ABC de Sevilla, 26 de abril de 2007
Sesenta familias rumanas ocupan una manzana de la calle Calatrava
La casa abarca una manzana entera./DÍAZ JAPÓN
GLORIA GAMITO.SEVILLA
Desde noviembre, unas sesenta familias de rumanos y gitanos portugueses han ocupado los números 2, 4 y 6 de la calle Puerta de la Barqueta, antes Calatrava. No sólo se han hecho los dueños del edificio, también de la calle, en la que desguazan chatarras, orinan y defecan y de la que han tomado la luz y el agua. Los vecinos de la zona se quejan de que los intimidan y amenazan y desde su llegada se están produciendo muchos robos. Se da el caso de que en el edificio viven aún cuatro inquilinos antiguos con los que la propiedad del inmueble no ha llegado a un acuerdo para que abandonen sus casas.
El edificio ocupado es una antigua casa de finales del siglo XIX de dos plantas y comprende toda una manzana delimitada por las calles Puerta de la Barqueta (antigua Calatrava), Torneo, Resolana y Vib Arragel. Al parecer, en este edificio se iba a construir un hotel si bien Urbanismo dictaminó que siguiese teniendo uso residencial, pese a que varias cadenas hoteleras habían mostrado su interés por esa manzana situada en un enclave estratégico para el turismo. Los vecinos comentan que antes de eso se habló que la manzana la habían comprado unos grandes almacenes.
Chatarras y «algo más»
Los primeros ocupantes de la manzana fueron mendigos e indigentes. La mayoría eran los «gorrillas», muchos de ellos enganchados a la droga, de la Alameda, que se refugiaron allí cuando comenzaron las obras. Luego llegaron los rumanos. Al principio eran hombres solos que echaron a los «gorrillas» y trajeron luego a sus familias. Más tarde llegaron los gitanos portugueses. Todo indica que se dedican a la chatarra pero los vecinos piensan que «hay algo más» porque es demasiada la actividad que tienen sobre todo por las noches cuando empiezan a llegar las furgonetas y los coches y comienzan a descargar.
De hecho la Policía, que muchas veces tiene apostados coches a la puerta de las viviendas ha identificado a los okupas para tenerlos controlados. A algunos de estos okupas de nacionalidad rumana ya los han detenido agentes de policía de la comisaría del centro por robos con intimidación en otras zonas de Sevilla.
Los vecinos se quejan de que desde que han llegado han aumentado los robos. Así en la zona de la calle Crédito y Estrellita Castro a varios vecinos les han forzado las puertas para robarles. Dicen también que los intimidan y los han amenzado. Se dice en el barrio que para robar llegaron a romper la puerta trasera del Polideportivo de calle Crédito, aunque en estas instalaciones lo han desmentido. Allí cuentan con un vigilante las 24 horas del día y dicen que quizás hayan intentado forzar la puerta, aunque «sin conseguirlo porque son macizas».Todos los okupas llevan carritos sustraídos del Mercadona donde meten sus chatarras y enseres y son frecuentes las peleas entre ellos.
La luz y el agua la han cogido de la calle. Como han quitado las tuberías de la casa para venderlas, de las fachadas salen a veces caños de agua. Tanta era que unos vecinos avisaron y Emasesa la cortó. Pero otra vez han vuelto a cogerla «de extranjis». Lo mismo pasa con la luz. Hace tres semanas cuando una vecina vio que estaban desatornillando la farola que tienen delante y avisó a la Policía la amenazaron por señas, diciéndole que le iban a cortar el cuello.
Otras quejas vecinales son el mal olor porque sacan a los contenedores los orines y excrementos aunque la mayoría de las veces los hombres hacen sus necesidades en la calle. Dicen algunos residentes que no saben como los vecinos de toda la vida que quedan pueden vivir allí. Incluso se habla en el barrio que los rumanos a lo mejor han llegado para adelantar la marcha de los vecinos.
Hay quién se escandaliza porque dice que como se puede consentir que en el centro de Sevilla unos okupas campen a sus anchas. El problema es que cuando alguien ocupa una vivienda y pone un candado en la puerta, aunque parezca increíble, legalmente es suya, y la Policía no puede entrar sino es con una orden judicial.
Los vecinos más cercanos cuentan y no paran del incivismo de estas familias que no saben convivir. El Domingo de Resurrección por la noche le tiraron un sillón a un coche y le abollaron la puerta. Otro día a unos cuantos les dio por arrojar botellines a los automóviles que entraban al centro. El peor parado fue un ciclista al que por poco le rompen la cabeza. El pasado domingo hubo asombro entre los residentes al ver la cantidad de maletas y trolley de marca que estaban sacando de un coche: «Luego los echaban al contenedor, y también tiran bolsos». Y es que los okupas por la noche colocan sus coches encima de la acera, para descargar. Hay veces, dicen, que ponen hasta una manta para que no se vean las cosas que sacan. Y es que todo lo hacen en la calle el desguace, las necesidades... El pasado lunes a las nueve de la mañana incluso degollaron un cordero en plena calle junto a un árbol que tiene siempre al alcorque lleno de agua sucia.
«Han arrancado las tuberías y las ventanas de las casas»
G.G. SEVILLA
En la manzana ocupada por estas familias de rumanos y gitanos portugueses aún viven cuatro inquilinos de los antiguos que tenía el inmueble. Todos viven en las accesorias de la calle Vib Arragel y están rodeados por los okupas. Son Dolores, Rosa, Tomás el de la tiendecita y María Barrera y Francisco Vázquez.
María, de 77 años de edad, lleva viviendo en esa casa 72 años porque llegó con sus padres cuando tenía cinco años. Su marido, Francisco lleva sólo desde 1956, cincuenta y un años, los mismos que hace que se casaron porque se quedaron allí a vivir.
Dice María que los okupas son muchos y que a ellos no los molestan. Los saludan y ya está. Pero una cosa es que no se metan con ellos y otra lo que están pasando. María reconoce que está asustada. Por el patinillo que da a su cocina les pueden entrar y ya le han tenido que gritar y hacer señas a varios para que no salten.
Saben que los okupas, que tienen grandes peleas entre ellos, se dedican a la chatarra: «Vienen con los carros de Mercadona llenos de lo que recogen y luego abren las lavadoras y eso para sacarles el cobre. También han puesto una discoteca enfrente del puente de la Barqueta».
Ni dinero ni vivienda
Lo que peor lleva María es la suciedad: «Se cagan en la calle y tiran los orines a la basura. La peste es muy grande y también hay bichos, sobre todo arañas. Eso y que han arrancado las ventanas, los grifos y las tuberías para venderlas. Por eso a veces no tienen agua. Por consejo del abogado María y su marido no pagan desde hace cuatro meses el agua a la propiedad solo la mensualidad: «Y es que hemos llegado a pagar hasta 472 euros de agua y creemos que es por los enganches».
Francisco y María dicen que siguen viviendo allí porque los dueños no les dan ni una vivienda ni dinero. Han ido a hablar con Ángel Monge, de Otainsa, Oficina técnica de asistencia a inquilinos en situaciones de abuso de Urbanismo. Dicen que les ha dicho que «mientras no nos de una casa no le darán permiso a la propiedad para construir». Tienen aún abiertas las catas que les hicieron hace tres años para ver el estado de las vigas. Comentan que los propietarios les dijeron que tenían un piso en Parqueflores y aseguran que eso no es cierto.
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