4ª Parte : FACTOR AJENO A MÉXICO.
Eliminado Huerta, Woodrow Wilson siguió apoyando a Carranza al que abestecía desde Veracruz. Los crrancistas recuperaron la capital desalojando al presidente provisional, general Eulalio Gutiérrez, y marcharon sobre Celaya, contra Villa. En la batalla murieron más de 3.000 hombres.
Villa, escaso de munición, tuvo que retroceder hacia León. Los prisioneros villistas fueron asesinados cuando estaban inermes en un corralón usado para corridas de toros (abril 1915).
Los numerosos caudillos rebeldes empezaron a luchar entre sí y se generalizó un caos sangriento. Wilson decía que “los mexicanos tienen derecho a derramar tanta sangre como quieran”.
También, de forma unánime y repentina, los diversos caudillos iniciaron una extraña lucha anticatólica. Todos: Villareal; Urbina; Obregón; Diéguez; Carranza; Coss; Gavira; Gutiérrez; Alvarado; etc. resultaron enemigos de la Iglesia.
Hubo profanación de templos y se dinamitaron muchos de ellos por todo el país. En el D.F. Obregón ordenó entregar el templo de Santa Brígida y el Colegio Josefino, a la Casa del Obrero Mundial colocando una estatua del anarquista Francisco Ferrer en el pedestal que antes ocupaba la Virgen María.
Los atentados anticatólicos ocuparían cientos de páginas, los caudillos tenían que hacer “méritos” para seguir recibiendo ayuda.
El reverendo Francis P. Joyce, capellán del ejército americano, testificó en el Senado de EEUU que en Veracruz pidió a Mr. Silliman, representante personal de Wilson ante Carranza, que diera asilo a las monjas mexicanas víctimas de incontables ultrajes y Silliman contestó: “es cosa generalmente aceptada por todos que lo peor que hay en México, después de la prostitución es la Iglesia Católica, y ambas cosas deben desaparecer” (Senate Investigation of Mexican, Affaire. pg. 2657, 1920).
Otro testimonio lo dio Mr. Buckley, en el sentido de que John Lind, también representante personal del presidente Wilson fue informado sobre asesinatos de sacerdotes mexicanos y comentó: “es una excelente noticia, y mientras más sacerdotes católicos maten en México, más gusto me dará”. Las monjas quedaron abandonadas (según el testimonio del Senado EEUU) a un destino espantoso (México, el País de los Altares Ensangrentados. Francis Clement Kelley).
Nelson O'Shaughenessy, encargado de engocios de la embajada de EEUU en México también testificó en el mismo sentido.
Al igual que el protestante alemán Charles M. Birkhead que viajó a Washington y refirió que había visto como los revolucionarios apresaban y maltrataban sacerdotes, ultrajaban a las monjas e incendiaban los templos, etc. Y aunque no era católico quedó espantado por lo que había visto.
Es de justicia hacer notar que el pueblo norteamericano era totalmente ajeno a todo lo que ocurría en México, ni siquiera recibía información sobre los hechos pues las agencias de noticias (vinculadas al Departamento de Estado y en manos de los financieros internacionales) sólo daban la versión “oficial” de la política exterior de Washington.
Numerosos obispos fueron desterrados, uno, el arzobispo Mora del Río decía, desde la Habana, en una pastoral, que "la hostilidad revolucionaria contra los católicos tenía el apoyo de los masones y de ciertas “corporaciones" protestantes de EEUU”.
Los factores no mexicanos también impulsaron una Reforma Agraria para estatalizar la tierra. Ni Villa, ni Carranza, ni Obregón, ni Zapata la querian, pero cuando Carranza se vio en dificultades, arrinconado en el puerto de Veracruz, accedió a expedir la Ley del 6 de enero de 1915, que era el primer paso para implantar dicha reforma.
Desde que se expidió los carrancistas pudieron controlar la capital y avanzar hacia el norte y, con nuevas provisiones de ametralladoras nuevas, batir a Villa (Celaya y León) haciendo que retrocediera hasta Chihuahua.
MÉXICO ¿PROTECTORADO O TROCEADO?
Tras cinco años de guerras internas revolucionarias el país se hallaba profundamente debilitado. Los ferrocarriles destruidos, las cosechas arruinadas, fábricas y minas cerradas, comercio paralizado por la inseguridad en ciudades y caminos, multitud de asaltos y matanzas.
Entonces surgió en Washington una amenaza peor que la guerra civil. La idea de formar un México del Norte y otro del Sur apoyando caudillos revolucionarios opuestos, algo similar al caso de los “revolucionarios panameños” que en 1903 separaron con apoyo de EEUU y a beneficio de magnates judíos radicados en ese país, Panamá de Colombia.
El mundo diplomático esperaba que EEUU impusiera a México una especie de enmienda Platt, como la impuesta a Cuba (Las Guerras Secretas de México, Friedirch Katz, pg. 273, Tomo II).
Pero al involucrarse EEUU en la IGM paralizó dichos proyectos. Aunque poco después resurgió tal peligro pues Villa, obligado a retroceder hasta Sonora, pensó rehacerse atacando a los carrancistas en Agua Prieta con 8.000 hombres y Wilson permitió que tropas carrancistas cruzaran por territorio de EEUU y sorprender a Villa que se indignó por ello, y por la negativa a venderle armas y pertrechos, penetró con 500 hombres en EEUU y atacó la población de Columbus combatiendo unas 6 horas con un centenar de muertos.
Villa lanzó un manifiesto en el que acusaba a Carranza de ganarse el favor de EEUU mediante pactos secretos que comprometían a México, y esta denuncia le granjeó partidarios aumentando su ejército a más de 10.000 hombres, pero le enemistó con Wilson que le envió una expedición punitiva, la del general John J. Persing, que penetró en Chihuahua para batirle (15 marzo 1916).
En Washington había renovadas presiones para una invasión total de México. El historiador alemán Katz refiere que William Turrel, diplomático británico de alto nivel, simpatizante de Wilson, pronosticó el establecimiento de un virtual protectorado norteamericano en México. Todo estaba listo pero se conjugaron dos factores:
1º.- Carranza presentó tenaz resistencia, y
2º.- EEUU estaba enfrascado en la IGM.
Wilson explicó a su Secretario Tumulty: “ no quiero que las energías y las fuerzas de EEUU estén didvididas, ya que necestiamos hasta la última onza de reservas que tengamos para derrotar a Alemania ” (Woodrow Wilson Como yo lo Conocí, Joseph P. Tumulty).
Por ambos motivos EEUU retiró la expedición punitiva incondicionalmente en febrero 1917 sin haber logrado eliminar a Villa que había sufrido un descalabro importante en la batalla de Carrizal ante el general carrancista Félix U. Gómez.
Mientras México ardía por los cuatro costados, había hambre, tumultos, matanzas, etc. La Convención Revolucionaria carrancista discutía leyes para hacer más rápido el divorcio, implantar la instrucción laica, restringir la libertad religiosa, aplicar la reforma agraria, etc. Y todo esto desembocó en la Constitución de 1917, continuación de la de 1857 que había originado la guerra de la Reforma, pero más radicalizada todavía.
En la época fue notorio y se publicó que cerca de los constituyentes había asesores extranjeros como Emma Goldman; Alexander Berkman; (revolucionarios profesionales anarquistas, ella judía y él judaizado. Ver hilo Conociendo el Anarquismo) y Lincoln Steffens conocido radical de izquierda residente en New York (México Falsificado, Carlos Pereyra).
DAR O NEGAR ARMAS Y CRÉDITO.
Entre los diversos caudillos revolucionarios en pugna, Carranza se afirmó como presidente constitucionalista, y en 1919 tendió una trampa a Zapata en la que éste murió asesinado. Neutralizado Villa y con Wilson ocupado en Europa brindando su patrocinio, protección y apoyo a la naciente URSS, Carranza fue alejándose de la política que había adoptado inicialmente por conveniencia.
Empezó por paliar la lucha anticatólica; dejó sin efecto la “lucha de clases” (proclamada en septiembre 1913), y rehuyó la aplicación de la reforma agraria estatalizadora.
Carranza no era, ideológicamente, un adicto de la Revolución Mundial. Aunque temporalmente había hecho concesiones era más bien un nacionalista, en muchos puntos similar a Porfirio y Madero.
Pero cuando Wilson dejó despejado el camino para la comunización de Rusia en 1919 (punto 6º del Tratado de Versalles) volvió la atención a México y Carranza. Repentinamente surgió un brote anticarrancista en Sonora, encabezado por Obregón, Calles y el gobernador Adolfo de la Huerta (todos cercanos a Carranza) y empezaron a recibir armas y ayuda de EEUU.
The New York Times y muchos otros influyentes diarios de EEUU publicaban crónicas favorables a los rebeldes y desfavorables para Carranza.
Mr. Hopkins, Procurador de Justicia, declaró en Washington: “el actual movimiento revolucionario se justifica por todos los conceptos”. Y el autosecuestro de William O. Jenkins, en Puebla, se usó en EEUU para hablar de una posible invasión del ejército EEUU.
Además se cortaron completamente los suministros a Carranza y Carranza tuvo que huir rumbo a Veracruz, pero sería asesinado por el camino por fuerzas de Obregón.
En su larga carrera desde alcalde (Cuatro Ciénagas, diputado federal, senador, gobernador Coahuila, primer jefe del ejército y presidente) Carranza amasó una “fortuna” que heredaron su esposa e hijos (estimada en más de 50 millones de $) (El Fraude Agrario de México; Abelardo A. Leal, Sr. Tomo II, 1979).
Tras el asesinato de Carranza se hicieron unas elecciones rápidas y Obregón tomó posesión en la presidencia el 1 diciembre 1920. Nunca se le infamó por haber asesinado a Carranza (como se hizo con Huerta por el de Madero).
No hay indicios de que Obregón tuviera grados masónicos pero evidentemente conocía la secta y lo que significaba, al menos es lo que se desprende del relato del general Gonzalo N. Santos que cuenta como testigo: “durante su campaña, Obregón llegó a San Luis de Potosí en su coche de ferrocarril Siquisiva. Allí el general Gavira le informó que 5 individuos iban a ser fusilados y expuso sus antecedentes, Obregón lo aprovó inmediatamente. En eso, dice el general Santos, llegó una comisión de señores muy trajeados, y su jefe, el español Ismael Salas, se identificó como 33º de la masonería y pidó que se suspendieran los fusilamientos. Obregón comentó que dejaría libres a cuatro porque eran pobres diablos, pero no así a Jesús Silva Herzog (Sr.) que había encabezado festejos por los asesinatos de Madero y Pino Suárez. Alguien le mostró más detalles según los cuales Silva Herzog era hijo de una judía austríaca, en tanto que Gavira insistía en que debía fusilársele.
La comisión de masones volvió a interceder, entonces Obregón dijo: “bueno, pues son ustedes los causantes de que no se haga justicia en este curro reaccinario, pero sólo lo hago por el gran respeto que me merece la Masonería”.
Santos comenta que así se salvo ese individuo que entonces era reaccionario y hoy comunista (Memorias del General Gonzalo N. Santos, 1983).
CÓMO CONSERVAR EL PODER.
Los generales Francisco Murguía; Celso Cepeda; Antonio Medina; Miguel Alemán (Sr.); Juan Urquiza; Lindoro Hernández; Manuel Lárraga; Porfirio Rubio; Atanasio Arrieta; y otros, algunos con mando de fuerzas se levantaron en armas alegando que Obregón había asesinado a un presidente constitucional (Carranza), al igual que Huerta había hecho con Madero, igualmente usurpador.
Tal vez pensaron que recibirían apoyo exterior, como sucedió con otros opositores a Huerta, pero no fue así. Y no fue porque Obregón ya estaba en conversaciones para introducir reformas según el “nuevo orden” mencionado por Woodrow Wilson.
Tras numerosos combates los generales carrancistas rebeldes fueron agotando sus suministros y municiones y EEUU prohibió vendérselos. El levantamiento se disolvió en unos meses.
Obregón fue:
- dando curso a la reforma agraria;
- aprobó que el sindicalismo mexicano se alineara ideológicamente a los líderes extranjeros Gompers; Llewelly; Hilman; Dubinski; etc. para introducir la corriente pro marxista.
- permitió y fomentó actividades anticatólicas, especialmente de la Casa del Obrero Mundial;
- dio vía libre a la Liga Anticlerical Mexicana;
- expulsó al delegado apostólico Ernestro Filippi;
- favoreció a la Standard Oil del magnate “elegido” Rockefeller mediante una reinterpretación del art. 27 constitucional;
- renunció al Derecho Internacional para que el país pagara los daños sufridos por “norteamericanos elegidos” por los daños sufridos durante la lucha armada, etc. etc. y finalmente
- accedió a la firma de los Tratados de Bucareli.
Con la firma de estos tratados (casa nº 85 de la calle Bucareli) el país se alineaba con la política del Departamento de Estado de EEUU, es decir, con los lineamientos de la Revolución Mundial. Incluso se pactó que la industrialización mexicana quedaba supeditada a directivas del Departamento de EEUU.
Hay que precisar que desde 1911 hasta 1923 hubo en México múltiples movimientos armados, a los que se les ha llamado “Revolución”, pero ni Madero; ni Huerta; ni Zapata; ni Carranza; ni Villa estaban comprometidos con la esencia de la Revolución Mundial (Cualquier movimiento que no depende de la Revolución Mundial no recibe el adjetivo críptico de “Revolución”, como el de Franco en España; Mussolini en Italia; la independencia en México, etc.).
Las esencias de la "auténtica" Revolución Mundial (judía) son: ateístas, estatizantes, supresoras de libertades para desembocar en el marxismo. Según las circunstancias en unos países se palican de forma violenta, en otros gradualmente, o de ambas formas alternativamente.
Inicialmente Obregón quiso rehuir compromisos formales, pero acabó por aceptarlos. A cambio Washington le daba su reconocimiento, créditos, armas, apoyo diplomático, información, suministros todo lo que se niega a los opositores.
Obregón había tratado de lograr todo eso sin que se firmara nada, pero el encargado de “negocios” americanso en México, George T.Surmerlin, le dijo, claramente al Secretario de Relaciones, Alberto J. Pani, que Carranza había dado las más explícitas promesas personales como base para ser reconocido, luego esas promesas fueron “olvidadas”. Con Obregón no se quería correr ese riesgo.
Las minutas secretas de los Tratados fueron firmadas por Mr. Summerlin y el Secretario Pani el 2 de agosto 1923, y Obregón pidió que su reconocimiento fuera en ese mismo mes para poder anunciarlo como un triunfo en su informe del primero de septiembre (Los Tratados de Bucareli, Adolfo Manero y José Paniagua).
El senador Frncisco Field Jurado encabezó un grupo para oponerse a la ratificación de dichos Tratados pero fue “oportunamente” asesinado y la oposición enmudeció. En este caso Jurado no fue elevado a héroe como se había proclamado a Belisario Domínguez, el senador que se opuso a Huerta en 1913.
El periodista norteamericano Ernest Gurening dice que “nadie puede negar que Obregón instituyó la Reforma Agraria (Carranza la había únicamente esbozado) y que “concilió sus diferencias con Washington e inauguró una era de buena voluntad que no tenía paralelo en la historia” (The Century Magazine, New York, 15 marzo 1925. Citado en Plutarco Elías Calles y la Prensa Norteamericana. Gabriela Ibarra y Hernán Gutiérrez, Secretaria de Hacienda. México 1982).
Mientras se firmaban los Tratados de Bucareli se gestó un nuevo levantamiento contra Obregón que estalló en diciembre (1923). Nominalmente encabezado por el Secretario de Hacienda, Adolfo de la Huerta (sin parentesco con el ex presidente Victoriano Huerta). Contaba con casi 2/3 del ejército, los generales Fortunato Maycotte; García Vigil; Enrique Estrada; Manuel M. Diéguez; Rafael Buelna; Samuel Santos; Antonio Villareal; Francisco Múgica; y otros muchos, así como con la mayoría de la Cámara de Diputados, el Partido Cooperativista de Prieto Laurens, varios gobernadores y la Marina de Guerra. Era un poderoso levantamiento.
Poco antes Villa había manifestado simpatía por De la Huerta y censuraba las tendencias comunizantes del obregonismo, sería asesinado el 20 de julio de ese año, 1923.
El movimiento rebelde, de oposición a Obregón y al “futurismo” de Calles era tan vasto que parecía tener seguro el triunfo, pero …
El cónsul americano Mr. Wood y un enviado especial de la Casa Blanca se entrevistaron con De la Huerta en Veracruz para ver si estaba de acuerdo con los Tratados de Bucareli y otras concesiones. De la Huerta se opuso a ello.
Pocas horas después el emabajador George T. Summerlin le comunicó a Obregón que el Departamento de Estado norteamericano le facilitaba la venta de armas por 750.000 $, e inmediatamente le enviaba 17 aviones con instructores, ametralladores y munición abundante.
The New York Times anunciaba: “en una forma inequívoca, nuestro gobierno ha notificado a los rebeldes, encabezados por el Sr. De la Huerta, queno simpatiza con ellos. Se ha negado que esto implique una intervención en los asuntos mexicanos” (La Verdadera Revolución Mexicana, Afonso Taracena).
Se negó la venta de armas a los delahuertistas y se detuvieron en EEUU varios agentes suyos cuando trataban de adquirir municiones.
Se combatió en Yucatán, Tabasco, Veracruz, Puebla, y Michoacán, y cuando los rebeldes amagaban Tampico y Veracruz, acudieron los cruceros americanos “Tacoma” y “Richmond” en apoyo de los obregonistas.
Tras seis meses de lucha la rebelión fracasó y Obregón hizo fusilar a 28 generales, incluso a Fortunato Maycotte, que le había salvado la vida cuando Obregón desertó del carrancismo.
En resumen, ¿qué se había logrado tras 13 años de luchas? … al irse Porfirio, México contaba con 15 millones de habitantes. Bajo la presidencia de Obregón eran menos de 15 millones (tomando como base la tasa de incremento no logrado, según la década anterior) la Revolución judaica había costado la vida a más de 2 millones de mexicanos.
Respecto a 1910 la producción de maíz había caído un 15% y la de fríjol un 33%. Económicamente el país estaba totalmente arruinado, ríos de sangre por doquier, persecuciones, saqueos, etc. no habían traído nada positivo. Ni siquiera se cumplía el lema de “sufragio colectivo” pues la elección de Obregón fue tan sospechosa como otras muchas que le siguieron.
En el debe también figuraba:
a.- la inseguridad en la explotación de la tierra por la reforma agraria.
b.- la periódica acción anticatólica.
c.- la agitación sindical procomunista de la CROM, y
d.- la dependencia del país a voluntades ajenas.
Jesús Herzog, primer emabajador de México en la URSS, afirmaba que “nuestra Revolución no tuvo nada en común con la soviética. Ni siquiera en la superficie, fue anterior, ¿cómo iba haberla imitado?” (Meditaciones Sobre México, Jesús Silva Herzog).
Deleznable sofisma. Bien sabía Silva Herzog que la Revolución Mundial se perfiló antes de 1789 que fue cuando se mostró, recibió la ideología de Marx en 1848, y nutrió la Revolución Soviética, la Mexicana, la Cubana, la Española, la Nicaragüense, etc. etc.
Analizando la actual identidad del mexicano, su psicología, sus fallas, tiene que tenerse en cuenta todo su pasado. Es una larga herencia de esperanzas y desilusiones; de luchas y derrotas; de humillaciones y falsas victorias.
5ª Parte : MÁS DE LO MISMO.
Tras sofocar la rebelión “delahuertista” Obregón terminó en paz su período de cuatro años y le entregó el poder a Plutarco Elías Calles (1 diciembre 1924).
Numerosos agentes extranjeros se movían con el nuevo presidente:
- Roberto Haberman, con residencia en New York, hacía frecuentes viajes a México como agente del Soviet. Le acompañaban Martens y Chambers. Haberman era admirador de Luis N. Morones líder de la Conferencia Regional Obrera Mexicana (CROM) quien en la Cámara de Diputados dijo:
“bienvenido el bolchevismo redentor” (El Comunismo en México, Anastasio Manzanilla).
- Samuel Gompers, líder sindical de EEUU y simpatizador del socialismo asistió a la toma de posesión de Calles.
- el general Antonio Ríos Zertuche, amigo muy allegado a Obregón, afirma que Morones tenía influencia decisiva en nuevo régimen y había firmado un “acuerdo” con Calles, el 29 noviembre 1924, para disolver gradualmente al ejército y sustituirlo por “milicianos” bajo el mando de la
CROM, paso previo para establecer en México un régimen marxista. Por circunstancias imprevistas hubo de retrasarse dicho plan (La Muerte del general Obregón y Memorias, general Antonio Ríos Zertuche).
Calles, hombre de personalidad fuerte, trató de ignorar los Tratados Bucarelli, firmados por su antecesor y reglamentó el art. 27 constitucional a fin de que el país recuperara el dominio sobre su subsuelo en las regiones petroleras. Pero chocó con una fuerte resistencia del Departamento de Estado de EEUU.
El Secretario Mr. Kellog formuló (julio 1929) una amenaza, un chantaje, no muy velado: “he visto en la prensa (EEUU) que es inminente otro movimiento revolucionario mexicano. Tengo la esperanza de que esto no sea verdad … Evidentemente este gobierno seguirá apoyando al de México solamente en tanto que proteja las vidas y el derecho de nuestros ciudadanos y cumpla con sus compromisos y obligacones internacionales”. Al mismo tiempo varios barcos de guerra de EEUU se movían en el Golfo de México, casi a la vista de Tampico, Tuxpan y Veracruz.
Calles captó el mensaje, supo que no podía ir más lejos y dejó sin aplicación el reglamento recién expedido sobre la propiedad del subsuelo, derecho que ha habían establecido las Leyes de Indias españolas.
En esos días el periodista norteamericano Isaac F. Marcosson visitó México y publicó varios reportajes en EEUU. Decía que en el período en que Obregón no estaba reconocido por Washington “su administración estuvo más o menos reprimida. Debe subrayarse que a pesar de toda la pomposidad mexicana en contra, la actitud amistosa de los EEUU es indispensable para México … y que ningún presidente mexicano puede durar en el poder mucho tiempo si no cuenta con esa relación favorable” (26 marzo 1927).
Poco después Marcosson volvía sobre el mismo tema diciendo: “la buena voluntad de los EEUU es factor esencial para el bienestar de cualquier administración mexicana y ningún jefe del Ejecutivo es suficientemente fuerte para mantenerse largo tiempo en el poder sin esa disposición. En el momento en que dejemos de reconocer al régimen, se levantará la prohibición del comercio de armas a través de la frontera y la revolución merodeará por todas partes … En 1923 De la Huerta encabezó una revolución que pudeo haber tenido éxito, de no ser por la ayuda prestada por EEUU al presidente … Una vez que los mexicanos sepan que el grupo en el poder no es respaldado por los EEUU y que está en conflicto con los norteamericanos, tal conocimiento será la chispa que encienda la revolución” (Isaac F. Marcosson, The Saturday Evening Post, 16 de abril 1927. En Plutarco Elías Calles y la Prensa Norteamericana, por Gabriela Ibarra y Hernán Gutiérrez. Secretaría de Hacienda, 1982, México).
En la época de Calles esa circunstancia llevaba precisamente un siglo de venirse repitiendo en la historia mexicana, desde el decorramiento de Iturbide. Por eso Calles atendió la advertencia de Mr. Kellog, Secretario del Departamento de Estado americano, y mejor centró su atención contra la Iglesia Católica Mexicana, independiente del Vaticano, y para el efecto se prestó el sacerdote Joaquín Pérez, secretamente afiliado a la Logia Oaxaqueña Amigos de la Luz. Pese al apoyo de la fuerza pública y dársele la iglesia de Corpus Christi, de la Av. Juárez, el plan fracasó.
En seguida fueron clausurados en Guadalajara los seminarios, Mayor y Menor, y vrios conventos, a la vez que oficialmente se ayudaba a diversas sectas protestantes, de una de las cuales era Pastor Aaron Sáenz, Secretario de Relaciones, y obispo su hermano Moisés, Subsecretario de Educucación Pública.
En 1926 Plutarco obtuvo facilidades especiales del Congreso para reformar el Código Penal en materia religiosa y expidió la ley reglamentaria del art. 130 constitucional, tendente a reducir el número de sacerdotes y templos, así como para implantar un registro de sacerdotes autorizados, oficialmente, para ejercer. Y fue seguido de la clausura de colegios católicos, seminarios y monasterios.
Hubo muchas manifestaciones, protestas, etc. de los católicos y Calles expulsó a 185 sacerdotes y 50 monjas. Al nuevo delegado apostólico, monseñor Carruana, se le aplicó el art. 33 como extranjero pernicioso.
El 11 de abril 1926 el arzobispo Miguel Curley, de Balimore, primado de EEUU, expidió una Carta Pastoral en que decía: “nuestro gobierno no ha hecho otra cosa, durante los últimos 12 años, que intervenir en los asuntos de México … Calles está ahora en el poder y continúa la persecución contra la Iglesia porque sabe que está de acuerdo con Washington … Nosotros, mediante nuestro gobierno, armamos a los bandidos asalariados de Calles. Nuestra amistad lo alienta en su nefasta empresa de destruir la idea de Dios en el corazón de millares de mexicanos”.
Pero la denuncia fue silenciada en los EEUU, donde había eminentes periodistas defensores de Calles. La presión anticatólica fue creciendo. Las manifestaciones de protesta eran disueltas con la más dura violencia y hubo varios muertos en diversas ciudades. Los obispos se negaron a acatar el registro oficial y suspendieron los oficios en los templos. En algunos domicilios se celebraban las misas o se daba la comunión, cosa que el régimen consideró delito y ordenó registros de domicilios “sospechosos” con las consiguientes detenciones, maltrato, y vejaciones, particularmente con mujeres.
Calles había dicho que la Iglesia no tenía más alternativa que someterse o tomara las armas. En varios Estados del país empezaron a formarse grupos de resistencia.
El general Enrique Estrada, ex Secretario de Guerra y Marina, se hallaba en EEUU y trató de encabezar la lucha armada, junto con otros cuatro generales. Tenía muchos contactos en México y logró, subrepticiamente la compra de 400 rifles y municiones para apodearse deTecate, B.C., e ir vinculando a los grupos de descontentos. Pero el Departamento de Etado EEUU lo tenía vigilado y fue detenido en San Diego cuando se disponía a cruzar la frontera. Pasó algún tiempo en la prisión de Alcatraz. Calles tenía bien cubiertas las espaldas (Historia del FBI de Don Whitehead).
En septiembre (1926) el gobierno completó la clausura de un total de 192 colegios, seminarios y conventos. El Papa Pío XI declaró que se trataba de una clara persecución “una de las peores sufridas por la cristiandad”.
De los grupos de resistencia fueron surgiendo partidas de guerrilleros en Guanajuato, Jalisco, México, Zacatecas, Durango, Colina, Sonora, Michoacán y Querétano, a los que se denominó CRISTEROS y su lema era: “Viva Cristo Rey”.
El general callista Cristóbal Rodríguez, que actuó en toda la campaña, refiere que los cristeros carecían de transportes, comunicaciones, de abastecimientos, de cañones y ametralladoras así como de auxilio médico. “Los cerros, las barrancas y el inmenso cielo fueron testigos mudos de su intranquila y azarosa vida; durmiendo a la intemperie, bajo los rigores del frío y del calor, del soly de la lluvia ¡una auténtica vida de perros!” (La Iglesia Católica y la Rebelión Cristera, del general Cristóbal Rodríguez).
A los soldados gubernamentales, la mayoría católicos, se les engañaba diciendo que combatían a bandoleros que tomaban el nombre de Cristo en vano, mientras que a los cristeros se les enseñaba que los soldados eran esbirros de Calles, dándose la paradoja de que combatían católicos contra católicos.
Llegaron a operar unos 20.000 guerrilleros de forma regular y otros 10.000 de manera intermitente en 17 Estados. El ejército ya no bastaba para combatir a los cristeros y guarnecer los puntos amenazados por lo que echó mano de miles de ejidatarios, que precisamente por culpa de la Reforma Agraria estaban en manos del Estado.
Además de los muertos en combate había fusilamientos y asesinatos a diario. Entre los ejecutados no eran infrecuentes estudiantes de 17 años, e incluso hubo ejecuciones de niños, como Francisco Santillán de 14 por el “delito” de auxiliar a su padre (Victoriano Santilán) o de José Sánchez del Río que con 13 años fue ejecutado en el panteón de Sahuayo (Michoacán).
Los cristeros no disponían de casi nada, el acceso al mercado de armas les estaba vetado aunque disponían de escopetas, pistolas y algunos rifles que capturaban en las emboscadas.
A ESPALDAS DEL “SOBERANO” PUEBLO NORTEAMERICANO.
La opinión pública EEUU estaba totalmente desinformada de lo que sucedía en México. Se le ocultaban muchas noticias y se tergivesaban otras, lo más habitual era decir que Calles combatía a bandoleros.
"Eminentes escritores" como el Dr. Ernest Gruening y Frank Tannenbaum, junto a el periodista Walter Lippman y el agente Roberto Haberman coordinaban la propaganda a favor de Calles.
José Vasconcelos refiere que fue testigo de que los protestantes del Federal Council of Churchs y los masones de “The Nation” y de la World Peace Ass., deformaban, en diversas publicaciones, lo que sucedía en México. Y la propaganda llegó hasta Europa de la mano del Dr. Goldschmidt, acérrimo partidario de la URRS.
El escritor británico, Francis McCullagh hizo un recorrido por México y luego escribió un libro: Red México en el que afirmaba que: “uno de los rasgos más inquietantes de la cuestión mexicana no se encuentra en México, sino en los EEUU; es el extraño silencio de la prensa”.
La explicación es que las agencias iternacionales que nutrían, y nutren, la prensa norteamericana, eran la Associated Press, y la United Press, ambas propiedad de judíos “elegidos” y relacionadas con el Departamento de Estado que quería que la opinión pública de EEUU ignorar la cuestión mexicana. Ha de tenerse presente que la política exterior de EEUU ha sido MONOPOLIO de un grupo ajeno al propio pueblo norteamericano, lo mismo con Wilson que con Reagan o Bush.
El 29 de abril de 1927, The Saturday Evening Post se mostraba sorprendido de que en México hubiera múltiples rasgos de radicalismo marxista. El Secretario de Gobernación, Adalberto Tejeda, que se había distinguido por sus ideas comunistoides como gobernador de Veracruz, era allegado de Petrowsky, encargado de la delegación soviética. A la embajadora Kollontay se le dio una bienvenida extraordinaria; el Club de amigos de la URSS difundía propaganda: “el Club Sionista” (sin relación con la organización judeo-palestina de igual nombre) es el punto de reunión de los agitadores profesionales, mexicanos y extranjeros”.
¿Por qué esa adhesión a una ideología tan alejada al mexicano? … “The Saturday” no lo decía, pero todo eso no podría realizarse nunca contra el deseo del Departamento de Estado de EEUU, podía no ser grato a la opinión pública mexicana, pero eso no le afectaba a Calles.
Dominar a los cristeros era cada día más costoso y empezó a haber escisiones en los callistas, que Calles trató de ahogar mandando ejecutar a generales com Francisco Serrano; Carlos A. Vidal; Miguel A. Peralta; Daniel Peralta; Arnulfo R. Gómez; y otros.
Entonces llegaron nuevos auxilios de Washington con el nuevo embajador Dwight Morrow, asociado de la poderosa firma judía “elegida” J.P. Morgan, de New York.
Asesinado Obregón como presidente reelecto (1928), Portés Gil quedó como presidente provisional, pero era un títere de Calles.
Morrow traía créditos y acompañaba a Calles en lugares públicos y giras de varios días, todo un espaldarazo del Departamento de Estado de EEUU. Pero en marzo de 1929 estalló una vasta rebelión en varios Estados: Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango, y Veracruz encabezada por los generales Gonzalo Escobar, Francisco Manzo, Fausto Topete, Roberto Cruz, Marcelo Caraveo, Juan Gualberto Amaya, Miguel Alemán (padre), Jesús M. Aguirre, J. Jesús Ferreira, Antonio Ríos Zertuche, Urbalejo y otros más con unos 30.000 hombres bajo su mando.
El movimiento ganaba rápidamente adeptos pues censuraba el anticatolicismo y empezó a contactar con los cristeros. El régimen estaba en una difícil situación, su jefe en la zona de Jalisco, general Andrés Figueroa, tuvo que pedir refuerzos.
Pero el régimen de Calles no estaba solo. Y aunque la rebelión escobarista trató de aprovisionarse en EEUU, se le vetó toda transacción y crédito, mientras Morrow ponía a disposición de Calles armas por valor de 25 millones $ y más de 30 aviones (Douglas y Corsair).
Morrow “sugirió” a Calles que formara un patido aglutinador de la “familia revolucionaria” y así nació el Partido Nacional Revolucionario (PNR) el 4 marzo 1929 y al que debía inscribirse todo miembro del gobierno so pena de quedar proscrito del sistema. El partido era el instrumento de control político.
La lucha antirreligiosa dejó rasgos inconcebibles como el de Saturnino Osorio, que entró en la catedral de Querétano montado en una mula y ante el altar mayor gritó: “que muera Cristo Rey y viva el general Calles”, tan heróica acción le valió la gobernatura del Estado.
La crisis se complicó para el régimen con el regreso de José Vasconcelos que lanzó su candidatura a la presidencia levantando una gran llamarada de esperanza y entusiasmo electoral.
El movimiento armado en el Norte se debilitó y extinguió ante la imposibilidad de pertrecharse y municionarse en los EEUU.
Oficialmente la candidatura de Vasconcelos sólo obtuvo 110.979 votos y que el candidato de Calles (Pascual Ortiz Rubio) había logrado 1.948.848. Los casconelistas trataron de iniciar un movimiento armado, pero tampoco consiguieron comprar pertrechos, ni créditos ni armas en EEUU. Y muchos de ellos fueron liquidados (como las veintenas asesinadas en Topilejo, cerca del DF) Vasconcelos tuvo que exiliarse nuevamente.
Respecto al conflicto religioso, a inicios de 1929 se dio en EEUU el caso insólito de que llega a la presidencia Herbert Hoover, que no era masón ni veía bien lo ocurrido en México, además no era simpatizante marxista ni de su expansión mundial.
El 4 de abril el sacerdote John J. Burke, Sercretario de la Agrupación Católica Nacional Americana, acompñado del embajador Morrow, tuvo una reunión secreta con Calles en San Juan de Ulúa para poner fin a la persecución religiosa y reabrir los templos (Ayer en México, John W. F. Dulles, sobrino de John Foster Dulles, Secretario de Estado con Eisenhower y sobrino de Allen W. Dulles, director de la CIA).
Inmediatamente el gobierno mexicano hizo “aclaraciones” sobre la ley de cultos de forma que sin derogarla, se podían reabrir los templos y … “aquí no ha pasado nada”. Por su parte el Episcopado reanudó los oficios sin que fuera derogada la ley.
Terminaba así la lucha cristera, con un balance de 4.797 cristeros muertos en combate, incluyendo 80 sacerdotes. Se entregaron 14.000 rifles y aunque era un armisticio amistoso, y con amnistía incluida, muchos fueron asesinados según las memorias del general Jesús Degollado Gizar, el último jefe de la Guardia Nacional Cristera.
El presidente provisional, Emilio Portés Gil, bajo cuerda de Calles, se reunió con los masones el 27 de julio de 1929 y les explicó: “yo no podía negar a los católicos de mi país el derecho que tienen de someterse a las leyes … La lucha no se inicia. La lucha es eterna: la lucha se inició hace 20 siglos … En México el Estado y la Masonería en los últimos años han sido la misma cosa; dos entidades que marchan aparejadas, porque los hombres que en los últimos años han estado en el poder, han sabido siempre solidarizarse con los principios revolucionarios de la Masonería” (Revista oficialista “Crisol”, agosto 1929, pg. 116).
Consolidado el régimen, el ex presidente Calles viajó a EEUU. El general y senador Gonzalo N. Santos que iba en su comitiva, al llegar a Laredo (Texas) refiere que saltó la alarma ante una valla de 600 solados EEUU con fusiles, pues en el condado se había dictado, hacía tiempo, una orden de aprisionamiento contra Calles, como responsable del secuestro y asesinato del general Lucio Blanco (residente en San Antonio), el desconcierto fue breve pues el comandante de la tropa acabó explicando que así se rendían honores militares a la alta jerarquía que le correspondía a Calles.
Pero Santos señala que Calles no gozaba en ese momento de ningún puesto público y como militar estaba a disposición, por lo que no le correspondía ningún tipo de honores. Pero los “gringos” se adelantaron a proclamarlo “jefe máximo” dos años antes que los mexicanos.
El 5 de febrero de 1930 D. Pascual Ortiz Rubio tomó posesión como presidente electo. No era exaltado y reconoció el daño que estaba haciendo la Reforma Agraria y la prohibió en las regiones ligadas a explotaciones industriales (algodón, henequén, caña y café), además hizo preparativos para disolver varios templos, con gran disgusto del “ala izquierda radical” del Congreso y del PNR. En una junta en el Palacio Nacional, Calles le reclamó que los católicos “ya se están insolentando” (Memorias, general Juan Andrew Almazán).
Calles quitaba y ponía ministros, Ortiz Rubio se fue sintiendo a disgusto e inseguro por lo que acabó renunciado. Fue sustituido por el general Abelardo L. Rodríguez, pero inmediatamente sintió el veto de Calles en diversos nombramientos y comentó en el senador Santos que no podía impedirlo porque carecía de la fuerza suficiente. Refirió que Calles lo había citado en su casa de Anzures donde se encontró con Morrow, el respaldo de EEUU a Plutarco era evidente. Y Calles seguía desenvolviéndose como “jefe máximo” y en un discurso (Guadalajara, 20 julio 1934) anunció: “que la Revolución entraba en un período revolucionario psicológico, debemos entrar y apoderarnos de la conciencia de la niñez, de la conciencia de la juventud porque son y deben pertenecer a la Revolución … Es absolutamente necesario sacar al enemigo (Iglesia Católica) de esa trinchera donde está la clerecía, donde están los conservadores; me refiero a la educación, me refiero a la escuela”.
Consecuentemente se planteó la reforma del art. 3º constitucional para que la enseñanza fuera socialista, es decir, marxista, pues no había otro tipo de socialismo.
LO MISMO PERO MÁS RÁPIDO.
Calles estimaba a Lázaro Cárdenas desde que había desertado del villismo y lo hizo sucesivamente gobernador de Michoacán; presidente del PNR; Secretario de Gobernación y Secretario de Guerra para lanzarlo luego a la campaña de “candidato único” por la Presidencia de la República de la que tomó posesión el 1 diciembre de 1934.
Entre tanto, en EEUU, había ocurrido un cambio de alcance mundial. El presidente Hoover, ajeno a la logia y desafecto a la URSS, fue víctima de una crisis económica que lo liquidó políticamente. Estaban en su contra los “elegidos” magnates Baruch, Warburg, Goldsman, Schiff, Morgan, Rockefeller, y otros.
Del desastre surgió como presidente Franklin Delano Roosvelt, que militaba en cuatro diversas logias selectas. Roosvelt se rodeó de judíos y personajes simpatizantes con el marxismo como Bernard Baruch, Samuel Rayburn, Adolph H. Sabath, Rosenman, Wise, Untermeyer, Frankfurter, Brandeis, Lehman, La Guardia, Donald Richberg, William Paley, David Sarnoff, Julius Deks Adler, George Backer, Eugene Meyer, Goldwin, Warner y Hise entre otros. Que fueron encaramados a puestos importantes de la administración, finanzas o grandes medios de comunicación. Roosvelt estableció, inmediatamente, relaciones con la URSS.
El nuevo embajador en México fue Josephus Daniels, que en 1914, siendo Secretario de Marina, había dirigido el bombardeo y ocupación de Veracruz, lo que no fue inconveniente para que le dieran el “beneplácito”. Daniels fue para Cárdenas lo que Morrow para Calles.
Calles ya estaba amortizado y no resultaba útil para acelerar diversos puntos revolucionarios. Su largo “maximato” lo había hecho más personalista, estaba desilusionado con la Reforma Agraria y quería su fin, y ya no veía con buenos ojos la infiltración comunista habiendo ordenado la ruptura de relaciones con la URSS.
Cárdenas inicia su mandato dando total apoyo a Lombardo Toledano para que la nueva central obrera (Confedración de Trabajadores Mexicanos) agrupara a la mayoría de sindicatos y trabajadores no sindicalizados (bajo amenaza de cese).
Hubo una etapa de demagogia delirante y se declararon huelgas por doquier (642 en el primer año de gobierno)
Basado en esta agitación, Cárdenas le tendió una trampa a Calles para hacerlo aparecer como enemigo del proletariado y lo expulsó de México junto con el líder del CROM, Luis N. Morones. Calles estaba mal informado del nuevo rumbo político internacional por lo que acusó a Cárdenas de “hablar como cualquier conocido comunista”. Al pasar por Brownsville, horas después de ser desterrado declaró: “nosotros repudiamos el comunismo porque lo consideramos inadaptable a nuestro país, porque el pueblo mexicano lo rechaza” (10 abril 1936).
Y tenía razón, en México no había ni un 0,1% de comunistas. La primera célula comunista se fundó en 1915, pero tras 22 años de beligerancia no había conquistado simpatías prácticamente de nadie. Sin embargo, ya había un poder internacional que apadrinaba la infiltración de dicha doctrina.
Calles sería expulsado del PNR por traidor y dado de baja del ejército.
El país se alegró con el destierro de Calles, pensando en un cambio de rumbo, pero pronto vieron que era otra esperanza fallida. Cárdenas seguía la misma política pero más rápido y con más brío.
Según el general Manuel Pérez Treviño, Cárdenas era simpatizante comunista desde muy joven, aunque lo ocultó durante muchos años. Como presidente se empeñó en crear las bases para que el marxismo fuera peentrando desde las escuelas primarias hasta las universidades, los sindicatos y las agrupaciones campesinas.
Ante la decepción de su política declaró (en Monterrey): “más daño que los comunistas han hecho a la nación los fanáticos (los católicos)” y fue el primero en sostener la tesis de que la iniciativa privada (organizaciones patronales) no deberían participar en la política que debería ser monopolio de los organismos controlados por el régimen tales como la CTM, la CNC, el PNR, sindicatos de lo que fuera e incluso las agrupaciones comunistas.
Negaba a la iniciativa privada mexicana una función que sí otorgaba a los grupos vinculados a Moscú.
Lombardo Toledano gozaba de enorme poder y declaró: “estoy con la Revolución Mundial porque es la causa de la Revolución Mexicana”.
Cárdenas trajo a los peritos: Fernando Wagner, Demetrio Sokolov, Enrique Guttman y Fernando Komosrsky Brod para “asesorar” a la Secretaría de Educación sobre la enseñanza comunista.
En las escuelas públicas era obligado cantar La Internacional y Bandera Roja Triunfará, se imprimían folletos para divulgar las ideas de Marx, Lenin y Stalin.
El texto “Un Grito Proletario” de Darío Marañón ostentaba los emblemas comunistas y masónicos, al tiempo que ridiculizaba a los católicos.
El Manual Práctico de Educación Irreligiosa, de Germán List Arzubide, decía que de un lado estaba el pueblo bajo la bandera roja y que del otro estaban “los extorsionadores, los perennes hartos, los satisfechos y con ellos Dios, el Papa y la clerecía” (La URSS le otorgó la Medalla Lenin, yel
Presidente De la Madrid le entregó un premio de periodismo).
En una circular se recomendaba a los nuevos maestros que saludaran con “salud, camarada” en vez de “adiós” y se prohibía a los militares que entraran uniformados en prostíbulos e iglesias equiparando ambos lugares como infamantes.
Se efectuaban “sábados rojos” en Bellas Artes, en uno de los cuales Manlio Fabio Altamirano dijo que “necesitamos que la juventud no tenga mitos, santos, dioses, ni religiones”.
The New Age, órgano masónico norteamericano, elogió a Cárdenas (cómo solo elogian a uno de los suyos) porque la educación socialista, decía, “es un esfuerzo para formar ciudadanos ilustrados”.
La agitación anticatólica cobró nuevo impulso, no se permitía ejercer a los sacerdotes en Chiapas, Colima, Guerrero, Tabasco, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán, y Zacatecas.
En Tabasco se “socializaron” los cementerios para suprimir cruces y ángeles. Más de 30 templos de este Estado fueron demolidos, incluso la Catedral de Villahermosa.
Un himno decía: “¡Qué alegría que no hay Dios!” Ciento de jóvenes fueron asesinados por oponerse a estas corrientes oficiales (Tomás Garrido Canabal, Salvador Abascal, 1987).
Cárdenas también prohibió a los miembros del gobierno asistir a misa, y lo justificaba así en una antoación de su mano: “la asistencia a actos religiosos de todo funcionario público desorienta al pueblo proletario, que ha visto en el clero el tradicional enemigo de su liberación” (Auntes, Memorias de Lázaro Cárdenas, Tomo II).
Tan sólo en su primer año de gobierno Cárdenas confiscó 298 edificios de templos, orfanatos, conventos, hospitales y asilos católicos. Tanta provocación e ignominia provocó un nuevo brote de rebeldes cristeros en varios Estados, con las consabidas matanzas.
Cuando se filtraron a EEUU algunos de los sucesos que ocurrían en México, el embajador Daniels declaró a Los Ángeles Times que: “propiamente no había vioencia ni comunismo en México, simplemente el pueblo quiere lograr la educación de sus hijos y asegurar la propiedad de la tierra” (14 febrero 1936). Durante la guerra en España Cárdenas envió 20.000 fusiles, y 20 millones de cartuchos para los comunistas.
Y aunque hablaba mucho de libertad creo el monopolio oficial de la PIPSA para controlar el papel de periódico.
En el campo creó éjidos individuales y colectivos en 20 millones de hectáreas, más del doble de todo lo que se había hecho en las últimas dos décadas anteriores desquiciando nuevamente la producción por lo que fue necesario importar víveres. La zona henequenera de Yucatán quedó totalmente arruinada. Los antiguos peones que en una hacienda ganaban de 12 a 15 pesos semanales, vieron reducido sus jornales a tres pesos, como súbditos del Banco de Crédito Ejidal, y cuando estallaron brotes de protesta, Cárdenas ordenó que el ejército los reprimiera.
Inclusó prohibió que los pequeños propietarios pagaran salarios más altos que los del ejido, pretextando que eso provocaba “comparaciones perjudiciales”.
En cuanto al petróleo, Cárdenas contó con la anuencia de Roosvelt para aplicar la ley que Calles había intentado en 1926; hizo valer que el subsuelo pertenece a la nación (lo que ya habían declarado las Leyes de Indias españolas) y decretó la EXPROPIACIÓN de las compañías petroleras con el acuerdo, más bien sugerencia, de Roosvelt. Porque México ya tenía asignada la etapa revolucionaria estatalizadora y los principales afectados eran ingleses y holandeses, y sobre todo porque el trust del “elegido” Rockefeller podría fijar el precio del petróleo y México sería quien tendría que lidiar con las demandas sindicales y la baja productividad (Memorias del general Juan A. Almazán. La Flama. José Vasconcelos).
En sus memorias Cárdenas anotó el 5 de febrero de 1939 que había recibido un mensaje cifrado de Washington, comunicándole que: “Presidente Roosvelt reitera sus simpatías Presidente Cárdenas” Y agregó el comentario de que la crisis por la expropiación “pasó ya” (Apuntes. Memorias de Lázaro Cárdenas).
El general Saturnino Cedillo se sublevó y se fue a la sierra de San Luis, soñando con encabezar un movimiento armado para llegar a la presidencia. Creía que la expropiación petrolera era una coyuntura favorable y comentó con el senador Santos, quien fue a disudirlo: “los americanos, queramos o no, tendrán que ver que Cárdenas es un peligro comunista y para que nos hacemos guajes, le van a quitar los gringos todo el apoyo y él solo se va a caer y a osotros nos encontrarán con la bandera en la mano defendiendo la causa nacional”.
Naturalmente desconocía las fuerzas ocultas que operaban hacía tanto tiempo desde las sombras y pudo comprobar como su agente el ingeniero J. De Jesús Urquizo no lograr comprar ni un fusil en EEUU. Cedillo vagó por las sierras donde enfermó y finalmente fue abatido por las fuerzas que lo buscaban aunque una de sus hermanas afirmaba que había sido un simple asesinato.
La industria petrolera empezó a llenarse de favoritos y perder productividad, la frase oficial de Cárdenas: “hemos logrado para México la independencia económica” suena a algo peor que un sarcasmo.
Con Cárdenas el peso se devaluó (de 3,60 a 5,99 pesos/$), incurrió en sobregiro, aumentó la deuda externa y creó una gran desconfinaza.
Heredó un país que empezaba a ser autosuficiente para su consumo de alimentos y lo entregó con un caos agrícola que hacía necesario importar maíz, trigo, fríjol, y grasas, especialmente de EEUU.
La inflación se disparó bajo su mandato.
La acción anticatólica la fue paralizando a partir de 1938. Roosvelt quería evitar agitaciones de ese tipo para concentrar esfuerzos continentales cara a la IIGM en la que el objetivo principal era salvar a la URSS. Pero la lucha antirreligiosa se continuó de muchos otros formas:
1.- materialismo creciente en los libros de texto.
2.- mayor actividad de misioneros protestantes.
3.- fomento e impulso de democracia-cristiana, progresismo, teología (marxista) de la liberación, (ver hilo Teología (marxista) Liberación), etc.
Con Cárdenas también se dieron los primeros pasos en el capítulo económico de la Revolución Mundial:
a.- se expidió una ley de Nacionalizaciones.
b.- se puso en marcha la Nacional Financiera.
c.- se aumentó el depósito que los bancos privados debían depositar en el banco central. El régimen empezaba a desviar el dinero del erario y de los particulares para absorver empresas privadas, es decir, la estatalización que años más tarde cundiría para hacer más poderoso el régimen a costa de la economía del mexicano.
Evidentemente Cárdenas no era el cerebro de estas maniobras político-financieras, de clara manufactura marxista. Como decía, años antes, el periodista americano Isaac Marusson: “no hay que pensar en ningún momento que los gobernantes mexicanos sean por sí mismos los autores de una política extremista, sino que todos han tenido asesoramiento de socialistas extranjeros”.
6ª Parte : CONTRA UN DERROTERO AJENO.
Aunque todos sus antecesores (desde 1911) cedieron a presiones exteriores si bien presentaron mayor o menor resistencia, Cárdenas les sirvió sin reservas lo que la valió que el embajador Daniels lo equiparara con Juárez.
NINGÚN MOVIMIENTO ARMADO, POR SÍ SOLO, ES UNA REVOLUCIÓN. PARA TENER TAL NOMBRE PRECISA SERVIR A LA CAUSA DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL COMO INSTRUMENTO DEL MARXISMO Y CUYA META ÚLTIMA ES DAR EL PODER Y LAS RIQUEZAS A LA “ÉLITE (judía) DE LOS ELEGIDOS”.
Con esto presente es claro que Madero no era un revolucionario. Inició sí, un movimiento armado, democratizador y cuando se apartó del plan oculto que le habían marcado fue derrocado. Así, atendiendo al significado ideológico del término revolucionario: Echeverría y López Portillo son auténticos revolucionarios, pero no los son Madero, Villa, Caranza, Huerta, etc.
Carranza hizo concesiones en los primeros años de lucha, probablemente para obtener apoyo y armas, pero cuando empezó a anularlas Wilson le hizo perder la presidencia y la vida.
Obregón, era un caudillo pero no revolucionario, tató de afianzarse en el poder sin comprometerse, pero acabó cediendo ante las presiones del Departamento de Estado de EEUU y dio curso a una administración de tipo revolucionario por fases.
Calles continuó ese camino a partir de 1924, y en materia antirreligiosa era un revolucionario nato, pero al cabo de 8 años de poder quiso detener la Reforma Agraria y la penetración marxista y perdió el maximato.
Hasta entonces, durante casi 20 años hubo frecuentes levantamientos porque el curso del “nuevo orden” apadrinado desde el exterior no eran bien conocidos por los políticos en el poder, ni por quienes aspiraban al mismo.
Dicho “nuevo orden” (prescrito por Woodrow Wilson) se terminó de encarrilar con Cárdenas, que estaba entusiásticamente al servicio de la Revolución Mundial en lo antirreligioso, lo agrario y lo económico.
Es evidente que los mexicanos percibieron claramente que la política cardenista era un DERROTERO AJENO y la repudiaron con fuerte oposición, en una variada gama de matices y sectores.
En el inicio del régimen cardenista surgieron los “camisas doradas” o anticomunistas, del general Nicolás Rodríguez, que arrastró a muchos partidarios. Un día fueron tiroteados, se defendieron, hubo muertos y heridos y en base a esto Cárdenas desterró al general y a varios de sus compañeros prohibiendo su agrupación.
A mitad del sexenio surgió el Sinarquismo (con orden, contra la anarquía) que llegó a tener 300.000 miembros, especiamente campesinos y se dotó de organización paramilitar. Sus grandes concentraciones mostraban disciplina en sus marchas de “centurias” y “brigadas”. Usaban brazaletes y cantaban himnos y corridos. Su principal organizador, Salvador Abascal, definía el movimiento como “milicia del espíritu”, con un hondo sentido nacionalista y religioso, es decir, altamente anticomunista.
La UNS (Unión Nacional Sinarquista) fue hostilizada de numerosas formas y tuvo más de 20 muertos. La embajada americana enviaba informes muy adversos a la UNS con una hostilidad que no se empleaba con la violencia del movimiento comunista de Lombardo Toledano (Comunistas de la Oficina de Inteligencia Naval Americana, 15 de octubre 1941, reproducido de Mis Recuerdos, de Salvador Abascal).
Al final del sexenio, el general Manuel Pérez Treviño (que había sido presidente del PNR y del PRM) encabezó un fuerte núcleo político tratando de formar un Partido Revolucionario Anticomunista (PRAC).
El general Joaquín Amaro, ex Secretario de Guerra y Marina lanzó un duro manifiesto diciendo: “debemos extirpar de raíz las tendencias y actos comunistas … característicos del actual régimen … y restablecer la confianza” (7 marzo 1939), pero fue presionado; se le advirtió que le habían descubierto un depósito de armas (real o no) y que sería detenido y procesado. Por lo que se abstuvo de lanzar su candidatura presidencial.
En la campaña de sucesión presidencial se presentaron el general Manuel Ávila Camacho como candidato oficial y el general Andrew Almazán como opositor.
Cárdenas empeñó solemnemente su palabra de que respetaría el voto. El día de las elecciones numerosas casillas se convirtieron en trampas mortales; hubo “brigadas armadas de choque”, robo de urnas, tiroteos, muertos, y se proclamó que había ganado Ávila. La realidad inocultable es que había triunfado Almazán, al menos en el DF. El almazanismo era esencialmente anticardenismo y anticomunista.
Uno de los jefes de la campaña de Ávila, el líder del Senado, Gonzalo Santos, dice que al terminar la votación, Ávila estaba muy deprimido, con lágrimas en los ojos, y que ambos estuvieron de acuerdo sobre el evidente triunfo almazanista en la capital. Santos lo animó diciéndole: “esos votos para Almazán, puede estar seguor que fueron dirigidos contra Cárdenas y también contra la Revolución”.
Varios almazanistas, incluyendo militares y políticos, proyectaron un levantamiento. Ingenuamente contaban con que el presidente Roosvelt, que presumía de demócrata, vería con simpatía una lucha democrática en México. Almazán tuvo en su rancho de McAllen (Texas) un núcleo de futuros rebeldes, pero estaba siendo vigilado muy estrechamente por el FBI, especialmente por el agente Mr. Johns, que le advirtió que no podía contar con suministros, apoyos ni armas de EEUU. Y algunos de los allegados a Almazán fueron liquidados con la “ley de fugas” como el general Andrés Zarzosa, excomandante del 31º batallón de Monterrey.
De EEUU vino una comisión de “legisladores” a dar el “visto bueno” encabezada por el diputado y banquero Richard Kleberg, su secretario Lyndon B. Hohnson luego presidente EEUU, y el senador Harry S. Truman que también alcanzaría la Casa Blanca (e iniciado en la Masonería 36 años antes de llegar a la Presidencia, fue Gran Maestro en el Templo masónico de St. Louis, Missouri. En el siglo XX todos los presidentes EEUU han sido masones, excepto, que se sepa, los presidentes Coolidge, Hoover, Kennedy, Nixon y Reagan).
A la toma de posesión vino otra delegación, encabezada por el vicepresidente Henry Wallace, procomunista, y el archimillonario Cornelius Vandebilt como enviado especial de Roosvelt (la élite estaba presente).
Ya había comenzado la guerra en Europa y Ávila Camacho implantó el servicio militar obligatorio, con vistas a enviar a dicha guerra al menos a 50.000 soldados, con ese propósito llamó al servicio activo al general Roberto Cruz, pero afortunadamente el giro de la guerra ya no hizo necesaria dicha aportación que quedó reducida al envío de petróleo, minerales y el escuadrón 201 (Roberto Cruz en la Revolución Mexicana).
Consecuencia del apaño electoral el mexicano se sintió burlado, perdió la confianza en las promesas oficiales y nació el abstencionismo que ha llegado a ser mayoritario derrotando a todos los partidos juntos. Muchos censuran que millones de mexicanos no acudan a las urnas, pero hay hondas raíces en las amargas experiencias que siguen refrendándose en el presente.
La identidad nacional no principia y termina en una generación, se va rezumando a través del tiempo. Su realidad más íntima es una sutil síntesis de todas las trayectorias históricas. No es cabal un análisis aislado de un momento transitorio de su vida.
LOS MEXICANOS DE 1924 A 1940 LUCHARON, CON FRENCUENCIA SANGRIENTAMENTE, CONTRA LA MARXISTIZACIÓN DEL RÉGIMEN, Y VOLVERÁ A HACERLO CUANDO SE DE LA COYUNTURA ADECUADA. AQUELLAS GENERACIONES CUMPLIERON CON SU DEBER Y DEJARON EN HERENCIA LA PERCEPCIÓN DE QUE NO ES POSIBLE CAMBIAR A UN RÉGIMEN APOYADO POR LA ALTA FINANZA, LA REVOLUCIÓN, EL MARXISMO Y LA ALTA POLÍTICA DE NEW YORK Y WASHINGTON.
Mientras subsista esa situación, lo único viable es tratar de que frene su carrera haciéndole patente que ese no es el camino de México.
UN CAMINO QUE NO ES MEXICANO.
Según la región, época y circunstancias el movimiento revolucionario internacional (“el nuevo orden”) acelera o desacelera, hace una pausa o tranquiliza con retrocesos parciales y transitorios.
Durante el sexenio de Ávila Camacho todas las fuerzas de ese movimiento, con su caudillo Franklin D. Roosvelt a la cabeza, se hallaban empeñadas en salvar a la URSS de Alemania.
En el siguiente sexenio, el licenciado Miguel Alemán, también pudo desembolverse pacíficamente porque las fuerzas internacionales aún estaban centradas en someter a los países de Europa y Asia al dominio comunista.
En el sexenio de Ruiz Cortines la misión fue proteger a los guerrilleros comunistas de Castro para que se entrenaran, armaran y zarparan hacia Cuba para derrocar al corrupto Batista como dispuso el Departamento de Estado de EEUU.
Luego, con López Mateos se impulsó la fase revolucionaria de restringir la iniciativa privada y aumentar el poder del régimen mediante la estatización. Se estatalizaron los cines, plantas eléctricas, etc. se compromotieron fondos del erario para que el gobierno se hiciera empresario sin beneficio, más bien al contrario, para el país.
En el turno de Díaz Ordaz que no era afecto a acelerar el proceso revolucionario, incluso se resistió, se le montaron motines (1968) que le advirtieron que debía dejar paso a una “nueva era de progreso”.
Así, a partir de 1970 se aceleró el proceso estatizador consumiendo mares de recursos económicos mexicanos, colosales préstamos exteriores, con el resultado de que el régimen se ha hecho con más del 75% de los recursos económicos del país. Se ha fortalecido a costa de hundir el nivel económico del pueblo mexicano, consiguiendo uno de los principales fines marxistas.
En el barullo de la crisis y con la nacionalización de la Banca (1982) se dio el aldabonazo de reformar (a espaldas del pueblo) los artículos constitucionales: 25, 26, 27 y 28 para completar el monopolio estatal sobre las áreas económicas.
El art. 25, casi idéntico al 16 de la constitción castrista, concede al régimen un PODER ABSOLUTO sobre “producción, distribución y consumo de bienes y servicios”.
El 26 y 27 completan el anterior y dejan en manos oficiales la decisión de “imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público”, interés público que dicta el propio régimen.
El 28 establece, paradójicamente, que “no se constituirán monopolios” excepto los gubernamentales.
Respecto a las leyes se basan en convertir el país en un estado marxista. Todas las libertades están emplazadas a graduales restricciones tras haber nacionalizado desde cines a plantas eléctricas, desde las tierras ejidales hasta las conciencias infantiles y de la juventud.
Ese es el plan internacional, canalizado a través de logias selectas. El que haya logias de tercera categoría, con insignificante relieve, ha dado pie a la falsa creencia de que la masonería carece de importancia. Los que dicen esto desconocen que los Altos Mandos Masónicos además de secretos no se interesan en “infanterías” de masa, de las que raramente se promueve a alguien a un rango significativo.
La “dirección económica” no se limita a regir la economía, se trata de apoderarse de ella y manejarla como algo propio (del grupo gubernamental) con METAS POLÍTICAS NO ECONÓMICAS, por eso no importa cuando se derrochan monumentales recursos.
Por eso se da la paradoja de que el Plan Marshall (30.000 millones $ de la época) sirivó de base para la reconstrucción de industrias, carreteras, ferrocarriles, presas, aeródromos, ciudades, etc. de la Europa desvastada por la IIGM. Pero el régimen revolucionario mexicano ha dilapidado 87.000 millones $ en los últimos 17 años de nacionalizaciones, y en vez de resurgir el país, se ha arruinado la producción, los servicios públicos, y el poder adquisitivo del pueblo como jamás se había imaginado nadie.
Un ejemplo de la inflación espeluznante sufrida es:
kilo de carne 1968: 18 --> febrero 1987: 3.500
litro aceite 8 -->,980
kilo azúcar 1,6 --> 230
kilo pan 0,1 --> 26
kilo tortillas 0,3 --> 130
litro gasolina 0,8 --> 155
auto wolkswagen 26.000 --> 5.600.000
vuelo México-Monterrey 930 --> 112.500
La mala administración se hizo sentir en todas las facetas: tala de bosques, erosión del campo, sequía de lagos y ríos, contaminación ambiental, emigración de “ilegales”, sobrepoblación de ciudades con la miseria de campesinos que huyen del campo, etc.
Y la realidad se trata de maquillar con palabras y frases como: “la luz es nuestra”, “el petróleo es nuestro”, “las líneas aéreas son nuestras”, “los bancos son nuestros”, … casi todo es nuestro pero la amarga realidad es que ni siquiera el camino que seguimos es nuestro.
NO ES OBRA DEL PUEBLO.
Todo lo ocurrido no es obra del libre albedrío de los mexicanos. El endeudamiento de 110.000 millones $ no fue obra suya. Ni intervino en su gestión ni se apropió de ese montante. Todo se ha planeado y ejecutado en las altas esferas, en forma secreta y sin consulta pública, incluso sin informar de nada al pueblo.
No puede decirse que el mexicano haya querido llegar como naúfrago al precario presente, se le ha ido empujando a parajes que repudia, sufriendo a lo largo de su historia a veces con rebeldía activa en ocasiones sin enterarse, en ocasiones con dolorosa resignación por no poder hacer otra cosa.
Diagnosticar bien el mal es el primer paso para curarlo. El rumbo seguido y no deseado, cautivos de decisiones ajenas, es menester conocerlo para ubicarse correctamente, orientarse y tener esperanza pues la mayor parte del mal que padecemos no alienta en nuestra esencia.
La destrucción del Imperio Mexicano en 1823 fue decidida y alentada desde el extranjero, al igual que la lucha contra lo hispano, así como las guerras “federalistas” y “centralistas” que nos debilitaron hasta que no pudimos evitar la amputación territorial, al igual que la costosa Reforma, así como la penetración materialista del darwinismo y positivismo, así cmo los destrozos morales y económicos de la lucha de 1910, así como las crisis actuales. Nada de todo esto tuvo ni tiene inspiración mexicana.
Ha dejado de ser un secreto que la Revolución fue promovida y apoyada desde el extranjero, subvencionada, financiada con armas aunque realizada de buena fe por algunos mexicanos más la ignorancia del resto.
En 1959 Vasconcelos reconoció “Madero nos engañó a todos … no vimos, no quisimos admitir, que si los EEUU no hubiesen estado cansados del porfirismo, la Revolución no habría empezado. Actualmente habita dentro de nuestro territorio (referido a 1929) más agitanción e inquietud” (La Flama de José Vasconcelos).
De sus dos promesas iniciales, la Revolución no ha cumplido ninguna. Ni el “sufragio efectivo” que ha quedado sin efecto, ni el de la “no reelección” pues el sistema se autoreelige sin cesar, y tiende a perpetuarse.
La influencia negativa revolucionaria es tan devastadora que rige el presente pero también se va extendiendo hacia el futuro de las nuevas generaciones, confiscándoles, de antemano las posibilidades de adquirir casa, autos, y cualquier bien o servicio.
Todo eso no es lo que querían ni quieren los mexicanos. No está conforme con ello pero carece de fuerza y medios organizados para impedirlo. Es una sociedad cautiva en los apartados más importantes y decisivos de su nación.
Es injusto achacar los males del país a la “indiferencia” o “indolencia” del mexicano. En gran parte sabe y/o siente que carece de los medios y organización para modificar el curso impuesto por una administración poderosa, en armas y medios económicos y de otro tipo, que además está apoyada por un poder internacional aún mayor.
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