La combinación de Isaac Peral y Torres-Quevedo habría sido, sencillamente, arrasadora.
Submarino+torpedos teledirigidos.
Imparable.
A mí nadie me va a convencer de que en aquel tiempo ya teníamos traidores trabajando para el enemigo en nuestras más altas instancias, incluído el ejército. No existe explicación alternativa posible y ya no me estoy refiriendo al ejemplo puesto sino a varias decisiones casi imposibles entender.
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