fuenteEL PRÓXIMO CALIFATO BALCÁNICO.
Artículo de Nebojsa Malic sobre el libro The Coming Balkan Caliphate: The Threat of Radical Islam to Europe and the West, de Christopher Deliso.
Durante casi dos décadas, los sucesos en los Balcanes han sido descritos en Occidente como una simple consecuencia del “desmedido nacionalismo serbio”, una noción fantasmagórica conjurada para explicar las complejidades de una región profundamente conflictiva en el período posterior a la Guerra Fría. Factores sociales, económicos, étnicos y religiosos implicados en la sangrienta disolución de Yugoslavia fueron ignorados una y otra vez; en su lugar, la propaganda sobre el “fascismo genocida” y el “carnicero Milosevic” tomó por asalto los medios de comunicación y las mentes de la población.
Entre los pocos trabajos que rompen con este dogma, se debe reservar un lugar destacado para The Coming Balkans Caliphate, de Christopher Deliso, colaborador por largo tiempo de Antiwar.com y fundador de Balkanalysis.com. Deliso, que vive en Macedonia, ha tenido oportunidad de observar ampliamente los sucesos de los balkanes desde muy cerca, y señalar los agujeros de la propaganda oficial, suficientemente grandes como para ser atravesados por una flota de barcos de guerra.
En Caliphate, Deliso examina el tema tabú de los modernos Balcanes: la infiltración del Islam radical. La sola mención de esta religión (y no digamos ya el examen del papel que sus seguidores han jugado en los balcanes recientemente) se encuentra con denuncias chillonas de aquellos que, como dice Deliso, han invertido en el “Banco de la Culpa colectiva de Serbia”. Los musulmanes de Bosnia suelen ser denominados “Bosnios” o “Bosníacos”, a pesar de que el Islam es la base de su identidad nacional. El hecho de que los albaneses de Kosovo sean predominantemente musulmanes es también ignorado o considerado irrelevante.
Alija Izetbegovic, que lideró la secesión de Bosnia-Herzegovina y que tiene una grandísima responsabilidad en la brutal guerra civil que arrasó este país durante tres años, es reverenciado en el mundo musulmán, y está enterrado en un cementerio para mártires de la jihad. Asimismo, el actual miembro musulmán de la presidencia de Bosnia, Haris Silajdzic, estudió religión y comenzó su carrera como imán.
Una amenaza muy real
La metodología de Caliphate es regional, cronológica y local. Los primeros cuatro capítulos cubren la infiltración jihadista en Bosnia, Albania, Kosovo y Macedonia, desde 1992 al 2001. Después el autor se centra en el examen del papel de Turquía y “ciertas relaciones exteriores”, sin olvidar describir como la presencia internacional en los Balcanes está cerrando los ojos deliberadamente ante la amenaza del Islam radical.
El tercer capítulo hace un juego de palabras con el nombre de Kosovo en serbio (“Plain of black birds” = “la llanura de los pájaros negros”), convirtiéndolo en “Plan of Black Beards” (El plan de los barbinegros). El sexto capítulo sigue el ejemplo de un observador internacional tejano, que considera que Occidente “tiene intención de perder”. Cada capítulo es una lectura fascinante. Tomados en conjunto, conforman una aterradora imagen de la Jihad que ya ha echado sus raíces en la región, y busca expandirse por Europa. A diferencia de las fantasmales amenazas conjuradas por la propaganda Occidental, éste es un peligro muy real, aunque casi totalmente ignorado. En el capítulo final, Deliso examina las potenciales ramificaciones de esta continuada ceguera occidental hacia lo que sus políticas e intervenciones han producido en los Balcanes.
Jihad interminable
Sólo habían transcurrido quince días desde la caída de Kabul en manos de los mujahidines hasta el cominzo de la guerra en Bosnia, recuerda un mujahidin afgano en 1994 (p.27). Abu Abdel-Aziz, que eligió continuar la jihad acudiendo a Bosnia, consideró este hecho como un signo de la providencia. En Bosnia, los militantes islámicos que deseaban continuar la lucha que comenzó en Afganistán, se encontraron luchando codo con codo con los Estados Unidos, con el propósito común de apuntalar el régimen de Izetbegovic y un estado bosnio independiente.
La segunda oleada de radicales penetró a través de Albania, hacia zonas pobladas por albaneses en Serbia (Kosovo) y Macedonia. Fuesen primero el dinero y la instrucción seguidos de las armas, o al revés, en definitiva el Islam radical estaba introduciéndose en la región, ayudado por el apoyo prestado por americanos y europeos a los musulmanes bosnios y a la causa política de los albaneses.
Uno podría estar tentado de desestimar por exagerada la afirmación de Deliso de que “Bosnia se ha convertido en uno de los más importantes asentamientos de Al-Qaeda en Europa: por un lado como prueba de la viabilidad de la jihad a nivel global, y por otro como el lugar donde el primer estado Islámico de Europa podría algún día ser establecido”. O que Osama Bin Laden pasó algún tiempo en Albania, y que su organización tiene conexiones con el “Ejército de Liberación de Kosovo”. Qué debe uno pensar, entonces, del representante de los EEUU, Tom Lantos, que en abril del 2007 apeló directamente a los jihadistas, señalando que “EEUU se posiciona firmemente a favor de la creación de un estado mayoritariamente musulmán en el mismo corazón de Europa”. Se refería a Kosovo, pero sus palabras se pueden aplicar a Bosnia igualmente.
Fervor misionero
Los guerreros sagrados que entraron en Bosnia y, en menor grado, en Kosovo y Macedonia, eran una vanguardia. Lo que siguió fue dinero y misioneros; clérigos de educación saudí que predicaron la interpretación wahabista del Islam a una audiencia receptiva. Esta visión del mundo ha chocado en ocasiones con la posición más otomana de los musulmanes bosnios y albaneses; sin embargo, “los desafíos de las realidades específicas a nivel local simplemente fuerzan (a los proselitistas árabes) a modificar sus métodos para influenciar mejor la sociedad en cuestión. Lo que funciona en Brasil, China o Bélgica no tiene por qué hacerlo en Kosovo. Pero donde hay un Wahabista, se encontrará una forma de que el mensaje llegue” (p.71).
Deliso señala la diferencia significativa existente entre Bosnia y Kosovo: mientras en Bosnia el Islam ha jugado un papel mucho más destacado, los albaneses de Kosovo han sido motivados en mayor medida por ideas nacionalistas. Estos albaneses han mostrado un ensañamiento especial hacia las Iglesias ortodoxas serbias. Pero también han perseguido a musulmanes étnicamente turcos o slavos (Gorani), que comparten su religión. Mientras tanto, los misioneros wahabistas han destruido las mezquitas de la era otomana y las han sustituido por otras de estilo saudí (p.55). Ahora que ya han exterminado efectivamente a los serbios, explica Deliso, las políticas de identidad albanesas se encontrarán dominadas por las diferencias religiosas; entre la interpretación otomana del Islam y la interpretación wahabista (p.51).
No se sabe, no importa
El capítulo más irrefutable del libro es “Fixin’ to lose” (“Con intención de perder”), una historia de 22 páginas sobre occidentales desilusionados, cuya frustración crece con la forma en que las actividades de militantes islámicos son cubiertas por occidente. Aunque Deliso no llega tan lejos como para afirmar que este entreguismo y desatención de la amenza islámica sea deliberado, sí cree que está basado en la corrupción, el arribismo, los prejuicios y el politiqueo.
En un determinado momento, alza un dedo acusador contra los serbios, afirmando que “la tendencia del lobby serbio a exagerar e incluso aportar informaciones falsas sobre las actibidades de los albaneses” en realidad daña su propia causa (p.70). Uno ha de recordar, sin embargo, que no existe eso que el autor llama “lobby serbio”, y que si unos pocos blogeros tienden a exagerar, esto no es razón para una completa y deliberada ignorancia y rechazo por parte de Occidente. Es una excusa, en todo caso, pero las excusas pueden ser fabricadas (como así ha sucedido) incluso sin la participación de los serbios.
¿Sin esperanza?
Si hay una objección que se puede presentar ante el análisis de Deliso, es su aparente creencia de que la conquista islámica de los Balcanes es algo que como mucho puede ser contenido, pero no revocado o derrotado. Por ejemplo, en la página 113 el autor afirma que el crecimiento de las poblaciones musulmanas en los Balcanes podría al final detenerse por la influencia de la urbanización y occidentalización, pero puede ser ya tarde para que los cristianos puedan evitar el retornar al status otomano de ciudadanos de segunda clase.
Desde luego, si nos guiamos por la actitud del Imperio (Occidente), no hay muchas razones para la esperanza. Mientras gobiernos y espías de occidente juegan a sus juegos en los Balcanes, maniobrando para conseguir poder, influencia, recursos naturales y capital, los radicales islámicos trabajan para establecer su orden político ideal: “una comunidad de intereses basada en la religión, un renacido imperio otomano, con mezquitas saudíes, ropajes afganos y costumbres fundamentalistas” (xii).
“Casi tres décadas después de que la CIA pusiese a Osama Bin Laden a cargo de la jihad afgana contra los soviéticos”, escribe Deliso, “occidente todavía no ha aprendido la lección: no importa lo que prometan o lo bien que se porten, los fundamentalistas sólo los están utilizando para sus propios intereses. Asumiendo que los fanáticos religiosos pueden ser sobornados, apaciguados o incluso alistados para un uso limitado, las agencias de inteligencia occidental se ponen en peligro no sólo a sí mismas, sino a toda la sociedad occidental”. (p. 133)
Hasta que los líderes occidentales no se den cuenta de esto, la “guerra contra el terror” no será más que una farsa, y toda la muerte y destrucción que conlleva será en vano.
Traducción: Gonzalvus.
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores