DON MIGUEL DE UNAMUNO, CORONEL DEL REQUETÉ
Miguel de Unamuno
EL TRADICIONALISMO EMERGENTE DE UNAMUNO EN LOS ÚLTIMOS MESES DE SU VIDA
El falangista Eugenio Montes Domínguez (1900-1982) tuvo un cordial trato con D. Miguel de Unamuno. Al menos así fue -según fehaciente testimonio- durante los meses críticos que van de julio a diciembre de 1936. Y a Eugenio Montes se lo leí, sí: Unamuno... Coronel carlista. Sin que ahora recuerde con exactitud el pasaje (concédame esta licencia el lector). ¿Cómo fue eso?
Sabido es que el polémico D. Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936) residía en Salamanca cuando en esas estalló el conflicto. De todos es conocida la anécdota -propalada por las izquierdas con el avieso propósito de difamar la memoria de Millán Astray; nos referimos, como es obvio, al famoso enfrentamiento que se produjo entre el escritor vasco y el fundador de la Legión. Y todo aquello se armó a cuentas del grito de exaltación tanática de Millán Astray. Unamuno, viejo y con el pie en el estribo, reaccionó contra aquel grito legionario de "¡Viva la muerte!", pues no tuvo que hacerle ni pizca de gracia a quien mascaba la muerte a lo largo de toda su vida.
El incidente tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, el día 12 de octubre de 1936. Pero como Unamuno había brindado su apoyo intelectual al Alzamiento Nacional del 18 de julio, los manipuladores de la Historia quieren presentarnos este enfrentamiento como la ocasión oportuna en que para Unamuno se produjo una inflexión y, así, por magia borragia, el eminente intelectual podría ser recuperado por las izquierdas antifranquistas, ocurriendo, a causa de dicho episodio, la ruptura de Unamuno con la causa nacional. Si en principio el intelectual bilbaíno se había adherido a los sublevados (algo que causa horror a los biempensantes y que no pueden digerir), después de aquella zapatiesta que se montó, Unamuno (remachan los antifranquistas de convicción o conveniencia) se convirtió -arrepentido- a los postulados que sostienen los enemigos de Franco. Todo esto es, como comprenderá el lector, muy difícil de saber a ciencia cierta (tendríamos que haber estado en la conciencia de Unamuno o tendríamos que cotejar el testimonio que pudo dejar por escrito).
Como no es el caso de estar nosotros en disposición de resolver esta incógnita ideológica tan particular, tenemos que remitirnos a lo poco que sabemos de aquellos días y, en ese sentido, sí que existen documentos de personas que vivieron en Salamanca por aquellas calendas y que contribuyen a hacernos idea de lo que pasaba por la mente de Unamuno. Es el caso -no es el único- de Eugenio Montes. De lo que dan fe todos esos testigos es que, al margen del encontronazo con Millán Astray, Unamuno siguió en compañía de jóvenes que militaban contra la 2ª República: fueron falangistas los que llevaron su ataúd al hombro. Y en aquellos meses postreros de su vida, falangistas -como el mismo Montes, también parece que algunos requetés- frecuentaron el trato con el viejo Rector de la Universidad de Salamanca.
Eugenio Montes nos ha revelado que, a diferencia de lo que podríamos imaginarnos, Miguel de Unamuno era muy poco popular en Salamanca. Y esa soledad no había sido decretada a raíz de aquel lamentable suceso del 12 de octubre de 1936, pues cuando todavía Unamuno podía pasear por Salamanca -antes de aquella diatriba con Millán Astray- Unamuno estaba solo: "...en verdad los salmantinos le hacían muy poco caso. Ni siquiera le quitaban el sombrero." -dice Montes.
Sin embargo, cuenta Montes que había un cabo andaluz que, cuando divisaba la noble figura del vasco, salía de la garita y se le cuadraba, haciéndole saludo militar y diciéndole las más de las veces:
-Tenga usted buena tarde, señor coronel.
A Unamuno aquella cortesía del andaluz y aquel respeto militar lo confortaban de tanta incomprensión e indiferencia. Y le confió Unamuno a Eugenio Montes que aquel cabo andaluz estaba absolutamente convencido de que Unamuno era un viejo coronel carlista retirado. Ni figura ahidalgada le faltaba a quien llevaba en la cara el sello de la noble estirpe vasca que, en aquellos tiempos, era afamada por ser mayoritariamente carlista... Y tampoco podía faltarle casta de carlista a quien escribió la mejor novela sobre la tercera guerra carlista de todas las escritas: "Paz en la guerra".
La coronalía carlista de Unamuno es, por lo tanto, una simpática anécdota. De esas que Unamuno, el incorformista vitalicio, denominaría "intrahistórica". Pero lo que más tiene que hacernos pensar es que el mismo Eugenio Montes -falangista, no carlista- nos revelara que Miguel de Unamuno y Jugo, en sus últimos meses de vida, tenía siempre en los labios este trilema:
DIOS, PATRIA Y LEY
"...en un tris de pronunciar R por L" -añade Montes.
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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