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Tema: La secta de los asesinos

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    La secta de los asesinos

    La secta de los asesinos



    Los Hashshashin fueron una secta disidente de los Ismaelitas nacida en torno al siglo XI en el actual Irán. Llegaron a asesinar líderes enemigos muy protegidos lo cual creó la leyenda de que nadie podía escapárseles. Su modo de operar era casi siempre el mismo, asesinaban a su víctima en público en presencia de mucha gente y además desde una corta distancia. Este modus operandi implicaba la muerte segura del asesino pero no importaba el paraíso le estaba esperando y la propaganda garantizada.

    Aunque la secta era conocida desde el siglo VIII, la fundación de los Asesinos se acostumbra a fijar en 1090, cuando Hasan-i-Sabbah , estableció su baluarte en la fortaleza Alamut. Hasan había nacido en Irán en torno al 1034, su padre lo había educado en el Chiismo aunque poco a poco se fue alejando de la ortodoxia y acabó abrazando el Ismailismo dentro del cual se llegaría a convertir en un misionero importante que visitaría numerosas ciudades en Persia, Azerbaiyán y Siria, recalando finalmente en El Cairo, donde el Ismailismo era la religión oficial.

    Su estancia en esta ciudad está rodeada de misterio y leyenda, pero parece ser que llegó a ocupar un puesto de alta responsabilidad, quizás Jefe de la Inteligencia. Pero cuando estalló un conflicto por la sucesión Fatimita, Hasan escogió el bando perdedor, por lo que tuvo que acabar huyendo. Fue entonces cuando junto con sus seguidores se apoderaró de la Fortaleza de Alamut (Castillo de la Muerte en Persa), un lugar ideal situado en la cima de una montaña 2,100 metros de altura casi inexpugnable.

    Hasan viviría recluido en sus aposentos dentro de la Alamut el resto de su vida, 35 años, dedicado a la oración, al ayuno, al estudio y a la propagación de la doctrina Nizarí. A parte de un conocimiento profundo del Corán, también tenía conocimientos en matemáticas, alquimia y astronomía. Llevaba una vida austera e imponía un estricto código de conducta entre sus seguidores. Se dice que ejecutó a su propio hijo por beber vino por lo cual no es de extrañar que otros seguidores fueran ejecutados sólo por tocar la flauta.

    Con el tiempo pasarían a controlar más fortalezas en Irán y Siria, siempre situadas en lugares poco accesibles y bien provistos de fuentes de agua y alimentos. Desde estos lugares, los ismailíes extendieron su predicación lo cuál fue visto como una amenaza por la dinastía turca de los selyúcidas, que en aquel tiempo controlaban Irán, por lo que no tardaron en emprender acciones militares contra esta secta, aunque con escaso éxito. Como represalia los Asesinos empezaron con su estrategia de asesinatos selectivos contra los dirigentes políticos y militares selyúcidas.

    Esta estrategia de asesinatos políticos había comenzado tiempos antes, como venganza contra los Fatimitas de Egipto y los tradicionales enemigos de los chiitas, los sunitas. Una de sus primeras víctimas había sido el visir Nizam al-Mulk en 1092. Le seguiría en 1094 el califa fatimí Al-Mustansir, cabeza del Ismailismo lo cual provocó un guerra de sucesión entre su hijos Al-Musta’li y Nizar. Los ismaelitas de Irán liderados por Hasan-i-Sabbah apoyaron a Nizar, por lo que a partir de este momento serían también llamados Nizaríes, mientras que la mayoría de los Ismaelitas apoyarían a Al- Musta’li, la ruptura entre ambos grupos fue definitiva, y convirtió a los Nizaríes en un grupo aún más minoritario.

    Como asesinos eran meticulosos, especializados en el asesinato de una única persona, sin causar víctimas inocentes. Para sus acciones siempre escogían sitios públicos ante multitud de testigos, la propaganda de la acción estaba asegurada. Como hemos dicho, típicamente el asesinato se llevaba a cabo a corta distancia, usando una daga o similar, jamás usaban veneno u otras armas que hubieran podido ofrecer más posibilidades de escapar vivo al enviado.

    Estos asesinatos en los que el asesino se dirigía a una muerte segura hacían crecer las teorías y leyendas sobre las tácticas que empleaban para inducir a los guerreros a cometer sus crímenes. Una de estas leyendas afirmaba que se hacía creer al futuro asesino que estaba a punto de morir, muy probablemente mediante el uso de hachís para luego hacerlo despertar en un jardín rodeado de vírgenes, vino y suntuosos manjares. El guerrero creía que había subido al cielo y que Hasan-i-Sabbah era un representante de Dios, bastaría con seguir sus órdenes para regresar al paraíso, pero esta vez para toda la eternidad.

    Otra leyenda que comparte ciertas partes con la anterior, sostendría que los futuros asesinos eran traídos a Alamut con una edad temprana, pasando toda su vida en jardines paradisiacos drogados con hachís, según esta versión Hasan-i-Sabbah también jugaría el papel del emisario divino en la Tierra. Todo seguiría así hasta el día que repentinamente serían sacados de “este paraíso” al que sólo podrían volver si cumplían la misión que Hasan les encomendara.

    Existen numerosos casos, aunque tal vez sean más leyenda que realidad, en el que los asesinos antes de actuar avisaban a sus víctimas. Una mañana la víctima despertaba con una daga en su almohada lo cual era una clara indicación que la jamás volvería a estar a salvo, los Asesinos se habían infiltrado en su círculo más cercano, así que sería mejor que dejase lo que fuese lo que había enfrentado con los Asesinos si quería continuar viviendo.

    Realmente estas como la mayoría de teorías sobre los Hashshashin no se pueden corroborar con ningún tipo de prueba histórica. La mayoría de estas historias nos han llegado a través de sus enemigos o de Marco Polo, que supuestamente visitó Alamut en 1273, aunque se cree más probable que a él la historia le llegara de forma indirecta a través de los mongoles, ya que para la supuesta fecha de su visita el baluarte ya haría dos décadas que habría caído.

    En tiempos de las Cruzadas, tomó el liderazgo de la secta otro líder carismático y misterioso, llamado Rashi ad-Din Sinan, y apodado por los cruzados “Velutus de Montanis” (Viejo de la Montaña). Es legendario su enfrentamiento conSaladino, al que intentó asesinar en al menos dos ocasiones. Saladino como represalia decidió poner cerco a Masyaf, la fortaleza de Rashid. Se dice que una mañana al amanecer Saladino se despertó con la habitual “tarjeta de visita” de los Asesinos, una daga y unos pasteles envenenados sobre su almohada, tras este “susto” Saladino cambió radicalmente de actitud y decidió negociar con los Hashshashin y abandonar el cerco aceptando la autoridad de los Hashshashin sobre sus castillos.

    La relación con los cruzados fue un tanto peculiar llegando a ser aliados, aunque nunca muy de fiar, se dice que incluso los Asesinos intentaron negociar su conversión al cristianismo, aunque se desconoce si por convicción o conveniencia. Uno de sus acciones más importantes de esta época fue el asesinato de el Rey de Jerusalén, Conrad of Montferrat en 1192, no se sabe muy bien si por encargo del Ricardo Corazón de León o Saladino. Los asesinatos por encargo de sus “aliados” eran habituales, años más tarde, en el 1214, asesinarían al Patriarca de Jerusalén, se cree que que por encargo de los Caballeros Hospitalarios que querían que pareciera una acción musulmana.

    Los Hashshashin fueron hábiles y supieron aprovechar las rencillas entre sus enemigos: Cruzados, Fatimitas y Sunitas, importunando a unos y a otros pero jamás siendo la principal amenaza de nadie. Mientras sus enemigos tuvieran otros enemigos más importantes ellos podrían sobrevivir. Esta estrategia sutil y hábil les permitió sobrevivir casi 200 años, pero un error era inevitable y finalmente llegó durante el siglo XIII, cuando decidieron asesinar a un hijo de Genghis Khan, Jagati, que gobernaba una parte de Persia y que había prohibido algunos rituales Ismaelitas. La represión mongola fue brutal y en 1256 la fortaleza de Alamut fue arrasada perdiéndose su valiosa biblioteca.

    Muchos Nizaríes fueron masacrados y los que consiguieron escapar se dispersaron por Asia: India, Afganistán y los Himalayas, lugares donde han sobrevivido discretamente como pequeñas comunidades hasta nuestros días aunque sus prácticas y poder político poco tengan que ver con los tiempos de su época dorada de Alamut.
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

  2. #2
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    Respuesta: La secta de los asesinos

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    EL VIEJO DE LA MONTAÑA Y LOS HASHASHIM

    Hace mucho, mucho tiempo dos hombres conversan en las almenas de un castillo medieval de nombre Alamut, "el nido del águila"– que se erige majestuoso sobre las montañas del mazico de Elburz, en Persia.
    Uno, es el representante personal del Califa y quien le habla es Hassan, hijo de Sabbah, jeque de las montañas y líder de "los hashashin".
    – ¿Ve usted al centinela que se encuentra sobre aquel torreón?
    dijo Sabbah haciendo una señal. La figura del torreón, de túnica blanca saluda y luego, sin dudarlo, se arroja a los abismos que rodean la fortaleza.
    – Tengo a cuarenta mil hombres y mujeres a lo largo de Asia. Y todos preparados para hacer por mí lo que acaba de ver. ¿Puede su amo, Malik Shah, decir lo mismo? ¡Y él pide que le rinda pleitesía! Ya ha visto mi respuesta. ¡Márchese!...........

    Corría el año 1092 y esta escena, que parece producto de la imaginación, ocurrió en realidad. La forma en que este hombre y sus seguidores llevaron el miedo a los corazones de los hombres desde el Mar Caspio hasta Egipto, es uno de los episodios más extraordinarios de todos los tiempos.
    El grupo de los Nizaríes, en origen, no era más que una comunidad de partidarios del ismailismo en Irán, es decir, una secta minoritaria del chiísmo, a su vez, minoritario en un país eminentemente sunní. El gran centro de poder ismailí era el califato Fatimí con sede en El Cairo. En 1090, para ponerse a salvo de las persecuciones, y dirigidos por el carismático Hasan al-Sabbah, tomaron la fortaleza de Alamut, una posición inexpugnable en las montañas, al sur del Mar Caspio.
    Aunque su principal y más conocida sede era Alamut, poseían muchas otras plazas fuertes en Irán y Siria, de modo que conformaban una red cohesionada y bien comunicada, a la que algunos autores califican de Estado. Los castillos nizaríes eran difícilmente conquistables: se construían en lugares poco accesibles, aprovechando accidentes del terreno, y solían estar bien provistos en cuanto a fuentes de agua y alimentos. Desde estos lugares, los ismailíes extendieron su predicación por Irán y Siria, lo que fue visto como una amenaza por los sultanes de la dinastía turca de los selyúcidas, que controlaban Irán. Emprendieron varias acciones militares contra los ismailíes, que no tuvieron gran éxito. En revancha, los ismailíes emprendieron su estrategia de asesinatos selectivos contra dirigentes políticos o militares. Una de sus primeras víctimas fue el visir Nizam al-Mulk en 1092.

    También fueron víctimas de la secta el califa abbasí Al-Mustarshid, y más tarde su hijo Al-Rashid. La gran mayoría de sus víctimas fueron musulmanes, y quizá por eso la mayor parte de los datos manejados tradicionalmente en Europa sobre los asesinos no proceden de fuentes cristianas directas sino sobre todo de una indirecta y dudosa: el mismo Marco Polo.
    El viajero veneciano habla de los nizaríes en sus relatos de viajes, y asegura haber visitado Alamut en 1273, lo cual es obviamente falso, ya que la fortaleza fue destruida en 1256 por los mongoles. De Marco Polo procede también la leyenda de los guerreros drogados con hachís en el falso paraíso. Un siglo antes, un viajero menos conocido, el judío navarro Benjamín de Tudela, menciona la secta de los asesinos y a un jefe llamado "el viejo".
    Hombre de negocios, erudito, hereje, místico, asesino, asceta y revolucionario, Hassan Bin Sabbah nació en Persia (Irán) alrededor del año 1034. De niño, quien luego declararía ser la encarnación de Dios en la Tierra, era un estudiante de teología, un talibán.

    Sabbah disfrutó de una educación privilegiada para su época, compartiendo el mismo maestro –a cuya elevada meta traicionó– con personajes de la talla de Nizamul Mulk (futuro visir del sultán de Persia) y Omar Khayyam (gran poeta, astrónomo y matemático).
    En su juventud, viajo a Egipto, donde abrazó la doctrina chiíta. Aprendió a cuestionar el dogma islámico y comprendió que el mundo se transforma mediante acciones. Esta revelación serviría más adelante como modelo para la estructura de la organización de los hashashins –palabra árabe de la que derivaría el término "asesinos".

    Sin embargo, Sabbah tuvo que abandonar precipitadamente Egipto por problemas políticos, recalando en Persia. Mientras buscaba una residencia permanente, encontró una fortaleza aislada en lo más alto de las montañas de la ciudad de Qazwin. Este castillo, llamado Alamut, era la plaza fuerte ideal para albergar la nueva secta que Sabbah estaba a punto de formar: los ismaelitas nazaríes (conocidos posteriormente como hashashins).
    Pero también para crear junto a sus muros el "jardín legendario de los placeres terrenales", una especie de "paraíso de Alá" que desempeñaría un papel muy importante en los ritos iniciáticos de los hashashins.

    El investigador Robert Wilson nos describe en que consistía dicha ceremonia:
    El joven era llevado inconsciente al jardín, después de haber ingerido una potente poción cuyo principal ingrediente era el hachís. Cuando despertaba de su sueño, el acólito se encontraba con un grupo de bellas mujeres que le recibían entre bailes y canciones. Mientras el atónito joven aún intentaba reponerse de su asombro, las muchachas comenzaban a proporcionarle toda clase de placeres sexuales.
    Este era el prólogo de una estancia que duraba varios días en aquel paraíso terrenal que aseguraba a Sabbah la lealtad absoluta de su nuevo seguidor, ya que, con el "jardín de Alá" como premio, sus órdenes serían acatadas sin reparos……..posteriormente era drogado de nuevo y despertaba por fin entre el resto de soldados.
    Hassan Bin Sabbah era un gran alquimista y estudioso del sufismo, de modo que parte del "plan de estudios" iniciáticos para los futuros hashashins implicaba el dominio de métodos ocultos para alcanzar planos más elevados de consciencia. Por supuesto, también aprendían cómo matar eficazmente usando el veneno o la daga.
    Los iniciados eran entrenados en el conocimiento de idiomas, así como en el modo de vestir y comportamiento de comerciantes, monjes o soldados. También se les enseñaba a hacerse pasar por creyentes y practicantes de religiones más importantes. De este modo, un asesino podría fingir ser cualquier persona, desde un hombre de negocios cristiano hasta un místico sufí.
    Los fidais (ángeles destructores) tenían un voto de obediencia absoluta y estaban dispuestos a llevar a cabo cualquier atrocidad que su amo exigiera de ellos, incluyendo el suicidio. Vestían túnicas blancas con fajines y turbantes rojos: colores que representaban la inocencia y la sangre…..

    La secta convirtió el asesinato en una forma de arte, perfeccionando muchas aplicaciones fatales de la daga (que habitualmente impregnaban con veneno). Pero no estamos hablando de criminales sanguinarios ansiosos por alcanzar su objetivo a cualquier precio, sino de intelectuales que preferían utilizar la persuasión en lugar de la violencia. Y según se cuenta tenían prohibido derramar sangre inocente.
    Sin embargo, a medida que sus hazañas culminaban en éxitos, el comportamiento de Hassan Bin Sabbah fue haciéndose más y más misterioso. Después de afianzarse en Alamut, vivió el resto de su vida encerrado en la fortaleza. Se dice que abandonó sus aposentos sólo dos veces durante este período. Era un asceta, un místico que escribió un buen número de tratados teológicos. Sus ambiciosos y secretos planes, más que a la avaricia o a la megalomanía, se debían a su fanática devoción ismaelita.
    Fue Marco Polo quien popularizó en Europa la leyenda del origen del nombre de Asesinos con el que la secta pasó a la historia en occidente. El término asesino, que hoy es una palabra común, procede del árabe hashshashín, que literalmente significa "consumidores de hachís". Este término, al igual que como muchos otros datos sobre la secta, procede de sus numerosos enemigos, ya que la mayor parte de la documentación nizarí fue destruida con el castillo de Alamut.

    Los homicidios políticos practicados por los nizaríes pretendían ser ejemplificadores y se hacían a plena luz del día, cuando la persona objeto del atentado estaba rodeada de público, lo que suponía que el asesino era capturado y ajusticiado invariablemente tras cometer su asesinato. La leyenda atribuye el arrojo y el encarnizamiento de los homicidas, que sabían que no saldrían vivos de su acción, al consumo de hachís, o quizá de otras drogas llamadas genéricamente por este nombre.
    La palabra hashshāshīn, plural de hashshāsh, pasaría a las lenguas europeas como asesino, con el significado de "homicida". Algunos autores, como Amin Maalouf, contestan a esta etimología, y dicen que la palabra procede de asāsiyyīn ("fundamentalistas").
    El término nizaríes es quizá el nombre más neutro. La secta solía llamarse a sí misma al-da'wa al-yadīda (الدعوة الجديدة), que en árabe significa "la nueva predicación" o "nueva doctrina"), y los que realizaban acciones armadas se llamaban a sí mismos fedayín (fidā'iyyīn, plural de fidā'ī), esto es, "los que están dispuestos a dar la vida por una causa".
    Hassan exigía a sus seguidores una dedicación constante. Era tan severo que hizo ejecutar a sus dos únicos hijos: uno por beber alcohol, y el otro por cometer un asesinato que no había sido ordenado.

    El "Viejo de la Montaña" murió en 1124, a la edad de 90 años. Al haber matado a sus herederos potenciales, designó a dos generales para continuar su obra. Uno asumió el control de los elementos místicos de la orden, mientras que el otro se encargó de los asuntos militares y políticos. Los hashashins sobrevivieron más de 100 años tras la muerte de su líder, pero Alamut fue conquistado, en 1256, por Halaku Khan, hijo de Gengis Khan.

    Tras su caída, unos centenares de hashashins lograron mantener la orden en estado latente. En la actualidad, los ismaelitas aún existen y son liderados por el Aga Khan, una de las figuras más progresistas del Islam.

    La secta que creara Bin Sabbah tuvo un impacto significativo en todas las sociedades secretas que vendrían después. Durante las cruzadas, los hashashins lucharon a favor y contra los cristianos, según beneficiara a sus planes. Consecuentemente, los cruzados importaron a Europa los métodos de los asesinos, que servirían como modelo de numerosas sociedades secretas occidentales. Los templarios, el Priorato de Sión, la francmasonería, los rosacruces... parecen deber su eficacia organizativa al trabajo de Hassan. De hecho, los célebres Illuminati tuvieron su origen en el aspecto místico de la orden hashashin, como analiza brillantemente Tim O’Neill en un capítulo del libro 'Apocalipse Culture'

    Los servicios de inteligencia, las modernas "sectas de asesinos", han incorporado muchas de las técnicas de los hashashins a sus metodologías. En un manual de entrenamiento de la CIA titulado 'Un Estudio del Asesinato', se pueden encontrar rastros de la influencia de los asesinos en todas partes. Incluso se menciona expresamente a Bin Sabbah en dicho documento.
    Osama Bin Laden y su banda de guerreros fanáticos son una versión contemporánea de Hassan Bin Sabbah y su orden de asesinos. Su escondrijo en las montañas de Afganistán es un recordatorio de la plaza fuerte del Alamut, también ubicada en montañas de muy difícil acceso.
    Como Sabbah, Bin Laden ha educado a sus guerreros para que acepten la muerte, sin dudas ni vacilaciones, como parte de un programa político revestido de contundentes lemas religiosos que se encuentran afortunadamente muy alejados de lo que representa la corriente mayoritaria del Islam. Las creencias de Bin Laden tienen su fiel reflejo en las enseñanzas de Wahhabi, desviación fanática de la providencial tolerancia mostrada históricamente por el Islam Sunni.


    La puritana versión Wahhabi del Islam es un movimiento sectario que emergió de una región remota de Arabia en el siglo XVIII y que cobró nuevos bríos a principios del siglo XX, con la fundación del Reino Saudita. Según Ibn Khaldun, el gran historiador musulmán del siglo XIV, un tema recurrente en la historia musulmana es el asalto periódico a la civilización islámica por parte de los primitivos nómadas del desierto. El wahhabismo es un claro ejemplo de esta circunstancia. El propio Bin Laden –al romper con su origen saudita y todo lo que representa– confirma la teoría de Ibn Khaldun acerca de la lucha cíclica entre los habitantes del desierto y los que han preferido una cultura sedentaria instalándose en las ciudades.

    Las posturas de Bin Laden no son en absoluto representativas del mundo musulmán y han hecho un daño inmenso al Islam y a la civilización que representa. Sin embargo, quienes opinan que la muerte de Bin Laden es la solución a este problema deberían asumir algunas enseñanzas de lo ocurrido hace casi mil años en la fortaleza de Alamut.
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

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