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Tema: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

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  1. #1
    Avatar de Kontrapoder
    Kontrapoder está desconectado Miembro graduado
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Cita Iniciado por Xaxi Ver mensaje
    En definitiva,una cosa son los objetos,los inventos y su uso o corrupción y otra las ideas y conceptos..estos últimos,si pueden ser intrinsicamente malvados,pero los primeros en cuanto no manen de estas,ideas corruptas,entiendo que no.
    Éste un punto en el que que discrepo, estimado Xavi. Creo que algunos inventos sí pueden ser malos por sí mismos. Habitualmente no lo son, pero lo pueden ser. Y, aun suponiendo que un determinado medio o tecnología no sea malo por sí mismo, puede tener una estructura que favorezca las aplicaciones malas por encima de las buenas. Podría ser el caso de la televisión, que fomenta la pasividad acrítica del receptor, y podría ser el caso de Internet, que fomenta actitudes todavía más negativas, en mi opinión. Internet no es sólo los cables que transmiten datos pasando por varios nodos; es también una serie de estructuras, normas y protocolos que favorecen determinadas conductas y que pueden llegar a afectar a la forma en que nuestro cerebro trata las informaciones.

    Veo que Hyeronimus ha citado mi anterior intervención. ¿Quiere eso decir que estás de acuerdo con lo que digo de Internet, estimado Hyeronimus? Aunque comprendo que esto de Internet se sale un poco de lo planteado por Martin Ant, con lo que quizá debería ir en otro hilo.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  2. #2
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    si,claro..estimado Kontrapoder,algunos inventos que facilitan la plasmacion o el acto de ideas corruptas son perniciosos,ahora bien,de verdad que el resto de la argumentacion se me escapa,puesto que el hecho de favorecer,no implica el ser.Favorece,lo cual no dudo,por el uso negativo del propietario de la cadena y programador y por el usuari, pero tambien podria favorecer actitudes positivas con un uso diferente.Quiero decir que,ciertamente,el dominio del fuego en una mente enferma,digase un piromano,empuja a determinadas conductas perniciosas pero en el fuego no subyace la maldad,en cuanto no esta sujeto al libre albedrio,sino a las leyes fisicas,de la misma manera la television,aunque favorezca la abulia o el gregarismo y sus contenidos sean terribles en su mayoria,esta tambien sujeta a la voluntad del usuario y su discernimiento.Por ejemplo,a mi me gusta mucho determinado programa de cierto canal..con cierto cientifico paraplejico...las imagenes son muy hermosas y algunos contenidos muy graciosos,de hecho,le llamo noche de humor y me sirve de entrenamiento para detectar,al vuelo,rupturas y desvarios en los discursos.En todo caso,siempre existe la opcion de otro tipo de ocio.

    Un abrazo en Xto
    ...les mataria sin odio...

  3. #3
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Exactamente. Internet en sí no es mala, y se puede usar --y se usa-- para muchas cosas buenas. Y si no ni tendríamos a Hispanismo ni escribiríamos por aquí, ni traeríamos textos de diferentes lugares del ciberespacio. Pero es innegable que fomenta actitudes pasivas y negativas, y lo mismo pasa con la televisión, como bien explicas en tu último mensaje, Kontra. Vivimos en una sociedad visual, una sociedad de la imagen. Internet, la telesivión y otros medios deben ser vehículos de información y cultura, y lo son en muchos casos. Pero aun dejando de lado los casos en que el contenido sea bueno y no malo ni una pérdida de tiempo, la sociedad de la imagen vuelve a la mayoría acrítica y pasiva, y además perezosa. En una novela puede ser necesaria una página entera para describir un lugar determinado, mientras que en la pantalla se ve todo de un golpe de vista. Se gana tiempo, pero se pierde en precisión expresiva. Y como la gente lee poco y ve mucha televisión y cine, la expresión verbal y escrita se ha empobrecido muchísimo. No sólo en cuanto a vocabulario; la gente ya no se expresa de forma clara y precisa. Y no me refiero sólo a la gramática, sino al aspecto más importante, que es expresarse de una forma lógica y coherente. Y las personas no se expresan de forma lógica y coherente porque no razonan bien. De la abundancia del corazón habla la boca. Y no razonan bien porque no leen ni tienen formación. Todo esto resulta favorable a los manipuladores de masas, lo cual no quiere decir que ellos hayan inventado esos medios, claro. Pero les vienen muy bien. La técnica, por un lado, ha beneficiado enormemente al hombre. Por otro, lo ha empobrecido intelectualmente. La calculadora fue una invención muy práctica. Resultaba muy útil para la contabilidad y para quienes tenían que efectuar muchos cálculos en su trabajo (científicos, matemáticos, etc.). Cuando se popularizaron, todos nos compramos una. Yo, como soy de letras y siempre fui malo para los números, echo mano de la calculadora constantemente. Pero al hacer eso los "músculos" de la mente dejan de ejercitarse, y si no se ejercitan con otras cosas no se piensa claro y con agilidad. También podríamos hablar de los libros de texto. Siempre han tenido ilustraciones; es necesario porque aclaran el texto y lo vuelven más ameno. Pero si bien en nuestros tiempos los libros tenían algunas ilustraciones y fotos, hoy en día en cualquier libro de texto predominan los dibujos, fotos, diagramas y demás en detrimento del texto. Poco texto, poco contenido y mucho colorido. Hace años que los alumnos no tienen que hincar los codos, todo les entra con los ojos y con el mínimo esfuerzo, pero adquieren pocos conocimientos, a veces presentados de forma incoherente con varias asignaturas en un mismo libro y omitiendo cosas importantes en favor de otras más intranscendentes. De esa forma, el alumno no aprende a disciplinarse y estudiar en firme, y si luego encima lo van a aprobar de todos modos, ya vemos lo que pasa. Y lo curioso es que eso no sólo se aplica a los textos escolares. Basta observar los libros que se emplean para enseñar lenguas modernas en cualquier academia de idiomas. Sea cual sea la edad de los alumnos, los libros tienen muy poco texto, no explican apenas nada, están llenos de ilustraciones y fotos en color, la misma página está impresa con tinta de varios colores, y los dibujos suelen ser básicamente monigotes. Mucho colorido, como en los libros, móviles y otros juguetes para bebés. Para colmo, los libros están llenos de jerga juvenil y enfocados a los intereses y gustos de los adolescentes, y ya digo, aunque el alumno de un centro de enseñanza de idiomas tenga cuarenta o cincuenta años tiene que aguantarse con eso. Hoy en día no se encuentran otros libros de idiomas para el alumno normal no universitario. Es una realidad que veo a diario enseñando inglés y francés. Cómo añoro aquellos libros de "Inglés para españoles" de Basil Potter, que durante décadas ayudaron a tantos españoles a adquirir un conocimiento bastante completo de la lengua inglesa en tres volúmenes llenos de explicaciones y vocabulario. Y lo mismo que digo de los libros de idiomas pasa con otros muchos libros de texto. Diríase que están tratando de infantilizar a la sociedad con libros llenos de dibujitos, como los de cuentos. Claro, quieren una sociedad con una mentalidad pueril, en la que las personas no piensen por sí mismas y se crean cualquier cuento que les cuenten, sin espíritu crítico. Al fin y al cabo lo que quieren es que la gente les vote o les compre. Hace muchos años que los cómics dejaron de ser sólo cosa de niños, como los tebeos en España. Como todos sabemos, los hay de todos los temas y para todos los públicos, abundando los violentos y pervertidos. ¿Quiere decir eso que el cómic ha diversificado su público, o que el público adulto se ha infantilizado? Bien podría ser un poco de ambas cosas. Porque la mayoría de los cómics son historias inventadas, sobre todo fantásticas. O sea, los cuentos de los adultos. Eso no quiere decir que el cómic sea malo en sí. Es un medio de difusión como cualquier otro, y también se utiliza para transmitir buenos contenidos, incluso cultura. Pero todas estas cosas crean tendencias. Aprovechemos lo bueno de los avances de la técnica, pero con criterio y sin dejarnos deslumbrar.
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  4. #4
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Cómo añoro aquellos libros de "Inglés para españoles" de Basil Potter, que durante décadas ayudaron a tantos españoles a adquirir un conocimiento bastante completo de la lengua inglesa en tres volúmenes llenos de explicaciones y vocabulario.
    Precisamente éso es lo que yo ando buscando: lo que antes se llamaba un método; pero sólo encuentro libros finos con dibujitos y colorines, como esos que mencionas. Es de auténtica vergüenza la sección de idiomas de las librerías.

    Si me puedes hacer alguna recomendación de ese tipo de "métodos" a la vieja usanza, te quedaría muy agracecido. Los idiomas que me interesan son: italiano, alemán, latín y francés.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
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  5. #5
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Basta observar los libros que se emplean para enseñar lenguas modernas en cualquier academia de idiomas. Sea cual sea la edad de los alumnos, los libros tienen muy poco texto, no explican apenas nada, están llenos de ilustraciones y fotos en color, la misma página está impresa con tinta de varios colores, y los dibujos suelen ser básicamente monigotes. Mucho colorido, como en los libros, móviles y otros juguetes para bebés. Para colmo, los libros están llenos de jerga juvenil y enfocados a los intereses y gustos de los adolescentes, y ya digo, aunque el alumno de un centro de enseñanza de idiomas tenga cuarenta o cincuenta años tiene que aguantarse con eso. Hoy en día no se encuentran otros libros de idiomas para el alumno normal no universitario. Es una realidad que veo a diario enseñando inglés y francés. Cómo añoro aquellos libros de "Inglés para españoles" de Basil Potter, que durante décadas ayudaron a tantos españoles a adquirir un conocimiento bastante completo de la lengua inglesa en tres volúmenes llenos de explicaciones y vocabulario. Y lo mismo que digo de los libros de idiomas pasa con otros muchos libros de texto.
    El tema es que antes la enseñanza de idiomas era muy literal; ya cuando era chico había institutos y métodos con discos que proponían aprender la nueva lengua como aprendimos la materna y para éso el audio y la imagen son lo principal. Volvemos a lo mismo, acá el problema no sería el nuevo método de aprendizaje sino el contenido; p. ej., cuando estudiaba alemán en el Goethe Institut de Buenos Aires nos pasaban muchas diapositivas y publicidad alemana con contenidos multiculturalistas y diálogos entre gente "diferente" (incluídos chicos con "orientación sexual diferente").



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







  6. #6
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Kontrapoder: en francés yo empecé con los libros de texto habituales en el colegio en aquellos tiempos. En alemán estudié más tarde, ya a finales de los setenta, con Deutsche Sprachlehere für Auslender, y ya eran unos libros intermedios entre los métodos clásicos y los actuales. Aunque ya había estudiado la Gramática sucinta de la lengua alemana. Aquellas gramáticas sucintas de la Editorial Herder (en alemán, inglés, italiano y francés) todavía se encuentran en las librerías. Son bastante buenas. También empecé a estudiar italiano con la Gramática sucinta de la lengua italiana). En latín, el método de Valentí Fiol, que se estudiaba en sendos volúmenes en tercero, cuarto, quinto y sexto de bachillerato era también muy bueno. Seguro que hay más, pero todos estos están bien para estudiar a un nivel normal, no universitario. Eso sí, aparte de las gramáticas sucintas, la mayoría sólo se encuentran ya en librerías de viejo.
    Kontrapoder y El Tercio de Lima dieron el Víctor.

  7. #7
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Erasmus, es que las dos cosas son necesarias. Estudiar a fondo con buenos libros y gramáticas bien explicadas, y practicar todo lo que se pueda la lengua hablada y escrita. Me parece excelente que se utilicen medios audiovisuales en clase. En el Instituto Británico no sólo se enseñó bien durante años con los tres tomos de Inglés para españoles, más tarde sustituidos por otros, sino que había una excelente biblioteca y había proyecciones de películas y conferencias. Había mucho lugar para la teoría y para la práctica. Hoy en día el contenido es mínimo, y si en vez de en un buen centro de idiomas se estudia en el colegio, se enseña poco y mal. Sumado eso a la poca capacidad de la mayoría de los españoles para los idiomas, y a que muchos profesores de los colegios no saben enseñar bien ni se preocupan por enseñar bien la fonética, el resultado es desastroso. Ahora tratan de corregir la deficiencia idiomática de los españoles impartiendo en primera y segunda enseñanza asignaturas en ambos idiomas. Aparte de la asignatura normal de inglés, enseñan geografía, historia, ciencias naturales, etc. también en inglés como una asignatura aparte. Se trata de conceptos ya aprendidos en castellano, pero el alumno no sabe todavía mucho inglés y ya tiene que estudiar en ese idioma, lo cual resulta confuso para muchos.

  8. #8
    Avatar de juan vergara
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Los medios técnicos de difusión, Internet, TV, Cine, radio, periódicos, diarios, revistas, etc, fungen para el Amo del mundo.
    Ya decía Platón en el Fedón que las almas débiles "tienen por alimento a la opinión y no a la Verdad".
    El Padre Castellani sostenía que: "La verdad aquí es una mercadería despreciada tanto que ni gratis la quieren y aun pagan para que los engañen".
    Tambien exponía Castellani que: "La técnica nos ha traicionado, no ha esclavizado y tiende a volvernos ciegos".
    San Pablo en algo que se pude aplicar a los citados medios argüía que: "Ellos trocaron la verdad de Dios por la mentira y adoraron y dieron culto a la creatura antes que al Creador".
    Esta mas que probado que los mencionados medios persiguen la falsificación de las verdad.
    Esa maravillosa, cautivante y atrapante técnica es una inmensa maquina de propaganda, de confusión, de falsedades, de intoxicación de "información" (deformación), que nos convierten en Robots, en un bombardeo de noticias que duran un mero instante, sin una historia previa, sin relación de causalidad, su objeto es un consumo rápido de noticias express, que nos atontan, nos distraen de lo realmente importante, nos confunden, nos estupidizan.
    Con juicios, temerarios, falaces, que crean una adicción.
    Se pierde el hábito reflexivo, se contamina el pensamiento, se despersonaliza, se trivializa.
    Se anula la imprescindible comunicación personal, familiar, amical.
    Se nos somete al totalitarismo de la propaganda, se destruyen los valores perennes.
    Se nos corrompe día a día, se nos engaña.
    Es una conjura contra la Verdad...
    Última edición por juan vergara; 02/02/2013 a las 04:56
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  9. #9
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Si lo sostengo demasiado, ya no es libre y si no lo sostengo lo suficiente, se cae








    La preservación, la profilaxis o la protección no son el criterio decisivo de la educación. En tiempos tan revueltos como los nuestros, junto a la tentación masiva y borreguil de dejarse llevar por la corriente, coexiste la tentación selecta: la de educar a la contra y en el apartamiento de la realidad social. Durante mucho tiempo yo he caído en esa segunda tentación. Es el error de querer, ante todo, preservar a los niños del contagio del mundo, de su mentalidad, de sus depravaciones. Con esto no justifico en absoluto a los que repiten la torpe cantilena de la reconvención fácil y gregaria: “No es sensato oponerse a los tiempos”, “no es posible conservar en una campana de cristal a los niños”, palinodia falsa e irritante que no nace de un juicio racional, del amor a la verdad, sino de la constatación de la derrota, de la pereza, del miedo y la desesperanza. Pero lo infundado de esa objeción no legitima el error inverso, el del que espera de una segregación de la polvorienta realidad más de lo que esa abstención puede dar.

    Es cierto que a los niños no hay que mantenerlos encerrados, ni evitarles a cualquier precio el contacto con los gérmenes del mundo. Pero ello por una razón positiva, por una verdad y no por un miedo o por una cobardía. Además, también es cierto que entre los deberes del educador está la vigilancia proporcionada contra los enemigos de la maduración de la personalidad. Dos verdades que hay que conjugar en el caso concreto, sin eludir ninguna.

    Como en toda dinámica humana, el aprendizaje moral e intelectual tiene como objeto el amor del bien y de la verdad, lo que conlleva el rechazo del mal y del error. El espejismo es pensar que la mera remoción de ciertas ocasiones del mal produce el crecimiento en el amor a la verdad y al bien.



    Lo primordial y más difícil en la educación es estimular y rectificar el deseo de aprender, hasta convertirlo en genuino amor por la verdad y por el bien. Para lograrlo, ciertamente, vigilamos que las inclinaciones morales, estéticas e intelectuales del educando no se estraguen por el contacto con ambientes viciosos. Pero esa evitación no puede significar radical abstención, puesto que toda facultad o inclinación humana, separada del medio en que debe ejercerse, se anquilosa y marchita. Un desarraigo radical del ambiente social conlleva no adquirir las virtudes sociales, imprescindibles no sólo para la inserción y participación activa del sujeto en la vida común, sino hasta para la mera dirección de sí mismo. Un precio demasiado alto.



    Ése es el óbice intelectual y práctico que, tras una entusiasta adhesión inicial me retrajo del llamado “home-schooling” o instrucción en el hogar. De eso hablaremos otro día.
    No existe un método que nos ahorre la adaptación a las cambiantes circunstancias, ni fórmulas que hagan superflua la aplicación de los principios a cada caso concreto. Es la virtud de la prudencia la que nos guiará –virtud intelectual y no mera aprensión o cautela– en la toma de decisiones que, seguramente, habrá que ir modificando sobre la marcha, en función de su resultado. Este asunto siempre me trae a la memoria las enternecedoras e inteligentes palabras de Péguy (El misterio de los santos inocentes. Ed. Encuentro):

    Como un padre que enseña a nadar a su hijo
    en la corriente del río
    y que esta dividido entre dos sentimientos.
    Pues por una parte si le sostiene siempre y si le sostiene demasiado
    el niño se confiará y nunca aprenderá a nadar.
    Pero por otra, si no le sostiene en el momento justo
    ese niño beberá un mal trago.
    Así yo, cuando les enseño a nadar en sus pruebas
    también estoy dividido entre esos dos sentimientos.
    Pues si los sostengo siempre y si los sostengo demasiado
    nunca sabrán nadar ellos solos.
    Pero si no los sostengo en el momento justo
    esos pobres hijos quizás beban un mal trago.
    En eso esta la dificultad, que no es pequeña.
    Y esa es la duplicidad incluso la doble cara del problema.
    Por una parte es preciso que consigan la salvación por si solos. Es la regla.
    Y regla formal.
    De otro modo no sería interesante. No serían hombres.
    Además quiero que sean viriles, que sean hombres y que ganen ellos mismos
    sus espuelas de caballeros.
    Por otra parte, no deben dar un mal trago
    tras sumergirse en la ingratitud del pecado.
    Tal es el misterio de la libertad del hombre dice Dios,
    y de mi gobierno de él y de su libertad.
    Si lo sostengo demasiado, ya no es libre
    y si no lo sostengo lo suficiente, se cae.
    Si lo sostengo demasiado, expongo su libertad,
    si no lo sostengo lo suficiente, expongo su salvación:
    Dos bienes desde cierto punto de vista casi igualmente preciosos.
    Pues esa salvación tiene un precio infinito.
    Pero qué seria una salvación que no fuese libre.

    El brigante
    (el artículo tendrá, D.m., una segunda parte en breve)

    Fuente: EL BRIGANTE
    Erasmus, Xaxi y Adriano dieron el Víctor.

  10. #10
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Aquí está la continuación:

    La educación hace maravillas, pero no puede crear un cristiano

    La ventana abierta para el Espíritu Santo


    Sigo con la educación. También en esta materia se trata de obrar siempre con prudencia (por favor, ¡no cobardemente!) La falta de prudencia da razón del fracaso educativo que protagonizamos como sociedad. En particular, de la perplejidad de quienes contemplan cómo una sociedad mayoritariamente cristiana engendró en dos o tres decenios una sociedad hegemónicamente secularista. Es despreciable el papanatismo de los que leen la historia ventajistamente a toro pasado y nos dicen que antes vivíamos un catolicismo sociológico e hipócrita, y que la caída de esa máscara de cristiandad es una purificación. Tonterías. Eso es un masivo juicio de intenciones, una generalización falsa, una mentira conveniente y, para algunos, tranquilizadora. Sin embargo, sí que tenemos indicios para pensar que nuestro catolicismo estaba fuertemente aquejado de fideísmo y, por ende, también de inmadurez moral. Era socialmente imprudente.
    Ese fracaso puede originar hoy en algunos un miedo excesivo e injusto que empuje a una cautela exagerada y contraproducente, que ponga un énfasis inadecuado y reactivo en la separación frente a las bacterias contagiosas de la inmoralidad y de la incredulidad. El miedo no es buen consejero y mientras nos hace huir de un peligro con facilidad nos entrega a otro inadvertido.
    Una excesiva precaución es síntoma de dos desconfianzas: frente al vigor de la naturaleza y frente al poder de la gracia. Error típicamente moderno que está en la matriz de tantos “sueños de sistemas tan perfectos que nadie necesite ser bueno”, que diría Eliot, también los sistemas excogitados desde el mundo católico.
    Para obrar la verdad práctica hay que estar dentro de la realidad moral de nuestro tiempo y si ante todo antepongo la evitación del error puedo asfixiar mi inclinación a la verdad y al bien. Los derechos que otorga la paternidad no incluyen ciertamente la pretensión despótica de usurpar la libertad de los hijos que, al igual que sus padres, tienen la obligación de convertirse en protagonistas del combate por su virtud y por su fe.
    Como todo esto lo explica mucho mejor y más profundamente el P. Tonneau, a continuación copio algunos fragmentos suyos. Y el que quiera leer en estos textos una invitación a la incuria y a la indolencia educativa, que los relea detenidamente. El brigante



    ***:
    Hemos de ser sensibles a la paradoja que comporta la idea de una educación cristiana. La educación, es verdad, hace maravillas, pero no puede crear un cristiano. El educador está obligado a tener en cuenta esta circunstancia evitando toda pretensión presuntuosa. Puede ser que estemos muy inclinados a sobreestimar los efectos de la educación, del adoctrinamiento, de la propaganda, de la legislación. Quien se esfuerce por educar a un hombre debe, sin embargo, comenzar por contar con la existencia y los recursos de ese dato que es el ser humano. La sociedad no aportaría nada a los hombres si ellos no estuvieran ya, por naturaleza, en estado de recibir y sin duda de descubrir por ellos mismos la lección que se les presenta. Del mismo modo, la educación supone una generación previa. Sin embargo, no vayamos a pensar que a fuerza de catecismo y de predicación sacaremos de un pequeño pagano un auténtico cristiano. Esta transformación, en efecto, conlleva una verdadera generación, de la que sólo Dios tiene el secreto. Y del mismo modo en que una educación humana se apoya sobre la roca de la naturaleza dada, se une a las tendencias y observa la ley de la razón, igualmente una educación cristiana cuenta con la existencia de la gracia y de algún modo se contenta con hacer justicia a las exigencias de ésta.
    No es que no se pueda hablar de una ley o de una educación cristiana. Eso es posible en varios sentidos:
    De entrada, al llamar “educación” a esta obra divina que opera en nosotros el Espíritu Santo, modo de hablar muy conveniente si se considera que la generación del cristiano dentro de nosotros no constituye una creación, sino que supone la existencia de una naturaleza razonable, no refractaria a la gracia. Pero no nos equivoquemos: en este nivel no hay más que un solo educador, Dios mismo, cuyas vías y métodos permanecen para nosotros misteriosos. También se puede hablar de “ley”, siempre que no se restrinja este concepto a unos límites estrictamente jurídicos. La gracia del Espíritu Santo es, en efecto, nuestra ley de cristianos, porque ella es el principio regulador de nuestra conducta, un poco al modo en que nuestra naturaleza humana es nuestra ley, en el sentido de que nuestros actos humanos encuentran en ella su regla constante. Mejor aún: si dejamos a un lado las leyes de detalle que no regulan más que un tipo determinado de operaciones, la Ley se impone en toda sociedad como la Carta fundamental de la vida en común y define la naturaleza del vínculo social. Entonces, estar bajo una ley significa pertenecer a un grupo determinado cuya estructura depende formalmente de esta ley. En este sentido, una ley democrática, una ley aristocrática, una ley monárquica fundarán sociedades diferenciadas específicamente las unas de las otras. Ahora bien, la gracia merece, también por este título, el nombre de ley, porque ella es, en el sentido más fuerte, el fundamento de la sociedad que formamos nosotros con Dios. Finalmente, si se considera el efecto buscado por la ley que es el de hacer buenos a los sujetos, ¿cómo no reconocer una ley excelente en esta gracia que nos justifica pura y simplemente, que nos diviniza y nos hace partícipes de la benevolencia y de la santidad de Dios?
    ...
    No obstante –repitámoslo– la educación y la ley cristianas presentan una originalidad absolutamente única y es bueno tenerlo presente si no se quiere traicionar la trascendencia del Evangelio al reducir el carácter cristiano a una suerte de comportamiento formal y exterior que, con la ayuda de una buena técnica educativa, podría imponerse a las almas como una costumbre. Todo lo esencial del cristianismo se encuentra situado en una profundidad espiritual que tira por tierra de un solo golpe toda pretensión semejante. Hay que insistir de nuevo en que, en este nivel, no hay más que un solo Maestro, un solo Legislador: porque se trata de una generación y no tenemos más que un solo Padre.
    Agrupemos algunas consecuencias prácticas de este dato. La extensión del Reino de Dios no puede ser primariamente el fruto de una técnica humana, concebida más o menos conforme a los procedimientos que se han demostrado exitosos en el orden social y político. Ningún “movimiento”, ninguna “acción” organizada pueden alcanzar eficazmente esta secreta articulación de la personalidad humana y del libre don divino. En un instante veremos la necesidad de la organización, de una cierta conducta prudente y, por así decir, de una política bien pensada y avisada de la educación cristiana. Sólo que es de la máxima urgencia el deber de insistir en la ineluctable relatividad de esos medios y reservar su lugar indispensable a las actividades propiamente teologales de la fe, de la esperanza y de la caridad, a los recursos de la oración, al mérito puramente sobrenatural de una vida interior de unión con Dios. Es por esa vía como la gracia extiende esencialmente su imperio según una medida que escapa a nuestros cálculos y que no guarda una proporción exacta con nuestros esfuerzos.

    El brigante: La educación hace maravillas, pero no puede crear un cristiano

  11. #11
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    Don Carlos Calderón fue uno de los jefes carlistas con quien más intimidad tuvo don Carlos y a quien yo traté más hasta el último día de su vida.

    Sus antecedentes nadan tenían de carlista. Decíase que su padre, que pereció siendo él muy joven, había hecho la mayor parte de su fortuna con la compra de bienes nacionales, cosa vitanda para los carlistas; lo cual no predisponía mucho a favor de éstos a su heredero. Sus temores carecía de fundamento, pues don Carlos había declarado pública y privadamente que él no sería nunca más papista que el Papa, y que desde el momento en que la Santa Sede había echado un velo sobre la desamortización y no quería que se molestara a los que se habían aprovechado de ella, éstos podían estar tranquilos.

    Pero no opinaban así los carlistas más exaltados, que consideraban nefanda toda la obra de la revolución; más aún, todos los progresos de la civilización material, que creían haber sido anatematizados por Pío IX en el Syllabus.

    Así, por ejemplo, el veterano general Yoldi, que había hecho la guerra de los Siete Años, se le hacía la boca agua pensando que el día que subiese al trono Carlos VII desaparecerían de España el telégrafo y los ferrocarriles; atrocidad de la que no pudo disuadirle nunca ni el mismo don Carlos por más esfuerzos que hizo.

    – Aunque el Rey no quisiera -decía Yoldi-, el pueblo leal arrasaría todos esos inventos diabólicos que sólo sirven para desmoralizar a los pueblos.



    Fuente: “Veinte años con don Carlos”. Conde de Melgar. Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1940. (Páginas 75 y 76)

  12. #12
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: El peligro de los católicos de caer en el maniqueismo

    “¿Qué harían nuestros padres -decía [Antonio Aparisi y Guijarro]-, los del siglo XV o XVI, si resucitaran en el siglo XIX y vieran, de una parte, los estragos de una revolución loca, que no reformó, sino destruyó, y se encontrasen, de otra, con el libro y el periódico, el ferrocarril y el telégrafo? Restaurarían en cuanto fuera posible la obra de los siglos, pero “acomodándola a las verdaderas necesidades, a las legítimas aspiraciones y hasta al gusto del presente”. Sólo así es hacedero formar una obra vividera, y reanudando la tradición se tiene Patria. El altar siempre es el mismo; los adornos del altar varían al compás de los tiempos. En los presentes, como en los pasados, se puede y debe escribir en la bandera de España: “Dios, Patria y Rey””


    Fuente: “Breve Historia del Tradicionalismo Español”. Santiago Galindo Herrero. Publicaciones Españolas, Madrid, 1956. Página 214

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