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Tema: Introducción al Crédito Social

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  1. #1
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (2)

    Teniendo en mente que la solución de un problema particular, o problema aparente, es sólo una aplicación del Crédito Social, igual que la aplicación del álgebra al problema de Zenón, podemos aproximarnos al mayor asunto a través de la bien conocida paradoja de “la pobreza en medio de la abundancia”.

    Hay que admitir que siete años de molestias bélicas y postbélicas han abolido tanto la pobreza como la abundancia. La pobreza es pensada como una condición financiera, y la abundancia como una condición material; y al momento presente los ingresos están difundidos y a un alto nivel, mientras que la oferta de bienes de todas descripciones es pequeña. A menos que una ulterior fase de la guerra supervenga próximamente, sin embargo, existe la certeza de que tanto la pobreza y la abundancia retornarán.

    Esto al menos parece ser la presunción de los funcionarios de la economía que, en consecuencia, están libremente pronosticando una depresión en un futuro cercano.

    La naturaleza de la “abundancia” es el primer asunto que debemos examinar; este es el campo de la ciencia física e industrial al que nos referimos anteriormente. Desde el punto de vista puramente físico, material, el hombre es una máquina que realiza trabajo mediante la conversión de energía. Él es una forma de máquina de combustión interna, que obtiene energía mediante la quema de combustible.

    Ahora bien, la condición primaria de la vida individual obviamente debe ser que la cantidad de energía obtenida del “combustible” -comida- sea suficiente para dar cuenta del gasto de energía en la búsqueda y consumo de la comida.

    Es posible concebir un estado de vida en que el consumo de comida equilibrare justo el gasto de energía en obtenerla, y en estas circunstancias ninguna otra actividad sería posible.

    La vida debió haber empezado al menos en una forma ligeramente superior a este nivel, pues de otra forma ningún progreso más allá de él hubiera sido posible.

    Ahora bien, la diferencia entre el gasto de energía necesario meramente para sostener la vida y la energía disponible en total, representa un “beneficio” en su más fundamental sentido. Ésta forma el fundamento de la capacidad del animal para perseguir otros fines distintos de la mera obtención de comida.

    Un meticuloso entendimiento a conciencia de esta básica realidad física es esencial para nuestro asunto, pues subyace en el mismo corazón del Crédito Social.

    Un individuo que tuviera que dedicar todo su tiempo a obtener las meras necesidades para su existencia, la naturaleza de sus actividades estaría completamente determinada por esta necesidad. Pero tan pronto como tiene un exceso de energía por encima de su necesidad fundamental, entonces tiene una elección de cómo la va a gastar.

    Existen, por supuesto, innumerables vías en que este exceso de energía puede ser gastado. Una de ellas, sin embargo, es de una peculiar importancia. Es el uso de esa energía para mejorar la eficiencia del individuo como máquina: para incrementar más el efecto útil producido por un gasto de energía dado.

    De las muchas formas en que esto puede hacerse, la más importante para nuestra investigación es la construcción de herramientas; pues el uso de herramientas introduce un nuevo factor, no sólo permitiendo un mucho mayor ahorro en el gasto de energía, sino también haciendo posible procesos hasta entonces imposibles.

    Podemos imaginarnos un hombre individual, no equipado ni con conocimiento, sin entrenamiento ni con herramientas, y suponer que puede mantenerse a sí mismo removiendo para buscar comida con sus solas manos. Supongamos que, después de tener en cuenta el sueño necesario, él tiene una o dos horas al día de sobra, en que no necesita buscar y consumir comida. Esa hora la podrá gastar en “ocio”, pero si la dedica a, digamos, hacer una red con la cual cazar peces o pájaros, o a realizar un instrumento con el cual cavar, o una lanza, o incluso si la dedica a idear mejores métodos mediante los cuales obtener sus necesidades básicas… entonces él hará posible la obtención de esas necesidades básicas en un tiempo aún más corto, y de esta forma tener a su disposición un mayor tiempo el cual otra vez puede ser dedicado o a “ocio” o a mejorar la eficiencia.

    No necesitamos explorar los límites naturales de este proceso, pues es sólo el principio subyacente lo que es de importancia.

    Una exacta captación de este principio, sin embargo, es de capital importancia.

    Es la realidad física básica subyacente al concepto de inversión.

    Esta es la forma elemental de inversión, sobre la cual está fundada la complicada superestructura moderna. La inversión es la dedicación de energía al incremento de la eficiencia resultante del gasto de energía. Se origina en el individuo, y sus beneficios originales pertenecen al individuo.

    Las herramientas y conocimientos de procesos que resultan de esta forma básica de inversión hacen uso de la energía propia del individuo, y la cantidad total de esa energía disponible en el individuo limita la utilidad de las herramientas. Pero aún con éste límite, el efecto acumulativo del uso de herramientas y del conocimiento del proceso resulta en una expansión maravillosa de los posibles resultados del esfuerzo.

    Uno sólo tiene que pensar el cambio efectuado por el uso de la pala en la práctica de la horticultura. Pero es muy importante darse cuenta de que no es la pala solo, sino también el conocimiento del uso de la pala, y de los hábitos de plantar, lo que se traduce en la realización de posibilidades.

    Ahora bien, muchas herramientas tienen una vida que excede la vida de su fabricante, y comúnmente son traspasadas a un subsiguiente individuo. A esto lo llamamos herencia.

    No es menos obvio que todo aquello a lo que podemos llamar conocimiento es también objeto de herencia. El tipo de conocimiento que estamos considerando es, de hecho, una herencia acumulativa; es un crecimiento de generación en generación, un crecimiento y una condensación, pues el conocimiento del origen del conocimiento comúnmente se pierde.

    Pero, en este contexto, el conocimiento heredado es un conocimiento funcional; el individuo hereda con la pala un conocimiento de “práctica de pala”, sin el cual la pala sólo tiene una fracción de su posible utilidad. Este conocimiento funcional, este conocimiento de proceso y práctica, en todas sus amplias ramificaciones, heredado junto con la herencia física, es lo que llamamos herencia cultural.

    Éste a su vez es un concepto fundamental de inmensa importancia, tan real como (y más efectivo que) la longevidad de las herramientas y estructuras. Pues no sólo permite el adecuado uso de la herramienta, sino también el reemplazo de la herramienta.

    Así, hemos encontrado significados físicos básicos para los términos beneficio e inversión.

    El beneficio lo podemos definir como una eficiencia mejorada perteneciente al individuo, y la inversión como la aplicación del beneficio para el aumento de la eficiencia.

    Beneficio, inversión y herencia, especialmente herencia cultural, son elementos básicos de la economía, y un correcto entendimiento de ellos, al margen de cualquier teoría económica, y particularmente financiera, es esencial.

    La “abundancia” tiene su origen en estos elementos; comienza con el pequeño excedente de energía a disposición del individuo, es incrementado por la aplicación de este excedente a la mejora del proceso, y es heredado a través de las acumulaciones de la herencia cultural.

  2. #2
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (3)

    Hasta ahora hemos considerado el asunto de la “abundancia” a partir de su origen en el individuo. Hemos considerado que está disponible al individuo como tal, concediéndole la herencia cultural, pero, por otro lado, usando solamente su propia energía animal y las herramientas que ha hecho o heredado. Las herramientas y el conocimiento le sitúan en una gran ventaja sobre la condición primitiva, y esta ventaja es enormemente, incalculablemente aumentada y enriquecida gracias a tres factores más.

    El primero es la asociación de individuos para conseguir un objetivo común. El primer obvio resultado de la asociación es que un trabajo dado puede ser realizado más rápidamente y más fácilmente; y este es el resultado menos importante. Pues la asociación hace posible resultados imposibles para el individuo como tal. No sólo pueden dos hombres levantar más fácilmente que uno solo un objeto pesado; dos hombres pueden levantar un peso que ninguno solo podría levantar. Dentro de límites razonables, se hacen posibles nuevos resultados con cada adición al número. Así hay un beneficio en la asociación mucho más allá que el beneficio de la simple adición de números. Lo que emerge, más allá y por encima de la simple adición, se denomina plusvalía de asociación. Es difícil pensar en algo de lo mucho que el hombre moderna hace que no se apoye de alguna forma en dicha plusvalía, cuyas varias formas son de gran complejidad.

    La “división del trabajo” y la consecuente producción en masa de la cual cada vez más somos más dependientes es una simple ampliación de la idea de asociación primaria. Más complejas son las relaciones entre varias asociaciones. El teléfono, él mismo resultado de asociaciones complejas, depende de que existan al menos dos usuarios, y la suma de un nuevo usuario incrementa la utilidad potencial del sistema a todos los usuarios existentes. Pero la existencia del sistema telefónico en su conjunto aumenta la eficiencia de toda la industria, y algunos procesos son dependientes del teléfono o de algún sistema equivalente de comunicación instantánea.

    Así, la “asociación de asociaciones” produce una plusvalía mayor. Es, por supuesto, imposible seguir y analizar la mayor complejidad de la asociación; pero el principio puede ser captado de manera que su inmenso poder multiplicador pueda ser apreciado.

    Debe recordarse que esta multiplicación opera sobre los logros individuales que habíamos considerado primero.

    El segundo factor es la introducción de la energía solar en lugar de la energía animal como la base del trabajo hecho. La energía solar significa energía derivada, por una vía u otra, de la energía del sol; por tanto, incluye energía almacenada en forma de madera, carbón y energía hidráulica derivada de los cambios en la distribución del agua debidos al calor del sol.

    Debe subrayarse que es esta energía, y no las máquinas como tales, lo que estamos considerando aquí. Las máquinas son simplemente una forma de herramientas, y la realización de éstas con la producción, en principio, ya ha sido algo considerado antes.

    Desde un punto de vista teórico, es indiferente cuál sea la fuente de la energía que potencia a las herramientas; lo que es importante es el total de la energía disponible, y aunque no disponemos de cifras exactas, lo cierto es que el trabajo humano contribuye con menos de un quincuagésimo del total; y puesto que la energía solar es aprovechada más rápidamente de lo que la población popular crece, la contribución humana de energía es una fracción cada vez más decreciente.

    De hecho, desde el punto de vista de la energía, el trabajo humano es insignificante, y en su mayor parte podría prescindirse de él enteramente; su importancia radica más bien en otra dirección.

    Se ha convertido, tal y como lo describe Douglas, en un catalizador. Resulta una iluminante analogía. El término “catalizador” se usa en química para denotar una sustancia cuya presencia o bien permite que una reacción química tenga lugar, o bien para que tenga lugar de manera mucha más rápida, pero la cual no entra en sí misma en las reacciones; así el catalizador no es consumido en la reacción, aunque puede disiparse hasta cierto punto. La química industrial depende en gran medida del uso de los catalizadores. Del mismo modo, la industria moderna depende del trabajo humano; la producción es efectuada predominantemente mediante energía solar y herramientas, pero requiere de la presencia del “trabajo” humano para “catalizar” los procesos.

    La cantidad de producción es proporcional al total de energía, no al número de hombres empleados; por ejemplo, una máquina atendida por un hombre puede ir más rápida o más despacio, de acuerdo con la energía que se le suministra, sin que haga mucha diferencia la persona que lo está supervisando. La cantidad de energía solar ya aprovechada es inmensa (varias veces la energía humana de todo el mundo) y la eficiencia de su utilización, desde un punto de vista mecánico, está constantemente creciendo.

    Por esta razón la energía que puede derivarse de la fisión nuclear (llamada energía atómica) o a partir de la genuina energía atómica es en gran parte de interés académico. Cada individuo en la actualidad tiene a su potencial disposición la energía solar equivalente a cincuenta veces o más la energía de un hombre.

    El tercer factor es la introducción de la automaticidad en las operaciones de las máquinas. Existe una gran diferencia entre digamos una rueda afiladora impulsada por energía contra la cual un hombre puede afilar un cuchillo, y una máquina que automáticamente afila el filo del cuchillo; pero por supuesto la aplicación de la automaticidad, incluso en una máquina tan simple como esa, va mucho más allá. Una máquina a la que se le suministran tiras de acero o formas talladas, corta, afila y termina una herramienta, y la monta sobre un mango, o la envuelve y la empaqueta (como con la navajas de afeitar, por ejemplo), es una simple máquina como las que funcionan en estos días.

    Tal extraordinariamente complicado procedimiento es llevado a cabo de manera completamente automática, y con extrema precisión. Este desarrollo es equivalente en sus efectos al uso de la energía solar; representa un factor multiplicador.

    El desarrollo de lo que popularmente es llamado “electrónica” marca casi un mayor factor multiplicador. La electrónica se centra en gran parte en el uso de células fotoeléctricas y aplicaciones relacionadas. La peculiar importancia del desarrollo es que proporciona maquinaria “de ojos”, pero ojos que para ciertos propósitos trascienden las limitaciones del ojo humano como hace el microscopio.

    Así, este “ojo” puede analizar cosas que se mueven rápido y que para el ojo humano serían sólo una imagen borrosa.

    Relacionado con el “ojo”, otro desarrollo de la electrónica es la maquinaria que puede realizar con increíble velocidad ciertas funciones del pensamiento humano. Puede realizar “cálculos” matemáticos de extrema complejidad y de enorme tamaño.

    Estamos ciertamente sólo en el umbral de estos desarrollos que transformarán la industria, como la introducción de la energía solar transformó la “fabricación”. Tan inmensos, tan alejados de la mera existencia animal son los procesos y desarrollos que hemos estado considerando, que es muy fácil comprenderlos mal; y la misma división del trabajo confunde todo el cuadro y oculta la totalidad.

    Para ganar algo de perspectiva y claridad, es legítimo adoptar un punto de vista especial.

    Por tanto podemos considerar a la Humanidad y su historia como si hubiera un solo hombre que haya vivido una parte de su duración de vida.

    Al principio, ese hombre es un infante desvalido, cuya casi única actividad externa es mamar del pecho de su madre. Después, él es un niño, que toma comida más concentrada, y posee un excedente de energía que gasta en jugar; pero ese juego le enseña las técnicas encarnadas en su ambiente cultural, y aprende más y más cómo hacer las cosas por sí mismo. Por grados su juego se convierte en más intencional; es conscientemente dirigido a la adquisición de conocimientos y habilidades. En cierto momento el chico inicia la acumulación de posesiones. Para empezar son juguetes, pero pasan a ser herramientas en el sentido más amplio. En virtud del conocimiento ganado y de las herramientas acumuladas, el chico convertido en adulto es capaz constantemente de sumar sus posesiones; y algunas de ellas duran más tiempo que su tiempo de vida y pasan a sus sucesores. Este hombre realiza dos tipos esenciales de actividad: están aquéllas que meramente sirven para su simple existencia, y aquéllas que son una especie de eflorescencia. Las primeras son aquellas relacionadas con la producción de materiales para su necesario consumo de comida, ropa y alojamiento, y las segundas aquéllas relacionadas con su producción de activos permanentes en el más amplio sentido. La primera actividad es la producción de bienes de consumo, y ésta, por supuesto, puede ir más allá de las puras necesidades; la segunda es la producción de bienes de capital.

  3. #3
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (4)

    Ahora bien, igual que un solo hombre puede perseguir ambos tipos de actividad, también lo puede la Humanidad. La división del trabajo significa que un hombre cosecha trigo, mientras otro pone ladrillos para construir casas. Pero si es posible para un hombre hacer más que proveer para su propia sustentación, y dedica su excedente de energía a actividades de capital, en un amplio sentido, entonces lo mismo pasa con la Humanidad. Y existe una excesivamente importante consecuencia especial.

    La Humanidad en su totalidad ha estado ocupada durante su historia en la construcción de una máquina industrial, igual que un individuo en su tiempo sobrante puede ocuparse en la construcción de su propio taller. El resultado de esta actividad agregada ha sido la de mover la carga del mantenimiento de la vida de las espaldas de los hombres a las espaldas de las máquinas.

    La consecuencia es, en descripción insuperable del Mayor Douglas, que “la máquina industrial es una palanca, la cual está continuamente siendo agrandada por el progreso, que permite que la carga de Atlas pueda ser aligerada con una cada vez más creciente facilidad. Puesto que el número de hombres necesarios para hacer funcionar la palanca decrece, así mismo se incrementa el número de hombres que quedan libres para agrandarla” (Credit Power and Democracy).

    Éste es el concepto conocido en matemáticas como aceleración. En la producción, si existe la posibilidad de poder introducirse el principio de “capitalización” de algún modo, éste resulta en una aceleración de la capitalización. Pero existe un límite a la cantidad de capital que puede ser útilmente usado; no tiene sentido añadir una más al número de fábricas productoras de botas cuando las fábricas existentes pueden producir todas las botas que la gente quiera; existe un límite a los kilómetros de autopista que pueden ponerse en uso; y el límite de capitalización se está alcanzando a un ritmo acelerado.

    La dificultad en este punto es obtener una estimación comprehensiva de la magnitud de este proceso.

    Probablemente el cuadro más claro sea dado por las actividades en tiempo de guerra de los Estados Unidos de América. Durante la guerra, el estándar general de vida en América subió en un 40%; al mismo tiempo, veintiún millones de personas estaban ocupadas en las fuerza armadas y en la producción de munición, y por tanto constituían un puro drenaje de los recursos del país.

    La producción de munición alcanzó un volumen casi increíble, y consistía en una considerable proporción en producción altamente elaborada, incluyendo complejas invenciones nuevas; y por encima de todo, consistían en tremendos recursos industriales que fueron dedicados a la investigación en y producción de la “energía atómica”.

    El significado de todo esto es que fue una completa demostración del hecho de que una pequeña proporción de la población podía proveer a las necesidades, para un alto estándar de vida, de toda la población, y al mismo tiempo otra proporción podía incrementar la capitalización del país.

    El significado último de la industrialización en un país desarrollado es que la cantidad de trabajo necesaria para mantener un alto estándar de vida viene a ser del orden de una hora por día por hombre.

    “El hecho primario que debemos tener claro es que podemos producir en este momento bienes y servicios a un ritmo muy considerablemente mayor que el posible ritmo de consumo del mundo, y esta producción y distribución de bienes y servicios puede, bajo favorables circunstancias, ser conseguida mediante el empleo de no más del 25 por ciento del trabajo disponible, trabajando, digamos, siete horas al día. Es también un hecho que la introducción de un caballo de vapor- hora de energía en el proceso productivo podría, bajo favorables circunstancias, reemplazar al menos diez hombres-horas. Es un hecho que la cantidad de energía mecánica disponible para propósitos productivos es sólo una pequeña fracción de la que podría ser. Parece, pues, una incontestable deducción de estos hechos que para un programa dado de producción, la cantidad de hombres-horas necesarios podría ser rápidamente disminuida, o alternativamente, el programa podría incrementarse con los mismos hombres-horas de trabajo, o cualquier deseada combinación de estos dos podría ser organizada” (C. H. Douglas: Social Credit).

    Ésta, pues, es la base física y realista de la “abundancia”.

    Debería advertirse cuidadosamente que han sido excluidas todo tipo de consideraciones fuera de la consideración física.

    Pero es particularmente importante que el estudiante tenga una completa apreciación de la situación física, que está enraizada en la historia de miles de años, y que está debajo de los caprichos económicos igual que el océano está debajo de las olas en su superficie. Particularmente ha de entenderse y recordarse en el caso de América, pues América es virtualmente una economía autosuficiente, con una industrialización más avanzada que en ningún otro sitio y todavía en aceleración.

    Debe ser obvio, por tanto, que desde un punto de vista físico (fuera de una invasión militar o un cataclismo cósmico) América no puede sufrir una “crisis”.

    Las crisis que han ocurrido, y las que amenazan, deben ser debidas a algo superimpuesto.

    En este punto es conveniente observar que el límite teórico a la industrialización es una condición en la cual toda la producción deriva de la energía solar, operando a través de maquinaria que es completamente automática y autorrenovable; el hombre sería completamente superfluo y estaría reemplazado.

    Ahora, si bien es improbable que tal límite sea alcanzado nunca, es muy ciertamente la dirección hacia la cual la producción se está moviendo a un ritmo acelerado. Un ritmo que ha sido calculado ser proporcional a la cuarta potencia del incremento del tiempo. Claramente, sólo o bien el ocio, o bien el “empleo” fuera de la producción, puede resolver el problema del desempleo.

    Los problemas de economía y política están absolutamente condicionados por las realidades físicas descritas; fuera de los casos de sabotaje o cataclismo, el progreso de la situación es inexorable; y cualquiera que realmente capte lo que implica o supone, podrá ver “a través de” las confusiones que resultan de una errónea formulación de los problemas.

    Ahora bien, del hecho de que el “empleo” sea considerado como el problema, el resultado será un cada vez más creciente empleo artificial (empleo fuera de la producción), como por ejemplo para obras públicas cuyo único beneficio será para las aún no nacidas generaciones, o para un excedente de exportaciones sobre importaciones.

    Esta es la situación física real, y todo el mundo implicado en ella irá gradualmente cayendo en la cuenta de que está ocupada en trabajos innecesarios, y tendrá que ser constreñida a la fuerza a continuar en ellos; o bien, por el contrario, el objetivo habrá de ser alterado.

    Éste es el ámbito de la alta política, pero antes de considerarla, debemos examinar la economía financiera de la situación.

  4. #4
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    Re: Introducción al Crédito Social

    ECONOMÍA


    (1)

    Es indudablemente significativo que la mayoría de las controversias sobre el Crédito Social han surgido alrededor del asunto del análisis del Mayor Douglas acerca del cálculo de costos de la industria.

    Parece haber una gran proporción de gente que es completamente incapaz de captar la solución al viejo acertijo “Hermanos y hermanas no tengo ninguno, pero el padre de este hombre es el hijo de mi padre”. La respuesta de la mayoría está en la categoría de “ahora lo veo, ahora no lo veo”.

    El análisis del Mayor Douglas muestra por qué es imposible para el poder adquisitivo (el ingreso), distribuido en relación con la producción hecha a lo largo de un periodo de tiempo dado, comprar la totalidad de dicha producción.

    Para poder ver exactamente qué es lo que se está afirmando en esta proposición, permítasenos ponerla en una forma particular simplificada; digamos que durante un año la Humanidad no produce nada sino pan, y que el precio de coste de ese pan es de un millón de libras. La afirmación viene a decir que el ingreso de la Humanidad es algo menor que un millón de libras, digamos que, muy arbitrariamente, de medio millón de libras. Entonces decimos que existe una brecha entre el poder adquisitivo de la Humanidad, y el coste de la producción que tiene que comprar. En términos técnicos decimos que el ingreso no puede liquidar el coste; y, puesto que el ingreso o poder adquisitivo y el pan derivan del mismo proceso (la fabricación de pan) podemos decir que el proceso no es “autoliquidante”.

    Nota: No nos ocupamos en este momento en si la afirmación es verdadera o falsa, o si el ejemplo es suficiente o insuficiente; nosotros meramente buscamos poner en claro el sentido en que nuestros términos son usados.

    Ahora bien, el pan representa a toda la producción (zapatos, barcos y cera para sellar, coles y Reyes, y mucho más en relación a los burócratas, cremas de belleza, y fábricas y cosas), y el poder adquisitivo en relación a esta producción es el dinero pagado como sueldos y salarios en el curso de la misma.

    La proposición es que el dinero total desembolsado y que constituye poder adquisitivo (es decir, capacidad para comprar la producción) es siempre menor que el precio de coste de toda la producción en tanto que valorada por los métodos de contabilidad estándar. Como el Mayor Douglas ha observado, existen infinidad de pruebas inductivas de esta proposición.

    Esto es decir que, sin preocuparnos nosotros mismos con la prueba lógica de la proposición, podemos aceptarla provisionalmente como verdadera, y ver cómo se aplica en la práctica.

    Éste es exactamente el método conocido como “método científico”, empleado en las ciencias naturales.

    El científico forma lo que él llama una “hipótesis”: una explicación provisional de un cierto curso de eventos; él dice que si la hipótesis es cierta, debería ser posible predecir ciertos eventos, y si la predicción prueba ser correcta en la práctica, la hipótesis queda confirmada: no probada, pero sí fortalecida.

    Cada una de las confirmaciones fortalece a la hipótesis; por otro lado, un solo ejemplo donde la hipótesis pruebe ser incorrecta, la elimina. Fuera de esto, la prueba inductiva se aproxima a la certeza cuanto mayor sea el número de ejemplos en que es confirmada.

    Un ejemplo típico es la prueba inductiva de que el sol ascenderá mañana; la certeza que la mayoría de la gente siente sobre esto se deriva inductivamente del número de ejemplos en que ha sido confirmado, no habiendo nunca fallado.

    El otro tipo de prueba es la prueba deductiva (el tipo de prueba que es empleada en la geometría). Es un argumento lógico construido a partir de hechos dados o premisas (los datos). Su debilidad radica en que las premisas pueden ser falsas, en cuyo caso la lógica estricta conducirá a una conclusión falsa (pero una conclusión que es lógicamente verdadera en relación a las premisas).

    Cuando las pruebas inductiva y deductiva se ponen de acuerdo, obtenemos la razón más fuerte para creer que una proposición es objetivamente verdadera.

    Concedidas ciertas premisas, podemos probar deductivamente que el sol ascenderá mañana.

    (Concedidas otras premisas, podemos igualmente probar que el sol ¡no ascenderá mañana!).

    Indudablemente, la mayoría de la gente atribuye mayor peso a las pruebas inductivas; ellos lo hacen inconcientemente, en su mayor parte, exactamente del mismo modo que ellos esperan la salida del sol; y desconfían de la “lógica”, o el método deductivo, justo porque son conscientes de que alguien puede “probar” que no habrá mañana salida del sol.

    En respuesta al análisis del Crédito Social, los economistas ortodoxos han gastado una buena parte de su ingenio en “probar” que el proceso industrial es autoliquidante, y los creditistas sociales en “probar” que no lo es; y para mucha gente esto es demasiado abstracto y en general confuso.

    En la controversia, se pierde de vista comúnmente el hecho de que estamos tratando con procesos reales en el mundo real.

    La primera consecuencia de la proposición de que los costes exceden al poder adquisitivo debería ser que se acumulara un excedente de bienes no vendidos dentro del área en la que se producen, y la acción obvia que se realice entonces es la de venderlos fuera de esa área. Y en seguida observamos, en confirmación, que un axioma dominante de los economistas es que debería haber una “balanza comercial favorable”. Una balanza comercial “favorable” es aquélla donde las exportaciones exceden a las importaciones, y se obtiene dinero por la diferencia.

    Si hay una deficiencia de adquisición dentro del área de producción, entonces esta “balanza” es en efecto favorable, pues una parte del excedente previamente no vendido es intercambiado por dinero extra (poder adquisitivo) y éste puede ser utilizado para comprar aquello que quede del “excedente”.

    Lo que realmente está ocurriendo en este caso es que la comunidad sufre una pérdida física real.

    Físicamente, la balanza comercial es desfavorable, porque la comunidad renuncia a más bienes de los que recibe a cambio. No puede haber más ligera duda sobre esto antes de que el dinero sea incluido en la transacción.

    Ahora bien, millones de personas lo aceptan como algo axiomático que un exceso de exportaciones sobre importaciones sea favorable; y tienen apoyo inductivo para su creencia. Esto es, la prosperidad real es experimentada en asociación con un auge de las exportaciones comerciales, y la “depresión” acompaña a una declinación en tal comercio. Esto, por supuesto, es exactamente lo que debería pasar si fuera el caso de que los costes de producción excedieran al poder adquisitivo.

    Por otro lado, es fácil ver que no todas las áreas de producción pueden tener esta balanza favorable; y de ahí que tengamos las expresiones “competencia en los mercados mundiales”, “guerras comerciales”, “naciones más favorecidas”, etc.

    Tenemos la campaña de la “autosuficiencia” para reducir la necesidad de las importaciones, combinado con una organización nacional con el objetivo de conseguir la “prosperidad” mediante el desarrollo de un comercio de exportación expansivo.

    Económicamente, la guerra militar es sólo una extensión de la guerra comercial.

    Obuses y barcos, tanques y bombas distribuidas al enemigo son una forma especializada de exportación.

    Cierto, son distribuidas “a crédito”; pero el crédito opera en el país productor como poder adquisitivo inmediato; hay una subida del “ingreso nacional”, que se refleja en las primeras etapas de la guerra mediante la compra de productos almacenados, y una consecuente prosperidad general. Tan grande era la capacidad productiva de América que la prosperidad duró a lo largo de toda la guerra, siendo contrarrestada la especial escasez de algunas materias primas por la expansión productiva de otras.

    Teóricamente, a la conclusión de la guerra, el perdedor paga al ganador “reparaciones” financieras que reintegran el “crédito” que se le extendió a lo largo del conflicto. Entonces retorna el viejo problema de encontrar mercados; de manera que es muy acorde con las necesidades del caso que encontremos a los beligerantes preparándose para exportaciones de posguerra antes de la conclusión de la guerra.

    Así, Mr. Harry Hopkins dijo en efecto que después de la guerra, si América quisiera mantener su prosperidad, debería tener que exportar a una escala sin precedentes; y antes de la entrada de América en la guerra, el Presidente Roosvelt declaró que una de las razones por las que América no podía quedar al margen del conflicto era que la victoria alemana destruiría los mercados de América.

    Puesto que América es casi enteramente autosuficiente físicamente, la relación del deficiente poder adquisitivo interno con el hecho de “deshacerse” de producción excedente al exterior, es vista con una luz particularmente clara.

  5. #5
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (2)

    En este punto merece la pena analizar con mayor detalle la economía americana.

    El hecho económico primario sobre América es que es en casi cualquier aspecto físicamente autosuficiente. Prácticamente cualquier materia prima necesaria para la industria moderna está disponible dentro de sus fronteras, y posee una gama de climas que le permiten cosechar producción de casi cualquier descripción.

    Algunas de sus pocas deficiencias pueden ser suplidas por sustitutivos sintéticos, pero en cualquier caso la cantidad de materias primas necesarias requeridas para completar toda la gama es menor que el 3% de la economía, y pueden ser obtenidas fácilmente a cambio de unos pocos bienes americanos y materias tales como el petróleo.

    Para simplificar la discusión, supongamos que las deficiencias reales hayan sido compensadas mediante trueque y consideremos en adelante la economía desde ese punto.

    El segundo punto es que América es técnicamente autosuficiente; sobre todo la técnica industrial ha sido llevada allí a un mayor estado de desarrollo que en ninguna otra parte.

    Ahora bien, los portavoces de América son protagonistas de la política que hace que América deba “comerciar” a una escala cada vez más creciente; y más específicamente, dicen que si la gente previamente ocupada en la producción de munición y en las fuerzas armadas han de ser absorbidas en la industria del tiempo de paz, entonces es esencial expandir los mercados para la exportación.

    ¿Cómo va a ser pagada América por sus exportaciones?

    Si el pago es mediante una importación de bienes, entonces esos bienes reemplazan una cantidad equivalente de bienes hechos en América, y así desemplea a la gente que podrían haberlos hecho.

    El pago puede ser mediante oro u otra forma de moneda “dura”. En este caso, la moneda sólo podría gastarse, en hipótesis, en producción americana existente; pero, siendo realistas, es innecesario importar dinero para comprar tu propia producción.

    Tercero, las exportaciones pueden ser financiadas con crédito: América presta dólares al país importador, que los usa para comprar los bienes americanos; o, lo que realmente ocurre, los dólares nunca dejan América, sino que son pagados al productor de los bienes exportados. E igual que en el caso del oro, estos dólares sólo pueden ser gastados en bienes americanos existentes.

    Durante la guerra, un artículo en un magazine americano profetizó grandes dificultades para América en el periodo de la posguerra. El argumento era que las necesidades de la producción de guerra se habían traducido en una muy gran expansión de la industria en la costa oeste de América, y la dificultad que se preveía era que el Oeste no necesitaría importar demasiado del Este industrial. Este es justo el mismo argumento que el que hemos estado considerando.

    América, de hecho, presenta dentro de sí misma los problemas económicos de toda la economía mundial. Si es el caso, sin embargo, que la industria no es autoliquidante, que los ingresos distribuidos en el curso de la producción no son suficientes para comprar dicha producción, entonces las características problemáticas de la política exportadora desparecen. Entonces es necesario importar dinero para comprar la producción americana; entonces la exportación a crédito resuelve la dificultad (aunque, por supuesto, la resuelve sólo por el momento), mediante la exportación del problema con los bienes, pero aquello que es cierto para América es cierto para todo el mundo en su conjunto, como también es cierto para una parte de América.

    Ciertamente Gran Bretaña tiene que importar una considerable cantidad de bienes, particularmente alimentos, y éstos han de ser pagados mediante exportaciones; pero una vez que es efectuado este trueque esencial, existe un excedente para la exportación: una “balanza comercial favorable” es un fundamento de la política británica.

    Otra vez, esto es una consecuencia perfectamente natural de una deficiencia de poder adquisitivo.

    Como ya se ha observado, el objetivo inevitable de cualquier país industrial es el de disminuir su dependencia de las importaciones (de ahí los aranceles proteccionistas, etc…) y desarrollar sus exportaciones; e inevitablemente los pueblos “atrasados” son observados como un medio de prosperidad.

    “Si podemos aumentar el estándar de vida de los nativos de Nueva Guinea (señala el argumento) entraremos en una era de prosperidad creciente”. No importa que los nativos de Nueva Guinea no puedan suministrarnos nada a nosotros; y esa es justamente su virtud.

    Similarmente, América ve la prosperidad en los culis de China. Y los economistas del mundo generalizan la proposición: “Déjennos aumentar el estándar de vida de todos los pueblos atrasados, y todos seremos prósperos”.

    El estándar de vida de los pueblos atrasados sólo puede aumentarse a expensas físicamente de los pueblos desarrollados, pues la proposición no es que los pueblos atrasados deberían subir por sí mismos. Pero la prosperidad se produce realmente, porque el poder adquisitivo pasa a equilibrarse con el coste de los bienes remanentes puestos a la venta en los países productores.

    Las relaciones reales subyacentes al comercio internacional serían mucho más claras si las monedas nacionales circularan internacionalmente, y los bienes nacionales sólo pudieran ser comprados con su moneda nacional.

    Así, si América comprara bienes a Australia, América sería pagada en dólares australianos; y dichos dólares podrían ser empleados sólo para comprar bienes australianos; y si los dólares fueran importados por América y no pudieran ser usados para comprar bienes americanos en América, entonces aparecería claro que la exportación de bienes americanos fue una pérdida real, que sólo podría ser compensada mediante la importación de bienes australianos a cambio de los dólares.

    La situación es disimulada mediante el uso del oro, y mediante la más moderna equivalencia de las transacciones internacionales de cambio de divisas, y mediante la más moderna propuesta de usar un “fondo monetario” internacional (que es simplemente un mecanismo para crear un sustituto al oro, pues la producción natural de oro es insuficiente para satisfacer las necesidades de las expandibles monedas nacionales).

    Pero en tanto que el exportador americano sea pagado en un medio (dólares) que tiene un inmediato poder adquisitivo para los bienes americanos en América, la naturaleza real de la transacción no será patente.

    Es verdad que estos días se oye menos la necesidad de una balanza comercial “favorable”, y se opina más el argumento de que grandes mercados suponen producciones masivas, con un abaratamiento del proceso. Pero debe recordarse que la totalidad de la producción ha de ser vendida; el coste total ha de ser liquidado, y aunque el precio de las unidades individuales de producción puede ser menor, el precio total puede ser muy grande, y la liquidación de parte del mismo mediante la exportación de una proporción de la producción, y mediante el uso de la moneda importada para satisfacer una parte de la factura, simplemente se traduce en una pérdida de esa gran parte de la producción.

    Para volver a nuestro anterior ejemplo, si llamamos pan a toda la producción, entonces aunque la producción masiva se traduce en un precio menor por cada rebanada de pan, nos encontramos con que esto se consigue realizando, digamos, quince rebanadas de pan por cada diez que se hacía previamente, pero sólo consumiendo doce de ellas; las tres rebanadas desechadas (exportadas) representan la pérdida real; son intercambiadas por dinero que es usado para pagar parte del precio de las doce rebanadas restantes.

  6. #6
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (3)

    La segunda consecuencia de la proposición de que los costes exceden al poder adquisitivo es la existencia de una deuda en expansión. Nuestra proposición es muy general; se aplica a cualquier área económica dada. Hemos visto que un excedente de exportaciones sobre importaciones resuelve el problema de un área particular, pero sólo a expensas de agravar el problema en otra área; algunas naciones se convierten en naciones acreedoras, pero otras se convierten en deudoras; y deberíamos esperar encontrar que el total de todo el endeudamiento general excede a los créditos, y los excede más y más a medida que el tiempo avanza.

    Esto es, de hecho, exactamente lo que encontramos.

    Pero no sólo encontramos este creciente endeudamiento internacional, sino que también encontramos que toda nación industrial tiene una deuda interna que excede a la cantidad total de su moneda. Este constante aumento en deuda, según ha sido declarado por el Grupo Tecnocrático, se produce al ritmo de la cuarta potencia del tiempo, siendo tomada como unidad los cien años.

    Esto es, y sólo puede ser, el reflejo en el tiempo de la brecha acumulativa entre el poder adquisitivo y los precios.

    Si el “excedente” de bienes no ha de ser destruido y su coste anulado en los libros contables ni tampoco se ha de deshacerse de él en cualquiera otra manera equivalente, entonces una fuente de poder adquisitivo diferente a la que se distribuye en el curso de su producción deberá provenir de algún otro lugar. Esta fuente son los bancos que, mediante la creación de dinero nuevo y adicional, conocido como crédito bancario, compensan la brecha, y la registran como deuda.

    Antes de examinar el mecanismo de este dispositivo, es necesario subrayar que el continuo crecimiento de la deuda es un hecho objetivo que cualquiera puede confirmar por sí mismo; que tal crecimiento de la deuda es una consecuencia esperada de la proposición de que los costes exceden al poder adquisitivo; y que el descubrimiento del hecho es una prueba inductiva de tal proposición.

    Una tercera prueba inductiva puede ser encontrarse en las palabras del Mayor Douglas: Se encuentra “al examinar las valoraciones para el Impuesto de Sucesiones en Gran Bretaña y en cualquier otro sitio, en el cual se encontrará invariablemente que una herencia de la que se dice que vale, digamos, £ 100.000 y es gravada en dinero sobre esa suma, consiste solamente en poder adquisitivo en una cantidad del dos o tres por ciento de la misma, siendo el resto de la herencia activos de un tipo u otro que tienen valores en precio adjuntos a ellos, y que requieren poder adquisitivo para comprarlos”.

    Esto es una indicación del “exceso inmenso de valores en precio sobre el poder adquisitivo”, y similar información puede obtenerse examinando generalmente los activos de los negocios. El valor en precios total de todos los activos no puede ser pagado en ningún instante dado por la cantidad de poder adquisitivo existente en ese instante: un hecho que, otra vez, puede ser confirmado por cualquiera que se preocupe de examinar las cifras de valoración de los activos y de poder adquisitivo existente.

    Una vez más, podemos tomar como ejemplo el cultivo de productos alimenticios y la producción de materias primas. Es un lugar común “valorar”, digamos, una cosecha de trigo o lana en muchos millones de libras.

    La producción de una cosecha indudablemente crea un activo; pero no crea el poder adquisitivo.

    Ahora bien, siendo realistas, en tanto que existe una demanda real en el mundo por toda esa cosecha, toda esa cosecha es un activo real; pero debido a que no trae su precio de adquisición en forma de dinero en existencia, la producción aumentada resulta en un menor precio por unidad, y sobreproducción “en sentido financiero”; y a pesar de la demanda física real de las cosechas, la situación resulta en la ruina del productor, o la arbitraria destrucción de la cosecha “para mantener los precios altos”.

    Esto simplemente es otra indicación de que no existe una automática relación entre el “valor” de los activos y el poder adquisitivo disponible para liquidar esos valores.

    Ahora bien, dejando a un lado el “coste” y el “valor”, el precio de un artículo es “aquél que alcance”, y esto depende del número de artículos, su relativa deseabilidad, y la cantidad de dinero disponible.

    En ausencia de proyectos especiales de “estabilización”, este sistema realmente determina el precio de los productos primarios, que en consecuencia muestran grandes variaciones de año en año en sus precios.

    La demanda física de productos alimenticios en particular es, sin embargo, de una cantidad extremadamente estable, puesto que la capacidad del individuo para consumir es limitada, y el número de individuos en un área dada está sujeto sólo a lentas fluctuaciones.

    Pero la demanda financiera de productos alimenticios, etc. es una cantidad muy variable, y un bajo poder adquisitivo puede coincidir con una producción abundante, resultando en una ruinosa caída de precios; esto es, no hay relación determinable entre el cultivo de productos alimenticios y la disponibilidad de dinero.

    La inestabilidad en un proceso de producción primaria esencialmente estable es otra consecuencia que se ha de esperar de una deficiencia general de poder adquisitivo.

    Es verdad que a veces la producción primaria encuentra enfrente un alto poder adquisitivo; las razones de esto son más convenientemente tratadas en una etapa subsiguiente del ensayo. En general, sin embargo, podemos observar que la teoría de una acumulativa deficiencia de poder adquisitivo en relación con los costes encaja con los hechos objetivos de la economía mundial.

    Esta teoría explica la búsqueda de mercados de exportación en expansión, acompañada de barreras arancelarias a las importaciones: guerra comercial, que culmina en guerra militar.

    Intranacionalmente, explica la fricción social, porque de manera segura se produce una disputa por una adecuada porción del dinero disponible, pues éste es el único derecho efectivo sobre los bienes, los cuales pueden estar en suficiente abundancia como satisfacer la demanda real.

    Explica la paradoja de la pobreza en medio de la abundancia, puesto que la pobreza es una condición financiera.

    También explica el continuo y rápido crecimiento cada vez mayor de la deuda, como veremos más claramente posteriormente.

    Por el momento, es suficiente con considerar la deuda como la cantidad registrada de la acumulada deficiencia de poder adquisitivo.

    Al estudiante se le pide en esta fase del ensayo simplemente sostenerse firmemente a los hechos, para preguntarse a sí mismo si, con indiferencia de consideraciones teóricas, la teoría de que el ingreso en su totalidad es menor que el precio de coste de la producción en su totalidad encaja o no con los hechos.

    Puede ocurrirle que la teoría no explique la inflación, cuando el dinero disponible excede a la oferta de bienes; cómo ocurre esto, cuándo ocurre esto, también corresponde que sea considerado más tarde en detalle. Pero en este punto puede observarse que la inflación ocurre respecto de los productos finales de la industria: los bienes de consumo últimos; pero detrás de éstos están los bienes intermedios, con costes que están esperando a presentarse.

    El “excedente” de poder adquisitivo es poder adquisitivo obtenido respecto de estos bienes intermedios, esperándolos a que se conviertan en productos finales. Esta materia está íntimamente relacionada con la teoría de la proposición que estamos considerando, y es a la parte teórica a la que ahora debemos volvernos.

  7. #7
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (4)

    Es muy característico de los teoremas, generalmente, que puedan ser elaboradas un número de pruebas deductivas a partir de ellos.

    Este es el caso del teorema del Crédito Social, ahora comúnmente conocido como teorema A + B; un nombre que se deriva de una de las varias pruebas disponibles.

    El teorema del Crédito Social es la proposición de que en cualquier periodo dado, en cualquier área dada, el ritmo de generación de precios es mayor que el ritmo de generación de ingresos.

    El punto que debe tenerse en cuenta en esta declaración es el uso de las palabras “ritmo de generación”. Se refieren al hecho de que la producción es continua. No conocemos en qué punto en el pasado comenzó la producción, pero cualquiera que sea el punto que elijamos como el principio de la producción, podemos decir que ha procedido de manera continua desde entonces.

    Estamos usando la palabra “producción” en el sentido general: la conversión de materiales de una forma en otra adecuada para los propósitos del hombre. La producción varía, se convierte en más o menos elaborada, y cambia; pero es continua. Es un flujo, como el flujo de un río.

    La producción de bienes viene acompañada de la producción de costes, que alcanzan al público como precios; y al mismo tiempo, la producción de bienes viene acompañada de la distribución de ingresos, en forma de sueldos, salarios y dividendos. Este es el significado de las expresiones “generación de precios” y “generación de ingresos”.

    Es absolutamente esencial captar el hecho de que los precios y los ingresos son, igual que la producción misma, flujos.

    Hay una corriente de poder adquisitivo, y una corriente de precios. Ambas son medidas en unidades de dinero; digamos, en libras.

    Nuestra proposición es que el tamaño del flujo de los ingresos, en libras, es más pequeño que el flujo de los precios, en libras.

    Para evitar cualquier confusión, debe señalarse la relación entre los precios y los costes. El coste de un artículo es la suma de los desembolsos de dinero, directo o indirecto, en el curso de la producción de dicho artículo. Incluye el coste de la materia prima, el pago de los sueldos y salarios, y una carga por el uso de la maquinaria y otros “costes indirectos” como el alquiler y el interés sobre el dinero tomado prestado.

    El precio de un artículo es al menos el coste, pero normalmente es el coste más el beneficio.

    El argumento que sigue no queda afectado por la cuestión del beneficio, de manera que los términos de coste y precio son usados en relación con el contexto.

    Ahora permítasenos ver qué le ocurre realmente a los costes y a los ingresos en el curso de la producción. Consideremos cualquier fábrica, y asumamos que está ocupada en la producción de un artículo que necesita de seis semanas, desde el principio hasta el final, para ser completado. Asumamos que la materia prima es obtenida gratis, y no se hace ninguna carga en concepto de “costes indirectos”, de manera que los únicos costes son los sueldos y salarios pagados a los trabajadores.

    Ahora bien, la mayor parte de estos sueldos y salarios son gastados semana a semana a medida que son recibidos para satisfacer el coste de la vida, y al final de las seis semanas habrá sido ahorrado muy poco del dinero. Al final de las seis semanas, sin embargo, el coste de lo que se ha producido (tanto de lo terminado como de lo no terminado) será el total de los sueldos y salarios de las seis semanas de todos los trabajadores implicados.

    Para compensar este coste total, sólo hay disponible el dinero que ha sido ahorrado, que es sólo una pequeña proporción del total del coste. Es muy cierto, por supuesto, que sólo una parte del total de la producción está en ese momento disponible a la venta: la producción terminada; pero ha sido creado el coste, y claramente excede la cantidad de poder adquisitivo dejado para satisfacerlo.

    La empresa ha hecho gastos por una cantidad de sueldos y salarios de seis semanas. Este gasto empresarial representa la generación de precios. Los costes, y de ahí los precios, se van presentando en adelante todo el tiempo, mientras que el ingreso es gastado a medida que se recibe para satisfacer el coste de la vida.

    Así, la situación puede ser descrita de manera más general: el coste de la producción incluye el coste de la vida de aquellos implicados en la producción; pero éste ha sido gastado dentro del periodo de la producción.

    Esto es verdad para cualquier unidad de producción dada, y consecuentemente para cualquier unidad de producción, y, así, para toda la producción en general, y sobre cualquier periodo de tiempo.

    Es decir, los costes que avanzan y se presentan son progresivamente mayores que el ingreso que avanza y se presenta (igual que Aquiles avanza más rápido que la tortuga).

    Estos costes están representados de manera cada vez más creciente por los “costes indirectos”, es decir, una creciente parte de los precios consiste en el coste del equipo capital y en la producción “intermediaria”. Tales costes están continuamente presentándose en el precio de la producción final, y representan ingresos distribuidos, aunque gastados en algún momento del pasado.

    Así, el producto de la industria manufacturera está implicado en la misma dificultad de la producción primaria: no encuentra automáticamente un poder adquisitivo aguardándolo que sea suficiente para liquidar sus costes o “valor” en sentido financiero.

    En este punto las pruebas inductiva y deductiva convergen.

    Ni la producción primaria ni la industria misma proveen del poder adquisitivo total necesario para comprar sus productos; o, como el Mayor Douglas lo indicaba, ni el granjero ni el industrial “fabrican” dinero: ellos luchan por el dinero que está en posesión de otros.

    Pero es verdad que el dinero es “fabricado”, en sentido literal.

    La manufactura del dinero es, de hecho, la base real del negocio bancario exactamente en el mismo sentido que la fabricación de cosas es el negocio de la industria.

    La manufactura de dinero por los bancos es técnicamente conocida como creación de crédito.

    Este dinero manufacturado, o crédito, es prestado por los bancos sobre varias garantías, para varios periodos de tiempo. En general, sin embargo, se presta más de este nuevo dinero del que se devuelve, de manera que en la práctica hay una continua expansión en la cantidad de dinero en la comunidad. Es este nuevo dinero el que pasa a estar disponible para compensar la deficiencia en poder adquisitivo; y es registrado como deuda.

    Ésa es la razón de por qué apuntamos antes que la deuda acumulada es el registro en el tiempo de la deficiencia de poder adquisitivo.

    Pero aún así no hay una relación automática y necesaria entre la provisión de este nuevo poder adquisitivo, y la cantidad necesaria para compensar la deficiencia. La cantidad de nuevo dinero suministrada por los bancos no está gobernada por consideraciones aritméticas, sino por un número de factores que pueden ser incluidos bajo el encabezamiento de política.

    Por razones de política el suministro de créditos puede restringirse, en cuyo caso el efecto de la deficiencia de poder adquisitivo se pone de manifiesto, y se experimenta la así llamada “depresión”. En otras ocasiones los créditos son adelantados libremente, conduciendo al “boom” o inflación.

    Los créditos, sin embargo, son concedidos en conexión con la producción de algún tipo u otro, y consecuentemente se convierten en un coste, pues deben ser devueltos al sistema bancario. Lo que realmente ocurre es que los créditos son concedidos para propósitos tales como el de la construcción de una fábrica, la instalación de maquinaria, etc. Los créditos son distribuidos en sueldos y salarios, y gastados en bienes ya producidos; pero, como ya hemos visto, esos sueldos y salarios se convierten en costes que han de ser recuperados en el futuro, cuando la fábrica o maquinaria está en producción.

    Ahora bien, cuando existe una oferta pequeña de bienes ya producidos, por una razón u otra (como, por ejemplo, siguiendo a la conclusión de la guerra, en la cual la industria se ajusta para la producción de municiones) y al mismo tiempo se está haciendo pagos a partir del crédito para la “reconversión” de la industria o por otra razón similar, el poder adquisitivo puede estar en exceso respecto a los precios colectivos de los bienes disponibles para su inmediata venta; ésta es la condición denominada “inflación”.

    Esto resulta en una subida de precios, que drena el exceso de poder adquisitivo. Pero debe recordarse que este poder adquisitivo es distribuido en relación a futura producción anticipada, de la cual aquél forma una de las partes del coste; y si este dinero es drenado bien por una subida de precios, o bien por impuestos, este hecho agrava la deficiencia que en cualquier caso acompañará a la aparición final de los bienes.

    El dinero no puede ser a la vez gastado en bienes existentes, y estar disponible para satisfacer precios futuros.

    Las obras públicas, financiadas con dinero “prestado”, son un caso especial de este principio general.

    A diferencia de una empresa privada construyendo fábricas, los gobiernos construyen presas y proyectos hidroeléctricos, etc…. Pero éstos son pagados con dinero nuevo creado por el sistema bancario, y este dinero es registrado como “deuda pública”.

    Y el dinero se gasta -y sólo puede ser gastado- en bienes existentes; y el proceso sólo es posible porque hay una deficiencia en el poder adquisitivo distribuido a través de la producción de esos bienes.

    Las obras públicas, ahora bien, tendrán que ser pagadas, porque el crédito concedido para su construcción debe ser devuelto, y ha de pagarse un interés sobre el mismo. Esta devolución y este pago del interés, toma la forma de impuestos; el endeudamiento público, de hecho, es otra forma de “coste” (exactamente equivalente al coste de la maquinaria en la industria); y puesto que los pagos hechos en el curso de la construcción de las obras públicas son gastados en producción actual, no están disponibles en el futuro para la devolución del préstamo bancario original.

    Ahora bien, en tanto en cuanto se siga con el presente sistema de contabilidad, el continuo funcionamiento de la industria será absolutamente dependiente de una continua expansión de la cantidad de dinero (una expansión de dinero monetizado, billetes impresos o principalmente créditos bancarios). Y una simple inspección de las estadísticas anuales muestra que la expansión, en efecto, es continua.

    También muestra que la expansión de créditos (registrados como deudas a los bancos) es de lejos la más importante, la parte más grande de esa expansión.

    Es en este hecho en que se encuentra la convergencia de las pruebas inductiva y deductiva de la proposición que estamos examinando.

    Una vez que se capte la relación entre la expansión de crédito y la producción industrial, podrá verse también que una continua subida en los impuestos es una prueba inductiva más. Aparte de la redistribución del ingreso por medio de los impuestos, una suma cada vez más creciente debe ser tomada para pagar las cargas de la deuda; y en la medida en que este dinero sea usado para devolver la deuda, desaparece; no hay nada que se reciba a cambio del mismo.

    Ahora bien, esto es exactamente lo mismo que ocurre en los precios de los bienes: una proporción cada vez más creciente del precio total va a la devolución de viejos “costes” (o bien a esta devolución de préstamos bancarios o bien al reemplazo del capital).

    Esto significa, por supuesto, que los sueldos y salarios sólo podrán liquidar una proporción cada vez más decreciente de la producción que les dio lugar. La consecuencia general de todo el proceso es que para poder distribuir incluso una cantidad constante de la producción a los consumidores finales, una cada vez más creciente cantidad de “producción intermediaria o de capital ha de tener lugar”.

    Una vez que se alcanza el punto de saturación en el número de fábricas que pueden ser razonablemente construidas, el énfasis se desplaza hacia las obras públicas o la producción para la exportación.

    Ésta es, entonces, la explicación financiera de la paradoja de la pobreza en medio de la abundancia.

    Como apuntamos previamente, existe un gran número de métodos de demostración de la proposición central. Los estudiantes son remitidos a los escritos técnicos del Mayor Douglas, donde pueden encontrarse varias pruebas, incluyendo una prueba en términos matemáticos. El asunto está discutido muy exhaustivamente en The Monopoly of Credit.

    El énfasis en el Crédito Social se ha desplazado, sin embargo, de las consideraciones económicas técnicas. Varios años atrás, era necesario probar que los bancos creaban crédito, pues esto era negado por los economistas oficialmente reconocidos. Hoy, la creación de dinero por los bancos es un tópico de cada día de las discusiones del periódico.

    Igualmente es verdad, aunque menos obvio para los no iniciados, que el hecho de la deficiencia en el poder adquisitivo también es admitido en los círculos oficiales.

    El mismo énfasis sobre la necesidad de embarcarse en obras públicas para “evitar la depresión” es una admisión tácita.

    Ahora bien, la verdadera manzana de la discordia ha estado siempre en relación con la política que gobierna la disponibilidad del crédito, pero tal hecho fue ocultado durante muchos años tras las controversias centradas en la teoría económica.

    La presente fase, sin embargo, está interesada directamente con la cuestión, en el más amplio sentido, de la política crediticia.

    El primer libro del Mayor Douglas, Economic Democracy, se refería primariamente a esa cuestión de la política, y trataba del asunto financiero porque el sistema financiero era el principal mecanismo de una política.

    La controversia que posteriormente se desarrolló sobre la parte técnica tuvo el efecto de ocultar el asunto mayor de la política; ésta es el significado del énfasis puesto en aquel aspecto sutil, en donde más confusión podía originarse.

    Pero aunque ha cambiado el énfasis, un conocimiento y entendimiento del mecanismo de las finanzas en relación con la producción todavía es vital para una adecuada captación de la política.

    Las campañas de exportación, las obras públicas y los altos impuestos son todavía las características predominantes de nuestra economía, y todas ellas se reducen a un literal, y a gran escala, robo de la comunidad, dirigiendo a su vez hacia una forma de organización que está a poca distancia de hacer fútil cualquier protesta contra el robo por ser inefectiva, si no imposible.

  8. #8
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (5)

    La oficialmente sancionada “ciencia” de la economía está inextricablemente interrelacionada con el funcionamiento del sistema financiero.

    Esto es como si una unidad de medida en la ciencia física estuviera definida erróneamente. Teóricamente sanas, las “leyes” de la ciencia económica no tienen en su mayor parte valor ninguno en la práctica, y las predicciones basadas en ellas son menos confiables que los descaradamente desconfiables pronósticos del tiempo.

    Antes de la guerra, los economistas se fueron convirtiendo por esta razón en el hazmerreír del público; y si su prestigio se ha recuperado en cierta medida, esto es porque los gobiernos han tomado poderes para hacer funcionar lo más cercanamente posible las teorías, a pesar de los hechos.

    Es bastante fácil predecir correctamente una escasez de trigo si por razones de política financiera tú tomas poderes para restringir su producción.

    El Mayor Douglas, sin embargo, ha enunciado una ley natural real y fundamental de la economía: el coste real de la producción se mide por el consumo incurrido en dicha producción.

    Por ejemplo, el coste real de una cosecha de trigo se mide por el trigo usado como semilla y consumido; si asumiéramos que no se consumió nada más que trigo, el coste se mediría directamente en trigo.

    Este ejemplo específico puede generalizarse: el coste real de toda la producción a lo largo de un periodo es el consumo total en el mismo periodo.

    Puesto que la producción, incluso en guerra, excede al consumo, la proporción en cuestión es una fracción que es menor a uno.

    La diferencia entre esa fracción y uno representa, en el sentido más fundamental, un beneficio (beneficio real en oposición a beneficio financiero).

    Esta ley fundamental es modificada por un factor importante. La capacidad de producción, en oposición a la simple producción, debe ser tomada en cuenta. La producción puede incluir la construcción de un número de fábricas; el punto está en que estas fábricas aumentan la producción potencial del periodo subsiguiente.

    Los costes y beneficio fundamentales, por tanto, deben ser medidos en términos de capacidad de producción (esa misma capacidad que examinamos antes en la Parte I).

    Esta capacidad de producción es denominada por el Mayor Douglas como el crédito real de la comunidad; y definida por él como la capacidad para suministrar bienes y servicios cuando, donde y en la medida en que sean requeridos.

    El crédito financiero es definido de manera similar como la capacidad para suministrar dinero cuando, donde y en la medida en que sea requerido.

    El crédito financiero se fundamenta en el crédito real.

    Los bancos pueden crear crédito financiero porque tal crédito puede ser intercambiado por bienes y servicios.

    La conexión es perfectamente obvia en el caso de guerra; la producción de la industria se expande enormemente, y es financiada por una expansión del crédito.

    Ahora bien, el aspecto esencial en el cual el crédito financiero creado por los bancos difiere del dinero acuñado es que aquél está sujeto a reclamo y cancelación dentro de un periodo determinado por los bancos. Es emitido como un préstamo por los bancos.

    Aún cuando este dinero es “ganado” mediante el trabajo de un hombre, todavía está sujeto a reclamo por los bancos (una realidad reflejada por la enorme carga fiscal), pero opera efectivamente como dinero real porque fundamentalmente está basado en la capacidad de la industria para expandir su producción.

    El asunto puede ser presentado de otra manera: sólo podrá hacerse uso de la capacidad de producción potencial siempre que se ponga disponible nuevo dinero; y este nuevo dinero es el crédito creado por el banco.

    Así, el crédito financiero es en su naturaleza una licencia para hacer uso del crédito real.

    En el sentido en que estamos utilizando el término “beneficio real”, una fábrica como tal no es beneficio.

    Este beneficio radica de nuevo en la “fábrica que está suministrando los bienes cuando, donde y en la medida en que sean requeridos”, una concepción dinámica.

    Aquí la fábrica simboliza a todas aquellas fábricas, tangibles e intangibles, que constituyen la base realista de la “abundancia”.

    La medida en la que este beneficio está disponible depende del grado en que el crédito financiero se hace disponible.

    Existen dos importantes observaciones que deben hacerse en relación con esta situación.

    La primera es que actualmente no hay conexión ninguna entre el coste real y el precio financiero. El coste se mide adecuadamente como una proporción, en la cual la producción potencial (el denominador) está incrementándose mucho más rápidamente que el consumo real (el numerador); por tanto los costes reales están cayendo.

    Los precios, sin embargo, se basan en reglas de contabilidad y están incrementándose constantemente. Las implicaciones de esto las examinaremos posteriormente.

    La segunda observación, que equivale a una revelación, es que los pobres no son pobres porque los ricos sean ricos; son pobres por el funcionamiento del sistema financiero.

    Pero la lucha de clases se funda en el engaño de que la “especulación” es la causa de la pobreza; y la lucha de clases es el fundamento del socialismo. Nuestras circunstancias presentes están dominadas por la concepción consciente de la lucha de clases; y la política que conduce a ella requiere de un cuidadoso examen.

  9. #9
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    Re: Introducción al Crédito Social

    POLÍTICA


    (1)

    La enormemente gran importancia de la automática deficiencia de poder adquisitivo resultante del método de contabilidad del coste de la producción no radica en sí misma, sino en la consiguiente importancia del crédito financiero y, de ahí, del sistema que provee dicho crédito.

    Es muy probable que muchas de las honestas críticas de la teoría del Crédito Social pasen por alto este punto.

    Debido a que la producción industrial es continua (aunque sujeta a fluctuaciones: booms y depresiones), ellos argumentan contra la existencia de esa automática deficiencia. Pero el quid de la cuestión es que la producción es continua porque hay una continua (aunque fluctuante) emisión de dinero nuevo en forma de crédito creado por los bancos.

    Ahora bien, siempre y cuando se sigan las reglas de contabilidad, la industria será dependiente de esa emisión de nuevo dinero. Es, por esta vía, gobernada por la política bancaria.

    De nuevo, siempre y cuando se observen las reglas, la política bancaria deber ser limitada en ciertos aspectos importantes.

    En primer lugar, el banco debe interesarse en la probabilidad de recuperar el dinero concedido; y a este respecto la política crediticia debe gobernarse por consideraciones puramente financieras.

    En segundo lugar, el crédito dinerario puesto en circulación sólo puede ser efectivo en compensar la brecha entre precios y poder adquisitivo si ese crédito es desembolsado con respecto a producción que no aparece en el mercado inmediatamente, o no aparece nunca. De esta manera, las nuevas industrias, la producción para la exportación, la producción de municiones y la financiación de obras públicas, distribuyen ingresos que son eficaces en mover los bienes existentes a manos de los consumidores, y de esta manera estimular la industria a nivel general.

    Pero como ya hemos visto, este uso del crédito, que ocurre automáticamente durante el periodo inicial del desarrollo de capital (y artificialmente bajo la relativamente teoría moderna del “pump-priming”) es sólo un recurso temporal, puesto que la deficiencia en el poder adquisitivo es acumulativa, y se refleja en un cada vez más creciente endeudamiento, un endeudamiento que nunca podrá ser devuelto, pero que forma un gravamen continuamente creciente en forma de cargas de deuda, tanto industrial como gubernamental.

    El efecto práctico de este proceso es el de hipotecar tanto a la industria como -a través del Gobierno- a la nación, al sistema bancario; y puesto que el endeudamiento no puede ser devuelto, porque el dinero para poder hacerlo no existe, el sistema bancario se convierte en el propietario virtual de la industria y la nación; y, por tanto, los propietarios nominales de la industria como el Gobierno, se convierten en administradores de los propietarios*; y es la tarea de los administradores el llevar a cabo la política de los propietarios.

    Es decir, el sistema bancario controla la política de la industria y del Gobierno.

    El primer punto que debe subrayarse sobre esta situación es que el banco individual no es autónomo.

    Los bancos ordinarios operativos, o bancos comerciales, funcionan casi a partir de principios mecánicos.

    Crean y conceden un crédito a sus clientes; pero el alcance en que pueden hacer esto depende de su situación de cash, y esto a su vez depende de la política monetaria del banco central.

    El banco central es mucho más autónomo; de hecho, es función específica del banco central gobernar la política de crédito de toda la nación. El crédito creado por el banco central es tratado como cash por los bancos comerciales.

    Pero incluso los bancos centrales no son completamente autónomos. En los días del Patrón Oro, la política crediticia del banco central estaba relacionada con sus tenencias se oro.

    El Patrón Oro ha pasado, y ha pasado para siempre, puesto que el ritmo al que el oro puede ser acuñado es progresivamente menor al ritmo mínimo en que el dinero total debe expandirse para poder tener en funcionamiento a la industria bajo el sistema existente.

    Ahora bien, puesto que el ritmo en que es requerido el nuevo dinero es mayor que el ritmo al que el oro es acuñado; y puesto que el dinero es concedido a interés como un préstamo a la industria, es obvio que el oro debe venir en posesión de las instituciones prestamistas, los bancos.

    Prestar a interés significa que debe devolverse más dinero del que se prestó.

    Ésta es, de hecho, la primera etapa del proceso por el cual el sistema se convierte en el propietario virtual de la industria. Por tanto, tenemos la situación de que la base teórica del sistema de crédito, el oro (que ha pasado a ser la propiedad del sistema bancario) es insuficiente; debe encontrarse un sustituto, que tenga las propiedades internacionales del oro.

    Esta es la situación que culminó en la formación del Banco de Pagos Internacional antes de la guerra, y del Fondo (monetario) Internacional y el Banco Mundial después de él.

    Estos tres, que son diferentes aspectos de una misma cosa, constituyen el Banco Central de los bancos centrales, y permiten que una política de crédito mundial sea impuesta sobre los bancos centrales nacionales. Es decir, los préstamos (créditos) concedidos por el Banco Mundial serán el cash para los bancos centrales.

    Una vez instituido de manera segura, éste sistema hará al sistema bancario independiente del oro. Los bancos individuales, sin embargo, serán integrados (tal y como hoy lo están) en un sistema cuyo control reside en el vértice y es extranacional.

    Puesto que la industria y los gobiernos son dependientes de la política crediticia, está claro que este vértice extranacional controla la política fundamental de ambos. El significado real y práctico de la situación es, por supuesto, que los individuos que controlan el vértice del sistema bancario mundial tienen bajo control toda la política del mundo; y este hecho debe formar el punto de partida apropiado para cualquier análisis de política.

    Es el asunto de esta política y su contexto el que forma (y siempre ha formado) el asunto-materia esencial del Crédito Social.

    Sólo hasta el punto en que el sistema financiero ha provisto el mecanismo de esta política ha venido el sistema financiero a estar bajo consideración. Cuando el Mayor Douglas publicó su primer libro Economic Democracy, el sistema financiero era (como él ha expresado desde entonces) el cuartel general de esa política; y un ataque sobre el sistema era, en consecuencia, un ataque sobre la política.

    Ahora bien, en parte debido a la naturaleza del sistema, y en parte debido a la publicidad resultante del ataque sobre el mismo, era imposible que aquél permaneciera como estaba; es decir, la política cesó de estar imbuida y ocultada en el sistema como tal, y emergió como política concreta.

    O dicho en otro sentido, la política central del sistema financiero ha tenido que reforzarse con otras sanciones.

    En consecuencia, el énfasis natural se ha movido se ha movido desde la economía a la política. Lo que ha pasado es justo lo mismo que pasó con el estallido de la guerra: la enorme expansión de crédito requerido para financiar la expansión de la producción para la guerra necesitó de “controles” extrafinancieros.

    Pero la guerra es sólo una aceleración de los procesos normales de la finanza.

    Como ya hemos visto, el funcionamiento de la industria bajo las reglas existentes requiere de esta expansión del crédito, y los controles extrafinancieros de hecho fueron apareciendo en forma antes de la guerra, y se habían desarrollado, sólo que más lentamente, sin la guerra.

    Es decir, en un tiempo la finanza y el control eran sinónimos; ahora ya no lo son más.

    Consecuentemente, la política de control ha emergido como la materia de investigación.

    Particularmente en el momento actual, la teoría esencial del Crédito Social podría ser reescrita sin referencia a la finanza, y de hecho numerosos grupos actúan sobre la base esencial de la política del Crédito Social sin referencia a la finanza.

    Sin embargo, el dinero forma uno de los más hermosos mecanismos administrativos que pueda imaginarse, y un entendimiento del uso para el cual ha sido puesto, y del uso para el cual podría ser puesto al servicio de otra política, es todavía la vía más corta para un entendimiento del problema político.

    Por otro lado, ningún ajuste financiero por sí mismo podría rectificar la situación presente; y si tuviera que mantenerse un sistema financiero, ciertamente habrá de ser uno modificado.


    ---------------------------------------------------------------


    * “La Administración Pública tiene una función administrativa. Whitehall es una gran sede central de empresas de negocios con una enorme multitud de oficinas sucursales, directa o indirectamente dependientes de ella. La Administración Pública debe adaptarse ella misma a este papel.

    “Los departamentos que solían ser unidades autosuficientes ahora tienen que recordar que no son más que “departamentos” del más grande conjunto. Una actitud departamental de tipo estrecho sólo puede dar lugar a frustración y retraso (…)”

    Mr. Herbert Morrison, recogido en The Daily Telegraph, 7 de Junio de 1947.

  10. #10
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (2)

    Antes de proceder más allá, es muy necesario tener un claro entendimiento del significado de dos palabras importantes en el uso común, que son confundidas en diferentes grados en muchas discusiones y análisis.

    Éstas son política y administración.

    La política tiene que ver con la elección de objetivos, e incluye el sentido de acción tomada para conseguir dicho objetivo. De esta forma, es más que los “fines” de la expresión común “medios y fines”. Tener una política es llevar a cabo una acción para conseguir ciertos objetivos elegidos.

    La administración, por otro lado, es mucho más cercanamente sinónima de “medios”. Tiene que ver con las disposiciones técnicas necesarias para llevar a efecto una política. No es la acción tomada para conseguir un objetivo, sino los métodos de los cuales hace uso dicha acción. Por ejemplo, un banco puede tener una política de contracción del crédito, siendo el objetivo inmediato reducir los préstamos hechos por el banco. La política será iniciada por algún tipo de directriz, y llevada a cabo a través de supervisión y más directrices. Esta política es administrada, sin embargo, por la plantilla del banco.

    La administración implica conocimiento especializado de los métodos de contabilidad, de ley y de conveniencia y oportunidad, así como del procedimiento bancario específico.

    Con esta distinción en mente, debemos examinar la naturaleza de la política administrada por y a través del sistema bancario.

    Como ya hemos visto, el sistema está integrado, a través de los bancos centrales, en el sistema bancario mundial; el sistema es una organización mundial, y claramente esa organización debe tener alguna política general primordial.

    Una forma de describir esa política es decir que está para mantener y asegurar el predominio del sistema bancario; y esto significa, por supuesto, el poder de aquéllos que en última instancia están en control del sistema para imponer la política sobre y emitir directrices a la industria y a los Gobiernos del mundo.

    El sistema bancario es, de hecho, un sistema de gobierno mundial, y una vez que nos demos cuenta de este hecho, es fácil ver que éste constituye una forma de dictadura mundial.

    Y las que podríamos llamar políticas derivadas que surgen de esta situación, constituyen las políticas prácticas del sistema bancario. Éstas son políticas diseñadas para asegurar el predominio de un medio monetario de cambio internacional; para mantener el “valor” del dinero en el sentido de materia prima; y para facilitar la administración de la política bancaria.

    Esta última política se expresa en la promoción de la centralización en cualquier esfera: el amalgamiento de negocios en fusiones o cárteles, la unión de áreas políticas autónomas en federaciones, el fortalecimiento del gobierno federal a expensas de sus partes constituyentes; y la organización de las poblaciones en sindicatos y uniones profesionales, y la “federalización” de los mismos.

    Brevemente, la política promovida por aquéllos que controlan el sistema bancario es la centralización de cualquier cosa: la promoción de una forma piramidal de organización mundial con el sistema bancario en su vértice.

    La política es, de hecho, la centralización del control de la política: el totalitarismo.

    El poder del dinero fue usado en primer lugar para asegurar un monopolio del poder del dinero; y el monopolio del poder dinerario (el monopolio del crédito) fue usado para llevar a cabo el monopolio del poder político.

    Estamos siendo testigos hoy de la consolidación del monopolio político. El número de gobiernos autónomos efectivos en el mundo se está reduciendo; estamos en la etapa de los Cinco Grandes, los Cuatro Grandes, los Tres Grandes, los Dos Grandes y Medio, de acuerdo con el contexto.

    Y al mismo tiempo, las agencias administrativas de un único gobierno mundial están siendo traídas a la existencia.

    Otro aspecto de la construcción de un monopolio de control mundial es la “racionalización” de la banca. Lo que esto significa, por supuesto, es el amalgamiento de la banca y el Gobierno.

    Sería demasiado pedir a la opinión pública que se tragara cualquier cosa que pudiera ser llamada la “banquización” del gobierno, por tanto es esencial, si el proceso ha de salir impune (véase el “plan” para “salvar a Europa”*, esencialmente un plan para asegurar el control centralizado de materias primas vitales y fuentes de energía), que sea llamado con un nombre que al menos no traiga consigo el antagonismo de la opinión pública.

    Pero es un asunto observable que el control de la política bancaria permanece en las mismas manos; y la combinación del poder bancario y político se hace independiente del público en lo que se refiere a la obtención de dinero para los propósitos gubernamentales.

    Y justo en la misma forma, el “socialismo” es una técnica política para reconciliar a la opinión pública con las etapas finales de la construcción del monopolio. El socialismo es centralización, la política de los banqueros.

    El objetivo (y podemos ver los pasos hacia su consumación día por día y semana por semana), es el gobierno mundial dominado por aquéllos que están en la cabeza del sistema bancario internacional, y apoyado por una fuerza de policía mundial y por el control de los suministros de comida y de las materias primas esenciales mediante las agencias de dicho gobierno.

    Pero un punto más allá de extrema importancia debe ser mencionado.

    Durante algunos años fue una cuestión abierta si la política seguida por el sistema bancario era meramente una consecuencia natural de su estructura; es decir, si el accidente del desarrollo del sistema había arrojado a ciertos hombres a su cúspide, los cuales más o menos inconscientemente protegían su posición y sus privilegios.

    Por otro lado, estaba la posibilidad de que toda la situación fuera el resultado de una intención consciente.

    En 1935 un Gobierno fue elegido en Alberta, Canadá, con el mandato de poner en efecto ciertas propuestas técnicas del Crédito Social. Todo intento de llevar a cabo este mandato fue “anulado” por las autoridades federales, y una tremenda campaña de publicidad se puso en funcionamiento para desacreditar al Gobierno. En esta campaña de manera muy obvia se usó de conscientes y deliberadas mentiras y malinformaciones, y la consciente intención detrás de las anulaciones y la publicidad fueron perfectamente evidentes.

    En cualquier caso, si las teorías del Crédito Social fueran falaces, la forma más astuta de deshacerse de ellas habría sido permitirles una prueba bajo condiciones circunscritas; y no se puede pasar por alto lo significativo del hecho de que esa prueba ha sido evitada hasta hoy por agencias externas a Alberta, aunque el pueblo de Alberta ha votado tres veces para esa prueba.

    Para la más amplia evidencia de la intención consciente detrás de la política del sistema bancario (evidencia que establece la deliberada intención de hacer uso de la guerra mundial y de otras catástrofes en la persecución del objetivo final) remitimos a los lectores al libro de C. H. Douglas The Brief for the Prosecution.


    -----------------------------------------------------------------------

    * Este es apenas un resumen de la política del control bancario: no es necesario completarlo, pues es el asunto y materia de la literatura contemporánea del Crédito Social. Aparte de la aproximación teórica que hemos adoptado, existen abundantes pruebas.

  11. #11
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (3)

    Una de las palabras más malusadas y abusadas en el vocabulario político es la palabra “democracia”. La reductio ad absurdum de su uso es la afirmación de los dueños de la Unión Soviética de que el sistema en funcionamiento en ese país es la “democracia”, pues en ningún sitio fuera de Rusia y sus satélites se afirma seriamente que la Unión Soviética no sea un totalitarismo diferente en ningún aspecto esencial del totalitarismo alemán.

    Igualmente, es una asunción implícita en el rechazo del término “democracia” como adecuado para connotar al sistema soviético, que la “democracia” connote de hecho un sistema antitético al sistema totalitario.

    En todo caso, es practicable analizar el sistema totalitario y ver en qué aspectos un sistema antitético es posible y deseable. En esta materia estamos tratando con un colectivo de individuos, un colectivo que puede ser delimitado en alguna forma (como, por ejemplo, que ellos constituyan un club, una nación o una raza).

    Desde el punto de vista político, son una asociación; y las cuestiones que estamos examinando son los objetivos de la asociación, y su organización. Es decir, estamos interesados en la política y la administración.

    Las posibilidades antitéticas en relación a cada uno de éstos son que el control pueda ser centralizado o descentralizado; y en consecuencia, las combinaciones ofrecen cuatro posibilidades: 1. Control centralizado de la política y control centralizado de la administración. 2. Control centralizado de la política y control descentralizado de la administración. 3. Control descentralizado de la política y control centralizado de la administración. 4. Control descentralizado tanto de la política como de la administración.

    Permítasenos examinar estas posibilidades en relación a un club de cricket.

    En el primer ejemplo, tenemos el club organizado de manera tal que hay una autoridad en la cúspide, que ejerce el control a través de varios grados administrativos de autoridad. Es decir, la autoridad es jerárquica. Ésta es, por supuesto, la forma familiar de una organización administrativa; se encuentra, de hecho, allí donde hay una administración eficiente.

    Pero en el caso que estamos examinando, una jerarquía central también controla la política; decide qué objetivos deberá seguir el club.

    Así, una autoridad, digamos una junta, o el Presidente, puede decir que el club jugará veinte partidos de cricket, quince de ellos contra un equipo, y cinco en la Conchinchina.

    Los deseos de los miembros no tienen parte en esta decisión. Es tomada “por su bien” en opinión de la autoridad. Podrá verse que para que ésta decisión sea efectiva, la autoridad controladora de la política debe controlar también la administración. Toda la organización está completamente centralizada respecto a la política y a la administración.

    Pero debe advertirse otro punto más: los miembros individuales del club no deben ser capaces de optar por no formar parte o disociarse si a ellos no les gusta la política dictada por la autoridad; pues de lo contrario habría el peligro de que la política no pudiera llevarse a cabo por falta de personal.

    Ahora bien, éste es el sistema en funcionamiento en Rusia, el sistema denominado “totalitario”. Las decisiones de política son hechas por Stalin, o ese pequeño grupo conocido como Politburó; y todo el conjunto del aparato administrativo está centralizado bajo el control del mismo grupo, y las sanciones que refuerzan las decisiones están controladas desde el mismo centro. No existe la opción de disociarse; las órdenes deben ser obedecidas, y nadie es libre para dejar el país.

    Es obvio que nuestra segunda posibilidad (control centralizado de la política y control descentralizado de la administración) es meramente una posibilidad teórica.

    Control descentralizado de la administración significa que todo quien quiera haga cualquier cosa que él quiera, de manera que no existe seguridad de que una decisión dada de política sea llevada a efecto.

    En el club de cricket, la decisión de jugar un partido contra otro club requiere un programa de acción que en la misma naturaleza de las cosas debe ser dispuesto por una autoridad jerárquica: el comité, coordinado bajo la autoridad del Presiente.

    Igualmente, es perfectamente evidente que las decisiones del Politburó ruso no podrían posiblemente ser efectivas a menos que existiera, actuando bajo órdenes, un sistema administrativo centralizado bajo el control del Politburó para lleva a efecto las directrices.

    Esta misma necesidad descarta la cuarta posibilidad teórica por la misma razón.

    En este caso, en efecto, se pierde toda la idea de organización. La única posibilidad practicable fuera del sistema totalitario es, por tanto, la tercera de las posibilidades arriba mencionadas: control descentralizado de la política y control centralizado de la administración.

    Así podemos llegar a una definición básica válida de democracia desde los primeros principios.

    No se sigue de esto que en un sistema democrático la administración esté completamente centralizada. La administración debe ser jerárquica, y sujeta a dirección desde su vértice, en relación a una obligación o tarea dada.

    Pero una organización democrática puede tener varias jerarquías administrativas separadas en relación a varias tareas. Por el contrario, en la organización totalitaria toda administración está en última instancia centralizada en un sistema, porque todo está sujeto a una primordial dirección en política.

    La política se manifiesta en la emisión de “directrices” a la organización administrativa u organizaciones competentes para llevarlas a efecto. Es en relación con el origen de estas directrices que las palabras “totalitario” y “democrático” son relevantes. El verdadero significado del totalitarismo es que un hombre, o un pequeño grupo de hombres, están en una posición exclusiva para hacer llevar a efecto sus directrices; y el verdadero significado de la democracia es que los individuos como tales deben estar todos en una posición para hacer llevar a efecto sus propias directrices.

    El problema general de la democracia política es encontrar un mecanismo que dé efecto práctico a este principio.

    Parlamentos, soviets y sistemas de voto generalmente son meros mecanismos que pueden o no dar ese efecto práctico a la democracia política. Puede decirse desde ya que el sistema británico no lo da.

    Si pasamos por alto las muchas, y no poco importantes, cuestiones secundarias como las personalidades, trampas electorales, falta de representación, etc., etc., nos encontramos con que en teoría al electorado se le pide votar por un programa que comprende varias políticas.

    Es claramente evidente que ninguna decisión verdadera puede darse mediante un acto singular de votar a más de una política al mismo tiempo. Pero incluso si la elección se sostuviera sobre la base de un alternativa singular, el resultado sería emitir una directriz singular a la cual todos los individuos, incluyendo a aquellos que votaron contra ella, estarían sujetos hasta que una nueva oportunidad surgiera para votar contra ella.

    Esto es simplemente una forma de totalitarismo limitada en el tiempo.

    Es una mejora sobre el totalitarismo propiamente dicho en el hecho de que hay una oportunidad periódica para revisar la política; pero no es democracia. Podría muy adecuadamente ser denominado como totalitarismo “de urnas”.

    Sería bastante tedioso explorar todos los numerosos factores que modifican al totalitarismo “de urnas”; pero algunos son importantes. En primer lugar, como ya hemos visto, la política en última instancia es controlada a través del altamente centralizado sistema financiero por un pequeño grupo al control de dicho sistema.

    Las posibilidades políticas están estrechamente limitadas por las posibilidades financieras. Como resultado de esto, largas áreas de los programas de los diferentes partidos políticos coinciden entre sí en parte. Por ejemplo, la exacción fiscal en su presente forma y extensión es pura y simplemente la política de aquéllos que están al control del sistema financiero; no es una necesidad, es un robo.

    Ahora bien, los diferentes partidos solamente proponen variaciones en las formas y tipos de imposición, y todas proceden de la asunción básica de que la alta imposición fiscal es axiomática.

    De nuevo, las consideraciones financieras determinan la mayoría de las otras políticas que son presentadas a consideración, por ejemplo, varios métodos para “mantener los precios” o “redistribuir el ingreso”, cuando dicho ingreso en total ya es insuficiente para liquidar los costes.

    Una alternativa verdadera a las políticas existentes, por tanto, tendría que atravesar los “axiomas” de la sana finanza; y en la medida en que las propuestas de cualquier partido no lo hagan, el sistema de urnas vendrá cada vez más cerca hacia el totalitarismo propiamente dicho.

    En el análisis, es fácil ver que muchísimos casos la elección ofrecida al electorado es simplemente la elección de diferentes métodos (asociados con los partidos políticos) que encarnan la misma política.

    Ahora bien, los métodos son una cuestión de administración, y un voto sobre ellos es simplemente la expresión de opiniones sobre si un equipo u otro es capaz de formar una eficiente jerarquía administrativa para llevar a cabo una política que no está abierta a decisión.

    El segundo factor modificante del totalitarismo de urnas es la propaganda.

    Sólo la propaganda “general” afecta los asuntos generales. Éste es un asunto de alguna forma sutil. Pero es la propaganda “general” la que mantiene las creencias generales en los “axiomas” de la sana finanza, y en tales absurdos como los ya examinados, de que en cualquier sentido real una nación se beneficia a partir de un constante exceso de exportaciones sobre importaciones.

    Igualmente, la “tendencia hacia la izquierda” no es un fenómeno natural, sino el resultado de una cuidadosa propaganda controlada. Éste aspecto de la materia ha sido muy adecuadamente descrito por F. A. Hayek en su libro The Road to Serfdom.

    Pero en general es obvio que la propaganda general (es decir, la propaganda extensiva, persuasiva y a largo plazo) requiere de enormes recursos financieros que no podrían obtenerse contra los intereses del Poder Dinerario.

    Debería, de hecho, ser decisivo que el anti-“capitalismo”, es decir el socialismo, sea apoyado por tales periódicos “capitalistas” como The Times, The Economist y los demás, y es una demostración de la efectividad del hipnotismo de masas ejercido por medio de tales canales de propaganda el que el engaño del Socialismo como un movimiento de “trabajadores” tenga tanta prevalencia.

  12. #12
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    Re: Introducción al Crédito Social

    (4)

    Las elecciones generales en Gran Bretaña en 1945 indudablemente incluían al socialismo como una de las políticas ofertadas, de manera que el Partido Laborista podía reclamar un especial mandato definido para administrar una especial política definida. Esto no quiere decir que el electorado fuera consciente de este hecho, o que entendiera exactamente lo que implicaba el mandato.

    Y un examen de las políticas de la oposición revela que ellas ofrecían la misma política menos claramente expresada.

    De hecho, el Partido Laborista simplemente hizo explícita la política que se había seguido por los Gobiernos precedentes.

    Un editorial en el Daily Telegraph de Londres (18 de Octubre de 1946) presenta la situación de una manera razonablemente clara:

    “Para no ir más atrás que sus predecesores en tiempo de guerra (la famosa Coalición), el presente Gobierno encontró ya hecho mucho de la planificación de la educación, otros servicios sociales, finanza y defensa. Incluso los intentos de suprimir los picos de las fluctuaciones económicas (el punto con el cual Mr. Morrison hizo esa maniobra) están muy lejos de ser una invención socialista. Tales mecanismos como los Fondos de compensación monetaria, la acumulación de proyectos para obras públicas, la regulación cuantitativa de las importaciones, censos de producción, ajustes de impuestos para propósitos económicos y sociales, han sido usados por una larga sucesión de Gobiernos, sin exceptuar el Gobierno socialista de 1929-1931 (…)”.

    Esta línea de política se puede ver que procede casi enteramente de consideraciones financieras. Y toda ella es coherente, y toda ella representa la concentración del control sobre la política y la administración.

    La política financiera promovió los desarrollos de monopolios, y lo hizo muy explícitamente; el Banco de Inglaterra, la agencia local de la Finanza Internacional, llamó a esta política con el nombre de “racionalización”.

    Este desarrollo del monopolio es casi un preliminar necesario de la “nacionalización”. La nacionalización es sólo el penúltimo estadio en un proceso. La racionalización, o el control monopolístico de industrias específicas, es un paso hacia la nacionalización, donde distintas industrias son puestas bajo un único control.

    La internacionalización es la siguiente etapa, donde las industrias nacionalizadas están unidas bajo un control mundial. Y éste es el objetivo del grupo de hombres que controla el sistema financiero mundial.

    El “hombre común” no tiene poder ninguno para emitir directrices efectivas a una organización de esta escala, incluso los representantes elegidos carecerían de poder alguno en relación a los funcionarios permanentes. La urna electoral sólo introduciría un elemento de ineficiencia en la organización, y consecuentemente es de esperar su eliminación.

    De hecho, es necesario para la estabilidad de la organización controlar a los individuos: ésta es la trascendencia de los así llamados proyectos de Seguridad Social. Es realmente sorprendente que esto no se haya visto desde tanto tiempo.

    Sus beneficios dinerarios son sólo miserias; pero la asunción subyacente es que el beneficiario de las mismas será completamente dependiente de ellas, y los cálculos actuariales muestran con anticipación que los beneficiarios, como pensionistas jubilados, serán la mayoría de aquéllos que están contribuyendo a las mismas.

    Así, se anticipa que en los próximos diez, veinte, treinta años nada mejor que una miseria estará disponible para la mayoría de aquéllos que superen los 65 (y este cálculo no tiene en cuenta la constante depreciación que en los pasados 30 años ha reducido el valor oficial de la libra esterlina a la mitad, y el valor real a un cuarto o menos).

    Pero el coste real de esta miseria para el trabajador está en conformidad con una red de regulaciones que está alcanzando incluso los más finos detalles de la existencia individual.

    De nuevo, éste es el uso del mecanismo financiero para conseguir un objetivo definido. La esencia del mismo es hacer del dinero algo indispensable para la existencia, disponer a través de la inflación y los impuestos, cualquiera que sea el estándar de vida, la absorción de todo el ingreso de los trabajadores de manera que no puedan ahorrar, y así amenazarles con la inseguridad (es decir, morir de hambre) a la edad de jubilación, a menos que se someta a los controles a lo largo de su vida laboral.

    Él se convierte así en material indefenso para la planificación.

    “El plan” requerirá de trabajadores individuales para trabajar de acuerdo con el plan.

    ¿Qué posible efecto puede tener sobre el destino del trabajador individual votar por Mr. A o Mr. B?

    Desde que el Gobierno socialista tomó el poder en Gran Bretaña, se ha hecho un espantosamente rápido progreso hacia el completo y explícito totalitarismo. La forma de las cosas por venir es perfectamente evidente por el énfasis puesto sobre la sindicación obligatoria, en combinación con las admoniciones de los líderes sindicales de que el tiempo de las huelgas ha pasado, y que el trabajador ha conseguido ya su objetivo, siendo su parte en el futuro el trabajar para el aumento de la producción*.

    La iniciativa en esta política se ha apoyado en la Finanza, la cual claramente anticipa ser capaz de retener la iniciativa y el control que, en efecto, probablemente no ve otra forma de asegurar en perpetuidad el enorme poder que resulta del control internacional de la finanza.

    Los controles administrativos son simplemente un refuerzo para el control financiero, el cual es mismamente un mecanismo de lo más maravillosamente flexible y sensible.


    ----------------------------------------------------------------------------

    * A. A. P. reportó unas palabras de Mr. Arthur Deakin, Secretario General de la Unión de Trabajadores y del Transporte Británico, el 15 de Julio de 1947, diciendo que “estoy incluso preparado para decir que debemos aceptar una limitada medida de dirección [del trabajo]”. Para el resto, cualquier cosa será decidida “en interés del público” entre los líderes laborales y los líderes políticos.

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