La cuestión no está en que el "Parlamento Europeo" condene a quién sea por homofobia pues condenar, careciendo de legitimidad además, a quien condena lo condenable es, simplemente, ridículo a la par que irrelevante. El peligro está en el daño que esta afirmación pueda ocasionar en las conciencias, la corrosión continua a que están sometidos muchos, que les lleve a dudar de la citada patología... porque ésta duda es campo abonado para la aceptación de la perversión.