ANTONIO ASTORGA. MADRID.


La tarde en que la «ñ» entraba en internet, el académico Juan Luis Cebrián le propinaba un soberbio puntapié en el trasero a la «z», en el transcurso de una conferencia escrita. Fue en el salón de actos de la Real Academia Española. Aforo repleto. La tarde discurría plácida, como en un bloc. Cebrián conferenciaba sobre «La vida en un blog», pidiendo que la cursiva de este vocablo diera paso a la letra redonda, y se adopte así como natural y propia de nuestra lengua. El presidente del Gobierno, en la mesa presidencial, atendía sus palabras instalado en la habitación de la desgana con vistas a la abulia. Cebrián recuerda que la Academia ha sido siempre muy respetuosa con la norma de llamar a las cosas por su nombre, «que sólo pretende contribuir a la construcción del idioma, frente al empeño que otros muestran en destruirlo», advertía.

Cara de póquer del presidente
De repente, el autor de «La rusa» gira a la derecha, busca con la mirada a Zapatero y le propina el siguiente párrafo de su discurso: «A este respecto, señor presidente del Gobierno, dicho sea con todo el respeto y desde la leal amistad que le profeso, ruego explique a sus asesores que no hace falta asesinar la ortografía para ganar unas elecciones». Zapatero, desencajado, pone cara de póquer. «Deje pues de amedrentarnos con las zetas -proseguía el rapapolvo de Cebrián al presidente del Gobierno en la Real Academia, ante los directores de todas las Academias del idioma español y dos de sus ministros, Joan Clos, de Industria, y César Antonio Molina, de Cultura-, y no confundan lexicográficamente al personal, ya bastante absorto ante el aluvión de nuevas palabras de bárbaro origen que inundan los medios de comunicación». Cebrián, en su reprimenda, acababa de ser respetuoso con la norma académica de llamar a las cosas por su nombre.
El presidente del Gobierno no mueve ni un músculo, y sigue el resto del discurso de Cebrián con la misma cara de póquer que se le había quedado tras la diatriba del académico y consejero delegado del Grupo Prisa, en un día en el que Zapatero aparecía especialmente sonriente en la entrevista que concedió al diario «Público». Cebrián arremetió contra «la frivolidad disfrazada de ropajes respetables, la vacuidad sonora de los demagogos o la credulidad prestada a mentirosos y falsarios. Problemas todos ellos muy visibles en el actual universo de la Red». Y remata Cebrián: «Pero aun cuando la Prensa presuma constantemente de estar fuera de palacio lo cierto es que, en las más de las ocasiones, sus páginas sirven para empapelar los pasillos de la corte».
ZP apuesta por la «ñ» de España La tarde en que Zapatero apostó por la «ñ» de España, el académico Cebrián le llevó a conocer el deshielo de la «z». El presidente del Gobierno se las prometía muy felices en la Academia apadrinando los nuevos dominios multilingües en internet a través de Red.es, la entidad pública del Ministerio de Industria. Se trata de trece signos gráficos -como explicó el director de la Docta Casa, Víctor García de la Concha, que acompañaba a Zapatero en la mesa presidencial, junto a los ministros Clos y Molina-, y su enunciado: ocho tildes acentuales, dos diéresis, una «l» doble, separados sus elementos por un punto volado, una «ç» y la «ñ». Zapatero empuña la «ñ» -«palabras como sueña, España, cariño, compañerismo, y mañana forman ya parte del cuerpo sólido de internet, y nos hacen ser lo que somos», subrayó- y responde al «fuego amigo» de Juan Luis Cebrián: «Amigo Juan Luis Cebrián: antes has hecho una referencia a esa campaña de la zeta. Quiero decirte que esa campaña parte de una opción: siempre preferiré jugar con las palabras que golpear con ellas».

http://www.abc.es/20071106/nacional-...711060300.html