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Salamanca, gracias al trabajo de los economistas escolásticos del siglo XVI que trabajaron en su Universidad, ha sido la cuna del pensamiento económico liberal.
En efecto y en contraposición a las tesis mantenidas hasta ahora, que atribuían a pensadores y economistas de origen protestante o, en otras versiones, judíos, el desarrollo de las doctrinas económicas liberales,se afianza actualmente la atribución de los orígenes de esta filosofía económica a los componentes de la IIamada “Escuela de Salamanca”.
Un avance considerable en la defensa de estas investigaciones ha sido dado por los trabajos de la profesora inglesa Marjorie Grice-Hutchinson, autora de un profundo estudio sobre el tema (Early Economic Thought in Spain), publicado en Londres recientemente. La profesora Grice-Hutchinson ha presentado algunas de las principales conclusiones de sus búsquedas científicas en el curso de la segunda sesión de trabajo de la sociedad Mont Pelerin, celebrada en la Universidad de Salamanca, bajo la presidencia del premio Nobel de Economía Friedrich A. Von Hayek.
La investigadora británica, quien ya publicó anteriormente un trabajo sobre ‘La Escuela de Salamanca’, considera que es mérito de los moralistas salmantinos del siglo XVI el nacimiento de las ideas económicas liberales, a través de la teoría cuantitativa de los precios y el dinero, de una parte, y, de otra, de la del precio y la demanda.
En el siglo XVI, los escritores que se ocupaban de cuestiones económicas podrían dividirse en dos grandes grupos: los moralistas, que se ocupaban de aplicar la filosofía cristiana a las actividades económicas de los fieles, y los arbitristas, que escribían memoriales al Rey o a las Cortes, para desempeñar la Hacienda o fortalecer la economía española.
El tiempo ha demostrado que, sorprendentemente, eran los moralistas mejores economistas que los practicones, debido a su sólida formación ius-naturalista, mientras que los que proponían arbitrios se guiaban normalmente por el sentido común, y, como es sabido, éste conduce en las cuestiones económicas al intervencionismo autoritario.
Los autores de la Escuela de Salamanca, escolásticos y canonistas, profundizaron los esfuerzos de los juristas y moralistas de la Europa medieval por buscar soluciones para hacer compatible la prohibición en principio de cobrar y pagar intereses, mantenida tenazmente por la legislación canónica y civil, contra las crecientes necesidades del comercio.
Los alumnos salmantinos, que habían sido precedidos por razonamientos análogos de los teólogos y jueces judíos y musulmanes, como subraya la señora Grice-Hutchinson, quien expuso la influencia que sobre los pensadores españoles del siglo XVI tuvieron las ideas sobre el valor de las cosas, el valor del trabajo y la utilidad marginal que se encuentran en la filosofía de Aristóteles, para quien “el precio de las cosas lo mide la necesidad humana”.
En los economistas escolásticos salmantinos, las dos tesis del valor —la del trabajo y la de la utilidad marginal— aparecen repetidamente, aunque unos y otros se dividan a la hora de defender con más pasión una u otra. Pero, en todo caso, hoy es reconocido el peso fundamental que en la elaboración del pensamiento económico liberal tuvieron hombres como Vitoria, Soto, Azpilicueta, Molina o Tomás de Mercado, entre otros muchos, pues a ellos se debe el principio de la teoría cuantitativa del dinero, así como las de los cambios de las monedas, del interés y del valor.
Las vidas de los escolásticos y los economistas coinciden en buena parte en la exposición de estas ideas, aunque existan algunas diferencias en sus planteamientos —más de lenguaje que de fondo—, de forma que ambos grupos consiguieron una transición sin solución de continuidad desde el escolasticismo a la moderna economía política.
Así se explica un hecho hasta ahora poco conocido, como el de que Jaime Balmes, en 1844 —diez años antes de la aparición de la obra de Gossen, a quien se atribuía hasta hace poco tiempo la paternidad de las ideas económicas liberales—, formuló la teoría de la utilidad marginal en forma casi completa, seguramente inspirado en la literatura escolástica, de la que era un gran estudioso.
Se consigue así desmontar la teoría expuesta hace medio siglo por Max Weber, para el que el nacimiento del capitalismo moderno había sido obra del protestantismo, o de las de Werner Sombart, que concedía estos orígenes al pensamiento judío, consideraba que los protestantes sólo habían tomado sus ideas y las desarrollaron y aplicaron.
El premio Nobel de Economía, Friedrich Hayek, ha puntualizado claramente esta evolución en el conocimiento de los orígenes del liberalismo económico, al subrayar la necesidad de poner fin al mito weberiano del origen protestante de la ética capitalista, y considerar que, mucho antes de Calvino, tanto las ciudades comerciales italianas u holandesas habían practicado y los economistas escolásticos españoles habían codificado las reglas que hacen posible la moderna economía de mercado.
Una idea prevalece sobre la filosofía económica de los escolásticos de la «Escuela de Salamanca», y puede considerarse la que ha trazado el camino de la mentalidad económica moderna: el precio justo, que tanto preocupaba a losautores medievales, cristianos o no, era simplemente el precio del mercado, siempre que el mercado no esté sujeto a presiones monopolistas. Es decir, son los cimientos de la moderna economía de mercado. Y los artífices, hasta ahora tan poco conocidos por sus facetas de pensadores económicos, profundizaron y desarrollaron sus ideas en la Universidad de Salamanca, que alcanza así una nueva cota del prestigio de su labor en la Europa de los siglos XVI y XVII, como cuna del pensamiento. moderno.
(5-9-79) “La Vanguardia”