El liberalismo protestante en la génesis de las plutocracias actuales

“En Inglaterra, en cambio, el poder fue a parar a una oligarquía de comerciantes whigs que desplazaron a los terratenientes tories. Estos comerciantes se habían enriquecido con las compañías de Indias orientales y occidentales. Tras el Tratado de sucesión de 1715, se enriquecieron durante décadas obteniendo el monopolio de la compra de esclavos en Guinea y la venta en las costas de Savannah, en el sur de los Estados Unidos, o en Cartagena de Indias. Los ingleses monopolizaron la trata de negros hasta que se les ocurrió prohibirla. Paradójicamente obtubieron la fama de combatir el comercio de esclavos negros (¡).


Este enriquecimiento fundado en la trata de negros y en el comercio a través de las compañías de Indias, les permitió a los terratenientes cercar sus fincas con un sistema que en realidad era un robo legal contra el derecho consuetudinario: la enclouse (la cerca). Por derecho consuetudinario, las tierras no cultivadas, sino de pasto, podían ser pastoreadas por cualquier rebaño vecino, de modo que los campesinos pobres llevaban sus ovejas a los prados de los lores. Esto era así, además, porque los rebaños del lord no consumían todo el pasto. Había pasto suficiente para sus rebaños y para el de los vecinos más pobres. Los ricos cercaron sus fincas y abocaron a la miseria a los propietarios pobres, que tuvieron que malvender sus fincas. Así crecieron las tierras de los whigs , aquellos liberales protestantes enriquecidos con el mercado de los esclavos y el comercio de Indias. Esta oligarquía whig fue la que construyó aquellos palacios del siglo XVIII de ladrillo rojo y que ostentaba criados, caballos y carrozas. Se habían enriquecido “vendiendo cuerpos y almas de hombres”, como dice el Apocalipsis hablando de Babilonia (Ap.18,13); y como anuncia el profeta Isaías: “agregando campo a campo…hasta quedaros como únicos dueños del país” (Is.5,8). Los land lords, señores de la tierra, llegaron a serlo porque ahogaron con sus cercas a los campesinos pequeños. Inglaterra llegó a ser un país latifundista, creado por una oligarquía whig liberal que arruinó a la gentry tory (la pequeña nobleza campesina). Por eso la Cámara de los Lores era liberal, y sólo quedaban conservadores en la Cámara de los Comunes…

Por eso muchos historiadores afirman-entre ellos nuestro Donoso Cortés- que Inglaterra no era una monarquía, sino una oligarquía representada monárquicamente y que, por ello mismo, fue el señuelo de todas las monarquías constitucionales…En Inglaterra después de la revolución de 1688, el poder del dinero se reviste de forma monárquica. La oligarquía liberal está representada en forma de monarquía con su Iglesia establecida, como “defensora de la fe”. Inglaterra es, a finales del XVII, un país definitivamente protestante que tiene como dirigentes de apariencia nobiliaria a los ricos negociantes que están comerciando en toda la Tierra.

Está es la tesis de Sombart en Lujo y capitalismo, tesis que confirman todas las historias económicas al constatar la importancia del comercio suntuario, el sustento inicial que el colonialismo da a la revolución industrial en Inglaterra, que no habría sido posible sin esta financiación previa.

Todo esto tiene mucho que ver con la descripción que hace San Juan en el Apocalipsis sobre Babilonia. Más aún me parece pasmosamente literal de tal descripción. Me inclino a reconocer que es lícito tomar el término Babilonia en sentido espiritual, siempre que no divaguemos y veamos cómo este orgullo de la riqueza y la soberbia mundana funciona por los cauces por donde lo hacen normalmente la soberbia de este mundo y el poder político. Estos cauces son el comercio, el lujo, la ostentación, la compra de conciencias y la corrupción que subsigue a la exhibición ostentosa de la riqueza y del lujo, fuente de toda corrupción, según nos dice san Ignacio y según demuestra la historia.”

(Francisco Canals Vidal. “Mundo histórico y Reino de Dios”. Ed Scire)

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