Es triste, pero es la verdad, Ordóñez. Nunca me ha gustado el fútbol, o balonpié - usemos el castellano - y una razón más es que el que cualquier tipejo puede ganar millones y millones por dar unas cuantas patadas a un balón y que al resto les cueste sudor y sangre ganarse unos cientos de euros cada mes, deplorable. No recuerdo en donde leí que era el opio del pueblo, cuanta razón...
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