Madrid / Solesmes, 7 mayo 2014, Patrocinio de San José; San Estanislao, obispo y mártir. El 7 de mayo de 1977, en el Hospital Cantonal de Coira (Cantón de los Grisones, Suiza) moría cristianamente, como había vivido, Su Majestad Católica Don Francisco Javier de Borbón y Braganza, Javier I, Rey legítimo de las Españas, Duque de Parma, a los 88 años de edad. Agotado por una vida de luchas y sufrimientos, no pudo resistir el maltrato que en sus últimos días sufrió a manos de sus hijos traidores, Carlos Hugo, María Teresa, Cecilia y María de las Nieves. Para alejarlo y protegerlo de éstos, su esposa la Reina Doña Magdalena de Borbón Busset y sus hijos fieles, los Infantes Doña Francisca y Don Sixto Enrique, lo habían trasladado a Suiza, buscando que se repusiera.
En el exilio vivió y murió, y en el exilio yacen sus restos, en la Abadía de San Pedro de Solesmes (Francia). Es deber de los buenos españoles que antes del día de la resurrección de la carne, los restos de los Reyes legítimos sean trasladados al Escorial. Mientras tanto, los de Don Javier deberían recibir más digna sepultura en la Capilla de San Carlos Borromeo de la Catedral de San Justo de Trieste. Para ayudar en este empeño, colabora con la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón.
Elevemos ahora nosotros una oración por el eterno descanso del Rey legítimo, el cruzado, el último gran príncipe de la Cristiandad, el hombre bueno.
Agencia FARO
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