Combate naval de San Nicolás de los Arroyos (2/III/1811)


Transcribimos a continuación una interesante notícula aparecida hoy en el blog del diario La Nación cuyo nombre es "Historias inesperadas" y que es escrito por el historiador Daniel Balmaceda, donde se recuerda este primer combate naval de la Revolución en el Río Paraná y donde los fieles a Dios, la Patria y el Rey vencieron a los que luchaban por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad... o por el dinero (puesto que la mayoría eran corsarios británicos). Acto seguido, hacemos algún comentario.


San Nicolás hace 200 años


Combate de San Nicolás, óleo de Justo P. Lynch.
El primer enfrentamiento naval entre realistas y patriotas se llevó a cabo hace doscientos años, el sábado 2 de marzo de 1811 en aguas del Paraná, frente a la ciudad de San Nicolás. El maltés Juan Bautista Azopardo (con los buques 25 de Mayo, Invencible y Americana) enfrentó a Jacinto de Romarate (Belén, Cisne, Fama y San Martín). Los dos bandos portaban el pabellón español.
Al mediodía comenzó el bombardeo feroz de Romarate. Ni el bergantín 25 de Mayo ni la balandra Americana lograron mantener mucho tiempo su posición. Apenas la goleta Invencible pretendía demostrar que su nombre era también su cualidad. Luego de dos horas de bombardeo, en la Invencible, solo quedaban el comandante y ocho hombres en pie. En cubierta yacían veintitrés cadáveres y dieciocho heridos. Azopardo, con gran parte del cuerpo quemado y bañado en sangre, apuntó su pistola a la santabárbara (el sitio en donde se guarda la pólvora) con el fin de hacer volar en pedazos el barco antes de dejarlo en condiciones para los enemigos. No lo logró.
El marino patriota fue conducido a Montevideo y, acusado de insurgente (cargo que le cupo a todos aquellos que se amparaban en el pabellón de España para combatir a españoles), lo enviaron con grilletes a Cádiz. Además, la Junta Grande lo acusó por mal desempeño.
Recién fue liberado en 1820. De inmediato regresó a su patria adoptiva, para seguir peleando. Pero no volvió soltero. Lo acompañaba María Sandalia Pérez Rico y el hijo de ambos, Luis Antonio María de los Ángeles Azopardo. La familia no abandonó jamás la patria adoptiva.
COMENTARIO CLAMOROSO: Juan Bautista Azopardo era un corsario y su tripulación, compuesta principalmente por extranjeros, también lo era. Y así, ante los primeros cañonazos, las tripulaciones de la "América" y la "25 de Mayo" abandonaron los buques y escaparon nadando. Sólo la "Invencible" ofreció alguna resistencia ante el abordaje. Azopardo temiendo lo que le esperaba como traidor al Rey (tras las Invasiones Inglesas había jurado fidelidad como teniente coronel de milicias), quizo hacer volar la santabárbara suicidándose, pero los heridos se lo impidieron.

Gracias a esta victoria, los realistas lograron el control del Estuario del Plata durante casi dos años, excepción hecha por los buques británicos que, protegidos por su flota, siguieron abasteciendo libremente a la insurrecta Buenos Aires. En 1813, el marino británico William Brown organizará un nueva escuadra que modificaría sustancialmente la situación.

Azopardo fue llevado prisionero a España. Enfrentó juicios por insurgencia, traición, perjuria, etc. Fue condenado a muerte tres veces, y, gracias a la acción de las logias, indultado otras tantas. Finalmente, en 1820, la Revolución de Riego lo liberaría y le permitiría su regreso a América.

Por su parte, el vizcaíno Jacinto de Romarate y de Salamanca había participado de la toma de Tolón (Francia) y, posteriormente, en las acciones navales de Cartagena, Argel, las costas de Valencia, Cataluña, Sicilia y Baleares.

Habiendo sido destinado a Montevideo, tuvo un papel destacado en las Invasiones Inglesas. Se destacó al mando de la cañonera "La Vizcaína" durante la Reconquista de Buenos Aires y mandó un batallón de infantería de marina en la Defensa de esta capital.

Durante la rebelión del gobernador montevideano de Elío, se mantuvo fiel al virrey Liniers. Y, lo mismo, cuando la asonada de Alzaga. Estallada la Revolución el 25 de mayo de 1810, se negó a jurar la Junta revolucionaria y pidió el pase a Montevideo. Apenas pisado el suelo oriental, tuvo un papel destacado en la contrarrevolución.

Sólo la presión de la flota británica y las traiciones de los infiltrados revolucionarios, le impidieron cumplir con el bloqueo de Buenos Aires. Pero no pasaría mucho hasta que pudiera vengarse de los traidores en el combate de San Nicolás que se describe arriba. Por esta acción, Romarate fue ascendido a capitán de navío y condecorado con la cruz laureada.

Lamentablemente, la escuadra corsaria británica de Brown, que peleaba por el gobierno porteño, lo derrotarían en Martín García en marzo de 1814.

Cortado el paso a Montevideo, con su escuadrilla resistió heroicamente aún en los ríos Uruguay y Negro por un largo tiempo. En una ocasión, William Brown le ofreció la rendición con las mayores garantías y honores. La respuesta de Romarate fue contundente: "Esta escuadrilla no se entregará a nadie que no la busque por el camino de la gloria militar que ha seguido siempre."

Pero caída la plaza de Montevideo, se desvaneció toda esperanza. Accedió a rendirse siempre que se le diera la posibilidad de pasar a la Península Ibérica para "ayudar a nuestros compatriotas en la honrosa lucha que sostienen contra el tirano de Europa".

Como muchos otros desencantados realistas de América, abrazará en la Península la causa liberal. Pero eso es otra historia.

C. L. A. M. O. R.: Uruguay