Los clanes de la mafia más potente de Italia se preparan para la guerra

Varios grupos pugnan por liderar un negocio que mueve al año miles de millones de euros

Ángel Villarino

ROMA- La última vez que los clanes de la ‘Ndrangheta entraron en guerra dejaron un rastro de 700 cadáveres y la economía de toda una región reducida a harapos. En los cuarteles de la Policía calabresa, el recuerdo de aquella larga batalla de familias, que acabó en 1991, aún hace temblar a los más veteranos. La guerra acabó con un baño de sangre sin pactos, sobre cuyas cenizas la familia vencedora puso en marcha una maquinaria invencible: una organización jerárquica, piramidal y compacta ante las amenazas externas, donde no existen los soplones ni los «pentiti» (arrepentidos).
En quince años, esta «nueva» ‘Ndrangheta se ha convertido en la Mafia más potente de Italia, lo que equivale a decir de Europa y quizá del mundo. Ahora, la Fiscalía de Reggio Calabria está asustada: todo indica que se está preparando una nueva batalla en la que varios grupos pretenden hacerse con el control de un negocio que mueve miles de millones de euros, expande sus tentáculos en cuatro continentes y cuenta con 5.000 «afiliados». Más de un 20 por ciento de los calabreses tiene contactos con la banda.
La noticia llegó hace una semana al despacho del ministro de Justicia italiano, Clemente Mastella. «Tenemos que prepararnos para afrontar una nueva amenaza que, probablemente se presentará al principio como una batalla poco cruel, pero que en un breve lapso de tiempo se convertirá sin duda en una nueva y total guerra entre las bandas, preparadas a hacerse con el botín de las ayudas comunitarias, las inversiones del Gobierno central y, sobre todo, los sucios negocios programados por medio mundo para un futuro inmediato», explicaba la Fiscalía de Reggio Calabria en una carta hecha pública ayer y que ha elevado los niveles de alarma.
La ‘Ndrangheta había consolidado en estos años un modelo «pacífico», que apenas dejaba muertos. No había derramamientos de sangre porque ninguna «‘ndrina» (clan familiar) cuestionaba la autoridad de los capos. Gracias a esta fortaleza interna, consiguieron hacerse con cuotas del mercado (e influencias políticas) que antes eran patrimonio de la Cosa Nostra siciliana o la Camorra napolitana, ampliaron sus contactos con el narcotráfico suramericano (Colombia, México, Argentina...), consolidaron su red de negocios semilegales por Europa (restaurantes en España, hoteles en Grecia, tiendas en la Costa Azul...) y tejieron alianzas con las pujantes y crueles bandas de Turquía, Albania, el norte de África y el este de Europa, que entre otras cosas se ocupan del tráfico de armas. En todos estos años les ha dado tiempo a poner en pie un aparato militar frente al que palidecen los «trabucos» de los viejos tiempos y que supera en recursos tecnológicos el arsenal de la Policía. Por eso, una nueva guerra de la ‘Ndrangheta es la peor de las noticias para el sur de Italia.

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