Respuesta: El oro y el Moro
Con respecto a la célebre frase, la versión que yo conocía era la que he comentado. El asunto, según esta versión, relata que Cicerón iba camino del Senado, o volvía, charlando con otro senador del que se cita hasta el nombre, aunque yo ni me acuerdo pues aquél día me encontraba de viaje
y, al parecer, en un momento de la conversación ambos próceres se pararon por un instante.
Junto a ellos se encontraba un remendón trabajando el cuero y, en un punto de la conversación intervino dando su parecer al respecto. Es entonces, siempre según esta versión, cuando Cicerón le espetó lo de los zapatos.
Lo cierto es que no sé cuál de ellas es más auténtica, si es que lo es alguna, pues también por aquellos tiempos se hablaba y citaba de oídas y de memoria, vieja costumbre ésta, sin corroboración alguna. Pero, de lo que no debemos tener duda es de que la frase es sumamente antigua y muy certera.
En cualquier caso, parece haber hecho las delicias de nuestro querido Donoso.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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