Y eso no es todo, aunque sea el caso más grave. El siguiente artículo lo traduje de la página editorial de Il Giornale. Pues sí que vamos a estar bien con Turquía en la Unión Europea.


Del padre Santoro a Hrant Dink

Il Giornale, jueves 19 de abril de 2007

Estambul.—Un largo reguero de sangre parte del Mar Negro y llega a Estambul bañando toda Turquía. Ayer pasó por Malatya, donde tres personas fueron asesinadas en el asalto armado a una editorial que publicaba libros cristianos. No es la primera vez que se producen en el país ataques, homicidios y agresiones contra editoriales cristianas o sacerdotes católicos.

El 14 de septiembre de 1997, en Gaziantep, al sur de Turquía, es arrojada una bomba contra un stand de una feria comercial donde se vendían biblias y otras publicaciones cristianas. La explosión mata a un niño de cuatro años y otras 25 personas resultan heridas. Tres días después, la policía detiene a siete miembros del grupo integrista islámico Vasat, responsable del atentado.

El 5 de febrero de 2006 en Trapzon (antigua Trapisonda), al norte de Turquía, el sacerdote católico Andrea Santoro, natural de Priverno (Italia), cae muerto a tiros en la iglesia de Santa María. El 7 de febrero es detenido un joven de 16 años, Ouzn Akdil, que se confiesa autor del homicidio, explicando que lo que indujo a cometer el crimen fueron las caricaturas de Mahoma que estuvieron a punto de provocar una revuelta en el mundo islámico a raíz de su publicación en un diario danés.

El 10 de octubre, un tribunal condena al joven a 18 años de cárcel. El 12 de febrero pasado, la magistratura turca, que investiga el homicidio del periodista turco-armenio Hrant Dink el 19 de enero de este año, reanuda la investigación formulando la hipótesis de que el asesinato del padre Santoro no sea obra de un fanático aislado, sino que haya madurado en el ambiente de los Lobos Grises.

A los pocos días del asesinato del padre Santoro, el 9 de febrero de 2006 es agredido y amenazado de muerte el sacerdote esloveno Martin Kmetec en Izmir (antigua Esmirna) por parte de una decena de jóvenes lobos grises al grito de Al-lá o akbar, o Dios es grande.

El rastro de sangre también la tiene de ciudadanos turcos. El 17 de mayo del año pasado el juez del Danistay o Consejo de Estado Mustafá Yücel Özbilgin muere asesinado por el abogado fanático Alparslan Arslan por haber negado un ascenso a una profesora que vestía el velo islámico fuera del centro docente donde trabajaba.

En Turquía, el clima es de tensión, tensión que se agrava el 2 de julio cuando en Samsun, en la costa del Mar Negro, un desequilibrado apuñala al sacerdote católico francés Pierre Brunissen. En este caso, parece que el agresor era un perturbado.


El pasado 19 de enero el rastro de sangre pasó por el barrio de Osmambey en Estambul. Ogun Samast, de 17 años y natural de Trapisonda, la misma ciudad en que fue asesinado el padre Santoro, mata a sangre fría en plena calle al periodista armenio Hrant Dink. Las investigaciones ponen de manifiesto que hacía tiempo que la policía estaba al corriente de que se preparaba el homicidio del periodista y no hizo nada por impedirlo. Al funeral de Dink asistieron más de 100.000 personas. Ayer se disolvió un rayo de esperanza en Malatya.