Una barbarie. Eso es lo que ha ocurrido con Marta del Castillo. En efecto.
Una barbarie, pero recapacitemos. Marta es una víctima. Pero la culpabilidad recae sobre toda una situación -la de España, siglo XXI- que es intolerable.
Marta es víctima de una sociedad que hace creer a las niñas que son mujeres, y a los niñatos que son hombres.
Marta es víctima de un estado de cosas que es insostenible por más tiempo.
Su generación, la de Marta, vive en Jauja, pero nadie les dijo que Jauja exige sacrificios de sangre, porque Jauja es dominio de satanás, de un satanás sonriente y enrollado que va de guay.
Niños y niñas que viven echándose fotos a sí mismos, y si se sienten gordos enferman de anorexia.
Niños y niñas que juegan a ser mayores, sin querer contraer las responsabilidades de los mayores.
Niños y niñas que viven en un cuento de hadas virtual. Y que no quieren madurar.
Marta es víctima de una sociedad degenerada. Si sus asesinos cambian las versiones del crimen, y llevamos gastados los millones que llevamos gastados en buscar su cadáver es porque no hay un policía que sepa arrancar la confesión de esos mierdas, y si no arranca la confesión de esos mierdas es por no saber arrancar una muela cuando está podrida.
Y muelas podridas son todos los degenerados que se pasean sin temor de nada. Pues hace tiempo que la psicopatía se convirtió en la perfecta excusa de la posesión diabólica.
Esta sociedad está poseída por el diablo. Un exorcismo es lo que hace falta. Y hogueras que no falten tampoco.
Gran tautalo, lo has clavado. Suscribo todo lo que has dicho.
"De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores