ACUEDUCTO DEL PADRE TEMBLEQUE (2 DE FEBRERO DE 1553)
El 2 de febrero de 1553, los representantes locales de las poblaciones mejicanas de Otumba y Zacuala, firmaron un acuerdo mediante el cual, la segunda población cedía agua de sus manantiales a la primera. Podemos pensar que tal hecho no tiene nada de excepcional, pero si analizamos el acontecimiento vemos lo extraordinario de todo lo ocurrido.
Para empezar, los firmantes no fueron dirigentes españoles, si no los propios indígenas principales (antiguos caciques) de cada población. El evento ocurrió tan solo 33 años después que Cortés conquistara el imperio mexica. O sea que apenas una generación después de la conquista, los mexicas y españoles se habían ya integrado de tal forma que unos hacían uso de los medios legales europeos y otros habían dado libertad a los conquistados para que establecieran pactos a voluntad.
Después la magnitud de la obra planteada. Hay más de 40 km entre los dos puntos a unir. Los romanos, verdaderos genios en la construcción de dichas obras, en pocas ocasiones llegaron a enlazar dos puntos tan alejados con un acueducto.
La obra era de una magnitud para la época comparable a las de mayores dimensiones, iniciadas en el siglo XIX, cuatrocientos años más tarde. Todo parecía indicar que finalmente, el proyecto quedaría en tan solo un gran sueño. Sin embargo el empuje de un español nacido en Tembleque, diminuta población de Toledo, la obra se llevo a cabo en un sorprendente tiempo.
En apenas veinte años, Tembleque consiguió finalizar la obra, en la que unió conocimientos hidráulicos renacentistas, León Bautista Alberti hizo recomendaciones al respecto, con técnicas autóctonas como la utilización del adobe en las cimbras o el empleo de cementos a base de agua, cal, baba de nopal y miel, de origen prehispánico. Fue una obra sincrética de esfuerzos europeos y americanos, en el más amplio sentido de la frase.
Como hemos dicho, el acueducto une dos puntos situados a 40 km, pero al no ser su trazado totalmente rectilíneo, tiene más de 48 km de longitud. Su punto más conocido es la arquería mayor, pero cerca del 95 por ciento transcurre bajo tierra, aunque nunca a más de dos metros de profundidad. Tiene 6 secciones aéreas y acaba en dos magníficos arcos en el municipio de Otumba
La obra, está en la Lista Indicativa a ser Patrimonio de la Humanidad de México como la obra hidráulica más importante del virreinato, y fue incorporada a la lista de Patrimonio de la Humanidad el 5 de julio de 2015 por el Comité del Patrimonio Mundial reunido en la ciudad alemana de Bonn.
En resumen una obra civil, al servicio del pueblo llano y construido con la colaboración de dos culturas diferentes y como decíamos al principio, a apenas una treintena de años después de la conquista del imperio mexica. Para una cultura que según la Leyenda Negra, solo aportó oscurantismo y regresión al nuevo continente, no está nada mal.
Se debe también destacar la figura de Francisco Tembleque, un franciscano de origen español de cuya vida apenas sabemos nada. Para empezar su verdadero nombre, ya que Francisco era el nombre que tomó cuando entró en la orden franciscana y Tembleque era su lugar de nacimiento. Sin embargo una persona de tan oscuros orígenes consiguió finalizar una obra de tamaña magnitud. Y es que, en el siglo XVI, en el mundo católico y con el apoyo del Imperio Español se podían realizar hazañas increíbles.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/Acuedu...adre_Tembleque
https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Tembleque
https://espanaenlahistoria.org/efeme...brero-de-1553/
La cultura del agua en América
Cesáreo Jarabo 14/03/2024
Acuducto de Trajano
A lo largo del mundo entero, en todas las civilizaciones, la cultura del agua se encuentra presente a lo largo de los tiempos; así, nos encontramos que en el Imperio Romano, y en torno al agua, se dio una proliferación de arquitectura que hoy se nos presenta en toda su magnificencia en una multiplicidad de acueductos que son la admiración de las nuevas generaciones.
Y en América, paralelamente, nos encontramos con que en esos tiempos en los que Roma civilizaba y expandía los conocimientos técnicos sobre el agua, también se producían desarrollos en ese mismo aspecto.
Así, en la costa árida del Perú nos encontramos con la actuación de la cultura Nazca, que además de legar unas extraordinarias y kilométricas figuras de arañas y aves creadas sobre el terreno, fue capaz de conformar un sistema hidráulico subterráneo, único en América, que le permitía el acceso al agua durante todo el año… en uno de los más áridos desiertos del mundo, aprovechando las precipitaciones que entre los meses de diciembre a marzo ocurren en las montañas de los Andes centrales.
Para acceder al citado sistema hidráulico se fabricarían centenares de pozos que se abren en espiral sobre el curso del mismo.
Sin lugar a dudas, el sistema hidráulico de Nazca no es la única experiencia hidráulica precolombina, sin embargo, es la de mayor envergadura, con diferencia sobre toda la actuación hídrica llevada a cabo en todo el continente.
Y aunque miles de kilómetros y de años separen los hechos, es justo encontrar el maridaje de Nazca con la Nueva España.
Y es que si Otumba y Cempoala conocieron directísimamente las hazañas militares de Hernán Cortés en la toma de Tenochtitlan, también conocerían, a diez años de esta, la acción de ingeniería más importante en la historia del territorio: la construcción del acueducto que suministraría agua potable a tenor de las nuevas necesidades.
El padre Francisco de Tembleque, natural de Tembleque, pueblo de Toledo en España, miembro de la congregación franciscana de Todos los Santos en Zempoala, recibió en 1542, de sus superiores, el encargo de realizar un proyecto para la construcción de un Acueducto que dotase de agua a la región. Al desarrollo del mismo le dedicaría diecisiete años, de 1543 a 1560, y su realización acabaría siendo una obra de ingeniería sin precedentes en América… y sin precedentes en su currículo particular.
Con más voluntad que conocimiento arquitectónico, pero con la habilidad suficiente para combinar sus escasos conocimientos de arquitectura con las habilidades no regladas de los naturales, y sabiendo negociar con el virreinato exacciones fiscales, tuvo la osadía de plantearse la construcción de un acueducto al estilo romano, conforme a lo que sin lugar a duda había tocado con sus manos y escudriñado con sus ojos durante su juventud, en su tierra natal.
Y no se trataría de cualquier cosa… No se trataría de una obra menor… Aprovechando las condiciones del terreno, acabó demostrando, también en arquitectura hídrica, que la obra de España no era otra cosa que la continuación de la obra de Roma.
Un trazado de 34 kilómetros que unía Cempoala y Otumba conduciría las aguas del cerro Tecajete a través de “cajas de agua” como medio de nivelación y salvando la abrupta barranca de Tepeyahualco. Una obra magnífica que requirió la construcción de una arquería que contaba con 68 arcos de medio punto y cuatro arquerías más de menor dimensión que alcanzaron los 1.020 metros de longitud, contando con un arco mayor de 38,75 m de altura y 17 m de ancho… Y todo merced a una mente privilegiada que supo combinar magníficamente sus elementales conocimientos de arquitectura con los conocimientos de los naturales sobre la misma materia, todo lo cual acabó dando lugar a una montaña artificial fabricada de adobe… Hoy pueden observarse los muros de adobe, técnicas indígenas prehispánicas que son prueba del sincretismo cultural que cumpliría un fin social de primer orden.
La monumental obra no resultó cuestión insignificante y por méritos propios se puso a la altura de las grandes obras realizadas en el viejo continente, equiparable a los acueductos levantados por Roma a lo largo de todo el Imperio.
Y como no podía ser menos, la evidencia del éxito demostrado por el padre Tembleque, se vio reconocida por las autoridades virreinales, que en un principio no veían viable el proyecto, entre otras cuestiones, porque la fuente origen del trasvase está a nivel inferior al lugar de destino.
Ese reconocimiento se vio plasmado por el virrey con la exención total de impuestos a los naturales de Otumba, a quienes la Real Audiencia les reconoció que habían pagado quince mil pesos para comprar los materiales necesarios para la realización de la obra, que se calcula tuvo un costo total de veinte mil pesos.
La perfección de la obra era tal que 140 años después de acabada, no había ninguna piedra rota.
En 2015 el acueducto fue declarado patrimonio universal por la Unesco.
Otras obras hidráulicas de envergadura se seguirían. A modo de ejemplo conviene señalar en el Estado de México el Acueducto de los Remedios (conocido coloquialmente como «Los Arcos»). Con una extensión de 500 metros fue construido en el siglo XVII… o el acueducto de Tepotzotlán, que con sus 430 metros de longitud llevaba el agua desde la sierra de Tepotzotlán hasta la hacienda de Xalpa.
Obras hídricas de envergadura que se sucedieron en toda América, pero obras hídricas que si pueden ser puestas en cuestión por su incuestionable importancia numérica y su innegable servicio, deben ceder su protagonismo ante la envergadura singular de los dos casos que nos ocupan.
Cesáreo Jarabo
BIBLIOGRAFÍA:
Fischer, Andrea. Qué sabemos de los Acueductos de Nazca, las misteriosas estructuras en espiral en medio del desierto peruano. En Internet https://www.ngenespanol.com/historia...ace-1700-anos/ Visita 7-1-2024
Masalías, Vania. Los acueductos de Nasca, un sistema hidráulico ancestral que permite recolectar agua en el desierto. En Internet https://www.archdaily.cl/cl/982793/l...en-el-desierto Visita 7-1-2024
Musset, Alain. El acueducto de Zempoala: las respuestas de fray Francisco de Tembleque. En Internet https://www.estudioshistoricos.inah....s_19_81-92.pdf Visita 7-1-2024
Zamorano García, Jorge. Padre Fray Francisco de Tembleque (Misionero, político, arquitecto, ingeniero y visionario). En Internet https://repository.uaeh.edu.mx/revis.../2825?inline=1 Visita 7-1-2024
https://espanaenlahistoria.org/colab...ua-en-america/
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