Desgraciadamente en mi país, y creo que en todo el mundo en que el "yanquismo" marca tendencia, esta festividad de la cual desconocemos origen, sentido y orientación (bie podría ser algo demoníaco) está enraizando malamente. Vemos a los niños, fomentados por los mayores, preparar su disfraces con esmero y ansiedad, impacientes por ver llegar la noche de Halloween.
Tristemente, a la vez, debemos ver como las hermanas religiosas que catequizan en las barriadas más humildes deben penar para conseguir niños que participen de los pesebres vivientes o demás representaciones religiosas cristianas católicas. Ni que hablar de los vestuarios. Son ellas muchas veces las que deben oblar el costo de las indumentarias que vestirán los pocos niños que participan, ya que los padres (fieles practicantes) niegan si quiera la menor colaboración para estas representaciones tan conmovedoras y tradicionales.
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