En una sociedad sana nunca puede haber lo que se llama desde los años sesenta "educación sexual" (que en definitiva no es sino es preparación para el vicio y la perversión). En una sociedad sana los hijos vienen o se tienen, nunca "se planifican".
La perversión occidental que ha venido sustituyendo la Religión cristiana por los medios de comunicación (y manipulación) masivas, a medio plazo se vuelve contra ella misma y transforma la sociedad occidental en viciosa, estéril y destinada a desaparecer del Globo en pocas décadas: eso sí, orgullosísisma de su podredumbre moral.
Por eso el Mundo solo podrá continuar en pie gracias a aquella sociedades sexualmente sanas (lo que los degenerados occidentales llamarían "reprimidas sexualmente"), porque la ecuación del hombre con el Primer mandamiento del Decálogo nunca ha sido posible sin el cumplimiento del Sexto Mandamiento. Sexto mandamiento destruido de raiz en Occidente por la "educación sexual" desde los años 60, con el consentimiento, culpable, de los clérigos.