POLÍTICA
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La enormemente gran importancia de la automática deficiencia de poder adquisitivo resultante del método de contabilidad del coste de la producción no radica en sí misma, sino en la consiguiente importancia del crédito financiero y, de ahí, del sistema que provee dicho crédito.
Es muy probable que muchas de las honestas críticas de la teoría del Crédito Social pasen por alto este punto.
Debido a que la producción industrial es continua (aunque sujeta a fluctuaciones: booms y depresiones), ellos argumentan contra la existencia de esa automática deficiencia. Pero el quid de la cuestión es que la producción es continua porque hay una continua (aunque fluctuante) emisión de dinero nuevo en forma de crédito creado por los bancos.
Ahora bien, siempre y cuando se sigan las reglas de contabilidad, la industria será dependiente de esa emisión de nuevo dinero. Es, por esta vía, gobernada por la política bancaria.
De nuevo, siempre y cuando se observen las reglas, la política bancaria deber ser limitada en ciertos aspectos importantes.
En primer lugar, el banco debe interesarse en la probabilidad de recuperar el dinero concedido; y a este respecto la política crediticia debe gobernarse por consideraciones puramente financieras.
En segundo lugar, el crédito dinerario puesto en circulación sólo puede ser efectivo en compensar la brecha entre precios y poder adquisitivo si ese crédito es desembolsado con respecto a producción que no aparece en el mercado inmediatamente, o no aparece nunca. De esta manera, las nuevas industrias, la producción para la exportación, la producción de municiones y la financiación de obras públicas, distribuyen ingresos que son eficaces en mover los bienes existentes a manos de los consumidores, y de esta manera estimular la industria a nivel general.
Pero como ya hemos visto, este uso del crédito, que ocurre automáticamente durante el periodo inicial del desarrollo de capital (y artificialmente bajo la relativamente teoría moderna del “pump-priming”) es sólo un recurso temporal, puesto que la deficiencia en el poder adquisitivo es acumulativa, y se refleja en un cada vez más creciente endeudamiento, un endeudamiento que nunca podrá ser devuelto, pero que forma un gravamen continuamente creciente en forma de cargas de deuda, tanto industrial como gubernamental.
El efecto práctico de este proceso es el de hipotecar tanto a la industria como -a través del Gobierno- a la nación, al sistema bancario; y puesto que el endeudamiento no puede ser devuelto, porque el dinero para poder hacerlo no existe, el sistema bancario se convierte en el propietario virtual de la industria y la nación; y, por tanto, los propietarios nominales de la industria como el Gobierno, se convierten en administradores de los propietarios*; y es la tarea de los administradores el llevar a cabo la política de los propietarios.
Es decir, el sistema bancario controla la política de la industria y del Gobierno.
El primer punto que debe subrayarse sobre esta situación es que el banco individual no es autónomo.
Los bancos ordinarios operativos, o bancos comerciales, funcionan casi a partir de principios mecánicos.
Crean y conceden un crédito a sus clientes; pero el alcance en que pueden hacer esto depende de su situación de cash, y esto a su vez depende de la política monetaria del banco central.
El banco central es mucho más autónomo; de hecho, es función específica del banco central gobernar la política de crédito de toda la nación. El crédito creado por el banco central es tratado como cash por los bancos comerciales.
Pero incluso los bancos centrales no son completamente autónomos. En los días del Patrón Oro, la política crediticia del banco central estaba relacionada con sus tenencias se oro.
El Patrón Oro ha pasado, y ha pasado para siempre, puesto que el ritmo al que el oro puede ser acuñado es progresivamente menor al ritmo mínimo en que el dinero total debe expandirse para poder tener en funcionamiento a la industria bajo el sistema existente.
Ahora bien, puesto que el ritmo en que es requerido el nuevo dinero es mayor que el ritmo al que el oro es acuñado; y puesto que el dinero es concedido a interés como un préstamo a la industria, es obvio que el oro debe venir en posesión de las instituciones prestamistas, los bancos.
Prestar a interés significa que debe devolverse más dinero del que se prestó.
Ésta es, de hecho, la primera etapa del proceso por el cual el sistema se convierte en el propietario virtual de la industria. Por tanto, tenemos la situación de que la base teórica del sistema de crédito, el oro (que ha pasado a ser la propiedad del sistema bancario) es insuficiente; debe encontrarse un sustituto, que tenga las propiedades internacionales del oro.
Esta es la situación que culminó en la formación del Banco de Pagos Internacional antes de la guerra, y del Fondo (monetario) Internacional y el Banco Mundial después de él.
Estos tres, que son diferentes aspectos de una misma cosa, constituyen el Banco Central de los bancos centrales, y permiten que una política de crédito mundial sea impuesta sobre los bancos centrales nacionales. Es decir, los préstamos (créditos) concedidos por el Banco Mundial serán el cash para los bancos centrales.
Una vez instituido de manera segura, éste sistema hará al sistema bancario independiente del oro. Los bancos individuales, sin embargo, serán integrados (tal y como hoy lo están) en un sistema cuyo control reside en el vértice y es extranacional.
Puesto que la industria y los gobiernos son dependientes de la política crediticia, está claro que este vértice extranacional controla la política fundamental de ambos. El significado real y práctico de la situación es, por supuesto, que los individuos que controlan el vértice del sistema bancario mundial tienen bajo control toda la política del mundo; y este hecho debe formar el punto de partida apropiado para cualquier análisis de política.
Es el asunto de esta política y su contexto el que forma (y siempre ha formado) el asunto-materia esencial del Crédito Social.
Sólo hasta el punto en que el sistema financiero ha provisto el mecanismo de esta política ha venido el sistema financiero a estar bajo consideración. Cuando el Mayor Douglas publicó su primer libro Economic Democracy, el sistema financiero era (como él ha expresado desde entonces) el cuartel general de esa política; y un ataque sobre el sistema era, en consecuencia, un ataque sobre la política.
Ahora bien, en parte debido a la naturaleza del sistema, y en parte debido a la publicidad resultante del ataque sobre el mismo, era imposible que aquél permaneciera como estaba; es decir, la política cesó de estar imbuida y ocultada en el sistema como tal, y emergió como política concreta.
O dicho en otro sentido, la política central del sistema financiero ha tenido que reforzarse con otras sanciones.
En consecuencia, el énfasis natural se ha movido se ha movido desde la economía a la política. Lo que ha pasado es justo lo mismo que pasó con el estallido de la guerra: la enorme expansión de crédito requerido para financiar la expansión de la producción para la guerra necesitó de “controles” extrafinancieros.
Pero la guerra es sólo una aceleración de los procesos normales de la finanza.
Como ya hemos visto, el funcionamiento de la industria bajo las reglas existentes requiere de esta expansión del crédito, y los controles extrafinancieros de hecho fueron apareciendo en forma antes de la guerra, y se habían desarrollado, sólo que más lentamente, sin la guerra.
Es decir, en un tiempo la finanza y el control eran sinónimos; ahora ya no lo son más.
Consecuentemente, la política de control ha emergido como la materia de investigación.
Particularmente en el momento actual, la teoría esencial del Crédito Social podría ser reescrita sin referencia a la finanza, y de hecho numerosos grupos actúan sobre la base esencial de la política del Crédito Social sin referencia a la finanza.
Sin embargo, el dinero forma uno de los más hermosos mecanismos administrativos que pueda imaginarse, y un entendimiento del uso para el cual ha sido puesto, y del uso para el cual podría ser puesto al servicio de otra política, es todavía la vía más corta para un entendimiento del problema político.
Por otro lado, ningún ajuste financiero por sí mismo podría rectificar la situación presente; y si tuviera que mantenerse un sistema financiero, ciertamente habrá de ser uno modificado.
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* “La Administración Pública tiene una función administrativa. Whitehall es una gran sede central de empresas de negocios con una enorme multitud de oficinas sucursales, directa o indirectamente dependientes de ella. La Administración Pública debe adaptarse ella misma a este papel.
“Los departamentos que solían ser unidades autosuficientes ahora tienen que recordar que no son más que “departamentos” del más grande conjunto. Una actitud departamental de tipo estrecho sólo puede dar lugar a frustración y retraso (…)”
Mr. Herbert Morrison, recogido en The Daily Telegraph, 7 de Junio de 1947.
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