La campana de Velilla
En muy antiguos y desconocidos tiempos, pero antes de la venida de los sarracenos, llegó la campana del Milagro a la costa mediterránea cerca de la desembocadura del Ebro y las gentes del contorno se vieron sorprendidas porque flotaba sobre el mar pese a su peso y llevaba consigo dos velas encendidas. Trataron de sacarla del agua, pero cuantas veces se acercaban a ella se hundía y emergía de nuevo cuando abandonaban la empresa. De esta forma comenzó a remontar el río contra corriente, salvo cuando los ribereños intentaban tomarla, porque entonces se sumergía. Así llegó a Velilla (Zaragoza), donde se detuvo; pero nuevamente se hundía o sobrenadaba según que los hombres se acercaban con garfios para sacarla del agua o bien abandonaban el empeño. No obstante, no se movía del lugar, como si estuviera decidido que allí quedase, hasta que se aproximaron dos doncellas y no hicieron más que poner sus manos sobre ella, cuando se elevó sobre el lecho del río, posándose en la orilla. Cayeron todos de hinojos, llevaron la campana hasta el punto donde después estuvo y le tributaron desde entonces un verdadero culto.
Comenzó la campana a obrar prodigios, sonando sola y provocando el miedo de las gentes ante las desgracias que anunciaba y la devoción y respeto de cuantos la veían tañer sin que nadie la tocase explicándose fantásticamente para unos por ser obra de campaneros godos, para otros creación de San Paulino de Nola a quien se atribuyó la invención de las campanas y generalizador de su uso, sin faltar quienes aseguraron que la habían recibido los monarcas aragoneses como especial privilegio para que tuvieran aviso de su próxima muerte, muy en relación con las devociones suasorias como la de San Pascual Bailón que avisaba igualmente a sus devotos.
Se dice que en el año 711 la campana comenzó a tañer sola… poco tiempo después se anunciaba la llegada de los árabes a España. Hacia 1435 volvió a tocar dos veces: la primera avisó de que la flota de Alfonso V el Magnánimo había sido derrotada en Ponza (Italia) y la segunda de que el rey había obtenido la libertad tras la batalla.
Repicó el 17 de septiembre de 1485, anunciando el asesinato del inquisidor de Zaragoza, Pedro Arbués; el 22 de enero de 1516, con motivo de la muerte de Fernando el Católico; en 1539, pregonando el fallecimiento de la emperatriz Isabel de Portugal; y en 1578, pro proclamando la defunción del rey Manuel de Portugal.
La última vez que se oyó tañer a esta singular campana fue el 12 de abril de 1686, durante el reinado de Carlos II, tal vez presagiando el fin de la Casa de los Austrias en España.
Hay quienes creen que la campana tocaba sola porque entre los metales que la componían había una de las monedas que recibió Judas tras entregar a Cristo, porque llevaba escrito un verso de la Sibila de Cumas o porque había sido maldecida por el Diablo…mas eso es algo que ya nunca sabremos porque la campana fue refundida a mediados del siglo XIX y jamás volvió a tañer…
La leyenda y los restos arqueológicos revisten este lugar de misterio, realzado con poderes prodigiosos y sobrenaturales que se atribuyen a la campana. Se decía que cuando la campana tocaba por sí sola, nadie podía aproximarse a ella; un osado canónigo lo intentó y recibió una sacudida tan fuerte que durante mucho tiempo fue curado de la mano y del brazo con el que lo intentó.
Hasta hace pocos años, la nueva campana, refundida en 1841, se hacía repicar para “alejar las tormentas”. En cuanto una tormenta amenazaba, el campanero subía a cualquier hora del día o de la noche y realizaba un repique continuo. Al sonido de las campanas le pusieron letra, que repetían acompañando a las campanas hasta que desaparecía la tormenta.
https://leyendasceniza.wordpress.com/2018/06/08/leyenda-de-la-campana-de-velilla-de-ebro/
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