Cita Iniciado por Veleta
El Islam siempre ha favorecido al judaísmo más que el Cristianismo... eso es cierto sólo a grandes rasgos y sobre todo porque el Islam presenta en su origen un nexo con el ebionismo (secta judeocristiana de la que también surgió el maniqueismo). No obstante, en el período de finales del siglo VIII y principios del IX, mientras que el califa de Bagdad Harun al Rashid tomaba medidas antijudías, el falso emperador Carlomagno llenaba su corte de judíos.
En el siglo XII, los almohades persiguieron y expulsaron a los judíos de Al-Ándalus y estos encontraron refugio en los reinos cristianos del norte. Así mismo, también es cierto que el judío ha logrado que los pueblos cristianos terminen viendo la usura como algo natural, lo cual no han conseguido en el Islam, salvando a los jeques del petróleo. La usura sigue siendo tabú entre los musulmanes y ocupación de judíos, mientras que en el sedicente occidente cristiano el más tonto hace relojes y los no judíos participan de la usura con el mismo gusto que los hijos de Israel.
La escolastica clásica (anterior al Concilio Vaticano II) en su apologetica frente al Islam señalaba multitud de rasgos comunes con el judaismo. Y en la praxis histórica, al margen del episodio anecdótico de los almohades, los judíos tuvieron mucho que ver en la entrada de los mahomentanos en la Península, incitando intrigas entre los nobles visigodos (un mal de la Monarquía electiva) y abriendo las puertas de muchas ciudades. Su odio a la Cruz era mayor que sus pequeños matices filosófico-teológicos. También eran banqueros judíos de Amsterdan quienes financiaron al turco que fue derrotado en Lepanto (hay una conferencia de Carlos de Meer sobre la cuestión que aporta cientos de datos). Y la obra de Jean Dumont "La Iglesia ante el reto de la historia" reproduce otra tanda de diversos ejemplos de coexistencia pacífica en el anticristianismo de mahometanos y judíos.

La usura ha entrado en Occidente por culpa de Lutero y la nefasta Reforma protestante. San León III afirmó tajantemente que la usura es un pecado, pues suponia vender dos veces la misma cosa. En el Antiguo Testamento hay varios textos que condenan la usura. En el Evangelio de San Lucas, en el Sermón del Monte se dice "Presten sin esperar nada a cambio". San Basilio denuncia el interes sobre el dinero como "monstruo fecundo". San Ambrosio lo declara tan negativo como el asesinato. Esta unanimidad de los padres de la Iglesia provocó una cristalización de la hostilidad a los préstamos con interés en innumerables decretos de papas, concilios, reyes y asambleas legislativas a lo largo de la cristiandad durante más de quince siglos, y la ley canónica fue modelada de conformidad con todo ello. Desde el Concilio de Elvira en el 306 hasta el de Viena en el 1311 se repiten condenas solemnes de la usura, tanto para laicos como para clérigos. Los gobernantes bajo la influencia de la Iglesia: Justiniano, Carlomagno, Alfredo de Inglaterra, San Luis Rey de Francia, se plegaron plenamente a ese dogma. Alfredo llegó a confiscar los predios de los prestamistas de dinero negándoles ser enterrados en tierra consagrada. En el siglo XII la iglesia griega parece rebajar su rigidez, pero la romana aumenta su severidad. San Anselmo, Pedro Lombardo, San Bernardo, el III Concilio de Letrán, los Papas Urbano III y Alejandro III tienen multiples ejemplos de lucha contra la usura. Precisamente las matanzas de judíos las hacia el pueblo cristiano más por la repugnancia que les suponia la usura que por cuestiones raciales o religiosas. La Iglesia hasta el Concilio Vaticano II se ha mantenido firme en su condena de la usura. Pero la protestantización creciente, el intento de abrirse al mundo y la fuerza que ha obtenido el Opus Dei hacen que ya no se hable de usura. Pero la enseñanza es la que es, y la doctrina no cambia.