La vomitiva Iglesia Alemana
Por Esteban Falcionelli
En estos momentos debe ser la peor del mundo. Y tiene seis votos en el Cónclave. Kasper, Meisner, Cordes, Lehman, Marx y Woelki.
Dos eméritos, otros dos que deberían serlo pero con los que el Papa, alemán él, ha tenido una gran condescendencia, y otros dos que que son el tercero y el cuarto más jóvenes del Sacro Colegio.
Uno de ellos, el de la fotografía, es seguramente el peor cardenal de la Iglesia. Y hay unos cuantos compitiendo con él. Meisner, con 79 años cumplidos y todavía arzobispo de Colonia, en teoría fidelísimo al Papa. Acaba de descolgarse con la legitimación de la píldora del día después, con algunas limitaciones, en lo que parece que le ha seguido la Conferencia Episcopal alemana. Kasper, que cumple 80 años el 5 de marzo y que por tanto llega al Cónclave por los pelos pues será el cardenal más viejo de todos los conclavistas, se ha sacado de la manga una bendición de diaconisas que hace pensar que ya chochea. Woelki ha sido otro error de Benedicto XVI. Y escribo a conciencia otro. Marx va de gallego. No se sabe si sube o si baja. Apenas se salva Cordes. Müller no es cardenal pero tampoco parece un acierto del Papa.
Pues esa Iglesia, riquísima, al menos hasta ahora, está en absoluta descomposición. Hasta el punto de que, con excepciones, parece mucho más protestante que católica. Como le sobra el dinero tiene enorme influencia en otras Iglesias pobres. Y es una influencia pésima. Lo de Müller, que se lo ha tenido que envainar, con la exPontificia Universidad exCatólica de Perú, una vergüenza.
Y, además del dinero, ejerce otro pernicisísimo influjo. Amuchos clérigos, españoles también, les ha dado por aprender el alemán para ir a beber en aquellas putrefactas aguas. Lo que hasta hace algunos años era la Iglesia francesa, la peor Iglesia francesa, ahora lo es la alemana. Sumamente preocupante.
Además el alemán carece de finura. Lo suyo es el panzer. A cualquiera se le ocurriría no aprovechar los últimos días de Benedicto XVI para torpedearle. A los alemanes, sus alemanes, les trajo sin cuidado. Ahora que no va a replicar.
Sé que no va a ocurrir. Pero me encantaría que en esta semana escasa que le queda el Papa como tal aceptara la renuncia de Meisner y Lehman. Para que al menos llegaran al Cónclave como eméritos de sus respectivas diócesis. O mejor, como deméritos.
Fuente La Cigüeña de La Torre, del amigo Pacopepe de la Cigoña
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