Búsqueda avanzada de temas en el foro

Resultados 1 al 20 de 317

Tema: La invención de la conciencia regionalista santanderina: "Cantabria"

Vista híbrida

  1. #1
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
    Fecha de ingreso
    11 nov, 06
    Mensajes
    5,354
    Post Thanks / Like

    Re: La invención de la conciencia regionalista santanderina: "Cantabria"

    1. LA FLAMANTE CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA CONCIENCIA REGIONALISTA “CÁNTABRA”.

    "El inicio de la redemocratización de España, a finales de los años setenta, supuso una eclosión de los procesos autonomistas promovidos por la oposición al régimen, que incluyó en sus programas, frente a la desprestigiada política de identidad unitaria franquista, cercenadora de las variedades culturales de los pueblos, la lucha por las libertades democráticas y la descentralización política.

    Por vez primera se iba a producir en la historia moderna del país, un amplio consenso en torno a la necesidad de reformular las relaciones económicas, políticas y socioculturales entre el centro y la periferia, a través de un proceso autonómico que permitiera la existencia de un modelo innovador de organización territorial, capaz de “resolver” la “vieja cuestión” de las nacionalidades y regiones en el seno del Estado.

    “Cantabria” (CONOCIDA HASTA 1981, COMO PROVINCIA DE SANTANDER), animada por los aparatos de los partidos mayoritarios y los grupos emergentes de carácter regionalista, también se sumó al movimiento de generalización autonómica, que habría de desembocar, al amparo de la Constitución de 1978, en la obtención de su Estatuto de Autonomía, el año 1981.

    Este nuevo contexto político de efervescencia de lo que bien podría denominarse una ideología autonomista, impulsó un creciente interés hacia lo “autóctono”, como respuesta a la necesidad de forjar en el conjunto de la sociedad “cántabra”, carente de una especificidad etno-territorial, una conciencia regional distintiva, histórica y culturalmente inexistente.

    La búsqueda de lo que los discursos neofolkloristas, obsesionados con la idealización de la vida rural, consideran las esencias remotas de “nuestra historia y cultura ancestrales”, se ha llevado a cabo anteponiendo la retórica nativista, y la ciega exaltación de unos hipotéticos valores regionales, al discurso científico y a la autorreflexión. Tan nefasta filosofía, que cuenta con patente institucional por su efectismo en el rescate de símbolos diferenciadores, fácilmente manipulables, está contribuyendo a suplantar el necesario y riguroso análisis de la realidad de los hechos históricos y culturales, por la invención de una historia y de una tradición de singularidades exclusivistas.

    Con este anémico bagaje referencial, fundamentado en el historicismo y en la lógica de la confrontación victimista, es con el que las nuevas élites etnocráticas cántabras (provinciales santanderinas) asisten a la “concurrencia múltiple etno-territorial”, en el contexto del actual panorama de complejidad y conflictividad intergubernamental, propia del “federalismo concurrente” de nuestra España autonómica...

    Durante las dos últimas décadas, coincidiendo con el debilitamiento de la ciudadanía y la solidaridad, dos de los principios fundadores de las modernas sociedades occidentales, en “Cantabria” asistimos a la re-tradicionalización de la vida cultural y a un uso instrumental de la tradición, con una clara voluntad de pedagogía social, encaminada a la reeducación de amplios sectores de la población en el amor por las costumbres locales como un valor primordial que deben cuidar, conservar y difundir, y que, curiosamente, nos remiten al supuesto mundo idílico de las tradicionales comunidades campesinas, tomado como paradigma de la cohesión y la estabilidad sociales. Se trata, qué duda cabe, de una lectura neo-tradicionalista de la tradición, efectuada en el marco histórico de una sociedad reflexiva y postradicional.

    La permanente invocación retrospectiva a unos supuestos valores espirituales propios de un remoto pasado histórico, se ha convertido en una nueva religión (predicada desde la pequeña y mediana burguesía regionalizante de los ámbitos urbanos, en su deseo manifiesto, política y económicamente interesado, de proyectar su eco en amplias capas de la sociedad) al servicio de la comunicación reproductiva de la “ideología regionalista...

    De este modo se construye socialmente la falsa representación de una regionalidad “cántabra” naturalizada, cuya fuerza integradora se hace derivar de algo dado pre-políticamente, de un hecho independiente de la formación de la voluntad política...

    A nadie debe extrañar la recurrencia a la invención de rasgos tradicionales que apelan, reiteradamente, a la identidad territorial y psicológica de los “cántabros”, porque son estos elementos simbólicos, junto a la memoria histórica (sacralización del tiempo pasado, del espacio y de la etnia que lo habita, en un juego de pertenencias exclusivistas), los que están siendo utilizados, por las élites regionalistas, asentadas en los ámbitos urbanos de la centralidad económico-política, como señaladores identitarios, en sus estrategias de vertebración de una conciencia identitaria que respalde las propuestas de su nuevo “particularismo centrífugo”.

    Es frecuente que la llamada a la pertenencia étnica se apoye en una selección de aquellos símbolos y elementos de la cultura tradicional, verdaderos o falsos, susceptibles de ser empleados como demarcadores eficaces de la identidad colectiva y que ésta se ritualice, periódicamente, buscando los lazos de unión con un pasado remoto que, a través de las prácticas ceremoniales, contribuyan, por el carácter performativo de los ritos, a hacer que los individuos sean quienes creen ser, generando anclajes socio-emocionales que les comprometan con el colectivo, sus normas e ideología.

    Todos los rituales de reforzamiento identitario necesitan hacer acopio discriminado de rasgos del pasado, real o mítico. En cualquiera de los casos forman parte de esa realidad inventada (plausibilidad social) y expresan las transformaciones que se están produciendo en el sistema social. ... En definitiva, textos icónico-verbales de unos grupos re g i o n a l i z a d o res que toman la nostalgia por el pasado feliz, como un símbolo encubridor de sus propios intereses religiosos, económicos, políticos y sociales. No debemos olvidar que los símbolos operan como “fuentes extrínsecas de información” ...

    A través del elogio de la tradición y de la “sociedad tradicional” (en unos momentos en que ésta experimenta una profunda desarticulación y liquidación de sus estructuras y modos de vida), se está justificando, e imponiendo, una concepción del tiempo y de la historia en beneficio de sus manipuladores. De modo significativo, aquélla se relaciona únicamente con las viejas sociedades rurales y con una serie de rasgos, preseleccionados, de la cultura popular. Como si no hubiera, además, tradiciones urbanas y, otras, no precisamente populares. Las asimetrías entre el espacio y el tiempo de las experiencias del pasado y las del presente, se soslayan. La identidad queda así ubicada fuera de toda temporalidad que no sea el tiempo mítico. El tiempo sin tiempo, codificado a partir de una ética y una estética, concebidas en clave neo-tradicionalista.

    Entre el coro de lamentos destacan las voces enturbiadas de algunos sectores que en su día contribuyeron a desarticular la sociedad tradicional hoy retóricamente añorada. Y lo hacen, justamente ahora, cuando sobre la ruina demográfica, económica y cultural de las aldeas rurales se cierne la avidez de los grupos (sus propios intereses) de promoción inmobiliaria y turística que, desde hace unos años, controlan la redefinición y reordenación del territorio y de sus significaciones culturales y simbólicas ....

    Para estos sectores neo-tradicionalistas, que cuentan con el consenso de otros grupos inmersos en el despiste cognitivo que toda relación objetal con la tierra amada implica, la tradición y la sociedad tradicional tienen una inconfesada significación política al convertirse en el referente estructural del “cantabrismo”.

    En última instancia a ciertos sectores sociales, de la derecha y de la izquierda, les encantaría poder invertir el curso de la historia, anular los logros del proceso civilizatorio y reencontrarse con el iluso atavismo de una comunidad perfecta con niveles de organización humana reducidos a la familia y la aldea. ... Sociedad ésta, por otra parte, ya pasada y fenecida, a manos del lógico impacto histórico de los cambios estructurales y sociales (industrialización, urbanización, implantación de la vía capitalista en el sector agrario, etc.), que nada tiene que ver con su falsa conciencia del pasado, debida a una visión ideológica del mismo, fundamentada en la mitificación de las comunidades rurales, entendidas como entes homogéneos y armónicos, carentes de conflictos y diferencias sociales.

    El pasado adquiere estatuto sagrado y deviene paradigmático para las conductas individuales y sociales, ya que lo que en él se hizo es considerado como una verdad intemporal y eterna, que se debe repetir de una forma ritualizada. Estamos ante una tradición mixtificada y mixtificante, reelaborada por las clases dominantes e impuesta como un re f e rente simbólico, perfectamente encajado en los rasgos neoconservadores del nuevo orden social.

    Tradición que, para los defensores del proyecto regional neo-tradicionalista “cántabro” y sus “intelectuales tradicionales”, es pura e inmutable en las esencias (la tierra, el pueblo, los ritos y costumbres, etc.; históricamente descontextualizados y mitificados en sus estructuras, expresiones y representaciones simbólicas)...

    Dicha visión estereotipada de la realidad histórico-antropológica de “Cantabria”, resulta sumamente útil para la elaboración de todo tipo de discursos victimistas y esencialistas.

    Sobre ella, se sostiene el mito agrarista de una sociedad “cántabra” campesina (hecho paradójico en un tiempo de crisis y liquidación intensiva de los fundamentos agrarios del mundo rural tradicional)...

    El antropólogo y, por extensión todo investigador social, no encontrará en la Cantabria actual ninguna comunidad campesina aislada y en estado de hibernación histórica. Por el contrario, descubrirá sociedades que, sobremanera a lo largo del presente siglo, se hallan inmersas en una paulatina liquidación de sus rasgos y fundamentos tradicionales, por el impacto de una progresiva urbanización de los espacios rurales ...
    Última edición por ALACRAN; 14/10/2011 a las 16:45
    Pious dio el Víctor.

Información de tema

Usuarios viendo este tema

Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)

Temas similares

  1. Respuestas: 8
    Último mensaje: 21/10/2012, 19:54
  2. Telediarios: creadores de "estados de conciencia"
    Por Hyeronimus en el foro Política y Sociedad
    Respuestas: 1
    Último mensaje: 29/09/2011, 17:31
  3. Respuestas: 2
    Último mensaje: 18/09/2011, 15:08
  4. Respuestas: 12
    Último mensaje: 03/03/2010, 16:05
  5. "Un informe pone contra las cuerdas el mito "progre" de la inmigración"
    Por Juan del Águila en el foro Política y Sociedad
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 01/06/2008, 22:16

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •