La larga vida de la Numancia (y su vuelta al mundo)
Jesús García Calero
La fragata Numancia fue uno de los buques más avanzados de su tiempo y uno de los más importantes de la historia de la Armada española. Hoy vuelve a estar de actualidad por la publicación de un libro sobre la hazaña que supuso la primera circunnavegación del mundo en una fragata acorazada, que acaba de sacar al mercado NavalMil ediciones, obra de Marcelino González Fernández. Como este miércoles se presentará en el Museo Naval esta obra, centrada en el viaje en el que dio la vuelta al globo terráqueo, Espejo de Navegantes quiere recordar la larga, honrosa y accidentada vida de batallas en un mundo que cambiaba a velocidad de vértigo de esta fragata.
Desde la primera década del XIX se aplicaba el vapor al movimiento de los barcos, pero no hubo una fabricación satisfactoria para la marina de guerra hasta la botadura del Napoleón, en 1850, un buque muy veloz con el que la Armada francesa tomaba la delantera de esta carrera armamentística. El problema de estas primeras naves era su poca resistencia a la potente artillería de la época ya que con proyectiles explosivos los batían. La batalla de Sinope de 1853, dentro en la guerra de Crimea, fue tal vez la última batalla de los barcos de vela en la que esto se puso en evidencia.
Pero sería otro enfrentamiento, el del Merrimac contra el Monitor frente a las costas de Virginia, el que acabó por convencer a todas las potencias de la necesidad de acorazar sus buques. Ambos se batieron durante más de 5 horas sin destruirse, incluso a empellones que destrozaron la proa de uno de ellos, durante la Guerra Civil Americana, en 1862. De ahí parte la carrera del resto de potencias por adquirir esas defensas acorazadas para sus buques. Tan solo doce años después del Napoleón, y el mismo año del enfrentamiento en Virginia nacía el proyecto de la Numancia, una fragata que se encargó a una empresa francesa y que sería una de las primeras naves de su clase en los mares del mundo, cuando la Armada española trataba de recuperar un protagonismo en los mares perdido tras el golpe de Trafalgar.
Méndez Núñez, herido en El Callao a bordo de la Numancia
Fue construida por Forges et Chantiers de la Méditerranée en Tolón (Francia) entre los años 1862 y1863. El proyecto era de Verloque, director de los astilleros, y se botó el 19 de noviembre de 1863, entrando en servicio en diciembre de 1864. Desplazaba ni más ni menos que 7.305 toneladas con una eslora de 96,08 m; una manga de 17,34 m; y un calado de 7,90 m. La proa acababa en un agudo espolón.
Su coraza de 13 cm de grosor a lo largo del casco sobre almohadillado de madera de teca iba desde 2,30 metros por debajo de la línea de flotación. La máquina que la movía, de 1.100 caballos nominales y 3.700 indicados, logró una velocidad de 13 nudos en pruebas. Portaba como armamento 34 cañones de 68 libras (20 cm nº 2); 2 de 12 cm de bronce rayados, 2 de 8 cm de bronce rayados y 2 obuses de 15 cm para embarcaciones menores. La dotación era de 590 hombres.
Un impacto en el blindaje de la Numancia, que muestra la utilidad de las planchas / Museo Naval
El 4 de febrero de 1865, una vez armada y equipada, salió de Cartagena hacia el Pacífico al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez, para incorporarse a la Escuadra del Pacífico en el fondeadero de El Callao. Allí se encontró con las guerras de emancipación y participó activamente en la campaña contra Chile y Perú, distinguiéndose especialmente en los bombardeos de Valparaíso y El Callao, al mando de Juan Bautista Antequera (1866). En aquél combate de El Callao, en el que la sangre del propio Méndez Núñez salpicaría la cubierta, un proyectil Blakely de 450 libras impactó entre la cuarta y quinta porta del costado de estribor de la Numancia, cerca de la línea de flotación. Fue disparado a unos 1.350 metros de distancia por la batería del fuerte de Santa Rosa, y tras rebotar en el agua perforó la plancha de 13 cm y hasta 48,5 cm del almohadillado de teca, pero cayó al agua por la elasticidad del forro. La abertura se taponó poco después del combate con ladrillos y cemento hidráulico mezclado con limaduras de hierro.
La circunnavegación del globo
El barco regresó a España por el cabo de Buena Esperanza y fondeó en Cádiz el 20 de septiembre de 1867, siendo el primer buque acorazado que completó la vuelta al Mundo. Al regresar a España, la Numancia entró en el dique flotante de Cartagena el 27 de abril de 1868 y salió el 18 de julio. Entonces le cambiaron las planchas dañadas y éstas fueron enviadas al Museo Naval por orden del Gobierno de la República de 28 de febrero de 1874, a propuesta de Miguel Lobo Malagamba. Se colocaron en el Museo el 16 de marzo de 1874. Entre 1869 y 1870 sufrió reparaciones y modificación de la artillería.
El bombardeo de El Callao, con la Numancia en el centro
No acabó ahí su historia: a finales de 1870 trajo a España al Rey Amadeo I, quien embarcó en La Spezia, y después realizó un viaje a Nueva York (1871). La fragata fue protagonista de la revolución cantonal de Cartagena (1873-1874). Este último año volvió a cambiar la artillería, quedando con ocho cañones Armstrong de 254 mm, tres Woolwich de 20 cm y ocho transformados Palliser de 16 cm. En 1876 se integró en la Escuadra de Instrucción. Junto con la Victoria fue el primer barco electrificado de la Armada (1877).
Pero su vida aún sería intensa. Realizó varios viajes llevando a los Reyes a bordo. Figuró en la escuadra concentrada en Mahón a las órdenes de Antequera en previsión de una ruptura con Alemania por la crisis de las Carolinas (1885). Asistió a la Exposición Universal de Barcelona e hizo un crucero por el Mediterráneo (1888). En 1896 se trasladó a Tolón para su modernización, pero al declararse la guerra con EE.UU. no estaba lista (abril de 1898) y tuvo que ser remolcada a Barcelona para evitar el internamiento. Regresó a Tolón finalizada la contienda y quedó transformada en guardacostas acorazado con cuatro cañones Hontoria de 16 cm, tres Schneider-Canet de 15 cm de tiro rápido, diez Hontoria de 14 cm y otros menores, además de dos tubos lanzatorpedos.
Incorporado a la Escuadra como guardacostas protegido, en Cartagena recibió a bordo la visita de los reyes Alfonso XIII y Eduardo VII de Inglaterra (el 10 de abril de 1907). En octubre de 1910 se trasladó a Lisboa con motivo de la revolución que trajo la república a Portugal. Pocas semanas después tuvo un conato de sedición a bordo que fue sofocada.
El 18 de diciembre de 1912 fue dado de baja. No obstante el clamor popular por conservarlo como reliquia histórica, se ordenó su venta el 28 de julio de 1915. Pero el mar no la dejó sufrir ese final y se la cobró, puesto que naufragó en la costa portuguesa frente a Setúbal cuando era llevada desde La Carraca a Bilbao para el desguace (el 17 de diciembre de 1916).
Modelo de la fragata Numancia de 1863/ Museo Naval
Además de las planchas de blindaje con el impacto recibido en El Callao, en el Museo Naval de Madrid se muestra desde 1863 este impresionante modelo dedicado al Príncipe de Asturias por el director de la casa fabricante Arturo Guigner de Prangins.
La larga vida de la Numancia (y su vuelta al mundo) | Espejo de navegantes
LA NUMANCIA; EL PRIMER BARCO BLINDADO EN DAR LA VUELTA AL MUNDO
21 junio, 2018 Fran de La Nao
La fragata Numancia fue el primer barco blindado en dar la vuelta al mundo. Su gestación comenzó en Madrid en el año 1862 con el acuerdo firmado entre el gobierno español y una empresa privada francesa. El motivo que se eligiera una compañía francesa fue que en España los astilleros navales todavía no estaban preparados para la construcción de este tipo de barcos, que por otra parte, eran una novedad. Este y la necesidad urgente de modernizar la flota española, fueron los motivos por los que se eligió la construcción en Francia. El precio total fue de 8.322.252 pesetas de la época. Fue botada en los astilleros franceses de Tolon el 19 de noviembre de 1863 pero no llegó a España hasta diciembre de 1864, tras recorrer las 472 millas náuticas que separan Tolon de Cartagena en 43 horas.
Plano de la fragata Numancia
EL casco era de hierro a base de planchas individuales para los que fueron necesarios dos millones de remaches para unirlas. El espesor de la coraza protectora tenía un espesor de 130mm. La fragata medía 99 metros de largo, 18 de ancho y una altura de 9 metros. La propulsión corría a cargo de una máquina de vapor de biela, con dos cilindros horizontales, alimentada por ocho calderas, con una capacidad máxima de 1.100 toneladas de carbón. Con un una potencia de 1000 caballos, esta máquina accionaba una hélice de bronce de cuatro palas que generaba una potencia de 3700 cv, suficientes para alcanzar una velocidad máxima de 14 nudos. Para suplir las necesidades contaba con tres mástiles retractiles que albergaban casi 1.900 metros cuadrados de velamen. La potencia de fuego era de 34 cañones de 200 mm cada uno y su tripulación constaba de 590 hombres.
Fotografía del Capitán Casto Méndez Nuñéz
El viaje con el que inició la vuelta al mundo, comenzó en Cádiz pero en un principio no se trataba de dar la vuelta al mundo, sino que fue enviada a las costas del pacífico para apaciguar la ola antiespañola que alimentada por Estados Unidos e Inglaterra, recorría Chile y especialmente Perú, donde la vida de los españoles corría peligro. No ahondaremos mucho en ese conflicto porque bien merece un capitulo aparte pero lo que básicamente buscaban estas potencias era crear un clima de odio contra España para terminar con los lazos entre ambos pueblos que todavía quedaban tras la independencia. La Numancia partió de Cádiz el 4 de febrero de 1865, al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez. El viaje comenzó con mal presagio, ya que las únicas experiencias transoceánicas hasta el momento con este tipo de barcos acorazados, las habían realizado con pésimos resultados franceses e ingleses.
A pesar de esas malas experiencias con este tipo de barcos, la travesía por el Atlántico de la Numancia fue un éxito y llegó a Montevideo sin problemas el 13 de marzo. Allí estuvo hasta el 2 de abril, fecha que partió rumbo al estrecho de Magallanes acompañada del “Marqués de la Victoria“, un viejo vapor cargado de carbón para su reabastecimiento, debido a la falta de puertos donde hacerlo, por la anteriormente comentada malas relaciones con Chile y Perú. A la altura del Rio de la Plata, el Marqués de la Victoria sufrió una avería, por lo que Méndez Núñez decidió que continuarían la navegación y esperarían al viejo vapor en el Estrecho de Magallanes, donde llegó la Numancia el día 11 de abril.
Durante la espera al vapor en el estrecho, dedicó el tiempo la tripulación a pasear por la Tierra del Fuego y encontraron a unos indígenas patagones, a quienes invitaron a subir a bordo de la Numancia y les obsequiaron con una abundante comida y ropa, pues eran estos indios gente muy pobre y primitiva que aparte de despertar la curiosidad en la tripulación, a todos les causó una triste sensación. Tras varios días recorriendo aquellos lares y visitando los antiguos asentamientos fundados por españoles como la colonia Sarmiento, apareció de nuevo el vapor Marqués de la Victoria, el cual, pese a su pésimo estado, gracias al buen hacer de los marineros, se negaba a morir. Poco antes de abandonar el estrecho, los dos barcos españoles vieron a una corbeta peruana, de nombre América y que muy posiblemente rondaba aquellos mares en labores de información, sabedor el gobierno peruano que España estaba enviando barcos. Al capitán Méndez Núñez le hubiera gustado echarla a pique pero como las ordenes recibidas hasta el momento eran de atacar solo en caso de agresión, tuvo que aguantarse el gusto.
El día 21 abril ambos barcos salieron del Estrecho de Magallanes y debido al mal estado del vapor Marqués de la Victoria, la Numancia vuelve a decidir seguir camino a su velocidad para encontrarse más tarde en El Callao. La Numancia llegó a Valparaíso (Chile) el 28 de abril y allí se encuentra con la corbeta española Vencedora, y les cuentan que se va a firmar un acuerdo con Perú, por lo que la guerra parece descartada, pero pese a todo hay que dirigirse hacia El Callao, donde está fondeada parte de la flota española del Pacífico con base en Manila. El 5 de mayo llegaron a El Callao.
En el Callao estuvieron varios meses y al principio incluso bajaban a puerto y los tripulantes visitaban la ciudad de Lima pero las tensiones con España volvieron a aparecer y poco a poco el ambiente hacia España, los españoles allí residentes y hacia los tripulantes que bajan a tierra, fue convirtiéndose en hostil, llegando al punto que gran parte de los españoles residentes fueron evacuados a los buques de transporte de la flota española. El ambiente en Perú estaba tan mal, que un día que unos tripulantes de la “Resolución” que iban a tierra como cada día, se encontraron con una pequeña multitud de peruanos que les gritaban y les increpaban. Al llegar el bote al puerto, se lanzaron a agredir a los marineros, quienes para evitar malos mayores, decidieron subir al bote y regresar a su barco pero en tierra quedó uno que fue apuñalado por la turba exaltada. El resto de los componentes de la flota española fue testigo de los hechos desde las cubiertas de sus barcos y comunicaron el suceso a Madrid. El gobierno peruano hizo investigaciones y encarceló a los asesinos pero el odio hacia España continuó en la prensa y en boca de muchos políticos peruanos. Ya hemos dicho que no íbamos a profundizar mucho en aquella guerra, así que vamos a aligerar el relato de esta vuelta al mundo de la Numancia.
El 31 de marzo de 1866 la Numancia estuvo presente en el bombardeo de Valparaíso que hizo la flota española contra los edificios de la Bolsa, la aduana, la intendencia y la estación de ferrocarril. El bombardeo duró una hora y cincuenta minutos. El 2 de mayo llevó el mayor peso del bombardeo sobre las modernas defensas de artillería de El Callao, de fabricación mayoritariamente estadounidense. Con la hélice cortó los cables eléctricos que accionaban las minas que defendían el puerto. La Numancia recibió un total de 52 impactos pero gracias a su blindaje resistió todo el combate, algo impensable en los barcos de guerra que hasta la fecha se habían construido. Sin duda fue la mejor prueba que avaló al mundo entero la excelente resistencia de estos buques, que a partir de este combate se convirtieron en el modelo a seguir. Durante el combate fallecieron un total de 43 marinos españoles de los seis buques de guerra que participaron y entre los heridos se encontraba el capitán de la Numancia, Méndez Núñez.
Bombardeo de los fuertes de El Callao (Rafael Monleón) Museo Naval de Madrid
Finalizado el combate, la flota española se dirigió a la isla de San Lorenzo, donde se dio sepultura a los fallecidos, se repararon las naves y hundieron los barcos capturados al enemigo, ante la imposibilidad de navegarlos hasta España. El 10 de mayo la escuadra abandonó la isla divididos en dos grupos; uno marcharía hacia el Cabo de Hornos rumbo a Río de Janeiro. El otro grupo, en el que estaba la Numancia, haría el camino de regreso a España por el Pacífico. Méndez Núñez, debido a las heridas recibidas, no siguió en la Numancia y fue embarcado en la fragata Villa de Madrid, que formaba parte del grupo que volvería a España vía Rio de Janeiro. Al mando de la Numancia quedó Juan Bautista Antequera y Bobadilla.
La Numancia en la Isla de Tahití, el 22 de mayo de 1866 con 110 heridos y afectados por el escorbuto a bordo. En la isla, además de restaurar todos los estropicios de la nave, la tripulación pudo disfrutar del buen clima y del buen carácter de la amigable gente de la isla. Allí estuvieron casi dos meses, hasta el 17 de julio. El 8 de septiembre llegó a Manila, por fin en territorio español y donde fueron recibidos por todo lo alto, después del clima de odio que habían vivido en Perú. En Manila estuvieron algo más de cuatro meses, allí pasaron la Navidad de 1866 hasta el 19 de enero de 1867, que zarpó rumbo a Batavia, la capital de Java y colonia holandesa, a donde llegaron el 30 de enero y permanecieron hasta el 19 de febrero.
Desde allí, la Numancia zarpó con rumbo al Cabo de Buena Esperanza, a donde arribó el 5 de abril. Salió de allí el 17 de abril y recaló en la isla de Santa Elena el 29 del mismo mes, para continuar viaje el 2 de mayo con rumbo a Río de Janeiro, a donde arribó el 18 de mayo. El 15 de agosto se decidió su retorno inmediato a España y llegó a Cádiz el 20 de septiembre de 1867, 2 años, 7 meses y 6 días desde su partida inicial.
La Numancia tuvo una vida muy larga y participó en varios hechos importantes de la historia de España pero como a todo barco le llegó su fin. En 1910, 47 años después de su botadura, ya era un barco anticuado sin valor militar y se utilizó como estación flotante en Tánger hasta 1912. Durante un periodo fue asilo de huérfanos de la Armada y hubo un movimiento popular para que fuese preservada como monumento histórico, pero el gobierno de turno no lo consideró. La nave fue vendida como chatarra a una empresa de Bilbao. Por tres veces se intentó hacer el viaje entre Cádiz y Bilbao, cargada de 1300 t de sal y desmantelada completamente, pareciendo más una barcaza que la nave tan gloriosa que fue. En la tercera tentativa de viaje rumbo al desguace, encalló en la costa de Sesimbra, en Portugal, el 17 de diciembre de 1916, donde fue parcialmente desguazada in situ, quedando unos pocos restos a entre 5 y 6 m de profundidad.
Y esta es, muy resumida, la historia de la primera vuelta al mundo que hizo un barco acorazado, demostrando al mundo entero la valía y el buen saber de los marinos españoles. Tras aquel viaje, en el camarote del capitán de la Numancia, en una placa de hierro estaba escrito:
In loricata navis quae primo terram circuivit.
En la nave acorazada que circuyó la Tierra por primera vez
La fragata Numancia
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