Gracias estimado Michael.
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Cómo se elabora el vino tinto
Actualmente la mayoría de la uva de Tubilla del Lago, se vende a las empresas que comercializan el vino de La Ribera del Duero, sin embargo algunos viticultores elaboran su propio vino.
A continuación se enumeran una serie de pasos para elaborar un vino tinto casero:
1) Escoger la variedad de uva tinta deseada. Normalmente Tempranillo.
2) Calcular la cantidad de uva tinta que necesita.
Las uvas tintas tienen mayor rendimiento que las blancas. Para obtener un litro de vino tinto, hacen falta 1200 a 1300 gramos de uva tinta.
3) Realizar el estrujado de las uvas.
En el caso de las uvas tintas, lo único que será descartado será el raspón (esqueleto) del racimo.
Los granos de uva serán prensados. El jugo de uva así obtenido se colocará en un recipiente, a la que se añadirán los demás elementos del grano de uva como son el hollejo y las semillas.
4) Calcular la cantidad de líquido por recipiente. En el mosto, se encuentran en suspensión elementos sólidos como las semillas y los hollejos.
Todos estos elementos ocuparán lugar, que será cada vez mayor a medida que el líquido entre en fermentación. Por esta razón, le aconsejamos llenar las damajuanas sólo con 7,5 litros si su capacidad es de 10 litros.
El caso de uvas tintas la fermentación alcohólica se realizará con mucha mayor rapidez que en las blancas, debido a la presencia de numerosas levaduras vínicas alojadas en el hollejo de la uva.
5) Añadir un antiséptico (metabisulfito de potasio).
En el caso de las uvas tintas, la dosis aconsejada de metabisulfito de potasio es de 60 mg / litro. El metabisulfito se disuelve en un poco de mosto y se agrega al recipiente.
6) Controlar la fermentación.
A medida que se va produciendo la fermentación alcohólica, hay desprendimiento de gas carbónico. El líquido aparece a simple vista como efervescente, debido al anhídrido carbónico.
En el caso de los vinos tintos, el desprendimiento de anhídrido carbónico obligará a los elementos sólidos que se hallan en el mosto (hollejos) a acumularse en la parte superior del recipiente. Esta acumulación de los hollejos forma una especie de cubierta en la superficie del líquido que se denomina "sombrero".
Es muy conveniente romper este sombrero dos o más veces por día, mediante la ayuda de algún elemento plástico o de madera. (no utilizar metales). Al romper el sombrero lo que se logra es aumentar la superficie de contacto entre la película u hollejo y el mosto que está fermentando. De esta manera se produce una mayor disolución del color contenido en la película y se logra un desprendimiento de los componentes tánicos que son los que le otorgarán las características visuales, olfativas y gustativas al futuro vino tinto.
7) Controlar la temperatura.
Conviene que el proceso fermentativo se realice a una temperatura moderada, algo superior a la recomendada en la elaboración de vinos blancos. Tratando de no superar los 32°C.
8) Dejar pasar unos días y observar.
Como en el caso de los vinos blancos, se podrá ir observando el proceso fermentativo, hasta corroborar que ha finalizado.
9) Transpasar el líquido puro.
Una vez terminada la fermentación alcohólica, extraer el líquido puro, sin el sombrero y pasarlo a un recipiente limpio. Evitar el paso de sustancias sólidas.
El vino así obtenido, se denomina "vino de gota".
10) Prensar el orujo.
El conjunto de los elementos sólidos que conforman el sombrero se denomina "orujo".
Es muy importante prensar este orujo y el líquido que se obtenga, agregarlo al recipiente que contiene el "vino de gota". Este agregado se realiza no sólo por razones de carácter económico, sino porque este vino de prensa, en muchos casos, contribuye a mejorar la calidad y sapidez de los vinos tintos.
11) Controlar la segunda fermentación.
El recipiente conteniendo el vino obtenido (de gota y de prensa), se coloca en un lugar fresco, no-frío.
En los vinos tintos se desarrollará una segunda fermentación, llamada "fermentación maloláctica" ahora realizada por bacterias lácticas. Esta segunda fermentación se logra en general en forma espontánea y es muy importante para lograr un buen vino tinto. Además, una vez terminada esta fermentación se produce la clarificación espontánea del vino.
Como en los demás casos se puede observar el fin de esta fermentación cuando desaparece el desprendimiento de gas. Conservar el recipiente tapado con un tapón de algodón y no olvidar de dejar un espacio entre la superficie del líquido y el tapón
12) Agreguar nuevamente metabisulfito antes de pasar el vino a botella.
Mantener las dosis aconsejada antes de llenar.
13) Llenado.
En el caso de la mayoría de los vinos tintos, no es imprescindible filtrar antes de llenar las botellas.
14) Colocar las botellas en posición horizontal.
Controlar el buen estado del corcho.
Elaborar vino
La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.
Antonio Aparisi
“La cultura y el buen vino nos llegaron juntos por Empúries”
Griegos e íberos
Caminamos entre ánforas, cráteras, vasijas hermosamente ilustradas con escenas dionisiacas... Estamos en la exposición El vi grec, en el Museu d’Arqueologia de Catalunya (Mac.cat), comisariada por Xavier Aquilué, responsable científico de Iberia Graeca (IberiaGraeca.org), entidad que compila todo lo que puede saberse sobre la presencia de los antiguos griegos en la península Ibérica, con sede en Sant Martí d’Empúries, frente al mar por el que llegaron con su vino para fundar un mercado ( emporion). Hoy aquí seguimos bebiendo vino, pero el primer mérito hay que concedérselo a aquellos griegos massaliotas e íberos helenizados con un brindis de gratitud.
¿Desde cuándo bebemos vino?
Desde hace 6.000 años, egipcios, mesopotámicos, fenicios... Y llegó a Grecia, hace 3.000 años. Y los tiempos homéricos están empapados en vino.
¿El poeta Homero bebía vino?
Escribe en el siglo VIII: “Allí estaban las ánforas de vino dulce y añejo, repletas de bebida pura y divina, ordenadas junto a la pared, por si un día
Odiseo retornaba a su casa”.
¿Y cómo era aquel vino?
¿Cómo saberlo? Los arqueólogos encontramos restos, pero no podemos oír sus músicas, no podemos paladear sus vinos...
Algo sabrá...
Que cultivaban la viña tal y como aquí nuestros abuelos, legatarios de aquel mundo.
¿Sí?
Pisaban la uva. Almacenaban el mosto en un pithoi, donde fermentaba...
¿Qué es un pithoi?
Una vasija de barro, grande, ovoidal y panzuda, enterrada en el suelo. De ahí se pasaba a las ánforas (de 20 a 30 litros), para transportar el vino.
¿Viajaba mucho el vino de los griegos?
Tenía prestigio, lo querían beber en las colonias, y se exportaba: así llegaba por mar hasta Emporion, colonia griega más occidental.
¿Quién vivía en Empúries?
Sus fundadores en el siglo IV a.C., foceos massaliotas (griegos de Focea, hoy Tur-quía, fundadores de Marsella), y los íberos indigetes.
Y de ahí venimos nosotros.
De ellos heredamos palabras, creencias, cultura... y el arte de hacer y beber vino.
¿Y cómo lo bebían?
En casa, junto al ánfora de vino, había una hidria: ánfora de agua. Y en la crátera mezclaban dos partes de agua por una de vino. Beberlo puro era zafio, cosa de bárbaros.
¿Crátera? ¿Qué es?
Una vasija de boca ancha. De la crátera, mediante una cazoleta, extraías y te servías el vino en la copa, que llamaban kylix.
¿En qué momentos del día?
En cada una de las tres comidas diarias.
¿Todos bebían vino?
Los esclavos bebían el peor vino de pellejos. Y estaba mal visto que la mujer bebiese.
¿“Cosa de hombres”, como el anuncio?
Sí. La democracia griega era esclavista y misógina. Y censataria: votaban sólo hombres censados. Y ellos bebían los mejores vinos.
¿Cuáles eran los mejores vinos?
Tenían denominación de origen, eso no es de ahora: vino de Ismaros (Tracia), Lesbos, Quíos, Tassos, Lemnos, Rodas...
¿Blanco o tinto?
Mélas (tinto), leukós (blanco) y erythrós (rosado). Y tenían un abanico de paladares: autites (joven), biblinos (dulce), omfakias (ácido, fuerte), antosmias (negro floral), pramnos (seco potente), saproa (añejo)...
¿Con mucha graduación?
El agua la suavizaba, porque emborracharse delataba ignorancia, quedabas mal. Otra cosa eran los simposios...
¿Qué era un simposio?
Acabada la cena, una tertulia de sobremesa regada con vinos y pastitas. Y la reunión se prolongaba, con músicos y hetairas...
¿Prostitutas? ¿Y las esposas?
Más allá de parir y cuidar de su casa, no pintaban nada. Escribió Diógenes Laercio: “Doy gracias a los dioses de no ser animal, no ser mujer, no ser bárbaro”, por este orden.
Y tan pancho.
Ah, a los niños varones se les iniciaba en la libación del primer vino a los tres años.
¡Tres añitos!
Han aparecido en excavaciones los koas, vasitos específicos para esa iniciación vinícola infantil, ilustrados con dicha escena, que era una primera comunión...
¿Y cómo acababa un simposio?
Trasegado mucho vino, los simposiastas podían formar un komos, que era un festivo grupo de hombres ebrios deambulando por las calles nocturnas, un bullicioso cortejo de cantarines komastas.
He sido komasta...
¡Y quién no! El vino era indispensable en inauguraciones de monumentos, eventos, banquetes, festividades religiosas, dionisiacas... Y en las batallas: imprimía euforia al guerrero antes el combate. Y en los funerales.
¿Bebían en los entierros?
Sí, y ofrecían libaciones al difunto, antes de su cremación. Luego apagaban con vino el fuego y se llevaban las cenizas. El dios Dionisos muere y resucita: la viña y el vino simbolizan la resurrección.
Vaya, diría que eso lo copiaron luego los cristianos.
Somos herederos del legado de los griegos en casi todo, y desde luego en la cultura del vino. El vino conforma la tríada mediterránea con el aceite y el trigo.
¿Brindamos con una copita de vino?
Eso es civilización. Los viñedos y bodegas catalanes y su actual potencia vitivinícola arrancan de lo que nos enseñaron aquellos primeros griegos instalados en la portuaria villa vieja de Empúries, hoy Sant Martí d’Empúries, hace 2.400 años... Ahí trabajo, y cada mañana veo ese mar, camino por el que llegó el buen vino y nuestra cultura.
“La cultura y el buen vino nos llegaron juntos por Empúriesâ€
Como siempre, tratan de buscar unos orígenes paganos a lo que no lo tiene. Baco se emborrachaba, dormía la mona y luego despertaba. Baco, o Dioniso (como querramos, que es el mismo) es un dios borracho y hedonista que pasa de todo. Cristo derrama su Sangre por nosotros en medio de sufrimientos atroces y nos salva. ¿Dónde está Baco, de qué me sirve Baco? Dionisos es egoísta y grosero, y enseña la depravación el vicio. Cristo nos enseña la caridad. Convierte el agua en vino, y el vino en su Sangre, y nos enseña a alegrarnos la vida bebiendo sin caer en la disipación.
Para ser justos Hyeronimus, también hay que decir que (al menos según tengo yo entendido) que el Dionisio griego era muy diferente al Baco romano, ya que era un Dios vitalista e instintivo, de ahí el término dionisíaco en contrapartida al de apolíneo. Tras que Zeus salvase el corazón de Dionisio y lo plantase en el vientre su madre (depende de la versión del mito, es Démeter, Perséfone o Sémele), Dionisio renació y ascendió a la categoría de "dos veces nacido".
Fue con la decadencia de Grecia que Dionisio se convirtió en lo que describes, y ese Dionisio concupiscente, lujurioso y promiscuo fue el que los romanos aceptaron como Baco. Cabe destacar que, debido a las repugnantes orgías y bacanales que inspiraba, el Senado romano las prohibió en el 186 a.C. y exterminó a sus seguidores en una matanza.
Por cierto, el patrón de la ciudad del vino, Jerez, es san Dionisio
Saludos en Xto.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘
Quería aprovechar para preguntaros a los más expertos en historia de las religiones sobre una acusación recurrente al Catolicismo de ser poco más que una recreación o de caracterizarse por adoptar y adaptar mitos antiguos . Un ejemplo, la Virgen María/Ninno Jesús--> Isis/Horus.
Como grandes Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, os pediría el favor de nombrarnos autores y obras que desmontan este tipo de acusaciones, a las que supongo propaganda intencionalmente anticatólica, probablemetne de origen protestante, talmudista, masónico, etc.
Gracias.
En este hilo se desmienten esos mitos Leolfredo:
http://hispanismo.org/religion/6635-...diciembre.html
Saludos en Xto.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘
Sí, sabía que era San Dionisio. Y aunque sea algo casual, no deja de tener su significación, porque el Cristianismo ha tomado lo mejor de otras culturas y lo ha elevado infundiéndole espíritu cristiano. De ese modo heredamos lo mejor de la filosofía griega y el derecho romano y lo mejoramos.
Sobre el artículo publicado por La Vanguardia tengo que decir que discrepo directamente hasta del titular. Que un arqueólogo afirme que la "la cultura" y el "buen vino" nos llegaron juntos por "Empúries" (en catalán), al tiempo que afirma de si mismo que es ateo sin venir a cuento, pues ya dice bastante.
Primero, ¿qué es cultura? ¿a qué se llama cultura?, y es que después de 25 siglos sociólogos, antropólogos, historiadores, biólogos, psicólogos sociales, etc., siguen sin ponerse de acuerdo en el significado no ya del término, sino del concepto y siguen sin dar una definición más o menos unitaria. Resulta muy recomendable la consulta de un clásico del tema: Revisión crítica de conceptos y definiciones (de cultura), A.L. KROEBER/ C. KLUCKHOHN, que ya cité no hace mucho en otro hilo y donde analizan 164 definiciones de cultura. Sólo para el concepto, KLUCKHOHN emplea 27 páginas. Todas ellas se pueden condensar en 5 grupos: Descriptivas. Normativas. Históricas. Psicológicas. Genéticas. Y esta muestra es de dos antropólogos solamente. El número de tratadistas desde los diferentes posibles enfoques, no se puede contar.
Segundo, habla del "buen vino", ya ¿y cómo es que desde casi el comienzo reconoce que los arqueólogos no pueden conocer las músicas ni paladear los vinos? Por tanto, ¿cómo saber si los vinos que se tomaban, por ejemplo, en Tartessos no eran mejores? En cualquier caso, es sabido que se han reproducido los métodos de crianza de aquellos caldos y al parecer los resultados no han sido los esperados. Porque no es igual criar un vino en un ánfora que en una barrica de roble. Y es que unos vinos que se rebajaban con "agua de mar", caso de los grandes crudos de Cos, Clazomenas o de Rodas, no creo que fuesen del agrado de los paladares actuales. Aunque hoy en día se puedan tomar vinos resinados, como el "retsina", cuyo origen se remonta a más de 2000 años, y debido a que las ánforas las sellaban con resina de pino, el caldo acababa aromatizado con diversas intensidades al parecer siempre fuertes.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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