Es evidente que la democracia que gozamos en nuestra querida España no es sino partitocracia. El poder no lo ostenta el pueblo, “soberano” dicen, sino los partidos políticos, que a su vez adolecen de falta democracia interna.

Cuando voy a votar me encuentro con un motón de papeletas, ya diseñados por la cúpula de cada partido. De entre eses montón de papeletas solo tres o cuatro son susceptibles de obtener representación o en el parlamento o el ayuntamiento. Mi participación es totalmente pasiva.

Cualquier idea de “participación activa” goza de todas mis simpatías.