Revista FUERZA NUEVA, nº 93, 19-Oct-1968
LA MASONERÍA, VÍA INGLATERRA, INSTIGADORA DEL SEPARATISMO
La prensa ha comentado (1968) la “coincidencia sospechosa” que representa el apoyo moral que los rotativos ingleses de Gibraltar prestan al separatismo vasco, a las actividades terroristas de la E.T,A., hasta el punto que David Jato Miranda ha podido registrar:
“Curiosamente, desde que hace años inició el Gobierno español una política de firmeza relacionada con Gibraltar, el movimiento separatista vasco fue creciendo en actividad y sus esfuerzos aumentan en la misma medida en que viene aumentando la presión española”.
Francamente, creemos que la ofensiva es más amplia y con hondas raíces. Si la unidad nacional culmina en los Reyes Católicos, la acción sectaria contra la obra de los mismos -catolicidad, América, autoridad, unidad, paz social- no ha cesado en ningún momento. Para ello han trabajado las sectas, singularmente la masonería. Y como potencia que históricamente ha lesionado vitalmente los intereses de España debe señalarse la acción política de Inglaterra. No sólo en el pasado, sino en el presente.
La pérdida de las provincias de Ultramar y los brotes iniciales del separatismo catalán, desvinculado de la verdadera tradición catalana, coinciden en la forma más sintomática. Y la presencia de la masonería y de Inglaterra proyectan idénticas sombras a la maniobra que trama el destrozo de España y su inutilización como Estado soberano y nación unida.
Documentos olvidados
Que la masonería interviene en la puesta en órbita del separatismo catalán no escapó siquiera a los mismos propulsores del catalanismo, ortodoxos y de buena fe, pero servidores de un neutralismo ideológico que ha sido fatal para Cataluña y para España.
En la revista “La Creu del Montseny”, año I, núm.2 (año 1899), fundada por el canónigo Jaime Collell, se publica el siguiente suelto que traducimos literalmente del catalán:
“¡Catalanes, alerta!” Traducimos con este título de nuestro amado colega de Valencia, “España Cristiana”, las siguientes líneas: “Sabemos que se ha fundado en Barcelona una sociedad “tres puntos” que tiene por nombre Gran Logia Regional Catalana Balear, y cuyo gran maestro “tres puntos” y gran secretario “tres puntos” se titulan E. L. Newton y J. C. Kardech. Sus propósitos son hacer propaganda separatista incesante y ardiente para alcanzar que Cataluña proclame su independencia y deje de formar parte de la nación española, según se deduce de las alocuciones que ha dirigido a todos los cuerpos masónicos de la región en noviembre de 1898 y enero de 1899. Y, no olvidando que dentro de las logias cubanas y filipinas se forjaron las insurrecciones pasadas y guerras desastrosas que han acabado con nuestra soberanía en aquellas tierras, cabe sospechar y temer que la Logia Catalana-Balear comience dichos trabajos separatistas para obtener pronto sus inicuos propósitos y arrancar a la Madre Patria esa hermosa tierra que se llama Cataluña”.
Haciendo un salto de muchos años, recordaremos -yo asistí, con emoción imborrable, tras mi odisea para evadirme de la zona roja- la conferencia que pronunció en el Teatro Principal, de San Sebastián, el 28 de febrero de 1937, el conocido padre Juan Tusquets, que, sintetizando y enumerando la dirección masónica sobre el separatismo catalán, afirmaba:
1. El levantamiento de Maciá en Prats de Molló, obra en absoluto del Grande Oriente francés y su defensa ante los tribunales de la nación vecina por el significadísimo masón Torres, artífice de la alianza entre la masonería francesa y el soviet.
2. El sustancioso párrafo de la autodefensa que pronunció el propio Maciá ante los tribunales franceses, en el cual pronostica que acaso en plazo no muy lejano, cuando Francia se vea amenazada o atacada por las naciones reaccionarios o fascistas, Cataluña será la Bélgica española.
3. El viaje de Maciá a Rusia, acompañado de Gasol y demás héroes de la futura Cataluña.
4. La beligerancia que los masones Alcalá Zamora, Marcelino Domingo, Lerroux, Azaña, Martínez Barrio, Casares Quiroga, los Ríos, etc., concedieron a catalanistas y vasquistas durante la gestación de la República y especialmente en el vergonzoso Pacto de San Sebastián.
5. La parte considerable que tomó Cataluña, y más concretamente la Esquerra, habilidosamente secundada por los radicales y por algunos prohombres de Acción Catalana y aun de la Lliga, en la proclamación de la República.
Parte menos visible, aunque no por ello menos eficaz, tuvo el vasquismo.
A cada aldabonazo de la secta contra la Monarquía, sonreían gozosos los viejos políticos. Pues ¿no se dieron Alba y la Lliga, entre ovaciones a los Segadors, el abrazo que se recuerda con el nombre de Pacto de las Ramblas? ¿Cómo no vieron, cómo no vimos, que semejantes propagandas desataban la tormenta que haría astillas un trono secular? Quien siembra vientos recoge tempestades”.
Hasta aquí el padre Tusquets. Aunque, después, Cambó y casi todos los directivos de la Lliga se adhirieran al Alzamiento Nacional. Ver: http://hispanismo.org/catalunya/29227-francisco-cambo-de-catalanista-conservador-apoyar-el-alzamiento-de-franco.html?highlight=
La masonería en pleno descaro
Es cosa sabida que durante el Pacto de San Sebastián (1930), Prieto puso como condición esencial el que los Estatutos responderían al contenido subversivo y disolvente de la República. En la reseña que hizo de tal reunión el masón Jaime Ayguader pone de relieve que la fórmula viable para los Estatutos consistiría en que “no podrían negar el espíritu liberal y democrático de la revolución, y que en su elaboración se había de partir de estos principios, porque los Estatutos particulares no podían negar la obra común”. Todo el sofisma de los separatismos se basa en el llamado principio de autodeterminación, que ya era negado de antemanoen virtud del complot secreto que les yugulaba la posibilidad de alcanzar una Cataluña o una Vasconia regida con sentido cristiano.
Por esto se concedió rápidamente el Estatuto masónico de Cataluña. Recién concedido, el 22 de septiembre de 1932, la masonería delega a los masones López Ochoa, Otero y Font y Pubill para entregar a Francisco Maciá un mensaje harto evidente:
“Al Honorable Presidente de la Generalidad de Cataluña. La Gr. (tres puntos)Logia del Nordeste de España de obediencia del Gran Oriente español, en representación de todos los Franc-Masones de dicho territorio, teniendo en cuenta que la Orden no debe ser partidista en ningún sentido político, pero que es su deber apoyar con todo su esfuerzo aquellos principios básicos que son el alma de sus doctrinas, felicita positivamente al Gobierno de la Generalidad de Cataluña, en la persona de su digno Presidente, por la consecución del Estatuto que acaban de aprobar las Cortes Españolas y que representa el logro de las libertades por las que propugnó siempre Cataluña y, asimismo, hace votos porque en el porvenir consiga obtener el máximo de las mismas, siempre, claro está, encerradas asimismo, o sea, dentro de la más estricta legalidad. Viva S.E. muchos años para bien de Cataluña y de España. El Gran Maestre, SAMUEL E. MORRIS. Barcelona, 21 de septiembre de 1932”.
Entre masones se concertó el Estatuto, masones lo otorgaron, masones lo administraron y sirvió para finalidades masónicas. Ya el mismo Maciá, en la Constitución Catalana de La Habana, había incrustado en aquel texto constitucional, en el título segundo, artículo tercero, este párrafo típicamente propio de un hijo de la Viuda:
“La bandera oficial de la República catalana es la histórica de las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo con adición en la parte superior de un triángulo azul y estrella blanca de cinco puntas en el centro del mismo”.
Ya ni los símbolos masónicos, como sus propias huellas digitales, disimulaban el origen tenebroso del separatismo.
Así la rebeldía separatista, que culminó en la noche del 6 de octubre de 1934 con la tartarinesca “resistencia armada contra España”, en frase del infeliz Dencás (cuyos “escamots” uniformados actuaban con el mismo método y mentalidad del fascio italiano, pero al servicio del aniquilamiento de España) recibía su inspiración de las logias, a raíz de la ley de Cultivos. En el “Boletín Secreto”, número 4, de la Gran Logia Española, en el acto de la sesión del Pleno del Soberano Consejo de Gobierno de 18 de junio de 1934, se lee:
“Se da cuenta de una plancha burilada, por el diputado gran maestre de la Gran Logia Española, al presidente de la Generalidad, aprobando su actuación de rechazar el fallo del Tribunal de Garantías Constitucionales e insistiendo en aplicar la ley de Cultivos, rechazada por el Gobierno de la nación”.
Dejando aparte un buen número de documentos de nuestro fichero, digamos que en la plancha masónica del 14 de abril de 1960, en su apartado séptimo, el Gran Oriente español continúa en la misma línea:
“Tarea urgente es colaborar por la amnistía, apoyar las tendencias separatistas… Prestando especial atención a las orientaciones del Spanish Democrats Defense Committee”.
Como botones de muestra, sobran las pruebas hasta aquí expuestas.
Y además, el intrusismo
J. Boor, el autorizado escritor que tras este seudónimo público allá por los años 1947-1951, unos artículos seriamente documentados. (Ver: http://hispanismo.org/historiografia-y-bibliografia/28741-franco-jakim-boor-gran-estudioso-e-historiador-de-la-masoneria-1952-a.html?highlight= ), el 12 de octubre de 1950 escribía:
“Existe en los discursos de nuestro Caudillo una frase que yo mandaría grabar en las paredes de los edificios y en los libros de historia para la enseñanza de los muchachos, buscando una reacción refleja que anule para siempre, entre nosotros, los gérmenes de la división; me refiero a aquélla fabricada en Gran Bretaña, de españoles contra españoles, que les permitió alcanzar en pocos años lo que no pudieron a pesar de todas las guerras que se nos promovieron”.
Somos muchos los españoles que, ante Inglaterra, sentimos como Vázquez de Mella:
“Es grande Inglaterra… pero Inglaterra ha negado, ha mutilado, ha sometido, ha sojuzgado mi Patria, ha deshecho su historia y ha roto sus ideales…. Yo aspiro a la soberanía del Estrecho y a la integridad territorial que nos niega Inglaterra. Y digo más, y repito lo que he dicho muchas veces: si Alemania se uniera con Inglaterra, sería enemigo de Alemania; si Francia se separara de Inglaterra, sería amigo de Francia. Porque la norma en mí no es el odio. Son los intereses geográficos y la integridad de mi Patria”.
Lo que decía Mella a esas horas está sumamente agravado ahora (1968). La resistencia, el vilipendio, el cinismo con que Inglaterra resiste el acuerdo de las Naciones Unidas en materia de la descolonización de Gibraltar, con su zarzuelero referéndum, sobrepasa toda cordura y es digno de la escuela de Drake. Pero hay un aspecto que supera la “coincidencia sospechosa”, anotada por la prensa, observando la morbosa fruición con que la prensa gibraltareña estimula la efervescencia del terrorismo de la E.T.A.
Con residencia en Londres existe (1968) un llamado “Consell Nacional Catalá”, que publica hojas informativas, panfletos antiespañoles, e incluso una declaración apoyando que Gibraltar sea una colonia inglesa y que no sea reintegrada a España. En la misma se dice textualmente:
“Con motivo de las actuales discusiones del Gobierno español contra el Gobierno británico sobre Gibraltar, el Consejo Nacional Catalán ha declarado ante la opinión pública británica y gibraltareña, y ahora declara ante la catalana, que los catalanes nos desentendemos completamente de toda ambición que el Gobierno español puede tener sobre Gibraltar”.
Las injurias contra España, los insultos más inverosímiles, las sandeces más absurdas son disparadas por este “Catalan National Committee in Great Britain”. Desde Londres, por ese Consejo Nacional Catalán, se publican escritos en que se afirma:
“La independencia es fijada como primer objetivo en la declaración del Frente Nacional de Cataluña… Numerosos catalanes, como medida de seguridad para nuestra nación, fundamentada en la experiencia histórica, no tienen confianza en una Confederación y reclaman una completa separación del Estado español”.
Esta esquizofrénica literatura, escrita por auténticos enfermos mentales que en modo alguno representan al pueblo catalán, no podrían operar ni tendrían irradiación de ninguna clase si no estuvieran domiciliados en Londres, con benévola ayuda y tolerancia del Gobierno de su Graciosa Majestad, para desde allí socavar, conspirar y preconizar la división de España. ¡Un atentado más bajo contra la soberanía de España no es concebible!
Mientras, por una parte, una política perversa mantiene el irredentismo de Gibraltar, desde Londres activamente se trabaja para alentar el más tribal separatismo. Pensamos que el Gobierno español debe descubrir y plantear, a nivel de reclamación diplomática, la existencia intolerable y ofensiva de este centro internacional de conspiración contra la integridad de España que representa este Comité.
J. Boor dijo elocuentemente:
“La masonería es un producto inglés, al modo como el comunismo lo es ruso… Que la masonería fue la activa socavadora de nuestro Imperio, nadie puede negarlo. Ella fue quien logró la expulsión de los jesuitas, uno de los hechos que causaron más daño a nuestra América. Ella, quien llevó la guerra a nuestras colonias y quien convirtió nuestro siglo XIX en un rosario sin fin de revoluciones y de contiendas civiles. Para Inglaterra fue el medio de activar la desmembración de un Imperio que le hacía la sombra… Desde que Felipe Wharton, uno de los hombres más pervertidos de su siglo, fundó la primera logia de España hasta nuestros días, la masonería puso su mano en todas las desgracias patrias”.
Actualmente (1968), para el que no sea ciego, es cosa evidente que el separatismo antinacional, la alta traición contra la unidad de España, la exacerbación del odio irracional contra la Patria común para sus fines perversos tuvieron su origen, su potenciación, su fuerza secreta a través de la acción masónica. Así es. Lo que significa la total negación del espíritu, la personalidad y la cultura de Cataluña.
La primera logia masónica nos vino por Inglaterra. Y da la casualidad de que ahora (1968) desde Londres, con todas las facilidades, se alimenta y se fomenta el más cerril, insoportable, anacrónico, rabioso y servil separatismo. España no sólo debe reivindicar Gibraltar, sino hacer sentir todo el peso de su indignación ante esta conspiración. Mella dice: “Cuando un tirano pone su planta sobre la cerviz de la víctima, y ésta no forcejea y no se revuelve para combatir y liberarse del opresor, sino que besa la planta que la oprime, entonces tened por seguro que habría muerto un cuerpo y antes ha muerto un honor”. Y José Antonio Primo de Rivera afirmaba: “Todo el que se lanza a hacer una revolución se compromete a concluirla: lo que no puede hacer es escamotearla”. Y mucho menos en lo que es el centro de nuestra grandeza: la unidad de España, odiada a muerte por la masonería y actualmente combatida, pérfida y traicioneramente desde Inglaterra.
Jaime TARRAGÓ
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