mancebo
Don José Ignacio Dallo, don Manuel de Santa Cruz, estimada presidencia, queridos correligionarios y amigos:
Los últimos y trascendentes acontecimientos políticos que ha sufrido la Patria están en relación directa con la incidencia del Islam en España. Un conocimiento más a fondo de la realidad social, política y religiosa del Islam por parte de nuestros compatriotas hubiese dado lugar a reacciones menos claudicantes, menos manipulables y mejor enfocadas.
El reto del Islam en España se asienta actualmente sobre el carácter expansivo y anticristiano del mismo, su mitificación de Al-Andalus, y los intereses geopolíticos de Marruecos. Tiene como caballos de batalla una inmigración descontrolada que no quiere integrarse, una pseudocultura de permanente reivindicación política, y un apoyo velado a las acciones terroristas; y como elementos a su favor, una política de inmigración insuficiente y un ordenamiento constitucional laicista, que beneficia a las confesiones minoritarias.
A efectos de sistematización, para ordenar el tema que me ocupa, esta conferencia girará sobre los siguientes aspectos:
1º. El Islam como religión de conquista y cosmovisión política.
2º. La significación de España para el Islam.
3º. Intereses geopolíticos del Islam en España.
4º. La libertad religiosa, beneficiosa para el Islam, perjudicial para la Iglesia Católica.
1º. El Islam como religión de conquista y cosmovisión política
Decía el jurista alemán Carl Smicht en su obra “El Concepto de lo Político” (Berlín, 1932)que la diferenciación de amigos y enemigos es el criterio de lo político. También afirmaba que un enemigo nuestro lo puede ser a pesar de que nosotros no lo tengamos por tal si el nos declara su enemistad. Y este el caso del Islam, en su doble vertiente política y religiosa, pues una es inseparable de la otra.
El Islam es una falsa religión, pero es también un código de honor, un sistema legislativo y una forma de vida. Las obligaciones espirituales básicas del Islam se resumen en los llamados cinco pilares de la fe. Son estos: 1. Aceptar la “shahada” o profesión de fe. 2. Las oraciones diarias mirando hacia la Meca. 3. Hacer obras de caridad. 4. Ayunar durante las horas de luz del Ramadán, un mes de veintinueve o treinta días del calendario lunar del Islam, que se inicia con la Hégira, la huida de Mahoma a Medina. 5. El “hach”, o peregrinaje a La Meca, al menos una vez en la vida de cada musulmán.
Respecto de las divisiones del Islam entre sunnitas y chiitas, así como respecto del wahabismo, debemos aclarar que se trata más de sutiles diferencias que de grandes abismos. Es un tema sobre el que vale la pena profundizar; pero dado el carácter de esta conferencia, me limitaré a realizar un breve itinerario general de la fe musulmana, que será completado en intervenciones posteriores a la mía. Sólo aclarar que, en contra de lo que nos venden desde los medios de desinformación, la diferencia entre ambas tendencias no está en una aceptación o rechazo de la yihad (terroristas chiitas destacaron sobre los demás en las matanzas de cristianos en el Líbano), sino en que los chiitas o fatimitas no aceptaron el califato omeya y abasí de Damasco y Bagdad como jefatura del Islam, y siempre consideraron que la legitimidad recaía en los descendientes de la hija de Mahoma, Fátima, y del primo de ese falso profeta, llamado Alí. Desde entonces, chiitas, abasíes, jariyíes y una multitud de tendencias dentro del Islam han estado hasta hoy en conflicto militar. Es decir, no hay una diferencia en cuanto a los puntos de la fe: su distanciamiento se debe a circunstancias históricas determinadas por un singular contexto.
La profesión de fe musulmana, la “shahada”, de entrada define y coloca enseguida al musulmán en oposición a los cristianos:
«No hay más Dios que Alá y Mahoma es el enviado de Alá».
Es suficiente profesar esta fórmula para ser musulmán. Aunque el musulmán no practique ni cumpla las prescripciones coránicas, queda persuadido de que Dios existe, que es el Único y que lo conoce a través de Mahoma: esta profesión de fe le bastará para abrirse las puertas del paraíso al fin de su vida. Por el contrario, sin esta fe en el Dios único y en su enviado Mahoma, los creyentes, aunque monoteístas (y el Islam no considera verdaderos monoteístas a los cristianos, por nuestra creencia en la Santísima Trinidad), están condenados al infierno.
Es necesario dejar bien establecido que es inexacto identificar musulmán con árabe. Es una diferenciación esencial sobre la que después volveremos. Árabe es la raza originaria de la península de Arabia, es un concepto relativo a la sangre. Por otra parte, musulmán es un concepto religioso: es la pertenencia a la religión fundada por Mahoma el año 622 en la ciudad de la Meca, cuya comunidad, la “umma”, constituye el Islam.
De hecho, muchos árabes de raza son cristianos; había árabes cristianos siglos antes de que apareciera el Islam. La religión islámica está extendida y es profesada por árabes, sirios, persas, otomanos, mongoloides, indios, bereberes y miembros de otras razas o etnias; esos creyentes constituyen el Islam, en el que se está solo por razón de religión, sin importar la raza, cosa que estableció claramente Mahoma.
No obstante, sí que Islam y mundo árabe han ido unidos en muchas ocasiones desde la aparición de aquel. Aunque en los últimos años los desencuentros entre el Islam y el nacionalismo árabe han supuesto una quiebra de esta tradicional alianza. En cualquier caso, para el Islam de hoy cualquier agresión al mundo árabe, aunque sea en forma de república laica que asegure la libertad religiosa (como era el caso de Iraq), siempre será considerada como una agresión al Islam.
Existe entre los musulmanes un interés geopolítico y geoestratégico en identificarse con la causa árabe, precisamente con el fin de crear sociedades impermeables e impenetrables por cualquier otra creencia. De este modo, si visitamos el portal del Islam en España, webislam.com, podemos ver en portada siempre noticias del mundo árabe. Contrastan sus lamentos por la muerte del jeque Yasim, caudillo del grupo terrorista islámico Hamás, con su casi total indiferencia ante los atentados terroristas del 11-M en España.
El Islam pertenece a un grupo de religiones, que Spengler denomina mágicas, que florecieron en Asia Oriental, y en las que se confunde lo religioso y lo político de tal forma que resultan inseparables.
No hay diferencia entre el Estado y la Religión. El Corán es un texto totalitario que abarca todo en la vida del Estado y del individuo. Es a la vez un tratado político y religioso, un verdadero catecismo, también un texto legal, código penal y civil, y un texto que rige la vida social de la “umma” (comunidad de creyentes).
El Corán tiene la suprema autoridad para regular la vida en todos los aspectos. Sus intérpretes son los ulemas, doctores de la ley, que, mediante decretos llamados “fatuas”, deciden sobre cualquier tipo de asunto que se pueda plantear.
No se trata de que el poder político se ponga el servicio del religioso, sino que el poder religioso está totalmente al servicio del poder político, y como subsumido en él. Siguiendo las palabras del Padre Samir Khalil Samir, religioso egipcio y profesor de islamología en la Universidad de Beirut, que en el pasado mes de noviembre visitó España: «El Islam es una totalidad sociopolítica, cultural y religiosa. La mezquita no es un templo musulmán, no es un lugar de oración, sino también de debate político. El califa no es un Papa, es también quien encarna el poder político en la umma, la comunidad de creyentes islámicos».
Se puede comprobar, a lo largo de los siglos, que todos los califas o sultanes adoptaron el título de “Emir de los Creyentes”, y que todos han pretendido descender de la tribu de Mahoma, sea de Fátima su hija, de su yerno Alí, de su tío Abbas, de sus nietos Hassán y Husseín. Por ejemplo, la dinastía reinante en Marruecos, llamada alauita, pretende descender de Alí, casado con Fátima.
Para el fundador de los “Hermanos Musulmanes”, el Islam es una ideología y un culto, un hogar y un Estado, un libro y una espada.
El Islam no admite ser abandonado en ningún caso. El convertirse al cristianismo es la apostasía, castigada en el Corán con la decapitación, que puede ser ejecutada por cualquier creyente.
Es muy fácil encontrar en el Corán versículos o frases en las que se predica la «guerra en el camino de Alá» (guerra santa o yihad), es decir, guerra santa para extender el culto de Alá hasta que domine el mundo.
Para las escuelas legales coránicas, el mundo se halla dividido en dos territorios o provincias habitadas: “Dar-al-Islam”, territorio o morada de los creyentes en Alá; y “Dar-al-harb”, territorio de la guerra, es decir el habitado por los infieles.
Con estos últimos, los no creyentes en Alá y su profeta, los musulmanes se encuentran en estado de guerra permanente, hasta que se consiga que todo el territorio infiel sea conquistado y pase al dominio del Islam. La relación del Islam con los infieles e idólatras solo puede ser la guerra en el camino de Alá, la yihad.
Varios importantes tratadistas islámicos consideran que existe un sexto pilar en el Islam, y es esa “guerra en el camino de Alá”, gracias a la cual el Islam se extendió por el mundo, eliminando por la violencia a otras religiones. (No debe perderse de vista que los mahometanos atacaron preferentemente los territorios correspondientes a la primera evangelización, los cristianizados ya en tiempos apostólicos o inmediatamente posteriores). Entendiendo estas consideraciones se hace comprensible la persecución sistemática y genocida contra los cristianos en los estados musulmanes, la completa prohibición de todo culto cristiano y los salvajes atentados terroristas perpetrados por musulmanes en suelo no islámico.
El Islam está fundamentalmente atormentado por la idea de la guerra santa. Los conceptos de muerte, de venganza, de exterminio, de matanza son constantes en el Corán. Quienes hablan del Islam como una religión de paz y de cohabitación son precisamente aquellos que ignoran el Islam. Se pretende hacer creer que existen un integrismo extremista y un Islam civilizado. Se olvida que el mismo “Islam civilizado” puede en cualquier momento devenir bárbaro, pues el Corán se esmalta con apelaciones a muerte contra los infieles o los traidores. El “no matarás” es una prescripción desconocida entre los musulmanes. Para mostrar que no hablamos de fantasmas o de acusaciones malevolentes, veamos algunos pasajes del Corán, ampliados con unos comentarios.
Sura 2, versículo 190: «Y combatid en la senda de Dios a aquellos que os combaten» Sura IX, versículo 5: «…Y matadlos donde les encontréis, cazadlos, sitiadlos, preparadles toda clase de emboscadas».
«Que seáis muertos o que seáis matados, sí, es con Dios con quien os reuniréis. No penséis como en difuntos a los que han muerto en la senda de Dios (la guerra santa), al contrario, viven al lado de su Señor. Porque la vida presente no es sino un objeto de goce engañoso. Aquellos que están expatriados, aquellos que han sido expulsados de su residencia, que han perseguido Mi sendero, que han combatido y que han sido muertos, Yo les haré entrar en el paraíso» (sura 3, versículos 158, 169, 185, 195).
El morir en el nombre de Dios es la certidumbre de obtener el paraíso. La fuerza del Islam reposa en estos simplismos brutales.
He aquí otros versículos, recogidos de los suras 4, 5, 8, 9, 17, 33, 47:
«A quienquiera que combate, tanto si muere o vence, Nosotros le daremos un gran salario. No cojas amigos entre los infieles hasta que ellos acepten la senda de Dios. Pero si ellos se vuelven de espaldas, matadles entonces y donde les encontréis». (Resalta la total ausencia de sentido del honor y la apología de la vileza al servicio del Dios recompensador).
«Por consiguiente, si ellos no quedan neutros ante vuestras consideraciones, no les tenderéis la paz y no les daréis la mano, sino que les matareis allá donde les encontréis. No son iguales los creyentes que se quedan sentados y los que luchan en la senda de Dios».
Se puede ver, en esta afirmación de la superioridad intrínseca del muyaidín, que la guerra santa es una etapa permanente, casi obsesiva. El musulmán que combate, que milita, es superior a aquel que se contenta con practicar su fe.
«Y cuando os lancéis sobre el Mundo, no temáis que los infieles os pongan a prueba, los infieles son para vosotros, verdaderamente, enemigos declarados».
Triple alusión: en situación de debilidad, el musulmán puede practicar el engaño y no seguir su religión para así obtener ventajas, por otra parte todo ecumenismo con otras religiones está proscrito. La Iglesia católica es una ingenua… En fin, el deber del Islam es la conquista.
Buena conciencia del combatiente o del terrorista:
«Cuando das muerte, no eres tú quien les da muerte, sino que es Dios quien les mata. Y cuando disparas (la flecha), no eres tú quien dispara, sino que es Dios quien dispara. Oh, Profeta, anima a los creyentes al combate».
Conquista y guerra santa permanentes son preferibles al trabajo, a la perspectiva y a la fundación, a una civilización pacífica:
«Oh, los creyentes. Partid en campaña en la senda de Dios. ¿Os agrada la vida presente? ¿Os pesa más la tierra que el más allá? Si no partís en campaña, Dios os castigará con un castigo doloroso. Ligeros o pesados, partid en campaña y luchad en la senda de Dios. Quienes se retrasan y se quedan sentados se oponen al mensaje de Dios y rechazan combatir en la senda de Dios. ¡Oh, los creyentes! Combatid a los infieles que se os acerquen, que encuentren en vosotros la fuerza».
2º. La significación de España para el Islam
«El carácter español se ha formado en lucha multisecular contra los moros y contra los judíos. Frente al fatalismo musulmán se ha ido cristalizando la persuasión hispánica de la libertad del hombre, de su capacidad de conversión».
Ramiro de Maeztu, Defensa de la Hispanidad
Cuando el 7 de octubre del 2001, en uno de esos comunicados que escuchó en directo medio mundo pocos días después de los atentados del 11 de septiembre y el mismo día en el que comienza la intervención militar estadounidense en Afganistán, se dice que «El mundo tiene que saber que no vamos a permitir que se vuelva a repetir con Palestina la tragedia de Al-Andalus», Ben Laden mienta un supuesto “lugar” de la historia de España que para muchos no solamente es esto, sino que es una realidad presente en España.
El mito de «Al-Andalus» ya no sólo insta al reconocimiento teórico, “histórico”, del “legado andalusí” y su presunto papel fundamental en la historia de España, lo que implicaría a su vez el reconocimiento del componente moro, y judío, no solamente cristiano, como esencial de la “cultura española”; sino que insta al regreso de Al-Andalus, sin más. Aunque la tesis mítica, en puridad, en esta su nueva forma, no es la del regreso, pues lo que supone es que Al-Andalus nunca se fue de la Península. De lo que habla el mito, por tanto, es de una recuperación política tras el desgarro del velo “España”, el velo “nacionalcatólico”. Esto es lo novedoso de la renovación del mito de Al-Andalus en la España de la democracia coronada.
Cabría pensar que Ben Laden, en su fanatismo, está delirando y que «recuperar Al-Andalus» no es una realidad práctica, sino una ensoñación. Pues «sí y no», que diría Pedro Abelardo. Sí es un delirio, porque la máquina del tiempo es imposible y «Al-Andalus», si es que esto significó algo políticamente, es imposible recuperarlo. Pero no lo es, porque la realidad a la que se refiere el delirio es ver a España islamizada: y esto, por lo menos en parte, es algo real. Pero sobre todo es grave porque esa islamización se está llevando a cabo contra España: no es por tanto una islamización apolítica.
Hay multitud de instituciones que sostienen y mantienen beligerante el mito de Al-Andalus, pero no, insistimos, como mito inocente, inocuo políticamente, como los representantes o componentes de muchas de estas instituciones pretenden, sino un mito contra España, un mito que, de un modo oscurantista, ataca la esencia misma de España: y esto es lo novedoso, que el mito está teniendo un carácter práctico de “recuperación” que hasta ahora no tuvo (“recuperación” de un Al-Andalus completamente imaginario, pero sobre todo que nunca fue español), y además, una eficacia en determinadas partes de España que ni por asomo tuvo nunca (eficacia en cuanto a las conversiones al Islam).
En Córdoba, y sobre todo en Granada, en Madrid, en Cataluña... Instituciones islámicas, árabes y no árabes, trabajan en pro de la islamización de España dando a las palabras de Ben Laden una referencia práctica que, hasta la transformación de España en Estado de las Autonomías, no tenía. Pero, a su vez, las palabras de Ben Laden otorgan a ese proceso, real, de islamización, un sentido político que hasta ahora, en la hora en que fueron pronunciadas, no es que no estuviese, sino que estaba “durmiente”. Porque esta islamización, insistimos una vez más, no tiene un sentido meramente religioso o cultural, como muchas de las autoridades españolas entienden ingenuamente: estos nuevos moriscos, muchos de ellos muladíes (conversos al Islam), están adquiriendo de nuevo la función “quintacolumnista” que tuvieron los moriscos de los siglos XVI y XVII (o los judíos en la España visigótica), y esto es lo que significa políticamente esta islamización. Este es el sentido que le da Ben Laden, y este es el sentido que tiene para muchos que mantienen el mito, tanto en España como fuera de España, aunque a veces engañen, e incluso se engañen, y, resguardándose en “lo religioso” o “lo cultural”, pretendan conciliar España con el Corán, eludiendo estas consecuencias políticas que, de hecho, tiene esta islamización.
Así, amparándose en los moriscos de siglos anteriores, quieren recuperar Al-Andalus, que fue Estado (aunque muy inestable y fragmentario) pero nunca español: el resultado es el principio de desguace de España, empezando por el sur, en función de los intereses de algunos países árabes y magrebís (sobre todo Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Marruecos), de algunos países europeos (sobre todo Gran Bretaña y Francia).
En Andalucía se ha tragado, se ha dado por buena, la identificación entre Al-Andalus y Andalucía (lo cual tampoco conviene a estos quintacolumnistas porque se verían reducidas sus pretensiones hegemónicas), se ha rebajado todo componente romano (bético) e incluso prerromano (muy importante y decisivo dentro del patrimonio cultural y sentimental) de Andalucía y supervalorado todo componente musulmán, con mengua o desprecio, además, de la perduración de lo premuslim (hispanogodo: mozárabe) en el Al-Andalus real (el histórico): pero es que de tener alguna realidad constitutiva, toda vez que Castilla ha quedado despedazada en el Estado de la Autonomías, la delimitación vigente de la comunidad autónoma de Andalucía se lo daría la Bética romana, ni por asomo Al-Andalus o el reino nazarí de Granada. Y sin embargo los responsables de las distintas consejerías (particularmente la de Cultura) y diputaciones provinciales, así como los de muchas empresas públicas y privadas (sobre todo turísticas), entienden que el “hecho diferencial andaluz” que justificaría su Estatuto, viene marcado, como quería Blas Infante, por Al-Andalus.
Como muchos católicos perspicaces han repetido desde este y otros foros, la pseudocultura y el mito de lo andalusí constituyen un tremendo peligro, un caballo de Troya por el que el Islam obtiene subvenciones, aulas de estudio y centros públicos desde los cuales lanzan una visión idealizada de sus creencias. Ponen el acento en los presuntos avances culturales y científicos que supuso la invasión mahometana (cuando paradójicamente hasta médicos como Averroes tuvieron que huir de Al-Andalus por la feroz persecución del Islam). Por el contrario, y siguiendo las enseñanzas contenidas en el Curso de Historia del Derecho del catedrático José Antonio Escudero, contrastadas con las lecturas de la Primera Crónica General, que recoge los textos y romances populares de los cristianos que se lamentan de “la perdida de España” podemos sintetizar las siguientes características de la invasión musulmana, que convendría conocer y propagar para contrarrestar la nefasta influencia de la propaganda musulmana (abierta o encubierta) y de la ingenuidad de la “convivencia de las tres culturas”:
Primera. El Islam se extendió sobre la una tierra en la que la Fe católica llevaba siglos asentada, consagrada su unidad religiosa y política con la Monarquía visigótica y la conversión de Recaredo al Catolicismo en el año 589 d.C. Ya anteriormente en nuestra tierra habían florecido los monasterios, las iglesias y las instituciones culturales católicas. También España dio sus primeros santos a la Iglesia Católica.
Segunda. Al-Andalus nunca extendió su poder a toda la Península, a pesar de que en sus míticas reivindicaciones de este ente extiendan sus imaginarias fronteras hasta más allá de los límites políticos de nuestra Patria. Su fuerza militar se basó en elementos extranjeros e invasores, que intentaron ser frenados desde el principio por los naturales de la Península, que conocieron su primera victoria en Covadonga. A partir de entonces comienza un lento avance con la intención de reconstruir el poder hispanogodo, cuya decadencia había aprovechado el Islam para invadir la Península.
Tercera. Cada territorio cristiano invadido estaba sometido a la “suhl” o capitulaciones, consecuencia de la guerra y que suponía el sometimiento absoluto a las autoridades del Islam. Las heredades de los así sojuzgados dejaron de pertenecer a sus propietarios y se convirtieron en bienes de la comunidad islámica (“fai”). Por el contrario los tratados de paz o “ahd” que aseguraban una cierta salvaguardia de las personas apenas fueron conocidos en tierra hispana. En ambos casos los cristianos quedaban sometidos al pago de los impuestos personal (“chizya”) y territorial (“jarach”).
Cuarta. El Islam sometía a los cristianos a un estatuto jurídico inferior y cuando su poder era suficiente les hacia imposible la practica de su culto. Los pobladores de la Península estaban sometidos a la explotación del invasor, que sometió a España a un tremendo expolio cultural y artístico. Son múltiples los ejemplos de martirio cristiano, algunos tan terribles como el infringido al niño San Pelayo.
Es cierto que sobrevivieron comunidades de mozárabes (“los que parecen árabes pero no lo son”) en Toledo, Córdoba, Sevilla y Mérida, pero no lo es menos que las fugas hacia el Norte fueron constantes, así como la deportación masiva a Marruecos, en el siglo XII, de los cristianos de Málaga y Granada. En Toledo en el año 729 toda la nobleza es asesinada en una sola noche a traición, degollados por la espalda. En algunos casos se les persiguió y exterminó directamente (Córdoba 850-859, cuyo hito más famoso fue el martirio de San Eulogio, Granada, siglo XII). Se aceptaba por utilidad a los cristianos, soportándolos como mal menos o para trabajos viles, cuando no se les podía absorber o exterminar. La cordialidad entre comunidades fue prácticamente nula; durante el reinado de Abderramán III los cristianos, humildes vasallos, no osaban montar caballo macho ni llevar armas. A uno y otro lado de la frontera se humillaba a las minorías imponiéndoles restricciones de comportamiento y hasta de vestimenta. Después de la conquista del alto valle del Guadalquivir (siglo XIII) interesa económicamente que los musulmanes se mantengan, al menos mientras no se repueblen las tierras con suficientes norteños. Los mudéjares (“que no se quisieron ir”) constituirán una minoría residual en declive y retroceso económico constante. La emigración hacia el reino de Granada y el norte de África fue espoleada por los alfaquíes que no podían soportar la idea del mestizaje. Contra el mito de una Andalucía mudéjar, se puede decir que la castellanización del sur de España fue profunda y radical, culminada tras la guerra de las Alpujarras, en 1570. La expulsión de los moriscos en el siglo XVI es el resultado de las relaciones que los moriscos de las Alpujarras y sus guerrilleros armados (monfíes y gandules) habían abierto con los turcos, entonces en su período de máxima expansión por el Mediterráneo. En realidad, los moriscos eran la quinta columna de los turcos. Cuando se produjo la sublevación de 1568 este papel estuvo claro.
Pretender que los andaluces actuales descienden de “los moros” es algo totalmente iluso: gallegos, asturianos, vascos, leoneses, aragoneses, catalanes, e incluso alemanes y franceses, todos pueblos de la Cristiandad, repoblaron estas tierras, lo cual es fácil de constatar en multitud de apellidos y en la fisonomía de sus gentes.
Pero además de estas razones, retomando la cita inicial de Ramiro de Maeztu, no hay ecumenismo posible en España entre Catolicismo e Islam. Ni en España ni en ningún lugar del mundo, pero en nuestra Patria hasta para el mas ajeno a la Fe. En nuestro derecho, en nuestras costumbres, en nuestra sociología, en nuestro carácter, ha quedado impreso el sello del Catolicismo. España se ha conformado por el Catolicismo y ha afirmado su identidad contra el Islam. Ni uno solo de los preceptos del fatalismo musulmán constituyen parte del nervio esencial de la Patria. Nosotros, frente al imperio de las circunstancias, que es el de Dios, afirmamos la libertad del hombre, porque la libertad del español es la capacidad de hacer el bien, la que el Señor nos prometio cuando nos dijo que la Verdad nos hará libres, explicándonos inmediatamente después que ello significaba liberarse e la servidumbre del pecado. La presencia islámica en la Península por tanto se encuadra dentro de lo arqueológico e histórico, pero nunca dentro de los elementos constitutivos de nuestra Patria como señala aquella insensata tesis, interesadamente promocionada contra España, de Americo Castro.
3º. Intereses geopolíticos del Islam en España
El Islam es instrumentalizado dentro de un difícil puzzle geopolítico por determinados países por puras razones de Estado. El terrorismo islámico es elemento de desestabilización política, como la inmigración islámica lo es de desestabilización social. Esta última juega un papel quintacolumnista de imprevisibles consecuencias. Adquirir los derechos que otorga la nacionalidad española u obtener un permiso que regularice la situación del inmigrante son dos procedimientos administrativos bastante simples. Dentro del policromático segmento de inmigrantes en España no resulta nada fácil discernir la ocultación subrepticia de potenciales o declarados enemigos de España y de la Fe católica.
Resulta a mi juicio extremadamente gráfico que las detenciones de los terroristas del 11-M se produjesen en mezquitas y locutorios y en barrios con un significativo volumen de inmigración.
Quien más se aprovecha de esta situación es un estado innecesario y artificial como Marruecos. Es necesario recordar que el norte de África (Marruecos y la Argelia brevemente francesa, que es el Oranesado español) es parte de España. Lo fue de la Hispania romana y visigótica, y su reconquista empezó antes de terminar la de la Península. Una España hasta el Atlas, como señalaron entre otros Isabel la Católica y el Cardenal Cisneros. Un derecho y una necesidad de seguridad, como recordaba el Rey Carlos VII en 1897, en su Testamento Político: «Gibraltar español, unión con Portugal, Marruecos para España». Y lo fue –no lo olvidemos- hasta 1975, cuando ignominiosamente abandonamos a su destino al Sahara Español y lo dejamos caer en las garras de Marruecos. Contra este acto de traición a la Patria de políticos ya perjuros aún vivo Franco quiero recordar el gesto del Catedrático carlista Francisco Elías de Tejada, que denunció ante los tribunales y con la legislación vigente en la mano a los actores de esta entrega, lo que por aquel entonces estaba condenado con la pena de muerte.
El proceso descolonizador en el ámbito mundial se desencadenó entre 1955 y 1965, etapa que también afectó al Magreb. Mucho se debería decir de aquel precipitado momento histórico, lleno de contradicciones y deficiencias, que con la coartada del rancio progresismo ha llenado de miseria e inmundicia a los países actores de dicho proceso. El proceso que se inicio pacíficamente acabo con riadas de sangre, asesinatos y expulsión de los colonizadores y civilizadores, particularmente en Argelia y el Congo Belga.
Las reivindicaciones nacionalistas marroquíes tuvieron en Allal el Fassi, fundador del partido Istiqlal, a su ideólogo. Su doctrina trasciende más allá de este partido con fuerza en Marruecos, fundado en 1944 en una logia masónica, para poner sus reivindicaciones en el centro de la política marroquí, siendo aceptadas con mayor o menor virulencia por todo el arco de partidos, desde la derecha a la izquierda. Esta ficción geopolítica afecta directamente a España, ocasionando por el momento la guerra de guerrillas de Ifni en 1956, la invasión del Sahara (con la colaboración de Juan Carlos) en 1976, las tensiones permanentes con Ceuta y Melilla y finalmente el incidente de la Isla Perejil. El sultanato marroquí, “la monarquía alauita”, suele ser presentado como Estado cuasi laico y democrático. No obstante la religión oficial del régimen es el Islam y existen muchísimas molestias para los cristianos, sometidos a un estatuto de extraterritorialidad muy limitado.
Marruecos condenó y persiguió a los autores de atentados contra intereses españoles en Casablanca (antesala del 11-M), pero el factor desestabilizador del terrorismo islámico en el interior de España es una baza que Marruecos puede usar en cualquier momento; los tenebrosos servicios secretos de Rabat controlan, se dice, a los movimientos integristas. No olvidemos que la mayor parte de los detenidos en relación con los atentados del 11-M son marroquíes.
Recientemente la editorial Planeta, que nadie tacharía de confesional o antiislamica, ha publicado un libro de los periodistas e investigadores Enrique Montanchez y Pedro Canales titulado, buenos conocedores de el Magreb, titulado “En el nombre de Ala. La red secreta del terrorismo islamista en España”. En el mismo se aportan datos y pruebas de los abundantes medios económicos aportados por Marruecos y Arabia Saudita para la construcción de mezquitas en suelo español y en el que se afirma textualmente que “hay un plan secreto de estos países para reislamizar España”. También se advierte que la inmigración norteafricana es un caldo de cultivo para el integrismo islámico.
Retener el avance marroquí es luchar por la Cristiandad, impedir la inmigración marroquí (y la de los musulmanes en general) es requisito para la Unidad Católica.
4.- La libertad religiosa, beneficiosa para el Islam, perjudicial para la Iglesia Catolica
Las democracias están indefensas ante el Islam, que como hemos dicho forma una comunidad política propia, la umma, un estado dentro del estado. El desarrollo normativo, legislativo y constitucional de la libertad religiosa a partir de la Constitución de 1978 está hecho contra la Iglesia Católica y el pensamiento tradicional español, y para demostrarlo traeremos a colación diversos ejemplos. La libertad religiosa consagrada en el art. de la 16 CE y desarrollada por la LO 7/1980 de 5 de julio (paradójicamente fue el primer “derecho fundamental” que se desarrolla por LO para desarmar con mayor rapidez a la Cristiandad y que no recibió ni un solo voto en contra) amen de los tratados firmados con representantes de la comunidad islámica en España conceden a los adeptos de la secta de Mahoma una prerrogativas y privilegios que los sitúa en pie de igualdad con la Fe Católica. La anterior legislación, aunque reconocedora de la libertad religiosa por imposición romana otorgaba a la Iglesia Católica un estatuto jurídico más acorde con su influencia social, peso sociológico y trascendencia histórica, que determinados curas progres de aquel entonces se encargaban de boicotear. Pero en lo que concierne a la libertad religiosa nos encontramos con multitud de contradicciones que afectan hasta la más alta instancia en funciones de interpretación de la Constitución. Así, el propio Tribunal Constitucional en su Sentencia 340/83 habla de la separación entre la organización política y la religiosa como uno de los principios informadores de la libertad religiosa. Pues bien, ¿cómo interpretar esta sentencia para el Islam si cuando se acepta la fe musulmana se pasa a formar parte de la “umma”, la comunidad de creyentes, que es la que marcará no sólo los preceptos morales por los que se desenvolverá la vida de los musulmanes, sino también los preceptos políticos y civiles? Solo encontramos explicación a esta sentencia en el contexto de un ataque sistemático e indisimulado contra el pensamiento político tradicional español donde la autoridad civil veía limitado y sujeto su poder a las enseñanzas de la Iglesia, no produciéndose nunca una confusión de órdenes, sino una alteridad de los mismos (y esto es así desde los tiempos del Papa Bonifacio VIII y su Bula “Unam Sanctan” en el siglo XI). O siguiendo con la jurisprudencia del TC, ¿cómo casar la Sentencia 15/82 que caracteriza la denominada “libertad de conciencia” como “la libertad de firmar la propia conciencia sin interferencias o coacciones” con las amenazas que realizan los musulmanes a aquellos que abandonan las enseñanzas del falso profeta y abrazan la Fe Católica?
Los límites a la libertad religiosa vienen establecidos en una STC del 16 de julio de 1992. Se establece el límite genérico del orden público, que viene constituido por los siguientes elementos: La seguridad ciudadana, la salud pública y la moralidad pública. Pues bien, estos tres elementos son transgredidos por el Islam. Respecto a la seguridad ciudadana creo que huelga cualquier tipo de explicación, las prédicas de los imanes son un peligro objetivo para la integridad física de los ciudadanos, estén subidos en un tren o hayan tenido la desdicha de casarse con un musulmán. Sobre la salud pública hubo hace unos años una interesante polémica al respecto de la práctica ortodoxa funeraria de los enterramientos musulmanes, consistente en que el cuerpo del difunto es envuelto en una sabana blanca sin ataúd y orientado hacia La Meca. Pues bien aunque existe un RD que obliga a depositar el cuerpo en un ataúd por motivos de salud la Comisión Islámica de España consiguió el respeto a dicha practica. Respecto a la moralidad publica, que casi nos podría parecer una reliquia, un fósil lingüístico dentro de la marabunta de una legislación anticristiana, por tal habría que entender el conjunto de reglas de comportamiento que la sociedad reconoce y admite comúnmente como justas y obligatorias y que son independientes del reconocimiento del individuo concreto. A este respecto creo que también queda muy claro que determinadas practicas musulmanas, como el burka, la ablación del clítoris o determinadas instituciones de derecho civil como el repudio son totalmente contrarias al conjunto de reglas que nuestra sociedad admite comúnmente como justas. Solo en este punto se ha quebrado levemente la libertad religiosa que asiste a los musulmanes.
Medidas de actuación de los seglares católicos españoles
No basta con la información, estudio y conocimiento del problema. Estos han de ser sólo premisas necesarias para una concreta acción social y política de los católicos españoles. Es necesario que desde nuestras diversas asociaciones, cenáculos o círculos de actuación creemos conciencia real del problema y una corriente de opinión destinada a la sensibilización de la amenaza. Entre muchas resoluciones a poner en marcha una de ellas seria denunciar ante los tribunales los supuestos de financiación ilegal de “lo andalusí” y del Islam. No es nada difícil rastrear sus pistas. Cualquier buscador de Internet nos puede mostrar la realidad de la institucionalización de lo andalusí. Sin ir mas lejos lo primero que nos podemos encontrar es una pagina web muy bien diseñada y financiada ni más ni menos que por la Junta de Andalucía que es de la fundación “legado andalusí”, dedicada a la promoción del legado cultural islámico y en la que el observador perspicaz sabrá encontrar multitud de referencias políticas y religiosas. O también podremos toparnos con una publicación financiada por la Universidad de Cádiz con el sugestivo titulo “Al-Andalus Magreb”, que además es debidamente distribuida por las universidades andaluzas entre sus alumnos y cuyos contenidos no dejan lugar a dudas sobre la significación proislámica de los mismos.
Directamente relacionado con ésta debería estar la publicación y la distribución de trabajos y folletos que explicasen las mentiras de esta interesada propaganda. También el hacer acto de presencia en los actos con un mensaje claro de afirmación católica y española que pretenden boicotear los islamistas. Y se me ocurre que hacen falta plataformas católicas que sigan reivindicando celebraciones como la Toma de Granada o el día del Pendón en Almería. Precisamente en esa primera ciudad, donde reposan los restos de nuestra españolísima Reina Católica hay un muy deficiente conocimiento de Isabel la Católica. ¿Por qué no coordinarnos para repartir entre los granadinos miles de estampitas con la oración para su canonización?
También debemos ser vanguardia de la movilización social contra la construcción de mezquitas en suelo español, lo que sería un gran servicio a la Unidad Católica. Sería un momento idóneo para que los seglares católicos explicáramos a los vecinos que en esa mezquita no sólo hay un centro de oración, sino que también se esconde una auténtica contrasociedad. Ceder ante la inmigración supone dejarse conquistar. El centro de Alicante antaño fue una zona alegre y emblemática de la ciudad. Poco a poco una colonia de argelinos fue instalándose allí. Los alquileres no eran baratos, pero no había problema en pagarlos, pues en un mismo piso convivían decenas de personas. Poco a poco se fueron haciendo con el control de todos los pisos y comercios de la zona, que los propietarios tenían que vender o alquilar a unos precios cada vez más baratos, ante la falta de compradores que quisieran instalarse en una zona dominada por la delincuencia, las mafias de la prostitución y el tráfico de drogas. Después vinieron las primeras mezquitas (que no necesariamente han de tener minarete y pueden instalarse en el piso del vecino); y hace menos de un año las primeras detenciones de terroristas islámicos en Alicante.
Este mismo proceso se repite en decenas de poblaciones a lo largo y ancho de la geografía española. En Ceuta, durante la procesión del traslado del Cristo de Medinaceli desde la capilla de la barriada del Príncipe hasta la Casa de Hermandad, es normal que se lancen piedras contra los españoles al paso por el barrio de mayoría inmigrante marroquí y musulmana. En Granada el Consejo Islámico de la ciudad tiene la desfachatez de llamar terroristas a los Reyes Católicos por liberar a la ciudad de la tiranía de sus antecesores. El avance del Islam es un retroceso para la Fe católica. Con fecha de 14 de abril la agencia de noticias católica ACI informaba de que los grupos municipales de Córdoba del PP y del PSOE apoyaban la petición del Consejo Islámico de Españapara que los musulmanes ocupen una parte de la antigua mezquita de Córdoba, hoy convertida en Catedral y símbolo de la reconquista cristiana de la península ibérica. ¿Por qué no exigen al menos en reciprocidad la restauración de las antiguas iglesias del Norte de Africa para el culto católico si es que les guía en su acción una causa humanitaria? ¿Lanzarán sus lágrimas de cocodrilo si en un hipotético cese de la antigua mezquita el imán de turno, a imitación de el de Fuengirola, lanzase instrucciones concretas sobre como golear a las mujeres sin causarles marcas? Los rojos hacen causa común con el Islam contra España y la civilización, contra la historia y la Tradición. Esta conexión entre rojos enemigos declarados de España y musulmanes no es algo novedoso, pues resulta bastante gráfico que entre el grupo de terroristas musulmanes detenidos hace unos años figure Yusuf Galán, en otro tiempo Luis José Galán González, interventor de las listas de Herri Batasuna en las elecciones al Parlamento Europeo celebradas en el año 1989.
¿Quién nos asegura que en determinados lugares de España no puede darse una situación como la de Kosovo? Kosovo, emblemático enclave de la identidad nacional serbia con el paso de los años empezó a recibir el flujo migratorio de albaneses, en su mayoría mahometanos. Con el paso de tiempo estos se naturalizaban y adquirían la nacionalidad serbia por el ius soli. Poco a poco los nacionales serbios, pero de origen albanés se constituyen en mayoría, saquean las iglesias y las convierten en mezquitas y olvidan su nacionalidad para pedir que Kosovo forme parte de Albania. Y para ello forman un ejército propio de terroristas llamado UÇK. Donde ponemos Kosovo se puede poner perfectamente Ceuta, Melilla o Canarias. Donde pone Albania pongamos Marruecos. Donde pone UÇK pongamos cualquier grupo terrorista que con tanta facilidad forman los musulmanes. Y en medio de todo pongamos a miles de imanes por todo el mundo predicando la guerra santa contra el infiel cristiano que expulsó hace quinientos años a los musulmanes de Al-Andalus, y a los indignos españoles del rojerío alabando los avances culturales que dicen que supuso Al-Andalus.
Muchas gracias.
¡Santiago y cierra España!
Marcadores