Vísperas Sicilianas
Nombre que tradicionalmente se da a la insurrección que estalló en Palermo, el 31 de marzo de 1282, martes de Pascua. Fue solamente en el siglo XV (nov. de 1494) cuando parece que se acuñó la expresión “Vísperas Sicilianas” y la leyenda de las campanas de Pascua convocando a los insurgentes a las armas. Carlos de Anjou, Conde de Provenza y hermano de San Luis, rey de Francia, había recibido de Urbano IV la corona de las dos Sicilias que había sido arrebatada a los Hohenstauffens. Tras haber derrotado a Manfredo en 1256, estableció su autoridad por la fuerza y reprimió cruelmente la revuelta gibelina capitaneada por Conrandino en 1268, de resultas de la cual fueron condenados a muerte 130 barones. Como dueño indiscutible de las Dos Sicilias, heredó los ambiciosos proyectos de sus predecesores, los normandos y los reyes Hohenstauffens, y trató de establecer la hegemonía en el Mediterráneo. En 1281 se encontraba a punto de alcanzar su objetivo: en 1277 había comprado los derechos de María de Antioquia al Reino de Jerusalén, era protector del reino de Armenia, el Emir de Túnez le pagaba tributo, y sus soldados ocupaban parte de Morea. Por último, y a instancias suyas, el papa Martín IV había excomulgado al Emperador Paleologo. Luego, tras establecer un tratado que le aseguraba la asistencia de la flota veneciana (3 de julio de 1281), Carlos estaba preparando una formidable cruzada con el objetivo de conquistar Constantinopla cuando la revuelta del 31 de marzo de 1282 le obligó dirigir sus ejércitos contra Sicilia, salvándose así el Imperio bizantino.






Apoyándose en la autoridad de Giovanni Villani (m.1348) se mantuvo durante mucho tiempo la idea de que esta revuelta fue el resultado de un complot entre Miguel Palaeologo, Pedro III, rey de Aragón, y los barones sicilianos y cuyo principal agente fue Juan de Prócida, caballero de Salerno. El patriota siciliano Amari en un célebre libro “La Guerra del Vespero Siciliano”, cuya primera edición apareció en Palermo en 1842, trató de demostrar que la insurrección de 1282 fue un movimiento popular completamente espontáneo provocado por la administración opresiva y por la tiranía fiscal de Carlos de Anjou. La leyenda de Juan de Prócida no surgió hasta el siglo XIX, en obras tales como “Ribellamentu di Sicilia” (Biblioth. Script. Aragón., I, 241-74), o en una carta del rey Roberto de Nápoles (1314). Autores contemporáneo [Saba Malaspina, Dean de Malta (“Rerum sicularum historia”, ed. Muratori, “SS. Rer. Ital.”, VIII, 785-874) que escribió hacia 1285; Bartolommeo de Neocastro, autor de de una “Historia Sicula” (ed. Muratori, “SS. Rel. Ital.”, XIII, 1013-1196)] hablan solamente de un estallido popular de rabia como consecuencia de los perjuicios y enojos de toda clase infligidos al pueblo por los barones franceses y por los funcionarios de Carlos de Anjou. La investigación en los Archivos Estatales de Nápoles y de Barcelona (n.del t., Archivo de la Corona de Aragón) han llevado a la misma conclusión.
Lo realmente cierto es que el 31 de marzo estalló la sublevación, entre gritos de “Muerte a los Franceses” después de que se hubiera llevado a cabo una investigación vejatoria por orden del Gobernador de Palermo que deseaba privar a la población del derecho de portar armas. En pocas semanas la revuelta se extendió por toda la isla y más de 8.000 franceses fueron asesinados. Las ciudades sicilianas constituyeron un tipo de republica federal y se colocaron ellos mismos bajo la protección de la Santa Sede. Fue solamente cuando Carlos de Anjou se presentó delante de Mesina con todas sus tropas que los nobles sicilianos llamaron en su ayuda a Pedro III de Aragón, y las restantes ciudades solamente aprobaron esta decisión cuando les pareció imposible resistir a Carlos de Anjou.






La teoría de Amari, a pesar de ser básicamente correcta, es demasiado general. La naturaleza espontánea y popular del levantamiento de 1282 es un hecho indiscutible pero, por otra parte, las negociaciones entre Miguel Paleologo y Pedro de Aragón tuvieron lugar indiscutiblemente. En estas, Juan de Prócida jugó un papel que es imposible de definir con precisión, y posiblemente algunos nobles sicilianos estaban al tanto de sus intrigas. Hubo por los menos, una coincidencia entre la coalición contra Carlos de Anjou y la insurrección popular de las Vísperas Sicilianas. Los resultados de esta sublevación fueron considerables, como se demostró con el derrumbamiento de todos los proyectos de dominación oriental concebidos por Carlos de Anjou. La cruzada contra Constantinopla no tuvo lugar, y Carlos de Anjou inició una larga y estéril guerra contra la Casa de Aragón que agotó sus recursos sin conseguir Sicilia. El compromiso entre las dos dinastías rivales solamente se produjo en 1302.




Bibliografía


Runcimann, S.: Las Vísperas Sicilianas
Louis Bréhier
Transcrito por Elizabeth T. Knuth
Traducido por Daniel Gutiérrez Carreras



Vísperas sicilianas

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Por Vísperas sicilianas se conoce al acontecimiento histórico de la matanza de franceses en Sicilia en el año 1282, que acabó causando la desaparición del dominio de Carlos de Anjou en la isla, sustituido por la influencia de la Corona de Aragón.

Las Vísperas sicilianas (1846), de Francesco Hayez






El 30 de marzo de 1282, cuando las campanas de las iglesias de Palermo llamaban al oficio de vísperas, se produjo un levantamiento del pueblo de Palermo, que masacró la guarnición francesa (angevina) presente en la ciudad. El levantamiento se extendió a otras localidades de la isla, como Corleone y Mesina hasta que se expulsó a los franceses completamente de la isla. Los sicilianos llamaron en su ayuda al rey Pedro III de Aragón. Pedro III podía alegar en favor de su causa los derechos de su mujer Constanza, hija del rey Manfredo, de la casa de Hohenstaufen, que gobernó en Sicilia y Nápoles hasta su derrota y muerte a manos de Carlos I de Anjou en Benevento.





La guerra que siguió tuvo varias alternativas, y prosiguió tras las muertes de Carlos I de Anjou y de Pedro III de Aragón, sostenida por sus herederos Carlos II el Cojo, por la parte angevina, y Alfonso III y Jaime II por la aragonesa. Finalmente, tras el agotamiento del ejército angevino, se firmó la Paz de Caltabellota, que supuso la independencia de Sicilia bajo el gobierno de Fadrique, hermano de Jaime II de Aragón. Nápoles permaneció en manos de la dinastía angevina.





Los acontecimientos relativos a las Vísperas sicilianas se encuentran relatados en varias crónicas medievales, entre las que cabe citar la famosa Crónica de Ramón Muntaner, donde se afirma que la chispa que encendió la rebelión en Palermo fue el ultraje que unos angevinos perpetraron a unas damas sicilianas.

En la cultura [editar]

Estos hechos sirvieron de base para algunas obras de la cultura popular:



Las Vísperas Sicilianas


Giuseppe Verdi (Roncole 1813 - Milán 1901) compuso esta ópera cuando había alcanzado la cúspide de su fama, pues hacía sólo dos años que había estrenado La Traviata.
La obra fue un encargo de la Ópera de París y, entre otras imposiciones, exigió a Verdi que la obra debería de adaptarse al formato de "Grand Opera" imperante en la capital francesa y cuyo máximo exponente era Meyerbeer. Por lo tanto, la ópera tendría 5 actos, acabados todos ellos en un gran concertante; estaría cantada en francés y debería haber un ballet obligatoriamente en el acto tercero. Otro punto conflictivo lo constituyó la imposición del libreto, obra de Eugène Scribe y de su "negro" Charles Duveyrier, que no era más que una copia casi literal de un libreto que Scribe le había proporcionado a Donizetti con el título de Le Duc D'Alba y que nunca se estrenó. Verdi, que no estaba en absoluto acostumbrado a tales imposiciones y que ya había pasado por sus años de "galera", tuvo que luchar lo indecible contra la dirección del teatro y, a la vista de los resultados, con escaso éxito. El ápice de los problemas surgió cuando la soprano, Sofia Cruvelli, se fugó de París con su amante, pero, afortunadamente, al cabo de varias semanas las aguas volvieron a su cauce y la obra pudo representarse bajo el título de Les Vêpres Siciliennes.



El estreno tuvo lugar el 13 de junio de 1855, alcanzando un rotundo éxito a pesar de que parecía que el argumento podría herir el orgullo francés.
Ese mismo año de 1855 la obra se estrenó en italiano en dos ciudades simultáneamente, Parma y Turín, el 26 de diciembre. La censura impuso algunas modificaciones al libreto y hubo de cambiarse el título de la ópera por el de Giovanna di Guzman.


No fue hasta 1856 cuando la obra se representó con su libreto original, traducido al italiano, en La Scala de Milán el 4 de febrero, con el nombre de I Vespri Siciliani. Esta versión italiana es la que ha prevalecido sobre la francesa, que apenas se representa en la actualidad.

Discografía de Referencia:
Director:
Cantantes:
Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Erich Kleiber
María Callas, Giorgio Kokolios, Enzo Mascherini, Boris Christoff.
Maggio Musicale Fiorentino
Maggio Musicale Fiorentino
MELODRAM (26009)
2 (ADD)
1951

Director:
Cantantes:
Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
James Levine
Martina Arroyo, Plácido Domingo, Sherrill Milnes, Ruggero Raimondi.
John Alldis Choir
New Philarmonia Orchestra.
RCA (80370-3)
3 (ADD)
1973

Director:
Cantantes:
Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Ricardo Muti
Cheryl Studer, Chris Merritt, Giorgio Zancanaro, Ferruccio Furlanetto..
Teatro Alla Scala de Milán
Teatro Alla Scala de Milán.
EMI (7-54043-2)
2 (DDD)
1990
(Eduardo Almagro)