Boicot 24 horas
César Valladares Pérez
Acabo de contemplar con terror como en los medios anuncian que los comercios de Madrid ya podrán abrir veinticuatro horas, trescientos sesenta y cinco días al año, sin restricciones. La excusa es, como no, generar empleo. Afirman que no va contra el pequeño comercio, ya que este dudoso derecho es para todos, independientemente de (aguántense la risa) los metros cuadrados que tenga el negocio.
Vamos a ver si aclaramos un poco las cosas, dado que los periodistas se alían con los políticos para convencernos de que todos los gatos tienen tres pies. Y no sería así ni aunque lo hubiera votado la mayoría. La verdad es la que es, sin sufragio universal alguno. No se trata, para empezar, de un problema de metros cuadrados. Aunque seguro que con ese regate han esquivado a más de uno que pensará, literalmente, que los establecimientos pequeños también se “benefician ”. El problema es que en la frutería de mi barrio y en la carnicería del mercado, negocios familiares, trabajan padre e hijo o esposo y esposa, o su primo el del pueblo. Llegan ajustados a fin de mes, pero viven de un negocio noble que algunos valoramos cada semana. ¿Cómo afrontaría entonces ese señor una apertura de veinticuatro horas? Para empezar, él mismo no lo haría, su género es fresco, al día. Del matadero o de la huerta al mostrador. Muchas de esas cosas tienen cortos periodos de conservación, los que la naturaleza misma les da, y si ya muchos puestos a las dos de la tarde cierran porque se les ha agotado el producto (gracias a Dios) ni les quiero contar teniendo que competir en esa jungla el día entero. Tendrían que recurrir a productos foráneos, dejando sin trabajo a su vecino horticultor o ganadero, por el hecho de que está pidiendo más de lo que se produce actualmente allí y, sobre todo, porque necesitará un envasado y un procesado con sus correspondientes productos perniciosos para la salud y su falta de frescura. Imaginemos que consigue toda la materia prima y se traga el orgullo de vender calidad… Es difícil trabajar veinticuatro horas sin descansar. También difícil es que cree una plantilla de empleados, respetando los convenios, horas de descanso, etc. Conclusión: ese señor se va a la ruina.
Sin embargo hay otro tipo de hombre que se frota las manos. Uno que, rodeado de ejecutivos, planea ya enriquecerse (más todavía). El Sr. Carrefour, el Sr. Corte Inglés y sus pequeñitos amigos pueden afrontarlo sin problema, haciendo contratos basura ahora que la reforma laboral apuesta por los “minijobs ”. Es decir: crear un montón de empleo precario, que no llega para costear ni la mitad de un mes en un hogar donde trabajen los dos cónyuges. ¿Y si se ponen a protestar? A la calle, que el despido rápido está en su mejor momento.
Aun así habrá quien defienda a estos peces gordos del comercio pensando que al menos crean puestos de trabajo. Discrepo otra vez. No se si están al corriente de la práctica, cada vez más común, de implantar las cajas automáticas en cada una de sus sucursales. El cliente se cobra así mismo, pero ni siquiera descuentan nada al producto final. Ellos se llevan más dinero, pues despiden a la mitad de las cajeras. Y la gente como tonta maravillada por tal “avance tecnológico”. Es lo que interesa al sistema, humanos antisociales que cojan bandejas, paguen y se vayan a su casa. Que no hablen con el vecino, no vaya a ser que se enteren de que ese también tiene problemas. Mejor que conozcan la realidad a través del filtro televisivo.
Estoy harto de ver como lo que parecen pequeñitos detalles, pequeñas leyes, se convierten en auténticas pandemias sociales. Yo puedo ir al mercado, nadie me lo impide. Pero la inercia lleva a la mayoría de la sociedad a aceptar tales medidas. Ya verán dentro de poco gente haciendo su compra a las diez de la noche, preguntándose a si mismos cómo podían haber vivido hasta ahora. Tachando de vago al que quiera parar para comer, cerrar un domingo o dormir y descansar. Porque aquí tenemos unos líderes tiranos apoyados por una sociedad inepta que a ritmo de frases como “es que estábamos muy mal acostumbrados ” o “en el resto de Europa ya es así ” aceptan su propia esclavitud y venden barato el futuro de sus hijos.
Desde aquí propongo a todos que se compre únicamente en el mercado, en las pequeñas tiendas, en las librerías de la esquina. Que se acuda a zapateros, ebanistas, electricistas, mecánicos. Que se huya como del mismísimo Satán de cualquier multinacional, producto industrial, gasolinera automática… Incluso cuando necesiten tabaco vayan al estanco. Eso es generar empleo, mantener los negocios que ya estaban abiertos evitando su ruina y confiar en que crezcan y necesiten personal. Y empleo de calidad, de trato humano.
Esto se ha de convertir en dogma, la cosa está muy mal como para hacer excepciones. Desde aquí propongo un boicot trescientos sesenta y cinco días durante las veinticuatro horas. Y lo peor no es que afirme yo que el que no está conmigo está contra mí. Afirmo que el que no está conmigo está contra todos.
La Guardia del Árbol Blanco
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