Che tuvo un rol principal en el establecimiento del primer campo de trabajos forzados en la península de Guanahacabibes en el oeste de Cuba, que se puso en marcha a finales de 1960, para confinar personas que no habían cometido delito sujeto a castigo por la ley, revolucionario o de otro tipo. Che defendio dicha iniciativa diciendo:[b] “ Nosotros solamente enviamos a Guanahacabibes aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros que deban ser encarcelados.”[/b] [6]

Este campo fue el precursor del confinamiento sistemático, que finalmente comenzaría a producirse a partir de 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, víctimas del sida, católicos, testigos de Jehová, sacerdotes afrocubanos y demás ralea, bajo la bandera de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Hacinados en autobuses y camiones, los no aptos eran transportados a punta de pistola a campos de concentración organizados a partir del modelo de Guanahacabibes. Algunos jamás regresarían; otros serían violados, apaleados o mutilados, y la mayoría acabarían traumatizados de por vida, como el desgarrador documental “Conducta Impropia” de Néstor Almendros mostró al mundo hace un par de décadas. En las décadas de los ochentas y noventas esta sistema extra judicial, de confinamiento forzado, fue tambien aplicado a las victimas de SIDA.[4]

[4] Álvaro Vargas Llosa, “Che Guevara, la máquina de matar”, 31-07-2005, EL PAIS.es

[6] Samuel Farber, "The Resurrection of Che Guevara," New Politics, Summer 1998