Hubo un problema de designación de sucesores, aunque ello no quita para que España se convirtiese en un "pastel" demasiado goloso y grande como para dejarlo así como así: demasiadas ambiciones y demasiados "cuentos de la lechera". De cualquier modo, y en términos más historiográficos, los proyectos tanto de Francia como de Austria, de haberse podido llevar a cabo con la sucesión al Trono de España, hubieran convertido a cualquiera de estos países en la primera potencia del mundo de entonces. Y dos modos opuestos de entender la política, no sólo exterior, sino también interior, entraron el liza: del concepto basado en "el Estado soy yo", al fundamentado en un espíritu imperial de reinos y principados unidos por la corona del ámbito germánico.
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