Tema: ¡¡Sevilla Campeón!!

Iniciado por Juan del Águila

A ver que hace ahora el Barça! ¡Viva España!

Hombre, yo confío en que Henry tenga el día y les metan tres a los culés. Si es por cosa del amor patrio, que meta uno Reyes, otro Cesc y otro el portero, Almunia.
A ver cuantas banderas de España se ven en París...

Iniciado por Ramonet

Hombre, yo confío en que Henry tenga el día y les metan tres a los culés. Si es por cosa del amor patrio, que meta uno Reyes, otro Cesc y otro el portero, Almunia.
A ver cuantas banderas de España se ven en París...

Por cosa del amor patrio yo deseo que gane el Barcelona.

Por cierto, felicidades a los pericos por la salvación in-extremis.

Os dejo la crónica que mi amigo Juanmanuelo ha expuesto en el Foro Santo Tomás Moro:


Muchas gracias Félix. La verdad es que estos últimos días he dormido bastante poco. Entre el viaje a Eindhoven y las celebraciones posteriores me ha costado recuperarme. Pero aquí estoy, llegado del Sánchez Pizjuán de ver ganar a mi Sevilla ante el Barcelona y a la espera de que Osasuna pinche para tratar de meternos en la Liga de Campeones.

Sobre la final de la UEFA, ¿qué os voy a decir? Impresionante. Impresionante ver cómo el Sevilla ganó el partido dominándolo. Haciendo fútbol de altura y machacando literalmente al rival. Impresionante ver cómo el Sevilla Fútbol Club puso el listón alto ganando la final con un récord histórico en diferencia de goles y haciendo su juego, llevando el partido a su terreno (a excepción de unos minutillos al principio del segundo tiempo). A su terreno, anulando el juego del ‘Boro’, que llegó a convertirse en una panda de pollos descabezados sobre el césped. Gran partido del Sevilla e indiscutida victoria para toda la prensa nacional e internacional.

De la afición ¿qué contar? Jamás había visto, y digo jamás, a los seguidores de un equipo inglés anulados en las gradas por los hinchas rivales. Jamás, hasta el rugir incesante de las diez mil gargantas sevillistas en el Philips Stadion. En la grada, como en el césped, sólo hubo un color: el del club decano de Sevilla. Por cierto, Hispanista, que la afición del Sevilla sabe muy bien lo que hace (quitando excepciones deshonrosas). Por eso la afición del Sevilla lleva (llevamos) las banderas de España a donde corresponde, que es a los enfrentamientos contra equipos extranjeros (sobre todo fuera de España). No tiene sentido enarbolar banderas rojigualdas en un choque entre equipos españoles, a no ser que se haga de modo meramente folclórico o por pura provocación. Pero la afición del Sevilla Fútbol Club sabe perfectamente donde pegan las banderas, y por eso las llevó en masa a Holanda (y antes a Alemania, o a Francia, o a Inglaterra), sabedores de que el Sevilla representaba allí algo más, representaba al fútbol español. Y lo sabe el club, que colocó la bandera de España en la camiseta del centenario que lució nuestra escuadra para la final.

Es algo difícil de narrar el cúmulo de emociones y recuerdos que viví en Eindhoven. Allí se coronaron con gloria los años de tantos sinsabores -que nunca mermaron la fidelidad de una afición centenaria- los años de tanto quedarse a las puertas de la gloria sin rozarla o de hundirse en turbulentas aguas. Allí compartí con muchos amigos aquel momento tan especial, en una complicidad absoluta. Y me acordé de los que no pudieron desplazarse pero que tenían su corazón y su ilusiones puestos en la ciudad holandesa. Recordé los miles de kilómetros que he hecho durante tantos años siguiendo al Sevilla por toda España (y por el extranjero) a pesar de no ser recompensado con títulos desde que vivo. Allí recordé cuando treinta o cuarenta locos éramos los únicos que nos cruzábamos España en autobús para animar al Sevilla en estadios que no eran precisamente el Olímpico de Roma para obtener por premio únicamente un empate, o una victoria pírrica, o incluso una derrota. Allí recordé las goleadas que he sufrido en el Bernabéu, por ejemplo, o aquellos partidos de copa en los que en el Sánchez Pizjuán no había más de diez mil personas para ver al Sevilla contra la Gimnástica de Tarragona, por ejemplo. Y allí tuve mi recuerdo para todos aquellos sevillistas que murieron esperando un título que nunca llegó. Los sevillistas del “tercer anillo” del Sánchez Pizjuán, de esa grada del cielo en la que reposan tantos y tan buenos sevillistas. Como mi abuelo Juan, que en paz descanse. Y recordé las largas tardes de calurosos veranos en la piscina de su casa junto a él comentando los últimos fichajes del Sevilla para la temporada siguiente. Hoy mi abuelo estará disfrutando desde el cielo por ver a su Sevilla nada menos que campeón de Europa. Y di gracias. Di gracias a mi abuelo Luis, que, él sí, ha vivido esto pues sigue vivo, y por muchos años si Dios quiere, por hacerme también amar al Sevilla desde la cuna. Por hacerme mirarme en él cuando, por ejemplo, al cumplir dieciocho años me regaló, junto al misal de su padre, su insignia de oro del Sevilla Fútbol Club, que guardo con veneración y luzco en mi solapa cuando la ocasión lo merece. Y di gracias a mis padres por meterme el mismo veneno que a ellos (y a mis tios) les metieron los suyos en el cuerpo, y llevarme por primera vez al Sánchez Pizjuán cuando sólo tenía tres meses de edad. Y recordé las largas sobremesas en casa de mis abuelos maternos cuando, siendo yo un mico, toda la familia comentaba el último cañonazo de Scotta o la magia de Pablo Blanco o Curro San José. Y me emocioné al hablar con mi padre por teléfono cuando acabó el partido. Él, que no pudo venir a Eindhoven, me sufragó el caro viaje sabedor de que mi economía no es precisamente boyante en este momento. Y lloré, rodeado de buenos amigos en la común locura por este Sevilla que, ahora sí, nos ha dado el alegrón (y los que han de llegar, pues la entidad tiene los pies en el suelo, una política de humildad y trabajo y ganas de crecer con medios para hacerlo). ¿Qué decir de lo vivido? ¿Qué decir de lo que sentí cuando la copa llegó a Sevilla al calor de miles de sevillistas en las calles de la ciudad para aclamar campeón al club que luce orgulloso su nombre? Esto es muy grande. Como el Sevilla, que es grande, grande por derecho propio.

Os dejo aquí algunas fotos del Philips Stadion. No son muy buenas, pero es que las hice yo con mi propia cámara.









¡Viva el Sevilla!

PS: no iba a hacerlo, pero no me puedo reprimir. Sólo recordar cómo celebraron los del tercer equipo de la ciudad su título de copa del “rey”, haciendo alusiones bajunas al Sevilla Fútbol Club, como las de su presidente, diciendo en su discurso oficial que esa era la “copa del Centenario”. Qué diferencia con el Sevilla, que no se ha acordado del equipillo de Heliopolis en la celebración, ni lanzando dardos cuando más fácil lo podemos tener. Pues no, aquella no era la copa del Centenario. Esta sí es la copa del centenario. Un título europeo, para quien aún ose poner en duda la hegemonía absoluta del Sevilla en nuestra tierra. El actual y sepulcral silencio de los del otro equipo es elocuente...

¡Viva el Sevilla!

Enhorabuena para el Sevilla y para España!!

NOTA DEL ADMIN: no se pueden poner imágenes directamente desde el correo, bájala y ponla como adjunto al mensaje.

Enhorabuena de nuevo para el Sevilla por la conquista de la Supercopa de Europa!!