Estamos acostumbrados a leer alabanzas carlistas de este tipo en favor de Menéndez Pelayo; seguramente los que así le elogian no han leído (¿o corren un tupido velo ante los incautos lectores?) frases del escritor tremendamente despectivas hacia el carlismo. Aunque resulte duro, debe leerse de propia mano su pésima opinión sobre el carlismo:
"...Dos bandos poderosos y encarnizados después de haber lidiado sin cuartel ni misericordia en los campos de batalla (primera guerra carlista), permanecían irreconciliables ceñudos y rencorosos, como separados por un mar de sangre y por un abismo de ideas todavía más hondo. Decíase el uno representante de la tradición y heredero de la España antigua, y no puede negarse que en parte lo fuera, si bien por la fatalidad de los tiempos, al resistir el empuje de la revolución demoledora, pareció identificar su causa con la de instituciones caducas y condenadas irremisiblemente a muerte y se constituyó en defensor, no de una tradición gloriosa cuyo sentido apenas comprendía ni alcanzaba como no fuese de un modo vago e instintivo, sino de los peores abusos del régimen antiguo en su degeneración y en sus postrimerías.Con esto dieron aparente justificación a los del partido adverso que, pensando y sintiendo con el espíritu de la revolución francesa, radicalmente hostil a todo elemento tradicional e histórico, confundían bajo el mismo anatema los principios fundamentales y perennes de nuestra vida nacional y las corruptelas, imperfecciones y escorias que el transcurso de los siglos y la decadencia de los pueblos trae consigo..."
Y éste otro, aun peor:
"...Si la cultura de los liberales adolecía de exótica y superficial, la de los partidarios del antiguo régimen había llegado a tal extremo de penuria, que en nada y para nada recordaba la gloriosa ciencia española de otras edades, ni podía aspirar por ningún título a ser continuadora suya..."
(De "Pról. a los Ensayos de J. M. Quadrado, 1893: Estudios y discursos de Crítica Histórica y Literaria"; tomado de "Antología general de Menéndez Pelayo"; B.A.C. Tomo I, año 1956. pág. 211)
Esas parecen ser las razones del anticarlismo del escritor, a pesar de su consabido desacuerdo y crítica hacia el bando liberal.
Por otra parte, es vergonzoso este comentario del articulista del hilo inicial:
Las “políticas erróneas” que Menéndez Pelayo “detestaba” no fueron imponiéndose por entonces sino que llevaban impuestas más de 50 años y él ya las conocería de sobra. En todo caso, era suficientemente inteligente, bastante mayor y conocía de mucho más cerca que nosotros aquellas realidades políticas. Si tal impertinencia ya parece un insulto dirigida a una persona normal ¿que será dirigida a una persona tenida por sabia?
su actuación política erronea (fuera de puntuales colaboraciones y acercamientos al Carlismo) sirvió para consolidar el régimen de la falsa Restauración, que a su vez fue imponiendo todas las políticas que don Marcelino detestaba.
Escribe el articulista (carlista):
... a lo que le respondería Menéndez Pelayo (según el texto antes citado): "...tradición gloriosa cuyo sentido apenas comprendes ni alcanzas..."" su (Menendez Pelayo) tradicionalismo cultural" no fue acompañado con un coherente "tradicionalismo político.... la tradición hispánica que tanto amaba el maestro montañés.
¿Quién tendrá razón?
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