Re: Por la verdadera memoria histórica
Y es que estos demócratas históricos siempre se olvidan a la hora de calificar al régimen franquista de golpista de que su asquerosa república surgió de otro golpe de Estado en 1931
Allá por aquél año en una España que andaba como "puta por rastrojo" la constitución vigente era la de 1876, también conocida como "la de Cánovas del Castillo":
Constitución española de 1876 - Wikipedia, la enciclopedia libre
Y en todo su texto articulado no existe ni una sola referencia a la posibilidad de un cambio de régimen. Conocido es el episodio golpista en que se transformaron las dos elecciones -dos a falta de una en escasos días- finalizadas el 14 de abril de 1931, cuando una turba se apoderó de Gobernación -actualmente sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid- proclamando un régimen ilegal ante la indiferencia de las fuerzas de seguridad y de la gente en general, que no les dio "p'al pelo" a aquella banda de forajidos. Animo pues a buscar en el texto constitucional cualquier referencia que justifique la llegada de semejante golpe de Estado.
Texto 5 La Constitución de 1876
Desde esta entrada se puede acceder al texto completo.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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