Situación previa
La situación que llevó en 1.520 a la Guerra de las Comunidades, se había ido gestando en los años previos a su estallido. El siglo XV, en su segunda mitad, había supuesto una etapa de profundos cambios políticos, sociales y económicos. El equilibrio alcanzado con el reinado de los Reyes Católicos se rompe al llegar el siglo XIV. Éste comenzó con una serie de malas cosechas y epidemias, que junto a la presión tributaria y fiscal provocó el descontento entre la población, colocándose la situación al borde de la revuelta. La zona que más sufre en este contexto es la zona central, en contrapeso con la periférica, que apaciguaba sus males con los beneficios del comercio. Burgos y Andalucía representaban esa zona periférica y comercial respecto a la Meseta Central, con Valladolid y Toledo a la cabeza. No solo las malas cosechas provocaron el descontento, sino que a éste se unieron las protestas de los comerciantes del interior ante el monopolio ejercido por los mercaderes burgaleses en el comercio de la lana. Esta situación, caldeó el ambiente en los núcleos gremiales de ciudades como Segovia y Cuenca. Ante esta situación, todas las partes implicadas se volvieron hacia el Estado para que ejerciera el papel de árbitro, pero también éste se encontraba sumido en una grave crisis, que se hizo cada vez más grande con los sucesivos gobiernos de Felipe el Hermoso, Cisneros y Fernando el católico.
La teórica heredera, Juana la Loca se encontraba en estado de incapacidad, por lo que la línea dinástica llevó hasta Carlos de Habsburgo, hijo de Juana, y que nunca antes había pisado Castilla. Educado en Flandes, no conocía el castellano e ignoraba la situación de sus posesiones hispanas, por lo que la población acogió con escepticismo la llegada del nuevo rey, pero a la vez con ansia de estabilidad y continuidad, cosa de la que Castilla no disfrutaba desde la muerte de Isabel la Católica en 1.504. Tras la llegada del nuevo rey a finales de 1517, su corte flamenca comenzó a ocupar los puestos de poder castellanos, siendo el nombramiento más escandaloso el de Guillermo de Croy, un joven de tan solo 20 años, como Arzobispo de Toledo sucediendo al Cardenal Cisneros. Seis meses más tarde, en las Cortes de Valladolid, el descontento ya estaba presente en todos los sectores, llegando incluso algunos frailes a predicar denunciando abiertamente a la Corte, a los flamencos y la pasividad de la nobleza.
En estas circunstancias, se abrió el proceso de elección para el puesto de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1.519, pronunciándose la mayoría de los electores a favor de Carlos I para suceder a su abuelo Maximiliano. Este nombramiento fue aceptado por Don Carlos, que decidió partir rumbo a Alemania para tomar posesión como emperador. El concejo de Toledo se situó al frente de las ciudades que protestaban contra la elección imperial, afirmando que acarrearían gastos a corto plazo que deberían ser asumidos por la Corona de Castilla y cuestionando el papel de Castilla en este nuevo marco político, dada la posibilidad de que la Corona se convirtiera en una mera dependencia imperial.
Ante esta situación, Toledo exigía una convocatoria urgente de Cortes para que el rey diera explicaciones. Así pues, a finales de marzo de 1.520, Carlos I convocó las Cortes en Santiago de Compostela con el objetivo de terminar con la oposición y obtener un nuevo servicio para sufragar gastos en su viaje a Alemania. La Corte, además, encargó a los corregidores que escogieran procuradores afines al rey y que se les otorgara un poder muy limitado. Las Cortes no hacían más que incrementar el apoyo a la oposición, y por primera vez, esta oposición contaba con una declaración redactada por unos frailes franciscanos, agustinos y dominicos de Salamanca, que contaba con tres principios fundamentales: Se debía rechazar cualquier nuevo servicio, convenía el rechazo al Imperio en favor de Castilla y en el caso de que el rey no tuviera en cuenta a sus súbditos, las Comunidades deberían defender los intereses del reino. Fue la primera ocasión en la que apareció la palabraComunidades. Llegados a este punto, la mayoría de los procuradores se presentaron en Santiago con la intención de no votar el servicio. El rey decidió suspender las Cortes el 4 de Abril y convocarlas de nuevo en La Coruña el 22 de Abril, obteniendo esta vez el servicio y embarcándose el 20 de mayo con rumbo a Alemania, dejando como regente de la posesiones hispánicas a Adriano de Utrecht.
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