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Tema: Reinados medievales del Reino de Navarra

  1. #1
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    Post Reinados medievales del Reino de Navarra

    REINO DE NAVARRA




    Serie de artículos relacionados con la historia del Reyno de Navarra durante la Edad Media, presentados de forma cronológica por reinados: fundación, alianzas con el Reino de Asturias, enfrentamientos con el Reino franco y el Califato cordobés, cambios dinásticos, expansión territorial, política foral, unión monárquica con Aragón, etc.


    REINO DE PAMPLONA DINASTÍA ÍÑIGO

    01. Condado de Pamplona: entre francos y musulmanes

    02. Condados de la Marca hispánica

    03. Reinado de Íñigo Arista: fundación del Reino de Pamplona

    04. Reinado de García Íñiguez: alianza navarro-astur

    05. Reinado de Fortún Garcés: cautiverio cordobés


    REINO DE PAMPLONA DINASTÍA JIMENO

    06. Reinado de Sancho I Garcés: dinastía Jiménez en Pamplona

    07. Reinado de García I Sánchez: intervención de Toda

    08. Reinado de Sancho II Garcés: aliado del Condado de Castilla

    09. Reinado de García II Sánchez: Almanzor contra Pamplona

    10. Reinado de Sancho III Garcés: hispaniarum rex

    11. Reinado de García III Sánchez: corte navarra en Nájera

    12. Reinado de Sancho IV Garcés: decadencia de Navarra


    REINO DE ARAGÓN-PAMPLONA

    13. Reinado de Sancho Ramírez: unión monárquica Aragón y Pamplona

    14. Reinado de Pedro I: reconquista de Huesca y Barbastro

    15. Reinado de Alfonso I: reconquista de Zaragoza


    RESTAURACIÓN NAVARRA

    16. Reinado de García V Ramírez: restauración monárquica de Pamplona

    17. Reinado de Sancho VI: fundación del Reino de Navarra

    18. Reinado de Sancho VII: batalla de las Navas de Tolosa


    DINASTÍA CHAMPAÑA


    19. Reinado de Teobaldo I: redacción del Fuero Antiguo de Navarra


    20. Reinado de Teobaldo II: alianza navarro-francesa


    21. Reinado de Enrique I: último de los Champaña




    Patriotas Vascongados: REINO DE NAVARRA

  2. #2
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    Re: Reinados medievales del Reino de Navarra

    Condado de Pamplona: entre francos y musulmanes

    Las campañas que anuncian la muerte de Witiza el año 710 presagiaban la desaparición del Reino Hispano-visigodo. Una lucha civil por un trono vacío desencadenaba la llegada de tropas musulmanas del gobernador de Tánger. 7.000 soldados, la mayoría bereberes, a las órdenes de Tariq ibn Ziyad, cruzaban el estrecho de Gibraltar poniendo el pie en Tarifa. En 711, destrozaron los ejércitos del rey Rodrigo en Guadalete, tomaron la capital, Toledo, y controlaron las llanuras y ciudades del sur. Más tarde, con la fuerza de 18.000 hombres, sometían la antigua Tarraconense, el valle del Ebro y llegaban al pie de la cordillera Cantábrica y de los montes Pirineos.

    Ya en el año 713 Muza atravesó la zona meridional y Pamplona cayó en su poder antes del 718. Esta ciudad fue obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes que establecieron un protectorado.

    EL REY DON RODRIGO ARENGANDO A SUS TROPAS EN LA BATALLA
    DE GUADALETE, POR BERNARDO BLANCO

    Para los vascones, la consecuencia de este nuevo escenario político-militar en la península Ibérica fue el cese del control visigodo sobre la ciudad fortaleza de Pamplona. Se trataba de una ciudad amurallada situada en la zona de contacto entre la montaña y la llanura y en la vía romana Astorga-Burdeos, controlando el paso de Roncesvalles, principal vía de penetración a través del Pirineo occidental. Se constituyó como centro de relativa importancia, con sede episcopal datada desde el año 589.

    Estas circunstancias determinaron la aparición de caudillos que aglutinaron bajo su mando, aunque fuera de forma transitoria, a los hombres aptos para la defensa de distintas demarcaciones, seguramente identificadas con los valles geográficos. No obstante, dada la desorganización política del territorio, la capitulación de la ciudad no conllevó el sometimiento del ámbito campesino en las zonas montañosas.

    Por el contrario, las tierras del sur de la actual Navarra cayeron en el ámbito del control político de los invasores islámicos. Sus caudillos debieron pactar la entrega de rehenes y el pago de tributos que materializaban el sometimiento político a los nuevos dominadores islámicos.

    La totalidad de las tierras peninsulares fueron sometidas, quedando un reducto en la cordillera Cantábrica y una frontera en los Pirineos. La resistencia en el valle del Ebro hasta los Pirineos fue inexistente ya que en el 713 los ejércitos musulmanes alcanzaron el valle medio del Ebro que se encontraba gobernado por el conde hispano-visigodo Casio. Y este magnate local eligió someterse al califa Muza y convertirse al Islam dando origen a la estirpe de los Banu ibn Qasi a cambio de mantener su poder en la región. Uno de ellos sería valí de Pamplona; otro defendería Zaragoza frente a Carlomagno.

    PRINCIPALES ENFRENTAMIENTOS Y RUTAS DE CONQUISTA ISLÁMICA

    Mientras que el Reino visigodo desaparecía y las tropas musulmanas preparaban su asedio al norte de los Pirineos, las Galias reforzaban sus dominios y alejaban a los árabes de sus territorios. Las victorias de Carlos Martel en Poitiers, en 732, y de Pelayo en Covadonga, en 722, fortalecieron a los núcleos cristianos del norte peninsular para resistir la embestida islámica e iniciar una restauración conocida como Reconquista.

    Según los historiadores:
    "Vasconia no pudo unirse a sus hermanos de Bardulia y Cantabria cuando Pelayo lanzó el grito de independencia, tal vez porque sus caminos y fortalezas estaban mejor vigilados y controlados por los conquistadores."

    Tras estas dos derrotas de los musulmanes por ambos reinos cristianos, los vascones también reaccionaron luchando contra Abd el Malik ben Katan, asegurando su independencia en las montañas. Pero el valí Ukba recondujo la situación, estableciendo una guarnición en Pamplona entre el 734 y 741.

    Durante estos años, nunca se estableció un estado vasco en las zonas no conquistadas, sino tribus más o menos aisladas en poder de caudillos locales y rivales entre ellos. Ante la presión ejercida por las potencias limítrofes al sur, por musulmanes, y al norte, por francos, los grupos internos escindidos conectaron con los representantes de estas potencias para vincularse políticamente y encontrar apoyos frente al rival.

    Y el control alterno que francos y muslimes fueron ejerciendo sobre Pamplona y su entorno era muy indicativo de las variaciones en el equilibrio de las fuerzas entre las emergentes rivalidades locales. Entre éstas, pronto destacaron los Velasco y los Íñigo. Los Velasco se vincularon a los reinos cristianos franco y asturiano, mientras que los Íñigo se aliaron con los Banu-Qasi de Zaragoza y Tudela, por parentesco, dependiendo políticamente de Omeyas cordobeses.

    Tales fracturas debieron acentuarse a partir de la década de los 40 del siglo VIII, coincidiendo con la crisis que Al-Ándalus sufrió en este periodo y que provocó su repliegue a las zonas fronterizas más avanzadas. A ello se añadía la escasez de actividad franca en la zona.

    Pero, en el fondo de tales fracturas, se estaban formando bloques supratribales en cuyo aglutinamiento intervenían ya factores ajenos a las vinculaciones familiares (vinculaciones con otras entidades políticas exteriores), y que, con el paso del tiempo, estaban sentando las bases para la instauración de funciones genuinamente monárquicas.

    MAPA DEL REINO DE ASTURIAS CON ALFONSO I

    Desde 739, ya reinaba Alfonso I en Asturias. Se había fortalecido contra el invasor musulmán estableciendo su capital en Oviedo, ocupando los valles gallegos y la cordillera Cantábrica, y llegado hasta los territorios occidentales de Álava y Vizcaya, repoblando Las Encartaciones de Vizcaya. Fueron los primeros contactos entre la zona vascona y la asturiana. Su hijo Fruela, que reinó durante los años 755 y 768, emprendió una campaña por tierras vascas cuyos habitantes fueron derrotados y sometidos en diversos encuentros entre los años 757 y 767.

    El dominio de todo el litoral y la cordillera del Cantábrico fue acentuado por el asturiano Alfonso II el Casto, pero ese dominio fue parcial y solo obtenido como alianza contra el enemigo común islámico que dominaba la parte llana vasca mediante valíes dependientes de Córdoba.

    Al otro lado de los Pirineos, durante el periodo que va desde 732 al 741, el Reino franco se reforzó considerablemente y la toma de Narbona por Pipino el Breve en 759 hizo retroceder a los musulmanes al sur de la cordillera. Los francos comenzaron a construir una marca o territorios fronterizos fuertemente militarizados, que sirviera de escudo protector para el núcleo de los territorios francos.

    Los cronistas árabes siempre distinguieron entre vascones y vasconizados. Los dominios vascones en aquella época se extendían por norte hasta el río Garona, por sur hasta el norte de la Navarra peninsular, ya que el sur navarro estaba bajo dominio árabe, y por el este hasta el valle de Arán. Los vasconizados, que ocuparon los territorios de la actual Euskadi, estaban controlados por los asturianos, herederos del Reino visigótico.

    Estos territorios formaron el Condado de Pamplona, como un conjunto de terrenos en torno a la estratégica ciudad de Pamplona, con una autonomía propia pero en torno a la influencia franca. El Condado pamplonés quedó englobado la Marca Hispánica, tratándose de una frontera político-militar del Imperio carolingio fuertemente militarizado. Esta franja al sur de los Pirineos fue dominada mediante guarniciones militares y con el apoyo de la población autóctona de las montañas en condados como Pamplona, Aragón, Ribagorza, Pallars, Urgel, Cerdaña o Rosellón. A principios del siglo IX los condes francos fueron sustituidos por nobles autóctonos.

    CONDADOS DE LA MARCA HISPÁNICA, INICIOS DEL SIGLO IX

    A pesar de la subordinación del Condado de Pamplona al Imperio carolingio, las relaciones entre los pamploneses y los Banu ibn Qasi de Zaragoza continuaron muchos años con numerosos enlaces familiares, aunque en lo político y militar sufrieron diversos altibajos. Por ejemplo, el valí de Pamplona antes citado fue muerto en una revuelta, de acuerdo con los francos que atacaban por el Pirineo oriental. Y fue sustituido por un magnate de la tierra llamado Velasco, primer nombre hispánico que aparece con poder entre los pamploneses, aunque al parecer venía de Gascuña, que era entonces provincia del Imperio carolingio.

    Surgió entonces la batalla de Roncesvalles, magnificada por su épica en los romances medievales, en especial la famosa Chason de Roland, además de tratarse de la primera derrota de Carlomagno, supremo emperador en la Alta Edad Media europea. Fue un estímulo para la Reconquista, precedente de otra derrota imperial invasora, la de Napoleón, mil años después. La reciente versión de los historiadores nacionalistas vascos incide en el indudable protagonismo de los vascones, a los que atribuyen totalmente la victoria, lo que sólo es cierto en parte.

    En el año 777, el valí de Zaragoza, Suleiman ibn al Arabí, se presentó en Paderborn a Carlomagno y le ofreció Zaragoza y otras ciudades al norte de Al-Ándalus si acudía a ayudarle contra el emir de Córdoba. El futuro emperador aceptó y pasando por el Pirineo por Pamplona y Huesca al frente de un lúcido ejército con sus mejores veteranos se presentaba ante los muros de Zaragoza. El sitio se prolongó y numerosos ataques fueron sucesivamente rechazados. Ante las dificultades y la llegada de alarmantes noticias de Sajonia, Carlos daba la orden de retirada, no sin destrozar todo lo posible en torno a la ciudad. De paso por Pamplona mandó destruir sus murallas. Además, llevaron consigo a Suleiman y a otros jeques musulmanes.

    Cuando entraban Carlomagno y los suyos en Francia por el paso estrecho de Roncesvalles su retaguardia fue atacada por montañeses vascos y pamploneses con la colaboración de bandas musulmanas. De éstas formaban parte dos hijos de Suleiman, que lograron liberar a su padre. En la gran sorpresa de la batalla, los francos, bajo el peso excesivo de sus armas y pertrechos, fueron derrotados por la ligereza en la acción de los vascones, conocedores de aquellos bosques y despeñaderos. Murieron en el combate el senescal Eginardo, el conde de Palacio Anselmo y el duque de la Marca de Bretaña Rolando. Fue el 15 de agosto de 778.

    Según los Anales Laurissensses, el autor testificaba la diferencia poblacional entre los vascones españoles y los navarros de la zona: dos comunidades netamente diferenciadas que vendrían a corresponderse con las existentes ya en el Alto Imperio Romano. Esta dualidad también aparece en el poema De laude Pampilone, cuando se exhorta a la ciudad de Pamplona a que se aparte de los herejes y resista a los vascones. Aunque el contenido de la frase es religioso y no político, manifiesta claramente de nuevo la dicotomía poblacional de la región.

    BATALLA DE RONCESVALLES

    Tras el incidente de Roncesvalles, Carlomagno se replanteó su política en la Marca Hispánica y en 781 coronaba en Roma a su hijo Ludovico Pío como el monarca de un reino satélite que comprendía las regiones del sur de Francia: Aquitania, Gascuña y Septimania, con la misión de consolidar el dominio franco en dicha región fronteriza. Esto implicaba titularse duque de los navarros. La intervención franca comenzó en el noreste peninsular, y pronto se ganó el apoyo de las élites locales. Entre los años 785 y 801, se fueron poniendo bajo su autoridad los condados de Gerona, Barcelona, Urgel, Rosellón, Ausona, Ampurias, Cerdeña y Besalú. Los francos llamaron a éste territorio Septimania, una zona extendida desde el río Llobregat hasta los Pirineos. Más tarde Pallar, Ribagorza y Huesca.

    Para evitar futuras incursiones carolingias y cortar rebeldías islámicas, ese mismo año de 781, el emir de Córdoba, Abderramán se presentó con sus fuerzas armadas en Zaragoza recuperando el poder. Tras derrotar a los rebeldes, remontó el río Ebro, imponiendo su autoridad por donde pasaba. Y tras tomar la comarca de Calahorra, se presentó en Pamplona. Ante la incapacidad de defensa de la ciudad por las murallas rotas, se le sometió Jimeno el Fuerte. También se le sometió el valí Galindo ibn Velasco, que controlaba la cabecera del río Aragón. Regresó a Córdoba con rehenes, quedando los pamploneses sometidos al poder de los Omeyas durante cerca de 20 años.

    Algunos de los magnates vascones compartieron lazos de parentesco con la dinastía de los Banu Qasi. Siempre al lado de estos últimos estaba una familia cristiana procedentes de los valles de Roncal y Salazar y las inmediatas tierras aragoneses, eran los Arista. El más relevante de los enlaces matrimoniales fue el de Muza ibn Fortún con la viuda de Íñigo Jiménez, y cuyos hijos fueron Íñigo Arista Íñiguez y Muza ibn Muza. En el año 788, Muza ibn Fortún gobernaba Pamplona, y desde 792 otro Banu Qasi Mutarrif ibn Muza hasta 799.

    ALZAMIENTO DE ÍÑIGO ARISTA

    A finales de este siglo, las tierras en torno a Pamplona asistieron a un duro enfrentamiento entre los Íñigo y los Velasco, los dos clanes mayormente pujantes.

    En el año 799, tras la coronación como emperador de Carlomagno, su ejército emprendió una ofensiva en el Pirineo catalán. Surgió la figura del magnate vascón Sancho como el pretendiente de los Velasco a conde de Pamplona, enviado por Carlomagno y el rey de Aquitania. Sancho era el hijo de Lupo, duque de los vascones fallecido desde hacía treinta años.

    Esta nueva situación político-militar determinó la sublevación de la dinastía Velasco contra el control de Hisham I y el derrocamiento de su valí pamplonés Mutarrif Ibn Musa. De esta forma la dependencia política de los pamploneses había pasado al otro lado de los Pirineos, es decir, de los Omeyas a los Carolingios. Con la vinculación de unas tierras altoaragonesas al Reino franco, se consolidaba al Marca Hispánica desde el este hasta el oeste pirenaico.

    Aunque Pamplona estuvo bajo la nueva influencia franco-gascona, algunas facciones vasconas siguieron colaborando con los musulmanes, instalados en Tudela bajo el mando de Amrus ibn Yusuf, enemigo de los también sublevados Banu Qasi de Zaragoza. Yusuf recuperó Zaragoza y Tudela el año 800.

    En el 806, la aristocracia pamplonesa, en oposición al Califato cordobés, se fue incorporando al Imperio carolingio de Ludovico Pío, sin conocer los términos de esta mutación política. La Marca Hispánica carolingia de la "Navarra nuclear" era un condado de unos 4.000–5.000 km². Los Annales Laurissensses narran que en ese año los navarros y los pamploneses prestaban obediencia a Carlomagno, haciendo distinción entre pamploneses, habitantes de Pamplona y zonas aledañas, y los navarros del resto de la llanura y montaña.

    Los Iñigo recurrieron a la familia Banu Qasi para retomar el control de la ciudad. Sin embargo, en el 812 el emir Al Hakam I y Ludovico Pío acordaron una tregua por la que los carolingios tomaban el control de Pamplona. Hay constancia de la presencia en la capital Navarra de Ludovico Pío el año 812, momento en el que delegó su poder en el gobernador Velasco al-Yalasqí. Su objetivo era dominar y castigar la rebeldía de algunas facciones de vascones que se entendían con los musulmanes de Tudela. Controlaba esta ciudad y algún punto estratégico más, pero otra parte de la llanura y las montañas eran autónomas. Por eso, al volver a Aquitania tuvo que tomar precauciones para evitar una nueva emboscada como en Roncesvalles.

    FACCIONES POLÍTICAS DEL CONDADO DE PAMPLONA
    INICIOS SIGLO IX

    Los cronistas francos relataron la fidelidad de los pamploneses al emperador Carlomagno. Decía el cronista llamado el Astrónomo, en su Vida de Ludovico Pío, que:
    "En España los pamploneses, que poco tiempo antes se habían pasado a los sarracenos, fueron recibidos en la fe del Emperador."
    El Astrónomo relató que:
    "Ludovico Pío recibió en Tolosa (Toulouse) a los embajadores que Alfonso, príncipe de las Galicias, había enviado con presentes para firmar un tratado de amistad."

    Se estaba formando un frente común cristiano contra el Califato cordobés que estaba en su época de mayor fuerza y prestigio. Los pamploneses, asentados entre el Imperio carolingio y el Reino asturiano se irían sumando a ese frente común.

    Tras la muerte de Carlomagno el 814, Al Hakam I puso fin a la tregua y retomó las hostilidades contra los francos. Ludovico Pío accedió al trono carolingio, generando unas revueltas en Gascuña (englobada en el Reino de Aquitania) y en Pamplona. Dos años más tarde, se produjo el derrumbamiento de las marcas del Pirineo occidental. Aprovechando la crisis política del trono carolingio, surgía, en ese año de 816, la figura del líder Íñigo Arista Íñiguez, como el caudillo pamplonés encargado de luchar contra el control de los francos. La dinastía Íñigo expulsaba a la Velasco y fundaba el Reino de Pamplona.


    Patriotas Vascongados: Condado de Pamplona: entre francos y musulmanes

  3. #3
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    Re: Reinados medievales del Reino de Navarra

    Condados de la Marca hispánica


    La Marca Hispánica tiene su origen en el año 778, con la campaña de Carlomagno por el valle del Ebro combatiendo a los islámicos en las tierras invadidas de la península Ibérica. Aquella terminó en la emboscada de Roncesvalles, pero pudo consolidar el territorio en la vertiente sur de la cordillera Pirenaica.

    Tras la derrota de Roncesvalles, el Imperio carolingio intentó establecer relaciones feudales con la nobleza cristiana del sur. En 785, Gerona, Urgel y Cerdaña prestaron vasallaje a Carlomagno, quedando perfectamente definidos los límites de la marca. En 798, Luis de Aquitania conquistó Pallars y Ribagorza.

    El Reino de Asturias ya se había consolidado y había pasado los años bélicos del Emirato. En 801, conquistaron Barcelona. El Imperio trataba de extender su dominio hacia el sur, pero se vio frenado en el valle del Ebro. La nobleza carolingia se asentó en esta zona.


    CONDADOS DE LA MARCA HISPÁNICA

    La Marca Hispánica es un territorio que prestaba vasallaje al Imperio Carolingio y, por lo tanto, formaba parte de él. Pero estaba compuesto por condados independientes, que podían unirse circunstancialmente, e incluso aliarse con los musulmanes para luchar contra los carolingios. Ejemplo de esto fue la alianza de Barcelona con los musulmanes, en 824. La máxima autoridad la ostentaba el emperador, sin embargo, con el debilitamiento del poder franco, todos los condes en rebeldía trataron de hacer su cargo hereditario. Tan solo Aragón y Pamplona lograron convertirse en reinos tras la desintegración del Imperio.


    Una marca en aquella época se trataba de una serie de territorios administrados de forma autónoma, pero sujetos a la autoridad de un emperador, que servían de muro de contención frente a un poder exterior. En este caso, la Marca hispánica era una franja territorial formada por varios condados situados en los montes Pirineos y la costa Brava. Poseían cierta autonomía, pero sujetos al poder del emperador Carlomagno, que servían de franja protectora frente a una posible invasión del poderoso Emirato de Córdoba desde el sur.

    Comprendía los territorios de Pamplona, Aragón, Sobrarbe, Ribagorza, Pallars, Urgel, Cerdaña, Berga, Osona, Barcelona, Gerona, Besalú, Ampurias, Perelada, Rosellón, Vallespir y Conflent.

    La población local de las marcas era diversa, incluyendo grupos montañeses autóctonos, iberos, hispanorromanos, vascones, celtas, bereberes, judíos, árabes y godos que fueron conquistados o aliados de los dominadores islámicos o francos. Eventualmente, los jefes y las poblaciones se hicieron autónomos y reclamaron su independencia. El área y su composición étnica cambiaban según la fortuna de los imperios y las ambiciones feudales de los condes y valíes elegidos para administrar las comarcas. El cambio de manos de un pago era frecuentemente solventado fuera del campo de batalla, mediante una compensación económica.

    MARCAS FRONTERIZAS DEL IMPERIO CAROLINGIO

    En el siglo X, no había una delimitación precisa entre un lado y otro de lo que en la actualidad se conoce como "frontera" que separaba los condados de la Marca Hispánica de los territorios de Al-Ándalus. Por una parte, la separación entre los distintos territorios era imprecisa y no se trataba de un área despoblada, sino que en ella había algunos pobladores de obediencia incierta. Por otra parte, a cada lado había habitantes que estaban sometidos a autoridades civiles y religiosas, cuya sede se encontraba en el bando opuesto.

    La franja de separación entre los dominios cristianos y musulmanes tampoco tenía una extensión uniforme. En las proximidades de Lérida y Balaguer, esta franja era más estrecha, en parte por la potencia de estos dos enclaves musulmanes y en parte por la supervivencia de comunidades cristianas que debían de mantener una importante relación con sus correligionarios del otro lado de la frontera.

    En cambio, era mucho más amplia al sudoeste de Barcelona, donde a lo largo del siglo fueron apareciendo castillos que, a su vez, atraían a nuevos pobladores. Estos castillos, que solían situarse en lo alto de cimas u otros puntos con gran visibilidad, iban configurando una red que respondía a un proyecto tanto de defensa como de dominación del territorio circundante.

    Por otra parte, en los valles y llanuras se multiplicaban los edificios de carácter religioso, los cuales constituían una segunda red territorial, promovida por abades, obispos y magnates, desde los cuales se fundaban los nuevos núcleos de población

    ALACRAN dio el Víctor.

  4. #4
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    Re: Reinados medievales del Reino de Navarra

    Reinado de Íñigo Arista: fundación del Reino de Pamplona

    Tras la muerte de Carlomagno el 814, Al Hakam I retomó las hostilidades contra los francos. Ludovico Pío accedió al trono carolingio, generándose unas revueltas en Gascuña (englobada en el Reino de Aquitania) y en Pamplona. Dos años más tarde, se produjo el derrumbamiento de las marcas del Pirineo occidental. Aprovechando la crisis política del trono carolingio, surgía, en ese año de 816, la figura del magnate Íñigo "Arista" Íñiguez (Enneco Enneconis en latín, Eneko Aritza en euskera), como el caudillo pamplonés encargado de luchar contra el control de los francos y recuperar el poder pamplonés.


    Pertenecía a la familia Íñigo, una dinastía de vascones procedente de los valles de Roncal y Salazar y las inmediatas tierras aragonesas. Íñigo Arista era hijo del magnate vascón Íñigo Jiménez y de su mujer Oneca Velázquez, hija de Velasco, gobernador de Pamplona, cuya familia estaba tradicionalmente vinculada a los francos. Este matrimonio dejó bajo la influencia de Íñigo Arista unos territorios considerables: desde Pamplona hasta los altos valles pirenaicos de Irati (Navarra) y Valle de Hecho (Aragón).

    Al morir Íñigo Jiménez, Oneca casó en segundas nupcias con el valí Muza ibn Fortún de los Banu Qasi, quienes tuvieron como hijos a Mutarrif y Muza ibn Muza. Al fallecer ese mismo año Velasco, Íñigo Arista fue elegido entre la nobleza vascona de la dinastía Íñigo para expulsar a esta dinastía del poder pamplonés.

    ÍÑIGO ARISTA ÍÑIGUEZ

    Íñigo Arista entabló una alianza con los muladíes de la ribera del Ebro, los Banu Qasi, antigua dinastía de magnates hispanogodos Casio. Esta estratégica coalición sentó mal al emir Al-Hakam I, quien envió una expedición de castigo, en 801, al mando de uno de sus hijos, el príncipe Muawija, poco experimentado en la actividad bélica. Los de Íñigo y Muza, con el apoyo de los vascones occidentales del Reino de Oviedo, lo destrozaron en las Conchas de Arganzón.


    Al-Hakam sustituyó a Muawija por el más experto de sus generales, el muladí Amrús, que tomó Tudela y la fortificó, dejando en ella una guarnición cordobesa mientras se dirigía a hacer lo mismo en Pamplona. Arista y los Banu-Qasi recobraron pronto la ciudad, pero el contraataque de Amrús fue fulminante. Íñigo salió huyendo hacia Pamplona y se avino a ponerse bajo la protección de Carlomagno. Musa tuvo que someterse de nuevo al emir de Al-Ándalus.

    A pesar de la derrota militar, la relación entre ambos reyes se fortaleció cuando Arista casó a su hija Assona Íñiguez con Muza ibn Muza. Por otra parte, el nuevo conde de Jaca, García el Malo, se había aliado con Íñigo Arista tras abandonar a su primera esposa, hija del conde procarolingio Aznar, y casar en segundas nupcias con su segunda hija, Nunila Íñiguez. El cuarto de los hijos de Arista, Galindo Íñiguez, fue el padre de Musa ibn Galindo, que sería valí de Huesca en el 860. Mientras que Garcia Íniguez sería su sucesor en el trono.

    FACCIONES NOBILIARIAS EN LA GÉNESIS DEL REINO DE PAMPLONA

    A la muerte de Amrús en Zaragoza, hacia el año 808, Íñigo y Muza se sintieron lo bastante fuertes como para volver a la alianza de familia, lo que en el caso del pamplonés supuso el alejamiento de los francos.


    Ante esta desvinculación, en 1812, Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, tomó Pamplona y encomendó su gobierno a un noble local partidario de los francos, Velasco, que aún seguiría rigiéndola en 816. Íñigo buscó refugio junto a su hermano y, a la vez, yerno.

    Abd Al-Rahman II, nuevo emir de Córdoba, tomó el poder de Pamplona en 822, devastando las llanuras navarras y alavesas.

    En 824, aprovechando la falta de control de los francos en Pamplona, Arista puso cerco a esta ciudad con fuerzas aquitanas en colaboración con los vascones partidarios de la dinastía Iñigo y los Banu Qasi. Logró rendirla, acceder al poder y proclamarse el primer rey de Pamplona.

    La entronización fue efectuada en la Peña de Oroel del Condado de Jaca y en colaboración con trescientos caballeros, principalmente de los Banu Fortún de Tudela y de las dinastías vasconas Jimeno e Íñigo, y con el obispado de Pamplona. Según Eulogio de Córdoba, Íñigo Arista aparecía como un príncipe cristiano (Christicolae princeps).

    A pesar de haber fundado un reino independiente, estaba bajo la autoridad de los musulmanes del Emirato de Córdoba y obligado al pago de un tributo.

    ÍÑIGO ARISTA ÍÑIGUEZ

    El Reino de Pamplona, también llamado Reino de los pamploneses, fue denominado inicialmente, según los Anales de los Reyes Francos, a la entidad política surgida en torno a la ciudad romana de Pompaelo, durante la Alta Edad Media y al liderazgo de la figura de Íñigo Arista. Desde entonces sus reyes se denominaron Pampilonensium rex hasta 1130, incluso Sancho VI el Sabioa utilizó esta denominación en el año 1196, cuando normalmente empleaba rex Nauarre.

    La fundación del Reino pamplonés dependió de estos tres factores externos:
    1. la lejanía del Reino de Oviedo
    2. la decadencia del Imperio Carolingio, aliados de la dinastía Velasco
    3. la formación del Reino de Tudela al sur de Navarra, entidad muladí liderada por los Muza, aliados de la dinastía Íñigo, que los aislaba de los ataques del Emirato de Córdoba

    La Vasconia oriental quedó dividida en dos reinos estrechamente federados: el reino cristiano de Pamplona, bajo Íñigo Arista, y el reino muladí de Tudela, gobernado por Muza ibn Muza. Se consolidaba así la dinastía Íñigo como la primera real pamplonesa, aunque por poco tiempo. Además Íñigo Arista sería conde de Bigorra por herencia de su madre Oneca y Sobrarbe por herencia de su padre Íñigo Jiménez.

    La dinastía Íñigo organizó el Reino de Pamplona en guerra permanente con Abd al-Rahman II, el cual también fue el principal rival de Alfonso II el Casto, rey de Oviedo. Fue el preludio de una futura alianza navarro-astur, ya que cada año el emir cordobés enviaba expediciones de saqueo contra galaicos y pamploneses.

    El emir Abd Al-Rahman II no dio mucha importancia a la fundación un nuevo reino cristianos al oeste de los Pirineos, acumulando más esfuerzos en su lucha contra el Reino de Oviedo, que ya se extendía desde Finisterre hasta el alto Ebro, amenazando el valle del Duero.

    Al norte, el Imperio carolingio tomó debida importancia a la coronación de Íñigo Arista, enviando una expedición militar al mando de los condes francos Elbe y Aznar. Estos expedicionarios francos fueron vencidos por el rey pamplonés con el apoyo de sus yernos Musa ibn Musa ibn Fortún y García el Malo.

    En 841, con más de 70 años y aquejado de una parálisis, Íñigo Arista dejaba el gobierno de su reino a su primogénito García I Íñiguez, muriendo al año siguiente. Su sucesor ejerció una fuerte regencia, llevando la dirección de las campañas militares pero continuando la política de alianzas.

    ÍÑIGO ARISTA ÍÑIGUEZ

    Patriotas Vascongados: Reinado de Íñigo Arista: fundación del Reino de Pamplona
    Última edición por ilustrado; 30/09/2021 a las 03:20

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    Re: Reinados medievales del Reino de Navarra

    Reinado de García Íñiguez: alianza navarro-astur

    En 841, Íñigo Arista Íñiguez, con más de 70 años y aquejado de una parálisis, dejaba el gobierno de su reino a su primogénito García Íñiguez. Los planes geopolíticos de García consistían en aprovechar la influencia de su hermana Asona para convencer a Muza ibn Muza de romper su dependencia hacia Córdoba. La recuperación de la antigua alianza entre reinos serviría para arrebatar juntos al valí de Zaragoza la comarca de Huesca. Posiblemente, el proyecto de García era la creación de un gran reino cristiano en el valle medio del Ebro, enemigo de los musulmanes de Córdoba, pero que a su vez frenase la previsible expansión de los condados aragoneses protegidos por los francos.

    GARCÍA IÑIGUEZ

    El hecho es que ese mismo año de 841, Muza se sublevó contra el Emirato de Córdoba provocando la reacción de Abd al-Rahman II. Uno de sus hijos, Muhammad, al mando del Ejército cordobés, lanzó una incursión militar hacía el valle del Ebro, puso sitio a Tudela, aplastando al ejército de los Banu-Qasi y los Arista en las cercanías de esta ciudad. Durante la contienda falleció luchando Fortún Íñiguez, segundón de Íñigo Arista, y ponía en huida a Muza, refugiándose en Pamplona. Además, impuso al monarca navarro la obligación de pagar 700 monedas de oro al año en reconocimiento de la soberanía. La imposición de sus condiciones y el pago anual de un tributo fue el origen de esta campaña y de los saqueos en las tierras pamplonesas en los sucesivos años de 843, 844 y 850.


    En 843, empeoró la situación, ya que los cordobeses infligieron una tremenda derrota a los aliados de las dinastías Íñigo y Banu Qasi, a pesar de contar en esta ocasión con contingentes de Asturias y Aragón. Muza y García I claudicaron por completo y se sometieron a las intenciones del emir. Además, obligó al pamplonés al envío a Córdoba de una embajada compuesta de 70 nobles, y escenificar la petición de paz.

    El sometimiento de los Muza a Córdoba hizo que García Íñiguez se aliara en lo sucesivo y por intereses comunes con los reyes asturianos. El rey pamplonés, aunque tributario del emir, era independiente, en cambio sus aliados muladíes formaban parte de Al-Ándalus, lo que implicó la obligación de combatir a sus tradicionales aliados pamploneses y a dirigir los ataques musulmanes contra el Reino asturiano de Ramiro I. La Corte de Oviedo decidió actuar en alianza con Pamplona y enviar al príncipe Ordoño en expedición militar por las tierras meridionales de los Banu-Qasi que puso sitio a la fortaleza de Albelda, en La Rioja baja. El valí muladí abandonó la campaña contra Pamplona y acudió en socorro de los sitiados. Pero Ordoño destrozó sus fuerzas en Clavijo, el 23 de mayo de 844. La batalla de Clavijo, a la que se asocian las leyendas del tributo de las cien doncellas y de la aparición del apóstol Santiago, selló la enemistad definitiva entre Aristas y Banu Qasis.

    REINOS Y CONDADOS DEL NORESTE PENINSULAR, SIGLO IX

    En el 858, los normandos remontaron el río Ebro desde Tortosa hasta Tudela, dejando atrás Zaragoza, y subiendo por sus afluentes Aragón y Arga, se presentaron en Pamplona. La ciudad fue saqueada y el rey García Íñiguez raptado. Tras pagar un costoso rescate de 70.000 monedas de oro, el rey regresaba después de dejar a algunos miembros de su familia como rehenes para asegurar su recompensa. A partir de entonces la vieja alianza entre los Arista y los Banu Qasi se había roto definitivamente y García Íñiguez sería aliado definitivo del Reino de Asturias. El pamplonés comprendió que Muza había abandonado a los Arista.


    Se había creado una alianza de reinos cristianos hispánicos contra islámicos. Su primera acción fue lanzar una ofensiva contra la fortaleza de Albelda, tras comprobar la amenaza que esta plaza fuerte suponía sobre los dominios orientales del Reino asturiano. Un contingente formado por asturianos y pamploneses, liderado por el rey Ordoño I, tomó esta fortaleza, capturó gran cantidad de botín, dio muerte a numerosos musulmanes y destruyó la ciudad hasta los cimientos.

    La segunda batalla de Albelda del 859 consiguió que el rey asturiano controlase toda la zona riojana y que Lope ben Muza, gobernador de Toledo e hijo de Muza, se declarase vasallo de Ordoño.


    La Crónica de Alfonso III recoge que en la batalla participaron los navarros, pero ya junto a los asturianos. Esta presencia militar fue debido a una alianza política formalizada mediante uniones matrimoniales. En el Códice Virgilano se conserva la obra conocida como Epitalamio de Leodegundia, donde se hace mención al matrimonio de esta hija de Ordoño I, Leodegundia, con un príncipe pamplonés, probablemente Fortún Garcés el Tuerto, hijo de García Íñiguez.

    García Iñiguez estuvo casado en primeras nupcias en 858 con Oria, hija de Muza ibn Muza Ibn Fortún, y en segundas nupcias con Urraca Giménez de Aragón. Además, casó a sus dos hijas con príncipes cristianos hispánicos: a Oneca, con el conde Aznar II Galindo de Aragón; y a Jimena con el futuro Alfonso III el Magno de Asturias.

    Al año siguiente, en el 860 el emir Muhammad I, como represalia al establecimiento de esta alianza encabezada por García Íñigez, se dirigió a Pamplona en expedición militar de castigo. El paso de las huestes musulmanas fue implacable, numerosos castillos fueron tomados y el heredero al trono, Fortún Garcés, fue hecho prisionero sin regresar hasta 18 años después. Pamplona fue castigada, y se retomó el pago anual de impuestos, que fueron abonados con regularidad. El reinado de García Íñiguez terminó con su muerte en 870.

    PLACA DEL PANTEÓN DE LOS REYES PAMPLONESES EN EL MONASTERIO DE LEYRE

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    Re: Reinados medievales del Reino de Navarra

    Reinado de Fortún Garcés: cautiverio cordobés


    En el 860, durante los últimos años del reinado de García Íñiguez, el emir Muhammad I atacó Pamplona. En la localidad de Milagro tomó como rehenes al heredero al trono navarro Fortún Garcés el Tuerto y a una de sus tres hijas, Oneca Fortúnez, e impuso un pago anual de impuestos, que fueron abonados con regularidad.

    En el 870, García Íñiguez encontraba su muerte dejando como sucesor a su hijo apresado, que no regresó hasta 880, después de 20 años de cautiverio y tras plegarse a los deseos de Córdoba. Parece que gobernó como regente en Pamplona García Jiménez, hijo de Jimeno García de la dinastía Jimena.

    FORTÚN GARCÉS

    Durante esta década el Reino pamplonés actuó de forma autónoma y la alianza con los Banu Qasi se renovó solo para atacar al Emirato cordobés. En 870, se estableció una alianza entre el caudillo pamplonés y varios magnates pirenaicos, como Aznar II Galíndez, para ayudar a Amrus ibn Umar de los Banu Qasi en su lucha contra el emir. Al año siguiente prestó su ayuda a Lope ibn Muza en una nueva revuelta contra Córdoba.

    Fortún Garcés estuvo acompañado en Córdoba de una de sus hijas, llamada Oneca Fortúnez. Esta se casó con el hijo mayor del emir Muhammah Abdallah, de los cuales descendió un hijo llamado Muhammad, nacido en 864, que no llegó a reinar pero que fue padre del primer califa cordobés Ab al-Raham III. La influencia de Oneca sobre su esposo hizo que este le otorgase la carta de repudio del príncipe Abdallah, regresando con su padre Fotún a Pamplona y casando más tarde con su primo Aznar Sánchez.

    Ya en Pamplona, Fortún reinó hasta el 905, guardando subordinación al Emirato. Ese año fue derrocado por Sancho I Garcés, descendiente de la dinastía Jimena, linaje que había ocupado la regencia del reino bajo su cautiverio, debido a su falta de iniciativa para luchar contra Córdoba.

    VILLA DE MILAGRO JUNTO A RÍO ARAGÓN

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  7. #7
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    Re: Reinados medievales del Reino de Navarra

    Reinado de Sancho I Garcés: dinastía Jimeno en Pamplona


    En el año 905, abdicó el último rey de la dinastía Íñigo, Fortún Garcés, por presiones de los nobles. En su lugar se coronaba a un joven y decidido caudillo, Sancho I Garcés, de la dinastía Jimeno, quien tras eliminar los derechos patrimoniales de los hijos del rey, los hizo recaer sobre su nieta Toda. Al estar Sancho I casado con Toda, ocupó Pamplona destronó a Fortún Garcés y se proclamó rey de Pamplona en el 905. La causa fue el descontento de los nobles pamploneses ante el modo en que Fortún estaba llevando los destinos del reino y decidieron prescindir de él, de acuerdo con algunos miembros de su propia familia.

    Sancho Garcés era hijo de García Jiménez y de su segunda esposa, Dadildis de Pallars. A la muerte de García I Íñiguez en el año 870, fue gobernante de la Valdonsella y pronto comenzó a intervenir en todos los territorios circundantes.

    SANCHO I GARCÉS

    La dinastía Jimeno sustituyó a la Íñigo, que comenzó con Sancho I Garcés, quien fortaleció la vinculación con el Condado de Aragón, con la Monarquía de León y con los Condados de Castilla y Álava, mediante constantes enlaces matrimoniales. Durante todo el siglo X, fueron numerosas las ocasiones en las que navarros, leoneses y castellanos combatieron juntos contra los musulmanes.

    Sancho I pasó de una posición defensiva a una política expansiva, y trató de vincular a los Banu Qasi a su órbita de influencia. Lope ibn Muhammad ya tuvo que rechazar una expedición conjunta de asturianos y pamploneses en el 900 en Tarazona. En el 904, debió afrontar la defensa del castillo de Grañón (La Rioja) contra los intereses de Alfonso III de Asturias, y tuvo además un conflicto menor con Raimundo I de Pallars-Ribagorza.

    En el año 907, una alianza de navarros y aragoneses logró derrotar al valí Banu Qasi y darle muerte. A su sucesor, su hermano Abd Allah, no le fue mejor, ya que en el 913 perdió Calahorra (La Rioja) por el leonés García I, y a punto estuvo de tomar Arnedo. Abd Allah había trasladado parte de sus efectivos militares para contener al leonés, desprotegiendo la frontera norte. Esta situación fue aprovechada por Sancho I quien no dudó en tomar el castillo de San Esteban de Monjardín. Un año después los navarros consiguieron la conquista de Calahorra, pero se perdió al poco tiempo.

    EXPANSIÓN PAMPLONESA POR LA RIOJA DURANTE EL REINADO SANCHO I

    En el año 915, Sancho I capturó a Abd Allah, lo que supuso la cesión de varias fortalezas como Falces y Caparroso, la entrada hacia La Rioja y la entrega de rehenes de importancia, como su sobrino Fortún ibn Musarrif y su hija Urraca.

    Sancho I también salió victorioso en la defensa de la frontera occidental ante los ataques del valí de Huesca, Muhammad al-Tawil. La línea defensiva formada por las fortalezas de Uncastillo, Luesia, Sibrana y Biel fue un límite insuperado por la expedición del año 911. Ante esta superioridad, Al-Tawil se alió con el rey pamplonés frente a los tuyibíes zaragozanos.

    Ante los buenos resultados, la alianza entre navarros y leoneses se renovó de una manera más coordinada y efectiva, en el 918. Los reyes cristianos hispánicos atacaron conjuntamente, tomando importantes plazas que se repartieron: Calahorra, Arnedo y Viguera para Sancho I, y Nájera para Ordoño II.

    La conjunción de fuerzas militares hispanas y la desintegración del poder Banu Qasi ocasionaron la reacción del emir Abd al-Raham III. En el 919, las fuerzas cordobesas se precipitaron sobre León en dos ocasiones, mientras tanto, una gran coalición entre Sancho I, el conde Pallars y los Banu Tawil arrebataron Monzón (Huesca) a los Banu Qasi.

    SEGUNDA BATALLA DE VALDEJUNQUERA

    Los cordobeses continuaron su campaña al año siguiente. Tras recuperar varias plazas, se dirigieron a Pamplona, derrotando en el camino a las aliadas fuerzas de León y Navarra en la batalla de Valdejunquera del 920. Los supervivientes se refugiaron en las fortalezas de Muez y Viguera, pero tras un fuerte asedio ambas fueron tomadas y sus guarniciones ejecutadas. Aunque se detuvo el avance a Pamplona, los campos de Navarra y de Álava sufrieron un expeditivo pillaje.

    El contrataque cristiano comenzó en el 923. Mientras Sancho I sitiaba Viguera, Ordoño II lo hacía con Nájera, Muhammad fue apresado y ejecutado junto a un numeroso grupo de notables por orden del rey pamplonés. Este último se quedó con todas las conquistas. El esfuerzo común de ambos reyes revertió en provecho de uno sólo debido a un enlace matrimonial entre Ordoño II y Sancha, hija de Sancho I, y a un acuerdo diplomático en virtud del cual el pamplonés acataba la superior autoridad del leonés y quedaba al frente de estos territorios como subordinado suyo.

    En la primavera del 924, Abd al-Rahman III puso en marcha un contundente ejército de castigo. Al llegar al valle del Ebro, se unieron los tuyibíes y juntos entraron, en julio, en Navarra, procediendo a la destrucción sistemática de todo cuando encontraron, incluida Pamplona, que fue abandonada por sus habitantes, refugiados en las montañas. Regresaron por el sur, arrebatando Tudela a los Bau Qasi, cuya dinastía fue enviada a Córdoba para su integración en el ejército. Su poder en la zona había terminado.

    CASTILLO DE SAN ESTEBAN DE MONJARDÍN

    Paralelamente la expansión en La Rioja, Sancho I aparecía como soberano de Aragón desde el 921, y desde la muerte del conde Galindo II Aznárez, al año siguiente, y ante la ausencia de descendencia masculina, el rey pamplonés acaparó todo el poder en el territorio.

    Todas estas incorporaciones territoriales convirtieron a Sancho I en el rey de Pamplona, Aragón y Nájera, tres territorios diferenciados.

    Sancho I necesitaba repoblar de cristianos la ciudad de Nájera. Para dotarla de una buena base demográfica dotó a este estratégico enclave de una serie de ventajas económicas que compensaran la peligrosidad de este territorio fronterizo. Los nuevos pobladores se fusionarían con los numerosos ciudadanos mozárabes que vivían allí desde la conquista musulmana. En esta ciudad estableció su Corte, reorganizando en torno a ella el Reino de Pamplona.

    Durante su reinado se comenzó a acuñar moneda, siendo el primer reino cristiano que usaba tal regalía. Así mismo, surgió el sistema de tenencias, que se perpetuaría en Navarra y Aragón hasta principios del siglo XIII.

    PENÍNSULA IBÉRICA PRINCIPIOS DEL SIGLO X

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    Re: Reinados medievales del Reino de Navarra

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    Reinado de García I Sánchez: intervención de Toda

    Al morir Sancho I Garcés en 925, el trono del Reino de Pamplona pasó a García I Sánchez, hijo de este y de la reina Toda Aznar, nieta del rey Fortún Garcés.


    García I había nacido en 919, y su minoría real hizo que su tío Jimeno Garcés (hermano de Sancho I Garcés) tomase la regencia transitoria del reino, provocando un periodo de inestabilidad. Mediante la intervención de su madre la reina Toda y la mediación de Abderramán III, la situación quedó controlada.

    Toda había estado desarrollando una activa labor política a la sombra de su esposo, sustituyendo las habilidades guerras de un hombre por la astucia y la diplomacia de su personalidad. En el Emirato de Córdoba, Toda contaba con un activo muy importante ya que era tía materna de Abd al-Rahman III. Su madre Oneca, estuvo acompañando a su padre el rey Fortún Garcés durante su prisión cordobesa y allí se casó con Abd Allah I, con quien tuvo a Muhammad, el padre de Abd al-Rahman III. Tras la liberación de Fortún, Oneca casó con Aznar Sánchez, señor de Larraun, de cuya unión nació Toda.

    GARCÍA I SÁNCHEZ

    La intervención de la reina madre en los asuntos de gobierno influyó para que el Reino de Pamplona mantuviera las ya tradicionales alianzas políticas y militares con los reinos hispánicos cristianos. Sancha ya estaba casa con el rey leonés Ordoño II. Cuando este murió en el 925, casó a su hija Oneca con el nuevo rey leonés Alfonso IV, hijo del anterior, y éste recibió todo el apoyo de sus parientes navarros en la guerra civil que le enfrentó con su primo Alfonso Froilaz. Por último, a la muerte de Alfonso IV, seis años después, volvió a casar otra hija, Urraca, con el hermano, Ramiro II, y que le sucedió en el trono.

    Toda consideraba a sus hijas como un gran activo que podía servir de utilidad sirviendo a los intereses del reino mediante enlaces matrimoniales con los reyes y condes de las otras entidades hispánicas cristianas. Así pues, organizó el matrimonio de Sancha, viuda de Ordoño II, con el conde de Álava Álvaro Herrameliz. Nuevamente viuda en el año 931, volvió a contraer matrimonio con el conde castellano Fernán González. Una situación parecida sufrió otra hija, Velasquita, quien desposó con Vela Jiménez, conde de Álava. Tras su muerte, volvió a casar con Galindo, hermano del conde Bernardo de Ribagorza y, más tarde, con Fortún Galíndez, tenente de Nájera.

    Tuvo que hacer frente a un complot contra el trono de su hijo, tras la muerte del regente Jimeno. El hijo de este, García Jiménez, desde su castillo de Atarés se alió con Bernardo, conde de Ribagorza, el cual ambicionaba apoderarse de Aragón.

    La reina Toda actuó con inteligencia utilizando sus habituales armas: política matrimonial y diplomacia. Casó al rey Sancho I Garcés, siendo adolescente todavía, con Andregoto, veinte años mayor e hija del conde de Aragón Galindo II Aznárez. El rey pamplonés conseguía los derechos al trono aragonés. Por ello, Bernardo consideró más interesante aceptar la propuesta pamplonesa consistente en la cesión de Sobrarbe a cambio de su renuncia a cualquier pretensión sobre Aragón.


    REINOS CRISTIANOS HISPÁNICOS, INICIOS DEL SIGLO X

    En 936, García I alcanzó la mayoría de edad y, decidido a asumir el poder con todas las consecuencias, ofreció su apoyo a los tuyibíes de Zaragoza contra el emir de Córdoba. La consecuencia es que Abd al-Rahman III se dirigió contra los rebeldes zaragozanos y, tras lograr su sumisión, entró en Navarra tomando varias plazas y saqueando el territorio sin graves problemas. El joven rey se dio cuenta de que si quería enfrentarse con su familia musulmana debía contar con aliados más fuertes.

    En 939, Abd al-Rahman III organizó una expedición militar para dar un golpe definitivo a los reinos cristianos y demostrar su hegemonía en la península. Al mando de su enorme ejército se presentó en Simancas, donde le esperaba el rey leonés Ramiro II con todos sus condes. El choque fue tremendo, con retirada de los musulmanes.

    Aprovechando esta victoria moral en la batalla de Simancas, dos semanas más tarde los leoneses se reforzaron con pamploneses para dar un golpe definitivo y castigar al Ejército cordobés en el desfiladero de Alhandega, en Simancas. Allí el propio Abd al Rahman III casi perdió la vida en el campo de batalla.

    La popularidad de esta victoria llegó a varios países de Europa. En el monasterio de Saint Gall, en Suiza, un crónica de 956 registraba esta efeméride considerando a la reina Toda como a una heroína:
    "Un eclipse de sol se produjo alrededor de la hora tercia del día 19 de julio, en el año cuarto del rey Otón, viernes, luna 29. El mismo día, en la región de Galicia, un ejército innumerable de sarracenos fue casi aniquilado, menos su rey y 49 guerreros suyos, por cierta reina llamada Toda."

    RAMIRO II DE LEÓN, ALIADO DE GARCÍA I DE PAMPLONA

    Tras romper su matrimonio con Andregoto, debido al alto grado de consanguineidad y la disparidad de edades, García I necesitaba reforzarse ante una posible venganza del emir de Córdoba. El pamplonés quiso establecer una alianza política y militar con el Reino de León, por eso en el año 940 se casó con Teresa, miembro de la familia de Ramiro II. Sus parientes políticos le proporcionaría más tarde una ayuda decisiva para conquistar varias fortalezas en la zona aragonesa.

    Durante la década de los 40, apenas se produjeron enfrentamientos militares. Tan solo se registraron pequeños escarceos bélicos en Artacoz (Artarain), cerca de Pamplona, en el 948.

    Entre León y Pamplona, el Condado de Castilla estaba surgiendo con fuerza al mando de Fernán González, que tenía en mente la plena independencia de sus acciones. Para ello contaba con la ayuda pamplonesa, pues Fernán y García estaban también vinculados familiarmente y tenían objetivos coincidentes. Pero el conde castellano fue apresado en el año 944.

    La reina Toda, utilizando sus habilidades negociadoras, tomó parte en los asuntos del reino leonés, y consiguió de Ramiro II que el nuevo conde de Castilla fuese su nieto Sancho Fernández. Así, Toda podía intervenir en las decisiones establecidas desde Burgos. Lo malo es que Fernán González pronto fue liberado.

    RELACIÓN DINÁSTICA ENTRE SANCHO I Y TODA

    En 951, la muerte de Ramiro II significó un acercamiento entre Pamplona y Castilla, con la intención de impedir la sucesión al trono leonés de Ordoño III. Toda quería poner a su nieto Sancho, hijo de Ramiro II, como nuevo rey de León; mientras que Fernán González, cuya hija estaba casada con Ordoño III, quería consolidar su práctica independencia. Finalmente, Ordoño III fue coronado pero su reinado duró apenas 5 años ya que falleció en el 956.

    Se consumaron los intereses de Toda, porque su nieto Sancho I el Craso accedió al poder, aunque no lo ejerció de acuerdo a los usos u costumbres de la época. El reinado de Sancho I de León fue un fracaso. Se trataba de un rey que no podía ejercer su condición de guerrero a causa su obesidad. Además sus malas dotes como estratega quedaron de manifiesto cuando, nada más coronarse, una campaña militar de los musulmanes por tierras leonesas resultó victoriosa. A pesar del apoyo político de su primo y aspirante al trono pamplonés, Sancho II Garcés, no consiguió que un complot de los nobles le apartase del cargo real, exiliándose en Pamplona en el 958.

    Otro nieto de Toda, Ordoño IV el Malo, hijo de Alfonso IV, fue el sustituto, mientras que Fernán González se casó con su hija Urraca. El pacto castellano-pamplonés quedaba disuelto.

    Toda jugó su última carta: Abd al-Rahman III. El cordobés se había proclamado califa, estaba en la cumbre de su poder, y poseía suficiente dinero y ejército para decidir la balanza a favor de un reino cristiano y otro. En 954, en el palacio de Medina Azahara, los reyes cristianos García Sánchez I de Pamplona y Sancho I de León, junto a Toda, mostraron vasallaje al califa.

    ALIANZA MILITAR ENTRE REINOS CRISTIANOS

    En 959, un potente ejército musulmán se presentaba en el río Duero devolviendo a Sancho I el Craso al trono leonés. Ordoño IV huyó a Asturias. Por otra parte, el conde castellano Fernán González no tuvo más remedio que forzar una alianza de conveniencias con el rey navarro. Así, Sancho Garcés, heredero del trono pamplonés, se casó con Urraca, hija del conde castellano, que ya había estado casada con Ordoño III y Ordoño IV.

    El acuerdo entre castellanos y pamploneses se consolidó en 964, mediante el enlace matrimonial entre Fernán González, viudo desde 959, con Urraca, hija de García I Sánchez. Un año antes moría la reina Toda.

    En los años siguiente, Pamplona estrechaba sus relaciones con León y apoyaba a sus parientes, Sancho I y luego Ramiro III, contra los rebeldes magnates gallegos. La ayuda implicó en ocasiones el desplazamiento de tropas hasta León. Los diplomas emanados de la cancillería leonesa muestran en varias ocasiones la presencia como confirmantes de Ramiro de Viguera y otros potentados navarros.

    FORMACIÓN DE COMBATE EN EL BEATO DE ESCALADA

    Tras la muerte de Abd al-Rahman III, en 961, su hijo Al-Hakam II llevaba las riendas del Emirato cordobés. Su política exterior se basó en el fomento de las diferencias entre los reinos cristianos y en la intervención de acciones militares puntuales pero contundentes.

    Una de esas acciones fue la emprendió en 963 contra San Esteban de Lerín, en La Rioja, mientras el valí zaragozano Yahya ibn Muhammad atacó el flanco oriental.

    En 968, el general Ghalib consiguió un triunfo resonante al ocupar Calahorra y hacer retroceder al frontera hacia el norte. La situación era tan peligrosa para Pamplona, que tuvo que enviar una embajada a Córdoba solicitando una tregua.

    Dos años más tarde, en 970, moría García I Sánchez, sucediéndole en el trono sus hijos Sancho II Garcés Abarca y Ramiro Garcés Abarca.

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