Pues este es el triste privilegio que se tiene desde hace más de medio siglo, pero a nadie le interesa reconocerlo.
Una conjura que ya era conocido por los papas "anti-liberales" del siglo XIX.
El hecho de mencionar al "hombre moderno" (o al "católico moderno") masonerías, profecías, conjuras, apocalipsis, Fátimas..., lo toma todo a chirigota.
El problema es que esas monstruosidades ya no se toman en serio ni suenan escandalosas. Y que quien lo cree es tomado casi por tonto.
Envío otro artículo :
Creación de una Nueva Iglesia
Con su pretensión de una hegemonía universal, la corriente masónica espiritualista se quiere poner evidentemente a la par con [/FONT][/COLOR]la Iglesia Católica. Pero ella no se ha limitado a una actividad de concurrencia en su seno; sus hombres han madurado un complot, elaboraron un plan en el que se expresa la voluntad de suplantar a la Iglesia, previendo su sustitución con una nueva iglesia, radicalmente transformada según sus miras.
Es entre 1880 y 1890 que este plan fue elaborado. En aquella época, escribe Pierre Virión en su obra "Misterio de la Iniquidad" de 1967, ciertos grupos ocultistas trabajaban activamente en las grandes órdenes masónicas, invadidas entonces por el materialismo, con el fin de unirlas alrededor de un espiritualismo iniciático, desembocando, en última instancia, en un esoterismo luciferiano. Los clérigos prestaron una activa cooperación, entre ellos: Elifas Levi y el Canónigo Roca, profeta de una nueva iglesia iluminada, la cual, según él, sería "ratificada oficialmente por el último Papa, convertido ya éste al "nuevo Cristianismo". (P.67)
De esta convergencia de esfuerzos, nacieron en Francia tres grupos principales:
1. La Orden Cabalística de los Rosacruces, fundada en 1888 por Stanislao de Guaita, un mago negro cuyo propósito era dar a conocer a la teología cristiana las magnificencias esotéricas ocultistas de las cuales, según él, está llena sin saberlo.
2. La Orden Martinista, fundada en 1890 por Papus. Dice Pierre Virión, que esta es actualmente una de las más peligrosas sociedades secretas, por su poder de corrupción doctrinal en los ambientes católicos. El gran instructor de este movimiento es Saint-Ydes de Abeildre. El propósito de este grupo es establecer un gobierno mundial invisible con el concurso de las potencias ocultas de cada orden y de cada escuela. En su última fase el poder sería ejercido por un "colegio de sabios", compuesto por representantes de las potencias sociales, financiaras, culturales, y que admitiría también sobre una base de rigurosa igualdad a los jefes de todas las grandes religiones, es decir, islamismo, budismo, hinduismo, catolicismo, entre otras.
Precisamente la religión católica vendría ser absorbida en este sincretismo universal, presentado este como la única religión del futuro. En el orden político, se establecería un socialismo tecnificado, dividiendo al mundo en zonas geopolíticas.
3. El Simbolismo, representado por Oswald Wirth, quien sustenta un "cristianismo esotérico u ocultista", cuya seducción se ejerce en gran medida sobre católicos que están ávidos de misticismo.
En 1937, los dignatarios del Consejo Supremo de Francia, emprendieron, con Oswald Wirth, la tarea de encontrar sacerdotes católicos, con el fin de preparar el acercamiento entre la Iglesia y la masonería. Asimismo, fuera de Francia se estableció un esfuerzo idéntico de penetración del catolicismo en varios países, como por ejemplo Italia, donde se exponía la necesidad de fundar una masonería católica, que pretendía clandestinamente accionar dentro de la Iglesia y sin rebelión abierta.
Pero eso sí, una rebelión profunda, una revolución silenciosa.
Estos esfuerzos conjuntos han tenido verdaderos frutos. La etapa de simple diálogo con la masonería, parece ya superada. Lo que se creó ante nuestros ojos es un clima de convenio y simpatía. Las sectas masónicas se vanaglorian siempre más de contar entre sus miembros a sacerdotes. Este hecho por otra parte ha sido confirmado en el curso de una transmisión radiofónica del gran maestro del Gran Oriente de Francia, el cual precisó, además, que la presencia de sacerdotes en la masonería implica para ellos la obligación de ser dogmáticamente libres…, es decir, liberados del Credo Católico.
Todo el trabajo realizado en las Logias Masónicas, particularmente a fin del último siglo, en favor de un espiritualismo de inspiración gnóstica, apuntaba en definitiva a instaurar un "nuevo cristianismo y una nueva iglesia". "Estamos obligados a construir sobre la base de una documentación rica en certezas, escribe Pierre Virión, que un magisterio oculto conduce a los doctores de la nueva iglesia, inventada en las altas sociedades secretas en el fin del siglo XIX."
Este ecumenismo de esta nueva iglesia, no es la nuestra. Mezcla todo junto: el error y la verdad, todas las religiones y todas las ideologías; todas las instituciones y todos los regímenes políticos. Sus teólogos eliminan la acción creadora de Dios, consagrándola como hija del Cristo cósmico que está surgiendo de la humanidad, la cual no recibe más la gracia, sino que la da. Es la humanidad entonces la que pontifica frente al Papa, porque según ellos la Iglesia de Pedro erró…
Esta unidad mundial, no contiene nada del espíritu católico de la antigua Iglesia Romana. Esta unidad se realiza fuera de la Iglesia Católica Romana y contra ella, pero se presenta como la nueva Iglesia Católica Romana. Será el fruto del espiritualismo masónico, el único que puede asegurar el verdadero universalismo.
Y así estos masones afirmaban "que el papado sucumbirá; y entonces aparecerá un cristianismo nuevo, sublime, liberal, profundo, verdaderamente universalista, absolutamente enciclopédico… un culto universal donde todos los cultos serán englobados. El Dios será la humanidad confundida con Cristo, que es también el universo entero. Al Cristo-hombre sufriente, la Iglesia le seguirá en nuestros días el Cristo-Espíritu triunfante" (Canónigo Roca: "La Gloria Centenaria").
Solamente una sociedad teocrática y que tenga el carácter de la masonería, podrá reunir un día el Islam y la Cristiandad, los hebreos y los budistas, Europa y Asia, todos en un mismo ideal y en una intensa esperanza. Corresponde a la masonería, según lo dicho, el formar la iglesia universal.
Esta es la realidad que estamos viviendo y que nos sumerge de lleno en la Iglesia actual, debido a la infiltración masónica.
En 1972 nuestro Señor le decía a la mística Filiola lo siguiente:
"¡Se ha dejado conducir a la Iglesia en las manos de un espíritu como masónico…! ¡Oh, sufriremos! Este espíritu difundido ahora en toda la Iglesia, se ha introducido primero, asegura Filiola, en el Vaticano mismo."
El Vaticano hospeda, nos dice, una especie de contra-iglesia secreta, compuesta por prelados y dignatarios ganados al espíritu masónico y "espiritualista" (caracterizado, como lo hemos dicho, por un ecumenismo sincretista, antidogmático y por un humanismo muy abierto). Estos personajes bajo máscaras honorables, bajo las apariencias también de un lenguaje ortodoxo, pero ambiguo, intrigan en la sombra, conducen un sutil doble juego, persiguen con método y paciencia un plan concertado.
Suplantar a Cristo
A la luz de cuanto se ha dicho, se pueden entender ciertos aspectos:
1. Se suprime a Jesús, el Cristo, para poner en su lugar un Cristo como un puro vocablo, un ser abstracto, un mítico; sin ningún interés en cuanto a su existencia histórica, pero que simboliza felizmente al hombre en su camino ascendente hacia la auto-divinización del hombre.
2. Se suplanta a Cristo por una proyección subjetiva, privada por lo tanto de cualquier contenido real, concreto; pero útil por la carga efectiva que lleva a través de los tiempos y cuya energía espiritual puede ser recuperada.
3. Se suplanta a Cristo por un ser divino concebido en modo panteísta. Es decir, que cada individuo llegue a liberar a su Cristo interior de las misteriosas fuerzas del subconsciente.
4. Se suplanta a Cristo por un sutil disfraz del príncipe de este mundo. Bajo la imagen misma de Cristo y bajo el pretexto seductor de una religión más profunda, más pura, más espiritual, más divina… surge el mismo Satanás que va tomando los espíritus de todas las almas.
5. Por eso, es fundamental en este tiempo que entendamos la necesaria adhesión a la Humanidad santa de Jesucristo y también correlativamente a la maternidad de María Inmaculada. Esto explica por qué estos dos grandes pilares son las garantías de la integridad y de la autenticidad de la vida cristiana, y al mismo tiempo, se han convertido en tiro al blanco de los golpes más furiosos del enemigo.
Conclusión de lo dicho
De todo lo que hemos dicho se puede resumir que existe una forma de masonería que ha penetrado en la Iglesia y; su tesis no es otra que un avivamiento o resurgimiento de un espiritualismo gnóstico, pero adaptado a la cultura moderna. Este espiritualismo masónico tiene características comunes muy singulares:
· Una aversión por los dogmas y una reducción de toda la doctrina católica al orden simbólico.
· La explicación de la fe religiosa como un fenómeno subjetivo, ligado a una experiencia mística y en dependencia estrecha con la cultura del momento.
· Un relativismo moral, con el rechazo de toda norma absoluta.
· En cuanto a los métodos: la voluntad de penetrar en las instituciones de la Iglesia, para irlas modificando sin violencia, bajo la máscara de reformas graduales: como una verdadera revolución.
· Y en cuanto a la finalidad: la voluntad de suplantar la Iglesia Católica y de sustituirla con una nueva Iglesia, totalmente otra, fruto de su acción radical.
Todo esto ha sido fruto de una labor profunda de las grandes logias masónicas. El dios único de esta teología se confunde con el hombre y se identifica con la humanidad.
Así, ¿Dónde queda Jesús?, El ha sido despojado de su divinidad. ¿Dónde queda el cristianismo? Ha sido vaciado de su sustancia, de su raíz, de su cultura, de su sacrificio, de su dogma, de su eucaristía.¿Dónde queda Dios? Es una palabra que no significa nada, sino que se confunde con el cosmos y donde el hombre debe identificarse con él a través de una evolución donde surja su divinidad interior.
Una Nueva Iglesia desde la Iglesia Católica y contra la Iglesia Católica
El plan de acción era muy claro: destruir o suplantar a la Iglesia Católica para sustituirla por un organismo universal de tipo sincretista, y políticamente integrado a un Nuevo Orden y Gobierno Mundial.
Y sobre el asalto a Roma de esta iglesia nueva, decía el Canónigo Roca (siglo XIX):
"En su forma actual, el Papado desaparecerá… el nuevo orden social se implantará desde Roma pero al margen de Roma, sin Roma, a pesar de Roma, contra Roma… y esa nueva Iglesia, aunque tal vez no deba conservar nada de la disciplina escolástica y de la forma rudimentaria de la Iglesia antigua, recibirá sin embargo de Roma la Consagración y la Jurisdicción Canónica" (La Gloria Centenaria pág. 452 y 466. Citado por Pierre Virión. ob. cit. pág. 47).
El 13 de junio de 1989 nuestra Madre Santísima habló de una infiltración de la masonería eclesiástica y el poder que tiene sobre la tierra:
"Desde la tierra acude en ayuda de la bestia negra que surge del mar, una bestia que tiene dos cuernos, semejantes a los de un cordero... La bestia con dos cuernos, semejante a un cordero indica la masonería infiltrada dentro de la Iglesia, es decir, la masonería eclesiástica que se ha difundido sobre todo ante los miembros de la jerarquía. Esta infiltración masónica dentro de la Iglesia ya les ha sido predicha por mí en Fátima, cuando les anuncié que Satanás se introduciría hasta el vértice de la Iglesia. Si el objetivo de la masonería es el conducir a las almas a la perdición, llevándolas al culto de falsas divinidades, el fin de la masonería eclesiástica, en cambio, es el de destruir a Cristo y a su Iglesia, construyendo un nuevo ídolo, es decir, un falso Cristo y una falsa iglesia."
Consecuencias de la Masonería en la Iglesia
Ahora bien, y con objeto de que sea clara la consecuencia del impacto de la masonería dentro de la Iglesia, diremos, bajo de riesgo de ser repetitivos, lo siguiente:
El proyecto masónico ha traído como consecuencia un relajamiento y pérdida de la importancia de la confesión individual; la desvalorización de la eucaristía; que se comulgue de pie y en la mano; un relativismo de la moral; una supresión a todo tipo de sacrificio y penitencia corporal, considerándose como algo exagerado y anticuado; una alteración al sentido del pecado; un mayor libertinaje en la Liturgia; menor piedad y misticismo en las iglesias; disminución notable en oraciones como el Vía crucis, adoraciones, reparaciones eucarísticas, procesiones, etc.; una tergiversación del sentido del sacrificio en la Santa Misa en pro de un mero banquete pascual; disminución del hábito religioso y signo sacerdotal; una aversión a los dogmas; una explicación de la fe religiosa como un fenómeno subjetivo.
Por lo anterior, no es extraño, y aún parece lógico que un gran sector de la Iglesia, tanto de laicos como de sacerdotes, obispos y cardenales propugnan cambios radicales en la Iglesia, tales como la cesación del celibato sacerdotal y su apertura lícita al matrimonio; la opción de la mujer a aspirar al sacramento del orden sacerdotal; el reconocimiento moral de los medios artificiales de anticoncepción; respeto y reconocimiento a los derechos de homosexuales y lesbianas a ejercer su propia opción de "género", asimilando su unión al vínculo matrimonial y posibilidad de derecho de adopción; una real democracia dentro de la Iglesia que permita una mayor colegialidad otorgando mayores derechos y poderes a las Conferencias Episcopales; replantear ciertos criterios que tienen como base la infalibilidad papal; reconsiderar la posibilidad de voto a los fieles en materia de doctrina y teología, etc.
De ahí que en la obra del Padre Malachi Martin “El Último Papa” (Planeta Española, Madrid, 1996) describa el compromiso masónico:
"Aquél que mediante este sanctasanctorum, sea designado y elegido como último sucesor al trono pontificio, por su propio juramento se comprometerá, tanto él como todos bajo su mando, a convertirse en instrumento sumiso y colaborador de los constructores – masones – de la casa del hombre en la tierra y en todo el cosmos humano – masonería oculta. Transformará la antigua enemistad – la que se estableció con la serpiente en el Paraíso – en amistad, tolerancia y asimilación aplicadas a los modelos de nacimiento, educación, trabajo, finanzas, comercios, industrias, adquisición de conocimientos, cultura, vivir y dar vida, morir y administrar la muerte. Ese será el modelo de la nueva era del hombre".
Y Así lo profetizó hace más de un siglo Fray Joachim Blumenhagen:
"Cuando el templo masónico brille sobre todo el universo, cuando su techo sea el azul del cielo, los polos sus paredes, el trono de San Pedro y la Iglesia de Roma sus pilares, entonces los poderes de la tierra brindarán esa libertad a las personas que hemos reservado para ellas. Quiera el maestro de este mundo (Satanás) concedernos otros 100 años y alcanzaremos dicho fin" (Malachi Martin. ob. cit. pág. 77).
Por eso, el Espíritu Santo le inspiró a San Pablo: "Porque ha de manifestarse el hombre de la iniquidad… hasta sentarse en el Templo Santo de Dios" (2 Ts 2, 3 – 4).
Luis Eduardo López Padilla
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