El Inca barroco. Política y estética en la Real Audiencia de Quito, 1630-1680.


Carlos Espinosa nos acerca al personaje de don Alonso de Arenas Florencia Inca, un mestizo descendiente por línea materna de Atahualpa e hijo del español maestre de campo Alonso de Arenas, que fue ascendido a un cargo regularmente ocupado por españoles.

En diciembre de 1666, don Alonso se dirigió desde Lima a ocupar el cargo de corregidor de Ibarra, en la Real Audiencia de Quito. En esas tierras fue recibido con grandes ceremonias y en medio del brindis se proclamó como descendiente de los reyes Incas. Los gobernadores de Otavalo lo aclamaron como “el rey de los indios”, autoridad que existía en la cultura política colonial. Este recibimiento y el proyecto de adhesión de los pueblos y parcialidades de Imbabura resultan irónicos, en tanto la conquista inca de esa región había sido mal recibida.

El descubrimiento de esta figura es magnífico, puesto que nos ayuda a entender otros tantos fenómenos poco claros que aquí y allá emergieron en la América colonial durante tres siglos. El autor dice que este “rey de los indios” era un mediador entre el poder del rey hispano y la república de indios.

Para llegar a tal conclusión el autor entra en confrontación directa con interpretaciones de la historiografía andina que hasta ahora habían sido las más aceptadas. La figura del Inca servía para confirmar las jerarquías locales, más que para darle un vuelco al nuevo mundo existente tras la Conquista.

Reseña de Natalia Silva Prada, Especialista en historia cultural del periodo colonial americano.







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